<
>

La casa no está en orden

A la sombra de Grondona, la AFA aún no logró reorganizarse democráticamente Servicios de ESPN.com

BUENOS AIRES -- El 30 de julio de 2014 murió Julio Grondona, luego de 35 años al frente de la AFA.

Su estilo personalista a ultranza impidió el crecimiento de otros dirigentes. La mecánica aplicada por don Julio, de repartir privilegios y billetes surgidos de los negocios tanto lícitos como ilícitos, dio buenos resultados y mantuvo al rebaño unido y obediente.

Nadie sacaba los pies del plato. Todos hacían lo que decía Grondona, autoridad máxima y única, a quien se le tributaba un respeto reverencial por su liderazgo y su capacidad para la rosca.

Muerto el rey, las cosas se pusieron difíciles en AFA. El delfín de Grondona, Luis Segura, tiene las mañas pero no el predicamento ni la espalda política de su predecesor. Así que el vacío se hizo notorio. La falta de tutor los dejó a la intemperie.

Las decisiones que dependían de una sola voluntad discrecional debían encauzarse de modo más organizado, democrático y moderno. ¿Pero cómo?

El llamado a elecciones de este año fue el punto de partida. La AFA, al menos formalmente, recuperaba la gimnasia política y resolvía su destino en las urnas.

La recordada elección fallida fue, más que un papelón, una radiografía del legado de Grondona. Se hizo visible todo lo que antes su presencia neutralizaba.

Apretadas, promesas sobre el bidet de dirigentes pérfidos, torpeza institucional, la sombra omnipresente de las barras, discursos impresentables, improvisación de amateurs.

Quedó claro que después de Grondona sólo hay caos. Algo que el propio expresidente provocó deliberadamente con su personalismo desbocado y castrador.

Desde la designación de árbitros hasta la caja de los clubes, todo pasaba por él. Principalmente los negocios. Esos que lo llevaron a la cima a Zurich como el gran cerebro comercial de América del Sur. Esos que se lubrican con coimas millonarias.

En la orfandad, los dirigentes andan con pies de plomo. Claro que no se rebelan lo suficiente contra el pasado signado por la corrupción.

Acaso se trata de un silencio de gratitud. El aval a una política que muchos de los capos de los clubes consideran “beneficiosa para el fútbol argentino”.

Si existe algún propósito prioritario para la renovación en la AFA es la transparencia. Los “beneficios” no pueden ser producto de un sistema de dádivas arbitrarias y extorsivas sino de una organización que potencie la industria en beneficio de los clubes. Con reglas claras y una distribución de ingresos sensata y monitoreada por autoridad ad hoc.

Tinelli se perfila como el más reformista en esta etapa de transición en la que todavía no hay nuevas autoridades ungidas por el voto de los asambleístas. Exhibe su experiencia de empresario dispuesto expandir los dineros de la pelota.

No deberá perder de vista, como ninguno de sus colegas, la recuperación de los clubes, en general en manos de administradores temerarios que violan cada artículo del estatuto de la AFA vigente.

Entre el negocio y la pasión que sintetizan los clubes, esas organizaciones que pertenecen a socios e hinchas. Por ese andarivel le conviene caminar la nueva dirigencia, con procedimientos más cristalinos y democráticos que en la etapa de Grondona.