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Italia 1934: Un pantano acaba con la ópera

ESPN Digital

Llegó el día inevitable. Austria, conocida como el Wunderteam, tenía que jugar contra Italia, el equipo de Benito Mussolini que había predispuesto al país, al público, a la FIFA y claramente al arbitraje para ganar su evento. Para enmarcar aún peor el cuadro, el clima viró en contra del Mundial en 1934. Si al inicio todo era veraneo, para las semifinales no había parado de llover.

En realidad, el equipo austriaco era el favorito. En la década de los 30 no había otro futbol total que el de ellos, si acaso emulado por Hungría y Checoslovaquia, -este último, sería subcampeón del certamen-. El eje Viena-Budapest-Bratislava dominaba el panorama futbolero.

Todos eran hijos de Jimmy Hogan, entrenador irlandés considerado como el pionero de la estrategia en Europa y que basó su fórmula en pases rápidos y precisos a ras de pasto. Fundamentado en el famoso WW –dos defensas, tres medios, cinco delanteros-. Austria era la ópera convertida en futbol, aunque Benito Mussolini, el dictador italiano que se mandó a hacer su mundial, no lo quisiera.

Hugo Meisl era el entrenador del Wunderteam y modificó para este Mundial a dos defensas, cinco medios y tres delanteros teniendo como sus hombres de confianza al portero Peter Platzer, al capitán Johan Horvath y al delantero Matthias Sindelar, ‘el hombre de papel’ como le apodaban en el Austria Viena, su equipo de origen o ‘el Mozart del futbol’ como lo bautizaría el mundo después.

Velozmente derrotados por el desengaño, los italianos sabían que contaban con pocas opciones ante equipos como los del Este de Europa, sin embargo, la sentencia de Mussolini de “vencer o morir” los ponía en el vértigo. De tal forma, para ayudarse, convencieron a elementos argentinos que participaron en el Mundial de Uruguay 1930 como Luis Monti y a otros como Anfilogino Guarisi para unirse a sus filas. Por lo mismo no les quedó más opción que seguir la brecha de un estilo ampuloso, sin demorarse en ternuras con el balón.

Siendo así, Italia abusó de España en cuartos de final. Porque sometieron el partido a un lujo de violencia mayor. Como el reglamento destacaba que en caso de empate habría un juego extra, los españoles fueron asaltados en Florencia sin poder contar con siete de sus titulares, lesionados en el primer encuentro, entre ellos Ricardo Divino Zamora. El partido de desempate lo ganó Italia por un gol precedido de una falta sobre el arquero Juan Nogues además de que se anularon dos anotaciones a los españoles. Italia marchaba con la bandera fascista como estandarte victorioso hasta en el campo.

Vittorio Pozzo, otro fanático de la escuela de Jimmy Hogan, era el entrenador italiano y le dio un gusto tremendo encontrarse con su amigo Hugo Meisl en semifinales, aunque también un roce de temor. Antes del encuentro charlaron en los vestidores y Meisl, que olfateaba el tremendo tufo a dictadura, sabía que iba a ser un partido embrollado. “Además, Vittorio, no tenemos a nuestro capitán, Johan Horvath, lo cierto es que lo vemos con pocas opciones”.

La lluvia había hecho su parte a favor de Italia. Convertida la cancha del San Siro de Milán en un pantano, la ópera austriaca tendría que esperar otro momento para su despliegue. Fue una semifinal jugada sobre el barro y a la italiana, con faltas, codazos, golpes y arrebatos. A falta de precisión el duelo se volvió frenético.

Todos en el estadio lo vieron, pero se negaron a aceptarlo. El balón fue hasta el área pequeña de Platzer que lo cobijó con su cuerpo cuando recibió el choque de Giuseppe Meazza, lo que provocó que rodaran ambos y la pelota tocara el poste derecho regresando suavemente al campo sólo para que Enrique Guaita lo empujara al fondo. Fue una falta flagrante como ante España en cuartos de final y los jugadores italianos, que se jugaban la vida en cada partido, estaban conscientes de ello, pero no tenían otra opción.

Italia ganó 1-0, lo demás fue culpa del pantano donde jugaron que impidió que Austria fructificara su mejor futbol. Todos terminaron llenos de lodo, aunque no tanto como la organización del Mundial.

Esta historia es parte de una colección de 20 escritos, uno por cada Mundial, desde Uruguay 1930 hasta Brasil 2014:

Uruguay 1930: Un partido de 84 minutos