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Para Marlen Esparza el boxeo siempre ha sido una batalla

Está permitido llorar.

Es lo primero que la boxeadora Marlen Esparza, si pudiera volver atrás en el tiempo, le diría a su propia versión de 11 años de edad cuando ingresaba al gimnasio Elite Boxing, de Rudy Silva, en Houston.

Llorar podría haber ayudado a Esparza a descargar gran parte de la pena que sentía. Ahora ella se está embarcando en una carrera profesional y de pronto se siente más fuerte y, a la vez, más vulnerable que nunca. Ella peleará contra Rachel Sazoff el 23 de marzo en Indio, California, en un combate que será televisado por ESPN2 y ESPN Deportes.

Cuando era niña, Esparza estaba muy enfocada en el boxeo. Tenía el deseo de emular a quien consideraba su héroe -- Salvador Sánchez, un talentoso peleador mexicano que falleció trágicamente joven en un accidente automovilístico en 1982.

"Era la primera vez que veía a alguien a quien me quería parecer", declaró Esparza, explicando que ella vio pelear a Sánchez en los viejos videos que su padre compraba.

"No puedes", le dijo su padre David, un inmigrante mexicano que amaba el deporte, rechazando una y otra vez sus súplicas.

Pero finalmente, Esparza persuadió a su padre y Silva aceptó entrenarla con una condición.

"Te entrenaré como a un muchacho", recuerda Esparza que Silva le dijo en 2000.

Las lágrimas no eran bien vistas en el gimnasio. Pero al comienzo, el boxeo le brindó solo alegrías a Esparza, a medida que ponía a prueba a sí misma.

"Yo era uno de los que no creen en el boxeo de mujeres", dijo David Esparza. "En su primera pelea, ella me convenció. Tenía carácter; era muy valiente, muy agresiva. La he apoyado desde entonces".

Esparza estaba tan concentrada, que al principio no advirtió la repercusión que generó y los muchachos que perdían sesiones de "sparring" contra ella, a veces dejaban de entrenar. "Yo era demasiado joven, muy ingenua", dijo Esparza de esos días. "El enfrentamiento no llegaba al gimnasio. Yo solo era uno de esos muchachos que querían llegar".

Ese deseo y su talento produjeron muchos éxitos. A medida que Esparza transitaba su adolescencia, ella fue más consciente del resentimiento.

"Mucho rechazo, mucha falta de respeto. Era marginada en todo momento y no lo advertí hasta que fuí mayor".

A continuación de ganar su primer campeonato nacional en 2005, convirtiéndose a sus 16 años en la boxeadora más joven en lograrlo, Esparza retornó a entrenar y pudo oir susurros y murmullos de algunas personas en su propio gimnasio. Decían que iba a quedar embarazada y no entendían por qué estaba boxeando", recordó Esparza. "Eso resultó ser una carga en mi alma y en mi estado de ánimo".

Su decisión de demostrar a quienes dudaban, y a los críticos, que estaban equivocados, fue solo parcialmente concretada en los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012, cuando Esparza obtuvo la medalla de bronce en la categoría peso mosca femenina (112 libras = 50,800 kg). Antes de los Juegos, la extensa sucesión de éxitos de Esparza ya había generado considerables elogios, pero también envidia en algunos colegas boxeadores.

Esparza estaba desconcertada ante las dudas sobre sus capacidades y permanencia en ese nivel. "Yo puedo pelear. No soy solo una cara bonita".

Esparza comprobó que la ira puede ser un combustible útil. Después de 2012, Esparza dejó de entrenar con Silva, haciéndolo muchas veces por su cuenta.

"Gané mi primer campeonato mundial, lo que puede definirse como más complicado que los Juegos Olímpicos, por mi cuenta", dijo Esparza del título que obtuvo en 2014.

Esparza no llegó a clasificarse para los Juegos Olímpicos de 2016, en Río, pues perdió la pelea final en las Pruebas de clasificación ante la texana Virginia Fuchs. La gran desilusión de ese revés la impulsó a abocarse a una carrera profesional con más fuerza.

"La generación de Marlen es la primera generación olímpica", dijo David Esparza, observando el progreso general del boxeo femenino. "Han tenido éxito. Las personas comenzarán a entusiasmarse. Van a llegar a protagonizar peleas principales, igual que los hombres".

"Pasar al profesionalismo era lo que necesitaba", observó Esparza. "Allí es donde todavía puedo demostrar lo que soy capaz de hacer".

Ella no está particularmente concentrada en Sazoff, 26 años, como oponente. "No tengo indicios", admitió Esparza sobre las fortalezas de Sazoff. "Voy a estar allí preocupándome por mi misma. No creo que vaya a ver algo que no haya visto antes".

A los 27 años, Esparza ha boxeado casi durante toda su vida, a menudo participando en torneos en los que sabía poco sobre las rivales que debía enfrentar. "Sea lo que sea, voy a hacer bien mi trabajo. Ella vendrá y hará lo que tenga que hacer. Pero yo nací para esto".

Comprometida con su misión de demostrar la viabilidad del boxeo profesional femenino, Esparza tiene el especial ejemplo de su promotor, Oscar De La Hoya, para seguir en el ring. "Creemos que ella es alguien que puede revolucionar el boxeo femenino en los EE. UU. y generar conciencia y entusiasmo", dijo el presidente de Golden Boy Promotions, Eric Gómez, a Dan Rafael, de ESPN, en diciembre último, cuando Esparza se convirtió en la primera mujer contratada por la compañía.

Su padre considera que esto ya está sucediendo y su voz se entrecorta con orgullo cuando explica en su lenguaje nativo de qué manera su hija está generando oportunidades: "Está abriendo puertas para las mujeres que van detrás de ella".

Aunque la comunidad Hispana tradicionalmente respalda a los suyos en casi todos los deportes, Esparza admitió que se siente algo desilusionada en ese sentido. "En lo que respecta al boxeo, según mi experiencia, falta apoyo", afirma Esparza, aunque finalmente se muestra esperanzada. "Creo que cambiará".

Y Esparza quiere fortalecer sus vínculos con la comunidad Hispana. "Quiero mejorar mi español", dijo Esparza, explicando que ella entiende bien el idioma, pero sufre de ansiedad cuando lo habla en público. "Quiero comunicarme mejor con mi gente".

Esparza tiene una mezcla especial, que incluye música española para acompañarla en su camino al ring. Ella quiere ser una inspiración para una nueva generación de jóvenes mujeres que ha visto entrenarse en los gimnasios de todo el país. "Están allí, usando sostenes deportivos y pequeños 'shorts' de entrenamiento y eso está bueno -- la gente lo acepta más ahora. Es excelente".

¿Y qué le diría Esparza ahora a una Latina de 11 años de edad que ingresa a un gimnasio de boxeo del sur de Texas?

"Tienes derecho a estar allí".