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Herrera despide el 2011 con ESPNLA

MÉXICO -- A sus 43 años, Miguel Herrera disfruta su segunda infancia, o cómo puedan llamarse las actividades que disfruta realizar fuera de una cancha de futbol. El técnico del América se come las uvas para revelar sus propósitos de Año Nuevo y destacan sus deseos deportivos. Y otros no tanto.

En el seno de su hogar, ubicado al Sur de la Ciudad de México, Miguel desnuda su intimidad ante ESPNDeportesLosAngeles.com, para dedicar las primeras uvas a sus principales promesas con el América en este 2012.

"La primera uva es porque estoy seguro que viene el Título de Liga con el América, lo vamos a ganar", expone Miguel mientras saborea la carnosidad del fruto con un ánimo inusitado.

"Esta otra es porque lograremos retomar el nivel de protagonismo", afirma, mastica y suspira.

"Esta tercera es para todos los americanistas porque seguro tendremos al Campeón Goleador... "Y ésta que viene es porque tendremos la mejor defensa, o al menos una de las tres mejores del torneo", menciona Herrera entre el desfile de bocados exquisitos que degusta sonriente.

Entre las uvas o deseos más personales, confía, está leer el libro completo de El Profesor, del escritor estadounidense John Katzenbach.

"Apenas llevo unas páginas y habla de un personaje muy interesante, un profesor universitario que es aquejado por una enfermedad mental progresiva", dice con un tono de consternación.

LE GUSTA ACELERAR

Miguel Ernesto, como es su nombre real completo, estrena casa, pues acaba de llegar a rentar el 'nido' donde vivió Manuel Lapuente, ex directivo americanista que como técnico fue uno de los dos últimos que logró adquirir la corona de Campeón de Liga con la escuadra de Coapa, en el Verano 2002. El
más reciente fue Mario Carrillo en el Clausura 2005.

Manolo incluso dejó unos muebles y una escultura de águila que le gusta mucho a Miguel.

"Me la heredó", exclama con orgullo, aunque el mejor objeto que posee en la sala es el pesebre de un nacimiento con un Niño Dios, que tradicionalmente comparte su familia en estas fechas y ahora él se siente privilegiado por haberle tocado la sucesión de este ritual.

"Es una bendición y me trajo torta bajo el brazo", mencionó con cariño Herrera, quien apenas va condicionando su estudio donde pasará las horas leyendo y viendo los cotejos grabados de su equipo en una televisión de 55 pulgadas, que aún está en su caja de venta.

Ahí mismo ya le gusta jugar con 'Geisha' su perrita de raza labradora, quien es una más de la familia.

Pero sin duda, algo que le fascina hacer a Miguel Ernesto es correr.

"Una vez me fui en éste" y señala al Jaguar rojo despampanante 2010, "viajé de Mérida a Cancún e hice una hora con 20 minutos... Es que le pisé a 250 kilómetros por hora".

Miguel Ernesto se encoge de hombros. Ser niño es algo que nunca abandonará, a pesar de sus obligaciones adultas. Entre ellas, hacer Campeón a un América envejecido por la rutina y los malos manejos de anteriores administraciones.