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Wilt 1962 (primera parte)

NEW YORK (ESPNDeportes.com) -- Ya se veía venir. Wilt Chamberlain, apodado por sus amistades como 'Dipper' había anotado 67, 65 y 61 puntos en los tres partidos previos a la centena de puntos que encestó el 2 de marzo de 1962 en Hershey, Pennsylvania ante 4,124 testigos. Promedió más de 50 puntos por partido esa temporada. O sea, que si en una noche marcaba 35, tenía que anotar 65 la siguiente para mantener su promedio.

Gary Pomerantz acaba de publicar un excelente compendio de lo acontecido esa noche. Su libro, titulado Wilt 1962, es también una toma a lo que era la NBA en sus primeros años: un negocio mucho más incierto y tenebroso de lo que hoy es. Pomerantz también explora la personalidad de Chamberlain y llena su libro de detalles fascinantes. La sede de Internet de la editorial Random House que publica este libro, contiene la grabación del relato radial del último cuarto del partido. Pueden hallarla en: www.randomhouse.com/crown/wilt.

Esta reseña tendrá dos partes. Esta semana presentamos la personalidad de Chamberlain que, según Pomerantz, lo motivó a lograr hitos estadísticos sin precedente. Además, establece el autor cómo el técnico de los Warriors fue el socio intelectual de las proezas de su estrella. Pomerantz llena su obra de grandes anécdotas y datos que acercan al lector lo mas posible a esa noche en ese pueblo chocolatero.

Chamberlain era un nudo de contradicciones. La reacción del lector de esta columna ante un partido donde un solo jugador anota más de lo que 25 equipos de la NBA promediaban por partido cuarenta temporadas después, lo coloca en uno de dos bandos. Algunos admiran el logro, otros se horrorizan al considerar su efecto en el partido y el deporte.

A Wilt le gustaba sobresalir, como si sus siete pies y una pulgada (2,16m) no fuesen suficientes. En la escuela secundaria Overbrook en Philadelphia, se le ocurrió tirar al aro antes de un partido con una boina, lentes oscuros y una bufanda. Quería proyectar un aire de sofisticación (le gustaba el jazz). Su técnico, Cecil Mosenson, lo regañó y ordenó que se quitara esos accesorios. Dipper lo hizo, pero al entrar a la cancha decidió no tirar, por despecho. Mosenson lo sentó en la banca. Lo insertó a juego una vez más para darse cuenta que Chamberlain no intentaba al aro. Por fin, con Overbrook en aprietos, Wilt decide anotar y ganan un partido que parecían perder.

Quería entretener y por eso jugó con los Harlem Globetrotters tras sólo dos años en el baloncesto universitario de la NCAA con los Kansas Jayhawks. Los trotamundos le pagaban $65,000 al año en 1958, cuando el salario promedio de la NBA era sólo $10,000. Viajó por todo el mundo y pudo comprar una participación en el club nocturno Big Wilt's Smalls Paradise en Harlem, al norte de Manhattan.

Fue ahí precisamente donde pasó la noche antes del notable partido ante los mediocres New York Knicks, quizás sumando otra conquista amorosa más al total que Wilt calculó en 20,000 en toda su vida. "¿Qué es un cero de más entre amigos?," le confesó a una amistad cuando vivía retirado del deporte en California, acerca de su ya famoso estimado.

Quizás su deseo por sobresalir, de llevar cuentas, se nutrió del ambiente racial de la época. A Chamberlain los de raza blanca le extendían un trato que no conocían sus colegas negros. La NBA tenía una cuota de jugadores negros no escrita, pero estricta: el chiste entre cronistas de la NBA era 'titulariza un negro en casa, dos de gira y tres si es imprescindible ganar'.

En 1949, el dueño de los Knicks, Ned Irish, abogó por integrar a jugadores negros a una liga totalmente blanca y con una considerable proporción de jugadores judíos. Precisamente eran los marginados socialmente en los centros urbanos del Este de los Estados Unidos, negros y judíos, los que jugaban al básket con mayor pasión.

Irish quería fichar a Nate 'Sweetwater' Clifton de los Globetrotters. Eddie Gottlieb, dueño de los Warriors, se opuso tajantemente. 'Gotty' no era una persona racista - invirtió plata en promover equipos de Ligas Negras del béisbol como los Homestead Grays y los Baltimore Elite Giants. Su prejuicio era estrictamente comercial. Sencillamente pensaba que los aficionados blancos no estaban preparados a ver muchos jugadores de raza negra en la NBA.

