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Cada vez era más en serio

BUENOS AIRES (EFE) -- La fiesta del fútbol continental volvió a Montevideo en 1967 con la participación seis selecciones, ocasión en la que se puso en evidencia que el campeonato ya no tenía el lustre ni la atracción de otros tiempos. Jugaron en la capital uruguaya el conjunto anfitrión, Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Venezuela.

Como ha ocurrido en la mayor parte de los sudamericanos, la máxima atracción ha constituido el enfrentamiento entre argentinos y uruguayos, a pesar de los ilustres pergaminos que por esta época exhibía Brasil, poseedor de dos Copas del Mundo logradas en Suecia y Chile.

Y como en tantas ocasiones anteriores Argentina y Uruguay jugaron la final. El 12 de febrero se enfrentaron en el estadio Centenario con una diferencia de un punto a favor de Argentina, que había ganado todos los partidos que jugó mientras que Uruguay había logrado tres victoria y un empate ante Chile.

Fue un "clásico" jugado con la pasión de siempre, con luces y sombras, que ganó Uruguay por 1-0 con un tanto de Pedro Rocha, famoso jugador de renombre internacional. La delantera de Argentina, a pesar de llevar al frente como ariete a Luis Artime -el jugador que no dejó ninguna ciudadela invicta-, no pudo vencer a Mazurkiewicz. A partir de aquí el campeonato suramericano quedó durante ocho años a la sombra.

En 1975 se puso en práctica una nueva modalidad, al dividir a los competidores en tres grupos de tres equipos cada uno con partidos de ida y vuelta en sus países. Chile, Perú y Bolivia jugaron en el grupo Uno, Venezuela, Brasil y Argentina se enfrentaron en el Dos, y Colombia, Paraguay y Ecuador en el Tres.

Perú, que cinco años antes había deslumbrado en el Mundial de México'70, mantenía el fuego sagrado de sus convicciones y calidad futbolísticas y la presencia en su equipo de verdaderos talentos para estas cosas del fútbol. Las victorias que ambos conjuntos obtuvieron en sus respectivos países en la final, obligó a que se jugase un tercer partido en Caracas el 28 de octubre de ese año.

Ganó Perú por 1-0 fue alcanzó el título de campeón, con lo cual coronó una etapa brillante de su historia. En su equipo destacaban Chumpitaz, Díaz, Quesada, Percy Rojas, Teófilo Cubillas (hay que ponerse de pie para nombrar a un jugador de esta categoría), Barbadillo y Oblitas, entre otros. En la selección colombiana asombraba con su talento otro iluminado del fútbol, Willington Ortíz.

En 1979 la Copa América contó con la participación de un jugador que, pese a su peso futbolístico y a la aureola triunfal que le acompañó durante años, no pudo ganar nunca este trofeo, Diego Armando Maradona. Su equipo quedó eliminado por el Brasil de Sócrates en la primera fase. Paraguay y Chile fueron los finalistas.

En el equipo chileno jugaban, entre otros, los distinguidos Figueroa y Caszely. En Paraguay Kiese, Aquino, Morel, Torales y "Romerito". Los guaraníes triunfaron por 3-0 en el partido de ida disputado en Asunción, la ciudad que ostenta el orgullo de haber tenido el primer ferrocarril de Suramérica, con dos goles de Julio César Romero y uno de Milcíades Morel.

En Santiago de Chile ganó el equipo local 1-0, con un tanto marcado por Rivas. Hubo necesidad de jugar un tercer partido, que tuvo como escenario el estadio del Vélez Sarsfield, en Buenos Aires, donde los paraguayos repitieron la conquista de 1953 al empatar 0-0.

Fiesta en todo Paraguay e incontables elogios para "Romerito", un jugador exquisito, fenomenal.

En 1983 vuelven a encontrarse en una final Brasil y Uruguay. Los uruguayos lograron su pase a la final al superar a Perú con una victoria y un empate. Pero en la otra semifinal se produjo un hecho curioso y grotesco entre Brasil y Paraguay.

Empataron los dos encuentros disputados en Asunción y Uberlandia.

De acuerdo a la reglamentación del torneo, el doble empate obligaba a una decisión inmediata por una vía extraña al fútbol y al sentido común: el sorteo. El dirigente boliviano Edgar Peña, con una moneda de cinco pesos de su país, concentró en su mano derecha la expectación de los ansiosos aficionados de dos naciones. Arrojó la moneda al aire, ésta cayó sobre la mesa, se deslizó y fue a parar al piso.

Los paraguayos no conocían la moneda boliviana y gritaron ¡Ganamos! Los brasileños comenzaban a llorar, pero Peña la recogió, la mostró a todos y dijo ¡Ganó Brasil! El 27 de octubre se jugó el primer partido de la final en el estadio Centenario de Montevideo. Ganó Uruguay por 2-0 con goles de Francéscoli y Diogo. En el encuentro de vuelta, que tuvo como escenario el Fonte Nova, de Bahía, empataron 1-1 con tantos de Jorginho y el "Patito" Aguilera, quien sigue haciendo de las suyas en Italia. Aquel equipo uruguay nuevamente campeón estaba formado por Rodríguez, Diogo, Gutiérrez, Acevedo, González, Barrios, Agresta del Cerro, Francéscoli, Aguilera, Cabrera y Acosta.

En 1987 Argentina lucía en su tierra su flamante título de campeón mundial conquistado en México, tierra fraterna, en un torneo suramericano en el que volvían a cambiarse los códigos, ya que otra vez se disputaba en un sólo país. Uruguay entraba directamente a las semifinales, derecho que le otorgaba su título de campeón de la Copa América de 1983.

Los argentinos, distendidos y poco interesados en el torneo, jugaron un fútbol opaco que no pasará a la historia a pesar de haber contado con casi todos los campeones mundiales. Grandes fueron las actuaciones de Chile y Colombia. Los colombianos merecieron mejor suerte y Chile fue finalista junto con Uruguay.

El partido final se disputó en el estadio del club River Plate el 12 de julio. Ganó Uruguay con un tanto de Pablo Bengoechea marcado a los 55 minutos de juego. Los orientales saboreaban otro título y engrosaban sus vitrinas repletas de conquistas internacionales.

En 1989 fue Brasil el encargado de organizar el torneo. Taffarel, Aldair, Mauro Galvao, Ricardo, Branco, Mazinho, Dunga, Silas, Waldo, Bebeto y Romario lo ganaron en buena ley en un partido de cierre de la competición jugado ante Uruguay el día en que se cumplían exactamente 39 años de la final del Mundial de Brasil, ganado casi con el último aliento por los celestes.

Y en el final de esta apretada síntesis de una historia que podría llenar bibliotecas, el recuerdo fresco de la Copa América que se jugó hace dos años en Chile y que ganó Argentina después de más de tres décadas. Un torneo que los chilenos organizaron casi a la perfección y que con su disputa cada dos años vuelve a lograr el interés de los aficionados que nunca debió perder.

Argentina, con los goles de Batistuta y Caniggia, la precisión de Leo Rodríguez, la fuerza de Simeone y la firmeza de Ruggeri se alzó merecidamente con el trofeo que ahora defenderá en Ecuador. Segundo fue Brasil, tercero Chile y cuarto Colombia, en un campeonato en el que brilló un tal Iván Zamorano, ahora estrella del Real Madrid para orgullo de todos los chilenos.