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Momentos de la Final: Seis minutos de gloria de Dwyane Wade

El 13 de junio del 2006 es una fecha marcada en oro en la NBA. Aquella noche, Dwyane Wade pasó de ser el principal aliado de Shaquille O'Neal a convertirse en el ícono definitivo del Miami Heat, de ser estrella a superestrella. De ser reconocido a ser leyenda.

Hasta ahora hemos venido repasando momentos puntuales de las Finales de la NBA como el último tiro de Jordan con los Chicago Bulls o el regreso milagroso de Paul Pierce tras lesionarse contra los Lakers. ¿Pero qué sucede cuando una serie de momentos hilvanados uno tras otro le hacen lugar a la creación de uno sublime? Eso fue lo que le pasó a Wade aquella noche durante seis minutos que cambiarían su vida para siempre.

En aquel entonces LeBron James estaba viendo las Finales por TV tras quedar eliminado con sus Cleveland Cavaliers en la segunda ronda a manos de los Detroit Pistons y Stephen Curry recién se graduaba de la preparatoria, pero Wade y el Miami Heat se veían ubicados en el centro de la escena y al borde del precipcio a la misma vez. 2-0 abajo en la serie contra los Dallas Mavericks de Dirk Nowitzki y perdiendo por 13 puntos con seis minutos por jugar en Miami.

Lo que estaba en juego era más que un simple partido. Ningún equipo en la historia de la liga había remontado un 0-3 en la serie, algo que tampoco ha ocurrido hasta ahora 10 años después. A matar o morir, lo que estaba en juego era enorme y las probabilidades de sobrevivir eran mínimas, pero no quedaba otra.

Así que cuando los ojos de toda una ciudad se posaban sobre aquel quinteto que estaba en la cancha buscando un salvador capaz de lograr que los milagros se conviertan en realidad, Wade alzó la mano y dijo "cuenten conmigo".

Un año antes, en el 2005, el escolta del Heat se vio forzado a ver como su equipo perdía la oportunidad de acceder a las Finales por primera vez en su historia. Una lesión en las costillas lo había marginado del sexto juego de aquella serie que el conjunto de la Florida terminaría perdiendo en siete juegos contra los Pistons.

Wade ya se había quedado en el umbral de la gloria con la Universidad de Marquette en las semifinales del torneo nacional del 2003, había caído con dignidad en la segunda ronda de los playoffs de la NBA en el 2004 y se había acercado todavía más en aquel 2005. Esta vez, él no iba a aceptar ver como otros festejaban mientas se preguntaba lo que pudo haber sido.

Seis minutos, 13 puntos...lo que se necesitaba, más que un milagro, era un guion de película.

D-WADE, A LA VELOCIDAD DE LA LUZ

(Interior, American Airlines Arena. 10:15 P.M. ET. Mavericks 89 - Heat 76. Silencio fúnebre en las gradas. 6:20 por jugar).

Cuando todo era oscuridad, un héroe salió de las tinieblas. Y todo comenzó con un simple tiro con salto que rebotó en el vidrio y besó la red. 89-78.

Tic, toc, tic, toc. ¡Los segundos pasaban inexorablemente y no había tiempo que perder!

5:40 por jugar. Mavs 89 - Heat 78. Wade recibe aislado por la izquierda, marcado de cerca por Josh Howard. Desborda hacia el aro y consigue una jugada de tres puntos. Los aficionados de Miami se levantan de las gradas por primera vez en mucho tiempo. Huelen al aroma de la ilusión, pero...tic, toc, tic, toc.

4:25 por jugar, la diferencia se había achicado a siete. Wade necesitaba un aliado, alguien que le de una mano, así que apareció Shaq para resignar la gloria personal en pos del bien general del equipo.

Wade ejecuta un tiro con salto a la perfección sobre Devin Harris tras una pantalla de Shaq desde media distancia. Avery Johnson pide tiempo fuera y Pat Riley se levanta de su asiento. El péndulo ya no estaba tan del lado de Dallas...

3:40. 91-86. Wade otra vez sobre la izquierda, otra vez pasa a Howard. Y Erick Dampier no logra bloquear su bandeja. La carita de Mark Cuban lo decía todo...Mitad confusión, mitad pánico. Se le venía la noche a los tejanos.
La diferencia se había achicado a tres con un minuto y 20 segundos por jugar y el asedio de Wade era constante. Él se hamaca sobre la izquierda y la combinación de sus constantes penetraciones hacia la zona pintada con una pantalla cortesía de Shaq arrastra a Howard y al resto de la defensa de Dallas a colapsarse. Eso resulta en un tiro con salto fácil para Wade.

93-92 a favor de Dallas y el ruido del público local era ensordecedor. Tic, toc, tic, toc...

Tres segundos por jugar. Miami había ejecutado una remontada épica a la perfección, pero Nowitzki todavía se interponía en su camino con el balón en sus manos y la obligación de encestar su segundo tiro libre tal y como lo hacía el 90 por ciento de las veces para igualar el marcador nuevamente.

El balón está en el aire y...¡clank! ¿Quién baja el rebote? Wade, elevándose por los aires para negarle el rebote ofensivo a Jerry Stackhouse.
El escolta del Heat recibió una falta intencional y encestó uno de sus dos tiros libres para luego culminar su obra maestra bloqueando el pase final a Josh Howard volando majesticamente por los aires para luego celebrar y desahogarse.

Miami no volvería a perder a partir de ese momento y ganaría la serie por 4-2 para que Wade y compañía puedan consagrarse como campeones de la NBA por primera vez en la historia de la franquicia.

Wade sería nombrado como Jugador Más Valioso de las Finales por primera y única vez en su carrera hasta ahora. Eventualmente él ganaría dos anillos más junto a LeBron años más tarde, pero esa ya es otra historia para otro momento.

Esta historia, esta serie de momentos que vivirán para siempre indelebles tanto en su memoria como en la de toda una ciudad que lo venera, le pertenecen solamente a él.