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Despedidas con distinto sabor

BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) - Lamentablemente, terminó Wimbledon para los latinoamericanos. Fue muy positivo, es cierto, con dos varones en los cuartos de final y tres en los octavos, pero igual queda una sensación agridulce. No por Fernando González, sino por la forma en que perdió David Nalbandian.

Debemos decir, ante todo, que fueron despedidas distintas. El chileno jugó muy bien, pese a un momento de altibajos en el segundo set, pero se encontró con el suizo Roger Federer, una fiera casi intratable, mientras que el argentino cayó producto de su gran irregularidad frente al sueco Thomas Johansson y así se diluyó una importante chance.

Ambos se marcharon por diferentes caminos. Uno (González) demostró un altísimo nivel, una notable mejoría en césped, pero de poco le sirvió justamente contra el número uno del mundo y ganador de Wimbledon en los dos últimos años. El otro (Nalbandian) rindió por debajo de lo esperado y fue presa de su inconsistencia, una pena por el potencial que tiene.

Así, con el acceso de ambos a los cuartos de final, el tenis masculino de América Latina vivió su tercer mejor actuación histórica en el más esquivo de los cuatro Grand Slam, igual que en 1975. Lejos del inolvidable 2002, cuando Nalbandian llegó hasta la finalísima y hubo dos más en cuartos y de 1976, con un semifinalista y un cuartofinalista. Por eso, el balance resultó favorable.

CUMPLIÓ MUY BIEN

Ya mismo, González entendió claramente que este paso por La Catedral fue bárbaro para el presente y, en especial, para el futuro de su carrera. Es que nunca antes había ganado tres partidos seguidos en este certamen. Ahora inclusive trepó a cuartos y logró la magnífica marca de estar al menos en la segunda semana en los cuatro Grand Slam (nunca superó los cuartos).

Hasta aquí, siempre había rendido mejor en cemento, una superficie rápida intermedia, donde su pelota le corre muchísimo. Pero esta vez entendió que debía jugar más agazapado, casi sin top-spin, pegando duro con su temible drive y con un saque más efectivo. Además, tuvo más calma, un ítem clave para él, que suele apurarse y descontrolarse.

La llave de su tenis es que arriesga e impone un ritmo demoledor, casi sin darles tregua a los rivales. El propio Federer, que acumula 34 victorias seguidas en pasto, reconoció que el chileno es único por el ida y vuelta que propone y que lo obligó a defenderse más de lo habitual. Todo un elogio para un joven que mostró profesionalismo y madurez para aprender más.

Es que González participó en un torneo de exhibición y eso le sirvió para sumar horas en una cancha que siempre le había traído más dolores de cabeza que alegrías. Dejó en evidencia su evolución con el revés, pero frente a Federer unas pocas equivocaciones ya son letales. No pudo ganarle ningún set, pero peleó duro en el primero y el tercero, aunque no fue suficiente.

Si bien consiguió apenas un tiro ganador menos, la clave radicó en que cometió casi el triple de errores no forzados (28 contra 10). Esto se debe a dos cosas: por un lado, fiel a su estilo, buscó casi siempre y, además, debió hacerlo ante un adversario más completo que exige dar el máximo y así y todo muy pocas veces se le puede ganar. Por eso la exigencia era extrema y se reflejó en esa estadística.

Así, su despedida fue con la frente alta, sabiendo que fue estupendo haberse metido en cuartos de final y perder con el suizo es casi una obviedad. Claro que el chileno no se conformaba y quería dar el gran golpe del torneo, pero Federer volvió a demostrar que está un escalón por encima del resto, por su solidez en un altísimo nivel, su propuesta ofensiva y básicamente por una mentalidad de hierro.

Es sumamente entendible que González quiere seguir haciendo historia y pretendía convertirse en el primer chileno semifinalista en Wimbledon. El culpable ya es archiconocido: el huracán Federer. Pero superó lo hecho por Marcelo Ríos, ex líder del circuito, y hasta fue el primero de su país en llegar a cuartos en 20 años, desde que lo hiciera Ricardo Acuña.

Un dato más que confirma la magnífica tarea de González en esta semana y media es que fue el único jugador en acceder a los octavos y también a los cuartos sin perder ningún set. Por eso reiteramos que este campeonato le deja la hermosa y palpable sensación de que continúa por el muy buen camino y sabe que puede progresar aún más para obtener otro salto de calidad.

QUEDÓ EN DEUDA

La situación de Nalbandian fue opuesta, especialmente por la última imagen. En el sube y baja había llegado el argentino, confiado por la clase que le dio al joven francés Richard Gasquet en octavos. Pero otra vez, como le ocurre muy seguido, no pudo contra sí mismo, por su alarmante irregularidad, ya no sólo de un partido al otro sino en el mismo encuentro.

David es el abanderado latino en superficies rápidas en este nuevo milenio y lo demostró con creces en sus tres actuaciones en Wimbledon, por ejemplo. Fue finalista en el 2002, hizo octavos en el 2003 y ahora cuartos (faltó el año pasado debido a una lesión). Además, estuvo en semis del US Open y llegó en tres oportunidades a cuartos en Australia. Suficiente, ¿no?

Y esta temporada ya accedió a la segunda y decisiva semana en los tres Grand Slam, lo que confirma nuevamente su versatilidad y su chapa de "todoterreno". De hecho, en el 2004 fue semifinalista en Roland Garros. Todo esto hacía pensar y esperar más del único argentino finalista en Londres, como ahora mismo se creyó que podía repetir esa terrible hazaña.

Por sus repetidas fallas con su envidiable revés, por haberse apurado y, por lo tanto, equivocado demasiado es que perdió. Volvió a sufrir horrores con su servicio, sin dudas, su talón de Aquiles. Hace un rato largo que está tratando de mejorarlo, pero no lo consigue, en especial en potencia. Cada tanto pone más en juego su primer saque, aunque es débil y muy atacable.

Nuevamente ganó poco cuando lo metió adentro y ni qué hablar del segundo intento, la tentación de sus rivales. Eso lo sabía muy bien Thomas Johansson y ya lo había aclarado el día previo. Y eso pasó: el sueco agredió al argentino con devoluciones de gran lectura, velocidad y profundidad para imponer respeto y generar una enorme presión.

Por eso mismo, constantemente parecía que a Nalbandian le podía resultar más sencillo quebrar el servicio del europeo que mantener el propio. Y así es imposible seguir avanzando ante estos rivales de riesgo. Todo esto no hace más que demostrar, por otro lado, el maravilloso potencial del argentino, quien sin ser fuerte con ese golpe clave se prende en la pelea entre los mejores.

Para volver a estar muy afirmado como top-ten, Nalbandian necesita ser más sólido con su saque y no caer sucesivamente en baches tan pronunciados. Por sus condiciones, es considerado el mejor argentino por el nivel que puede alcanzar en cualquier superficie y por cómo se agranda en los torneos más importantes. Y por eso se lamenta que no le saque todo el jugo a su talento.

Así, mientras González mostró una elogiable evolución y se estrelló contra un Federer casi de otro planeta, lo de Nalbandian fue una pena porque no supo aprovechar a full todo su arsenal de golpes y variantes. Ellos dejaron una gran huella en el más grande de los torneos y eso ya es mucho decir.