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De costa a costa

FOXBORO (Enviado especial) -- Una de las cuestiones que más preocupa al cuerpo técnico de la Selección Argentina es el de los días de descanso y los viajes en esta Copa América Centenario. Dentro del campo de juego, el equipo nacional ha vivido hasta el momento un torneo plácido, sin complicaciones y con muy pocas dificultades. Sin embargo, entre partido y partido debió soportar largos viajes y poco descanso.

"Hay cosas que datan de mucho tiempo atrás y tienen que ver con la incomodidad que genera alguna cuestión casi siempre con los equipos locales. Estamos demasiado enfocados con una idea como para dispersarnos, no es nada nuevo. No tenemos que darles opciones”, afirmó Gerardo Martino antes del duelo de semifinales contra Estados Unidos. Todos saben que discutir no tiene sentido, pero al mismo tiempo entienden que las 48 horas más de descanso que tendrá el rival son una ventaja demasiado grande en un campeonato corto.

Además de esos dos días más de reposo que tendrá el adversario, otro tema a tener en cuenta son las horas de viaje acumuladas hasta el momento. El Seleccionado tuvo que cruzar Estados Unidos en tres ocasiones y esas horas de vuelo que todavía no pasaron factura podrían hacerlo en esta instancia. Sin embargo, al contrario de lo que podría pensarse, el conjunto anfitrión no viajó tanto menos que su rival en semis.

Argentina arribó a EEUU desde San Juan, donde disputó el amistoso contra Honduras. Allí, sumó 9544 kilómetros a la bitácora que ya tenía los 1005 entre Buenos Aires y la capital sanjuanina. Tras el debut victorioso contra Chile, llegó el viaje rumbo a Chicago y otros 2960 kilómetros recorridos. Después del 5-0 a Panamá y los tres goles de Messi, volvió al oeste para jugar en Seattle contra Bolivia y sumar 2788 kilómetros más. El tercer viaje de costa a costa fue para enfrentar a Venezuela en Boston. Otros 3999 kilómetros. Y finalmente llegó el traslado a Houston, distante 2580 kilómetros de Foxboro.

Un total de 22.790 kilómetros recorrió el plantel argentino en menos de un mes. Una distancia total superior a la que hay entre Buenos Aires y Tokio. A este número hay que sumarle los traslados entre los aeropuertos y los hoteles, que no siempre son cortos ni fáciles. Además, por cuestiones de logística, el equipo siempre viajó en horarios diferentes. Lo hizo a la madrugada, por la mañana y también a última hora de la tarde, como en la última ocasión. Si sólo contamos la Copa, el total de kilómetros recorridos es de 12.329.

a esto hay que sumarle la amplia diferencia de temperatura que existe en esta Copa América. En Seattle por la noche hacen menos de diez grados, mientras que en Houston la sensación térmica supera los 40. Estos cambios bruscos pueden afectar la preparación porque obligan a cambios en las costumbres diarias y hasta en la alimentación e hidratación.

Estados Unidos empezó su preparación en Bayamón, donde jugó un amistoso contra Puerto Rico. Luego se trasladó a Frisco (le ganó a Ecuador) y a Kansas (derrotó a Bolivia), donde terminó su participación. Hizo su debut en el torneo en Santa Clara contra Colombia y después realizó el mismo primer viaje que Argentina: a Chicago. El tercer partido lo disputó en Filadelfia y el cuarto en Seattle antes de llegar a Houston. Al igual que el conjunto de Martino, realizó tres viajes de costa a costa.

En contra de lo que se podría pensar, no hay gran diferencia entre los kilómetros recorridos por Argentina y la Selección local. Estados Unidos viajó 20.781 en total, contando los amistoso previos, y 10890 sólo en la Copa. Es decir, la difernecia entre ambos es de un poco menos del diez por ciento.

Está claro que el jetlag no entra a la cancha y que con el resultado puesto hablar de distancias recorridas y de descanso puede ser tomado como una excusa. Sin embargo, en un certamen como este se debe tener en cuenta cada detalle. Y Argentina se juega algo demasiado importante como para dejar cualquier cosa librada al azar.