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Jugar en Medio Oriente antes del Mundial, una costumbre argentina

ABU DHABI (Enviado especial) -- La Selección Argentina disputa su último amistoso antes de Qatar 2022 frente a Emiratos Árabes, en Abu Dhabi. Una situación que le resulta familiar y no únicamente por tener a Rodolfo Arruabarrena en el banco de suplentes de enfrente.

Medio Oriente, más precisamente Israel, se convirtió en una habitualidad en la antesala de la Copa del Mundo. El 4 de mayo de 1986, el equipo de Carlos Salvador Bilardo goleó por 7-2 en un partido que trajo cierta tranquilidad después de las derrotas previas frente a Francia (0-2) y Noruega (0-1).

Por entonces, las críticas hacia el entrenador estaban a la orden del día e incluso su puesto corrió peligro. Pese a lo holgado del marcador, no fue una victoria tan sencilla. El dueño de casa se recuperó de un 0-2 y empató parcialmente en el inicio del complemento con dos golazos, hasta que la diferencia llegó en el úlimo tramo del encuentro.

La Albiceleste salió a la cancha con Nery Pumpido, Julio Olarticoechea, Oscar Ruggeri, Daniel Passarella, Oscar Garré; Ricardo Giusti, Sergio Batista, Claudio Borghi; Diego Maradona; Jorge Burruchaga y Sergio Almirón. ¿Los goles? Almirón (3), Maradona (2), Borghi y el restante del ingresado Carlos Tapia.

El triunfo en Tel Aviv sirvió de plataforma para lo que llegó después: otro ensayo en Colombia y partida hacia México, donde se cerró la preparación que culminó con Maradona levantando la Copa en el estadio Azteca.

De cara al Mundial 1990, otra vez apareció Israel en el camino. Ahora como última prueba antes de viajar rumbo a Italia. ¿Casualidad? Habría que descartar esa idea conociendo a Bilardo. También en Tel Aviv, el que finalizaría como subcampeón del mundo se impuso por 2-1 gracias a los tantos de Maradona y Claudio Paul Caniggia.

Tras el cierre de la era del Narigón, Alfio Basile se hizo cargo de la Selección y adoptó la misma costumbre antes de Estados Unidos 1994. Misma sede para el 3-0 gracias a los goles de Gabriel Batistuta (2) y Caniggia.

Daniel Passarella, reemplazante del Coco, no quiso ser menos. Sin embargo, el resultado no fue el esperado. Israel derrotó por 2-1 a Argentina en Jerusalén, un par de meses antes de Francia 1998.

La derrota parece haberle quitado entidad a la ¿cábala? El tradicional cruce estuvo a punto de repetirse recién en la antesala de Rusia 2018. Pero el partido pautado para el sábado 9 de junio en Jerusalén se suspendió a último momento. Una manifestación en los alrededores de la Ciudad Deportiva de Barcelona, donde se entrenaba el plantel de Jorge Sampaoli, incidió en la decisión final. El rechazo hacia el amistoso, que incluía banderas y camisetas ensangrentadas de Lionel Messi, resultó determinante.

El encuentro había sido presentado unos 20 días antes Claudio Tapia y Jorge Burruchaga, por entonces mánager de la Selección y también pieza clave de la coronación en México '86. La expectativa era total: las 34.000 localidades del estadio Teddy Kollek se habían vendido en apenas 20 minutos.

En diálogo con ESPN, Gonzalo Higuaín se refirió a la suspensión. "Obviamente primero están la salud y el sentido común, así que creemos que lo correcto es no ir". El presidente de la AFA confirmó que el partido se canceló por "las amenazas de las últimas 72 horas". "Mi obligación es bregar por la salud de la delegación", agregó.

Finalmente, Argentina volvió a Tel Aviv para el clásico sudamericano ante Uruguay, el 18 de septiembre de 2019. Sergio Agüero y Messi anotaron para la Albiceleste, en tanto que Edinson Cavani y Luis Suárez lo hicieron para la Celeste. Fue el primero de los tres gritos de La Pulga en igual cantidad de partidos jugados en Israel. Ya en 2022, marcó en el 4-0 ante Nantes en Tel Aviv y frente a Maccabi Haifa por la UEFA Champions League.

A diferencia de las veces anteriores, este amistoso contra Emiratos Árabes genera cierta preocupación en el cuerpo técnico por la cercanía con el Mundial y porque los futbolistas acarrean un trajín importante en sus clubes. De más está decir que según termine la historia, lo que hoy resulta “incómodo” podría llegar a convertirse en otro capítulo de una costumbre argentina.