"La liga será 75 por ciento negra en cinco años," dijo Gottlieb en la reunión de la Junta de gobernadores de la NBA en 1949. "No atraeremos a nadie. Dañarán el deporte." Además, el contratar a Clifton sería una declaración de guerra contra los Globetrotters, quienes ayudaban económicamente a la liga. Una aparición de los Globetrotters en una doble tanda de NBA aseguraba que la casa estaría llena. Aunque los planteamientos del dueño de los Warrioirs ganaron el voto ese día, Irish se impuso seis meses después ante un iracundo Gottlieb quien exclamó tras la votación: '¡Malnacidos! Acaban de arruinar la liga'.

Anotar 100 puntos en un partido era un acto revolucionario, especialmente para un jugador de raza negra y Chamberlain nunca más intentó acercarse a ese total. De hecho, en 1967-68, en parte para dejar atrás la reputación que adquirió esa noche en marzo en Hershey, Chamberlain encabezó la NBA en asistencias. Cada logro de Chamberlain era un golpe al racismo que imperaba en esa época. Wilt no fue un activista, pero nunca descartó el valor simbólico de sus hitos.

La NBA comenzaba su decimosexta campaña ese año y su futuro era incierto, aún ante la segunda escandalosa ola de apuestas en el baloncesto universitario. Los Philadelphia Warriors de Chamberlain y el dueño Eddie Gottlieb, llegaron a jugar un partido oficial en 1962 contra los Chicago Packers (equipo de expansión que eventualmente se convirtió en los Detroit Pistons) en un gimnasio de una escuela secundaria en Indiana. Jugar en Hershey era diversificar las fuentes de ingresos de los Warriors, en parte para pagarle los $75,000 dólares que le debían ese año a Wilt.

La liga mostraba desde sus comienzos una ambivalencia. El ingreso de Chamberlain a la NBA aumentó las ventas de boletos por una proporción sin precedente. El mercadearlo como figura individual dentro de un deporte en equipo producía dividendos, aunque cabe mencionar que después de que los Warriors promediaron 7,000 espectadores en el primer año de Chamberlain con el equipo, tuvieron una asistencia promedio de sólo 5,000 espectadores dos años después.

El reloj de 24 segundos también aseguró que no habrían partidos donde ambas escuadras 'congelaban' el balón y producían marcadores finales de 19 a 18. Desde entonces, la NBA piensa que la ofensiva vende y que los logros estadísticos individuales extraordinarios deben ser mercadeados.

Sus compañeros viajaron por autobús para enfrentarse a los Knicks, mientras Chamberlain conducía un Cadillac blanco, en lo que le enviaban un Bentley que costaba $30,000 dólares, o sea, seis veces el ingreso promedio de un trabajador estadounidense ese año. Los salarios en la NBA en aquella época, como en gran parte de la contemporánea, dependían de lo que anotara cada jugador.

Para que un jugador anote 100 puntos en un partido, los planetas se tienen que alinear. Su técnico tiene que ser su mayor cómplice. Frank McGuire, un irlandés que adquirió sofisticación tras salir de su Greenwich Village, era el técnico en North Carolina antes de aceptar su primer puesto en la NBA. McGuire no conocía su nuevo entorno, pero cataba a los seres humanos muy bien.

El técnico que le precedió en Philadelphia antagonizó a su estrella, exigiéndole que jugara defensiva. McGuire invirtió cientos de dólares en llamadas telefónicas para investigar a fondo la personalidad de Chamberlain. McGuire fue el técnico del equipo de North Carolina que venció a los Jayhawks con Wilt en la final de la NCAA de 1957.

En Wilt, McGuire vio a un jugador superdotado e inquieto. De Chamberlain alcanzar su meta individual, se sacaría esa espina del costado y podría enfocarse en logros colectivos. Tras Chamberlain anotarle 78 puntos a Elgin Baylor y los Lakers esa temporada en triple prórroga en una causa perdida, McGuire se expresó de esta manera: "me atrevo a predecir que uno de estos días, Wilt anotará cien puntos, aún contra cinco contrarios marcándole."

El acuerdo entre el técnico y el jugador se estableció en una de sus primeras conversaciones: '¿Cuantos minutos quieres jugar?,' preguntó McGuire. 'Todos," replicó Chamberlain. 'Quiero decir, ¿cuántos minutos por noche?, insistió el técnico. "Cuando me envíes a la banca me sentaré a tu lado. No podré rebotear o anotar. Si me vuelves a colocar en cancha, me tomará varios minutos entrar en calor," observó su estrella. McGuire decidió en ese momento que Dipper jugaría cada minuto de cada partido.

En la primera reunión con los Warriors, McGuire declaró que vencerían a Boston (la potencia de la División del Este) dándole el balón a Wilt 'dos tercios de las posesiones'.

La semana entrante presentaremos cómo el autor Gary Pomerantz describe a los Knicks como el perfecto complemento para la noche histórica de Chamberlain. El partido es una prueba Roscharch evaluado de maneras muy distintas, dependiendo del color del cristal con que se mira.