"¿Por qué suspiran por los que no están?", fue la pregunta lanzada por Oscar "El Conejo" Pérez, portero del Cruz Azul, cuando habló sobre las constantes negativas de Nery Castillo para venir a jugar con la Selección Mexicana de fútbol.
Es lógico el malestar ante las incomparecencias del joven jugador que, asesorado por su padre, ha preferido quedarse en Grecia "para no correr el riesgo de perder la titularidad con el Olympiakos". Ofende el desdén ante la posibilidad de defender los colores del país en que se ha nacido. Las negativas de Nery han exacerbado los ánimos de muchos, aunque éste podría recibir el beneficio de la duda cuando afirma, en contraparte, que "sí me interesa jugar con el equipo de México".
Comparto la sensación de desprecio ante la situación, que además se ha tornado recurrente, pero debo confesar que me asaltan algunas dudas: ¿Y si Castillo es la solución goleadora del cuadro de Lavolpe?, ¿y si se entiende con sus compañeros a la hora de crear alianzas ofensivas que desemboquen en goles?; de ser así, ¿se olvidarían los resquemores y perdonarían sus faltas? Seguramente se las perdonarían porque así somos los mexicanos, nos gusta entronizar para luego demoler, olvidamos con rapidez y luego nos entregamos sin cortapisas.
La verdad es que no lo hemos visto con el Tri, y en tanto eso no ocurra Nery Castillo seguirá siendo una incógnita interesante de cara a la Copa del Mundo de 2006. ¿No les parece?