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La duda inevitable, ¿qué valor tiene el cinturón de Rocky Fielding?

Canelo no defendió su primer título en 160 libras, tampoco ha defendido aún su segundo título en esa misma categoría, no defendió su segundo cetro en 154 y ahora va por un cuestionado cetro en 168 que tampoco defenderá. Este sábado enfrentará al británico Rocky Fielding, un rival “escogido” como lo describió con admirable sinceridad su entrenador Eddy Reynoso.

O sea, solo sube a hacer historia ante el más accesible de los campeones en la división supermediano. Ahora, ¿hasta qué punto la historia deberá luego otorgarle reconocimiento o no a la gesta del tapatío? La AMB tiene dos campeones actualmente en esa categoría y, por cierto, el más importante no es el rival de Canelo, es otro británico Callum Smith. Ante ello, ¿en qué nivel de prestigio colocamos al de un púgil de segunda linea como Fielding?

En la última convención de la AMB, en una conversación con su presidente Gilberto Mendoza, le pregunté sobre la proliferación de cinturones y el problema que tenían con esa situación. Mendoza en todas las entrevistas prometió que poco a poco se iba a reducir el número de monarcas y efectivamente la AMB ha venido cumpliendo.

En el ranking en su página web apenas observamos un solitario título interino (122 libras) y no son pocas las divisiones donde reina un solo monarca. Es el caso de las 105, 112, 115, 122, 135, 140 y 175 libras que lucen un solo campeón lineal. Es posible, incluso, que una vez Canelo abandone el cinturón, también las 168 libras de la AMB se incorporarán a ese grupo de categorías con un solo monarca.

En el pasado reciente los cinturones de la AMB han provocado siempre una percepción dicotómica. Por un lado, es difícil entender la laberíntica confusión de un campeonato con dos y hasta tres monarcas. Por el otro lado, sin embargo, hay que aceptar que la existencia de otras opciones de cinturón, a contramano de la realidad, han beneficiado al negocio y han permitido que, por la vía de esas coronas en controversia, muchos prospectos y aspirantes a llegar al primer nivel tuvieran oportunidades reales. Fielding es un claro ejemplo de ello.

Es verdad que el inadecuado exceso de cinturones benefició el ascenso de muchos boxeadores, por ello es un problema real encontrar una vía alterna que permita el remedio (dejar un solo cinturón por división) y mantener el “status quo” (seguir dándole oportunidades a boxeadores poco conocidos de hacerse conocidos y llegar al primer plano).

No sabemos si hay una solución prevista para ello, no sabemos si a este organismo o los demás se les ha iluminado la planificación para resolver ese drama en sus diferentes divisiones. No obstante, si sabemos que ese desequilibrio sigue provocando situaciones irregulares que escriben una historia irreal en el libro del boxeo.

El próximo rival de Canelo y su status, es el mayor y más actual de los dramas desestabilizadores que se apresta a vivir el boxeo profesional ¿Qué representa Fielding? ¿Es campeón titular? ¿Es campeón alternativo? ¿Es el primer campeón, es el segundo campeón o debería considerarse que se trata apenas de un desafiante con corona?

Si entendemos alguna de esas dudas, sabremos efectivamente si Canelo este 15 de diciembre en Nueva York ganará un cinturón de verdad o de fantasía. Esto es muy importante si tenemos en cuenta que, ante su abrumador favoritismo, ya se le adjudica anticipadamente al tapatío una discutible condición de campeón en tres divisiones a la que pocos mexicanos han podido llegar.

En este caso (el de Canelo), la legitimidad o no de ese cinturón podría transformar su historia épica en una triste parodia de vodevil. De hecho, empezamos a sospechar que ya lo sea. Se lo explicamos a continuación.

CAMPEONES SALTIMBANQUIS y TÍTULOS ASIGNADOS

Ya recordamos lo que ocurrió con Canelo en los tiempos recientes. Cuando renunció a su cetro mediano para evitar en 2015 a GGG, bajó a las 154 libras a vencer al más flojo de sus campeones, Liam Smith y luego abandonó ese cinturón. O sea, solo aprovechó una oportunidad y escribió su nombre en la historia, sumando un nuevo cetro a su colección.

