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Palomo: Hola Araña Negra

Lo tenía marcado en la agenda de viaje: visitar a Lev Yashin. Para muchos, el mejor arquero en la historia del fútbol. Falleció en 1990 después de un cáncer de estómago. A su muerte con 60 años de edad, le siguió un funeral de estado en el cementerio Vagankovo. Anotado el destino me desplacé hasta allá. Era el día nacional de Rusia, el día que conmemora la declaración de soberanía de la Federación Rusa. De haber elegido el clima para visitar un cementerio seguramente habría solicitado un día gris, lluvioso y frío como el que tocó. El Vagankovo fue creado en 1771 y hoy se calcula que ahí están enterradas unas cien mil personas. A mi entrada pregunté por la ubicación del mausoleo de Yashin sin que nadie me supiera dar respuesta, o entendiera mi pregunta. Hasta que encontré a Yuri, un señor de unas siete décadas.

Entre señas me mostró el camino y también me llevó por el pasillo donde eternamente descansan muchos los más ilustres deportistas en la historia rusa. Por ahí estaban las tumbas de Sergei Belov, medalla de oro en el básquetbol de los Olímpicos de Múnich 1972. Alexander Gomelsky, el padre del básquet soviético, entrenador del equipo que gana en Seúl 1988. Mikhail Voronin, gimnasta que gana dos oros en México 1968. Viktor Tikhonov, quien dirigió a la URSS a tres títulos olímpicos de hockey sobre hielo. Al final del pasillo central y detrás del edifico de criptas se encuentra el panteón de Lev Yashin. Un bloque de mármol con la figura esculpida del arquero caminando cabizbajo y sosteniendo en su mano derecha un balón y un par de guantes en su mano izquierda. Le rodea una portería de bronce con sus redes, tendida y con laureles en sus esquinas. El lugar conmueve. El único guardameta en ganar un Balón de Oro. Aún y cuando su último partido para el Dynamo Moscú lo juega en 1970, muchos todavía le consideran el mejor jugador que haya jugado en su posición. Nunca lo vi jugar, pero puedo decir que estuve cerca suyo.