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Gasol, crónica de un futuro incierto

LOS ÁNGELES -- El final de cada temporada guarda un halo de nostalgia contenida. Tan solo uno de los 30 equipos de la NBA se marcha con la cabeza alta y acude a la despedida ante los medios con la satisfacción de haber sacado matrícula de honor durante el año. Los demás desfilan ante los periodistas con el fracaso digerido en diferentes grados, dependiendo de las expectativas creadas y en qué punto se descolgaron de la carrera.

Los Ángeles Lakers pusieron fin a la segunda peor campaña de su historia con la digestión hecha desde febrero, momento en el que se dieron de bruces con la realidad de un año insalvable y condenados a echar el cerrojo antes de los playoffs. Aquel mes supuso también el enésimo ultimátum de un Pau Gasol que volvía a tener pie y medio fuera de la franquicia. Se trató de otra lidia del jugador ante el rosario de preguntas de los periodistas, otro esfuerzo en poner buena cara ante la incertidumbre sobre su futuro, un nuevo peso sobre su espalda, añadido al fracaso colectivo, mientras esperaba una llamada del adiós que nunca se produjo. Más peso, y más.

Y el estómago colectivo de la nación Lakers tronaba con la intensidad del que digiere un menú de carbohidratos por la noche; y en la barriga de Pau las mariposas de tiempos pasados se convirtieron en gusanos; la metamorfosis a la inversa, su suerte echada al mejor postor. Demasiadas sensaciones y asuntos en la cabeza para que las ojeras respeten a nadie.

Ha pasado mucho tiempo desde que aquel chico alto y esmirriado llegara cargado de ilusión con una sola idea en su mente: triunfar en la NBA y regresar a su tierra con la cabeza bien alta. La misión se cumplió desde el principio, desde que en su primera campaña en Memphis Grizzlies se erigió Novato del Año con un descaro ibérico de pata negra. Su soltura a la hora de ejecutar y distribuir cautivaron a un público que se moría de ganas por ver sabia nueva en una liga marcada por los mismos patrones. Gasol ofreció eso y lejos de pasar desapercibido, levanto pasiones de diversas índoles.

MARCADO POR LA HUMILDAD

Los años pasan y su humildad ondea como en su primera entrevista emitida a nivel nacional. Ni los 13 años en la élite del básquetbol estadounidense, ni la cátedra que sentó en la ACB ni sus logros a nivel de selección han conseguido que a este chico de barrio se le frunciera el ceño en público o de su boca saliera un improperio. Quizás este carácter poco protestón y conciliador le haya costado algún quebradero de cabeza, y qué si la singularidad de uno mismo es lo último se pierde.

El jueves, Pau acudió al Toyota Sports Center de El Segundo ataviado con una camiseta de la marca que le patrocina que bien podría tener cualquier chico de a pie. Como siempre apareció en escena sin hacer mucho ruido. Lo hizo mientras Steve Nash hablaba de las ganas que tiene de terminar el año de contrato que le queda en los Lakers. Saludó con la mirada mientras subía las escaleras que llevan a la oficina de Mitch Kupchak, con las cejas levantadas (solo las frunce sobre la duela) y alzando tímidamente la mano izquierda.

Más de media hora después, deshizo el camino y ocupó el lugar que Nash había dejado vacante. Otra vez más los aromas a despedida envolvieron el ambiente. El mismo Gasol llegó a decir que ése podría ser su último día de compromisos con los Lakers. El misterio que reflejaba su rostro se mezclaba con la condescendencia del que sabe que cabe la posibilidad de que cambie de aires. Otra vez más, pero en esta ocasión la metamorfosis que campa en su estómago sigue el curso normal y los gusanos dejan paso a unas mariposas que sobrevuelan lo desconocido.

PRIMERA Y ÚLTIMA DECISIÓN

Estar con medio pie fuera de la franquicia es una constante vital que ha perseguido a Pau en los últimos años, y ahora no podía ser menos. Pero los papeles se han invertido. En esta ocasión el internacional español tiene voz y voto por primera vez en su carrera.

Por esa razón disfruta el momento y se permite el lujo de decir sin complejos que tiene que valorar todas las ofertas que tiene sobre la mesa. Con sus parámetros, sus condicionantes y sin estrés alguno. Saboreando el hecho de sentirse querido por varios equipos, de poder elegir un proyecto en el que encaje para ser una pieza clave que le convierta en aspirante a su tercer anillo. Nunca antes había tenido tanto poder sobre su futuro, y eso vale un buen brindis. Por las buenas nuevas, por ilusionar a un equipo y a una afición que le reciba con los brazos abiertos por lo que ha sido y por lo que es, por el matrimonio potencialmente aparcado con los Lakers, por que sea capaz de tomar la decisión correcta.

El dónde le llevará el viento es una incógnita que deberá resolver rodeado de los suyos y todas las puertas están abiertas de par en par. Se vaya o se quede en Los Ángeles, la liga seguirá contando con un fuera de serie dentro y fuera de la cancha que mantiene las ilusiones intactas.

Luego de hablar con los medios, todos querían estrechar la mano de Gasol, darle un apretón de despedida, por si acaso, para constatar que aquellos que siguen al equipo comprenden al ser humano que hay tras la estrella, a este tipo de barrio decidido a seguir brillando.