<
>

¡Es imposible que México venza a Argentina!

play
Mauricio Ymay no descarta que Gerardo Martino presente cambios frente a Argentina (2:48)

Nuestro especialista mencionó que, que el seleccionador del 'Tri' podría presentar cambios en tres líneas del campo. (2:48)

DOHA -- Como en todas las monedas al aire con sus maromas infinitas, caben los “aunques” y caben los “porques”, así, sin acento, pero partamos de esa tesis: es imposible que México venza a Argentina este sábado.

1.- Porque tiene al mejor futbolista del mundo del último decenio y medio. Menos vertiginoso, pero más sabio, aunque aún se desaparece en esos limbos misteriosos.

2.- Porque es una bestia herida, acorralada. Arabia Saudita la dejó en agonía, pero no agonizante. Los grandes animales se lamen las heridas para saborear la sangre de la venganza.

3.- Porque tiene varios jugadores que son, eventualmente líderes, caudillos morales y contabilizables, en sus equipos europeos al más alto nivel. México, acaso, y de manera generosa, dos: Chucky Lozano y Edson Álvarez.

4.- Porque esa racha de 36 partidos invicto no fue siempre a salto de mata, ni tampoco detrás de una trinchera a piedra y lodo. No, lo hizo jugando futbol, proponiendo.

5.- Porque los jueces siempre se enamoran del acusado. Tarjetas rojas o goles en fuera de lugar, en Copas América o en Copas del Mundo, que los árbitros deciden no conceder ni consumar, porque uno es Argentina, con dos estrellas en el pecho, y el otro un pelagatos, con algunos honores Sub-17 y en Juegos Olímpicos. Uno ya es adulto y el otro sigue siendo un adolescente.

6.- Por esa jerarquía de dos campeonatos mundiales, más allá de los asteriscos que le acompañan: un maletín furtivo en el vestidor peruano, y la inasistencia al control antidopaje de México ’86. “Los estuvimos esperando”, dijo el entonces jefe del área en el Estadio Azteca, Aurelio Pérez Teuffer. Entre los citados, estaba Maradona.

Vistos los porques de que México no es capaz de vencer a Argentina, vayamos a los “aunques”, porque si Arabia Saudita pudo en un acto de sublimación, cuando estaba sumido en la desgracia del marcador, se desmomificó y sentenció a los albicelestes.

1.- No puede, aunque el jugador mexicano, de vez en cuando, se vuelve antojadizo de ese tipo de hazañas. Un día, nomás porque se le pega la gana, hace acopio de sus pequeños recursos y los agiganta: personalidad, compromiso, habilidad, disciplina y demencia.

2.- Aunque, si hizo bien, aprobable, su tarea contra Polonia, tendrá una referencia clara de que haciéndolo mejor, desmitificará la opulencia futbolística del adversario, con una ley de vida, hormonas matan neuronas, cuando se habla de futbol y otros quehaceres.

3.- No puede vencer a Argentina... aunque en su banquillo, harto, refunfuñando, ya con la maleta lista, tiene a un mejor entrenador que su rival. Cierto, Scaloni ganó una Copa América, y Gerardo Martino, recientemente, sólo una Copa MLS y perdió dos finales ante Estados Unidos. Pero, innegablemente es más sabio que su rival en turno.

4.- Y no puede, aunque Martino, puntualmente, conoce a los jugadores de Scaloni, tanto o más que el mismo Scaloni. El Tata dirigió, por ejemplo, al mejor Lionel Messi posible, y aunque no ganó nada con él, lo conoce por sus horas bajas y sus horas altas.

5.- Y no puede ganar México, aunque tampoco estaba previsto que en 2006 metiera en problemas a Argentina, hasta que la albiceleste se impuso con un gol de otro universo, a cargo de Maxi Rodríguez. “Le pegué con la pierna del Diego”, dijo ese día.

Sí, es cierto, en los porques de la imposibilidad de que México venza a Argentina sólo operan argumentos tangibles, sólidos, factuales, irrebatibles, mientras que en los “aunques” de México sólo palpitan suposiciones, pretensiones, especulaciones y plegarias a la Santa Patrona de las hazañas deportivas, la Virgen de Guadalupe.

¿Y Usted, se resigna ante los porques o se rebela a favor de los aunques?

Antes de que responda, susurre este fragmento de Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad:

“El mexicano no quiere ser ni indio, ni español. Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. Él empieza en sí mismo.”

Vaya arrogancia, pero...