En vez de defenderlo, prefirió subir a 164 para enfrentar en ese, que es su peso natural, a Julio Cesar Chávez que venía de 180 y como parte débil del contrato debió aceptar las reglas del peso pactado y pagar sus consecuencias. Chávez se vio en el ring como un fantasma ambulante, enfermizo y demacrado, más allá del voluminoso cheque cobrado y sobre al cual el presumió luego en las redes sociales.

Antes de ello, Miguel Ángel Cotto había aprovechado una oportunidad cuando Sergio Martínez subió en una pierna a perder la última pelea de su carrera y también ganarse un buen cheque. El puertorriqueño, ni corto ni perezoso, se hizo de un cinturón de campeón mediano, sin ser mediano y ganando sin despeinarse. ¡Viva su oportunismo!, pero fue una tragedia para el deporte como tal.

Canelo, aprovechó de inmediato la misma oportunidad, pactaron una pelea millonaria entre ambos, Canelo se hizo campeón, escribió su nombre en la historia, acordó a continuación una pelea peligrosamente desigual ante Amir Khan y volvió a dejar el cinturón libre. O sea, tampoco lo defendió contra alguno de sus iguales.

Ahora se repite la historia. Va por un cinturón de segunda línea, pero cinturón al fin, contra un campeón sin estatura de tal y que en realidad debería ser el segundo o tercero en la fila para enfrentar al verdadero monarca: Callum Smith. Alvarez lo ganará, sin duda, y después no lo defenderá. Como no defendió los más recientes y como también hay dudas de que esté dispuesto a defender su cinturón titular de las 160 libras ante el otro campeón CMB, el interino Jermall Charlo.

En resumen, lo de Canelo dejó de ser una tendencia y se volvió un plan de negocio. Peor que eso, empezó a contaminar el buen sabor de boca que nos dejaron sus actuaciones contra Golovkin.

Si cada una de sus peleas tiene un fin de escritorio en sí mismo, ¿por cuál razón sus peleas contra GGG no pudieron ser exactamente lo mismo?

O sea, interpretando que haya sido el mismo “modus operandi” posiblemente ya sabían de antemano que le ganarían o por lo menos, que no perderían ante el kazajo ¿Por qué? No lo sabemos, pero la suma de peleas a modo transformó también las realizadas contra GGG en peleas a modo. Eso ya es una sospecha sólida ante tantas evidencias y empieza a cambiar el relato: de admiración a decepción y descrédito.

CINTURONES DESECHABLES, PARA HISTORIAS DESECHABLES

Ahora, aceptemos que, al igual que Floyd Mayweather, Canelo es un fenómeno comercial, a la gente le gusta verlo en acción y los medios quieren tenerlo en sus parrillas de programación. Es lo obvio. El problema no pasa por su éxito, el problema pasa por la honestidad del método elegido para ser exitoso y en ese aspecto, el cinturón que ganará contra Fielding debería ser parte de esa honestidad que reclamamos.

No molesta que enfrente a Fielding, está bien que lo haga en el MSG y está bien que todos queramos ver esa pelea, aunque sepamos de antemano su resultado. Nos gusta ver en acción a Canelo. Ahora, sería interesante que la AMB y las promotoras involucradas en el evento dejaran claro qué tipo de cinturón estará en juego.

La AMB tiene dos campeones en esa división, uno de ellos (Smith) ganó el super campeonato y se coronó como el mejor del universo sin exageraciones. Ante esa realidad de tanta grandeza, ¿con que cara llamamos campeón legitimo a un personaje como Fielding? ¿Es campeón?, no, no lo es, excepto que alguien nos aclare oficialmente que el torneo que ganó Callum Smith fue una farsa y con él nos tomaron el pelo a todos.

Bajo esa certeza, regresamos al título de esta nota y su concepto tan propio del futbol para cumplir con el testimonio de la narrativa: Canelo va contra Fielding a tratar de hacer historia ganando un trofeo de segunda división, que después no defenderá y olvidará al día siguiente.

Si de algo sirve, que quede esta constancia escrita para las futuras generaciones. O sea, aquellas que conocerán el boxeo del presente exclusivamente a través de las estadísticas del pasado.

A veces, es bueno saber que no todo es lo que parece y se entienda que, en este deporte, para ganarse la admiración unánime, no alcanza con sumar cinturones de mentira. Hay que ganar peleas de verdad.