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Serena Williams, dominio a la enésima potencia en el tenis

Serena Williams. La mera mención del nombre hace que sus oponentes se pongan pálidos al saber que la deben enfrentar en un Grand Slam o un Masters. Olvídense del apellido, todos la conocemos simplemente como Serena. Ese nombre es sinónimo de una mezcla única e irrepetible de ferocidad y dominio que la convierten en la mejor atleta de todos los tiempos. “Ustedes no me entienden”, Serena le dijo al New York Times el año pasado.

"A mí sólo me importa ganar". Serena no está aquí para caerte bien, está en este mundo para hacer historia. Sus 22 Grand Slams, y contando, son fiel muestra de ello. Ella ya ha alcanzado a Steffi Graf como la más ganadora de los cuatro torneos mayores, y pocos dudan de que podría llegar a superarla con 23 dentro de muy poco...quizás en septiembre en Nueva York.

Ah, por cierto, pequeño detalle: Serena también se coronó en dobles este año en Wimbledon y ganó su decimocuarto Grand Slam en pareja con su hermana Venus sin jamás haber perdido una final en esa categoría.

Su estilo de juego se podría describir como violencia en movimiento. El saque más rápido de su carrera fue de 207 kilómetros por hora (128.6 mph, el tercer más veloz de la historia del tenis femenino), y su velocidad promedio oscila por los 188 kilómetros por hora (117 mph). Si logras regresarlo, su poder y capacidad para correr de uno a otro lado de la cancha como una gacela te condena a ser víctima de un tiro inalcanzable que abruma tu mente y derrumba tu moral.

A diferencia de Pelé, Michael Jordan o Babe Ruth, ella no se puede respaldar en un equipo para ser triunfadora y su entrenador no le puede dar indicaciones durante el partido. A diferencia de Phelps o Bolt, su legado no depende de lo que haga por dos semanas cada cuatro años en un puñado de segundos… su vigencia y éxito continuo semana tras semana son la muestra más fiel de su legado.

Además, todos ellos cuentan con algún tipo de rival por el título del "mejor de la historia" en su deporte. El lugar de Serena sola en la cima del tenis es indiscutible.

La soledad del tenis requiere una fortaleza mental tremenda viajando por todo el mundo 10 meses al año sabiendo que todas las miradas están depositadas en ti, y Serena posee tenacidad de sobra. Cuando Messi o LeBron James pierden un partido, generalmente siguen prendidos en la pelea por el título que anhelan y la derrota pudo haber sido culpa de otro.

Cuando Serena pierde, su eliminación del torneo es automática y la culpa es solamente suya. Cuando Serena cayó derrotada ante la italiana Roberta Vinci en las semifinales del U.S. Open en 2015, para quedarse a dos victorias de convertirse en la segunda tenista de la historia en ganar los cuatro Grand Slams en un mismo año, el mundo entero quedó en estado de shock.

Esa es una medida de su grandeza que va más allá de los números, los cuales también respaldan su caso como la mejor de la historia del deporte.

Ella es la número uno del mundo desde hace 178 semanas consecutivas y contando, ni hablar de sus 287 semanas en total como monarca absoluta de su deporte. Como mencionaba previamente, Serena también está a un título de superar el récord de 22 Grand Slams ganados por Steffi Graf en la "Era Abierta" y a dos de la marca de todos los tiempos de Margaret Court. Ganó nueve de ellos después de los 30 años, algo que nadie nunca antes había logrado en más de tres ocasiones.

Serena también es la número uno más experimentada de todos los tiempos a los 34 años y no piensa bajarse del trono por un buen tiempo, considerando que contaba con una ventaja de dos mil 600 puntos en abril de este año.

A diferencia de Graf y Court, ella cuenta con muchas más rivales de alto calibre que la querían tumbar. Serena ha enfrentado a 16 rivales que eran número uno del mundo en aquel entonces o lo fueron alguna vez durante sus dos décadas como tenista profesional, y su marca global contra ellas es de 147-57. Es más, oponentes contemporáneas de renombre como Victoria Azarenka, Ana Ivanovic y Caroline Wozniacki han perdido 36 de sus 43 choques contra ella hasta abril de este año.

Ni hablar de María Sharapova, quien ha perdido 19 de sus 21 enfrentamientos contra Serena, 18 de forma consecutiva.

¿Su marca contra jugadoras que estuvieron entre las 10 mejores del mundo? 380-96. Un 80 por ciento de efectividad contra las mejores de las mejores. Pan comido, como si vencer a rivales de élite fuera un mero trámite de todos los días.

Serena ha ganado todos y cada uno de los cuatro Grand Slams al menos tres veces y la medalla dorada de los Juegos Olímpicos del 2000, mejor conocido como la obtención del "Slam Dorado". Solamente Graf tiene esa misma distinción. Además, nadie ha ganado el Abierto de Australia tantas veces como ella (6), solamente Chris Evert iguala su consagración como campeona del U.S. Open en seis ocasiones. Ah, agréguenle 10 Slams ganados en dobles. Graf y Evert solo obtuvieron cuatro entre ambas.

Tampoco podemos olvidar el hecho de que Serena ha conseguido el "Serena Slam" (cuatro Grand Slams de forma consecutiva) dos veces: La primer instancia ocurrió entre 2002 y 2003 (Wimbledon, U.S. Open, Abierto de Australia y Roland Garros) y la segunda entre 2014 y 2015 (U.S. Open, Australia, RG).

Su currículum en finales de Grand Slams también es increíble con 22 triunfos y apenas cuatro caídas. No pierde una desde el 2011 contra Samantha Stosur. Piensen bien sobre cuantos deportistas logran sostener ese nivel de excelencia durante media década.

Su camino a la gloria ha sido largo y arduo con tantos detractores como admiradores. Sin embargo, lo que la separa a ella del resto no es solamente su capacidad innata para hacer que lo increíblemente difícil se convierta en una obra de arte en movimiento.

Su trayectoria también se ve marcada a fuego por los obstáculos e injusticias que ha tenido que superar en el camino. Serena irrumpió a un ámbito popularmente denominado como el “deporte blanco” en 1997, cuando derrotó a dos Top 10 como Monica Seles y Mary Pierce en un mismo torneo en Chicago. Ella tenía apenas 16 años y su ranking mundial era...304.

En aquel entonces, el ser de raza negra la ponía bajo la lupa del tenis junto a su hermana Venus, pero su esfuerzo, vitalidad y éxito abrió la puerta para que estrellas afroamericanas del presente como Sloane Stephens no sean vistas ni juzgadas por el color de su piel, sino que por sus logros dentro de la cancha.

“Zina Garrison, Althea Gibson, Arthur Ashe y Venus abrieron tantas puertas para mi, yo sólo estoy abriendo otra para la próxima”.

Es hora de que nosotros le abramos la puerta a ella y la depositemos firmemente como la diosa indiscutida del Olimpo del deporte. Sus méritos ya quedaron más que claros.