Boxeo
Bernardo Pilatti 8y

A Canelo le queda sólo una bala en la recámara

Imaginemos un cazador perdido en la jungla malgastando sus municiones y cuando necesita disparar para defender su vida, descubre que solo le resta un proyectil en la recamara. La metáfora que transmite esa ficticia situación, es perfectamente asociable al futuro de Canelo: le queda una bala y necesita dispararla el 17 de septiembre.

¿Por cuál razón el 17 de septiembre y no el 6 de mayo del 2017? La respuesta merece una larga explicación. Canelo con sus bravatas sobre el cuadrilátero (a GGG lo peleo ahora mismo) alimentó la fantasía de que Gennady Golovkin era "pan comido". Los fanáticos le creyeron y Canelo los decepcionó, curiosamente, luego de tomar una decisión correcta.

En alguna columna anterior (las claves ocultas) se lo dijimos: lejos de la vigilancia periodística Canelo y su equipo dejarían en segundo plano los nacionalismos y asumirían la realidad: era, es y será imposible vencer a GGG. Por el contrario, enfrentar a un rival tan superior, como bien lo vaticinó Ignacio Beristain, pondría el riesgo la carrera de Canelo. En este caso, pondría en riesgo también la rentabilidad de lo que su nombre significa como negocio boxístico.

La decisión tomada fue correcta, la entendemos así. Sin embargo, ¿también la entenderán así los fanáticos? En este punto les quiero dar una mala noticia: recorro los foros, las redes sociales y los comentarios en general de la afición son lapidarios. Hay indignación y los argumentos responden a la más sagrada de las lógicas del fanático. "Si dijiste que podías, ve y demuéstranos que puedes". "Si dijiste que a esa pelea ibas por el honor y la bandera, hazlo, no te rajes". Para el fanático la primera palabra es la importante. Para el fanático de un deporte violento como el boxeo, solo hay espacio para el elogio de quien se la juega. Canelo no se la jugó y la presunción es de que la afición no se lo perdona.

Por el momento es solo una presunción, que de acuerdo con el comportamiento que adopte la fanaticada para la próxima batalla del mexicano, se convertirá en certeza. Si tenemos en cuenta que al final del día no hay nada más importante que la aprobación o el rechazo del aficionado, Canelo está en problemas. Los fanáticos, solo ellos, son los que pagan la fiesta, son los accionistas mayoritarios de este negocio y su única ganancia son las grandes peleas, son las expectativas colmadas. Y está claro que aquí la expectativa de ver la GGG vs. Canelo en septiembre se fue al baúl de las decepciones.

El desafío ahora será recuperar la credibilidad ante el público y para ello a Canelo le queda un solo disparo. Su futuro en este negocio depende de lo que haga o no haga el 17 de septiembre, cuando se supone volverá al ring.

Se dice, y seguramente es lo que ocurrirá, que bajará a las 154 libras para ir en busca del título OMB de esa categoría hoy en poder del británico Liam Smith. Esa posibilidad fue puesta en el laberinto de las opciones por la salvadora oferta del presidente de la OMB, Francisco Valcárcel.

Se dice también que en la negociación se incluyó otra oferta, esta vez al equipo de Gennady Golovkin: una pelea unificatoria con el campeón mundial mediano de la OMB, el también británico Billy Joe Saunders. La existencia de esa propuesta no ha sido aún oficializada, pero es coherente imaginar ese escenario para comprender la paz con la cual el equipo GGG se ha tomado la renuncia de Canelo.

Para Golovkin es buen rival el británico y además le otorga la posibilidad de sumar otra diadema universal. No obstante, también es bueno reconocer que por más buena opción que resulte esa pelea contra Billy Joe Saunders, la decisión de Canelo también afecta el futuro inmediato de Golovkin.

Liam Smith (22-0-1 con 12 KOs) y Billy Joe Saunders (23-0 con 12 KOs) tienen varias cosas en común: son británicos, ostentan un récord casi idéntico, están invictos y nunca han peleado fuera de su país. O sea, son muy poco conocidos en esta parte del mundo y en consecuencia su atracción mediática es pobre si se pretende tomarlos como referencia de un buen PPV. Al mismo tiempo son accesibles, o sea, son candidatos a perder ante Canelo y GGG respectivamente.

Si tomamos en cuenta la decepción por la renuncia y la presencia de un rival poco conocido, Canelo corre riesgo de padecer con una pésima venta en su próxima pelea. O sea, malgastar su última bala antes de la debacle en su carrera.

Ante ese panorama, la única decisión coherente para un gran evento de Pague Por Ver, parecería ser la realización de una cartelera donde se unan las peleas de Golovkin y de Canelo, a lo que sumariamos la que protagonice Román "Chocolatito" González. Solo una jugada como esa podría salvar muchas cosas y al mismo tiempo se le daría el mejor uso a esa última bala que dispone el tapatío para salvar su honor, luego de la poco convincente forma empleada para evitar su pelea contra Gennady Golovkin.

Amanecerá y seguramente lo veremos.

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