Entrando al quinto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, los Gigantes de San Francisco no habían conectado un cuadrangular contra los Cardenales de San Luis pero el jueves consiguieron tres de ellos de parte de tres improbables héroes que probaron que las decisiones del gerente general, Brian Sabean, que muchos cuestionaron.

Joe Panik, Michael Morse y Travis Ishikawa, combinado con una joya monticular del Jugador Más Valioso de la serie, Madison Bumgarner, fueron factores determinantes en la victoria de los Gigantes que terminó una emocionante serie y dejó el panorama para una Serie Mundial contra los Reales de Kansas City.

Al comienzo de la postemporada, lo lógico hubiera sido pensar que la victoria de los Gigantes sería dictada por Buster Posey, Hunter Pence o Brandon Belt, pero lo cierto es que en los momentos cruciales de este Juego 5, fueron esas decisiones de Sabean el denominador común.

Panik, seleccionado en el sorteo de novatos en el 2011 tras jugar pelota colegial en St. Johns, comenzó el año en las menores, bateando .321 para la filial Triple A en Fresno, pero tras la lesión que sacó de acción a Marco Scutaro, Sabean decidió que su segunda base del futuro tenía que entrar en acción ahora. Tras 73 partidos con los Gigantes en la temporada regular, el dirigente Bruce Bochy lo mantuvo en la alineación titular y en fue su cuadrangular el que rompió la sequía de poder y le dio a San Francisco su primera ventaja del juego.

Muchos pensaban que la carrera de Morse ya había terminado cuando terminó el 2013 bateando apenas .103 para los Orioles de Baltimore tras comenzar el año con los Marineros de Seattle, bateando .226 en 76 partidos. En la temporada muerta, Sabean -- a instancias de Bochy-- le ofreció un contrato de un año y $6 millones. Su cuadrangular en la octava entrada, como bateador emergente, empató el partido e inyectó nuevamente a AT&T Park.

Tras ser parte de los Gigantes que fueron a la Serie Mundial del 2010, la carrera de Ishikawa había ido cuesta abajo significativamente. En el 2013, Ishikawa jugó un total de siete partidos en las mayores con los Orioles y Yankees de Nueva York. Firmó como agente libre con los Piratas de Pittsburgh, solo para ser dejado en libertad en abril de este año.

Los Gigantes, quienes lo seleccionaron en el draft del 2002, los recogieron con un contrato de ligas menores y, tras las lesiones de sacaron de carrera a Ángel Pagán y Morse, movieron a Ishikawa de primera base al jardín izquierdo y el jueves le devolvió al equipo el favor con el cuadrangular definitivo que enviará a San Francisco a su tercera Serie Mundial en cinco años.

Y esa es una de las bellezas del béisbol. Los campeonatos se construyen teniendo en cuenta las necesidades y las improbabilidades del equipo como un conjunto completo. Hay veces que las estrellas se alinean y hay veces que no, pero en esta noche esas decisiones de Sabean fueron la razón por la cual la champaña fluyó en el camerino de los Gigantes.

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Una y otra vez escuchamos los comentarios y los analistas hablar sobre las jugadas "fundamentales" del béisbol.

También escuchamos los conceptos de que el béisbol es un juego de situaciones. Si hubo una situación que definió la victoria de los Gigantes de San Francisco sobre los Cardenales de San Luis el miércoles, esa se dio en la parte baja de la sexta entrada, cuando quizás dos errores de juicio  porque técnicamente no fueron errores -- abrieron la puerta para que los Gigantes tomaran una ventaja en el partido para ganar, 6-4 y una ventaja de 3-1 en la serie.

Los Cardenales tenían una ventaja de 4-3 entrando a esa parte baja del sexto cuando el dirigente de los Cardenales le dio la pelota a Miguel Gonzales para comenzar la entrada.

Error 1. Gonzáles, harto conocido por su dependencia en el cambio, no pudo controlar su lanzamiento en momentos cruciales mientras le lanzaba a Juan Perez, en quien embasó tras llevarlo a un conteo de 3-2, dejando un cambio lejos y afuera. Acto seguido, Gonzáles, sobre-compensando, dejó otro cambio vivo sobre la zona para Brandon Crawford, quien conectó su primer hit de la serie para poner dos en base, sin outs.

Error 2. Ya con out tras un toque de sacrificio de Matt Duffy, el inicialista de los Cardenales, Matt Adams intentó manejar una roleta del bate de Gregor Blanco, pero al tirar al home, no tenía control ni de la pelota, ni de su cuerpo y acabó tirando tarde al plato, permitiendo a Pérez anotar para empatar el partido.

Error 3. El próximo bateador, Joe Panik, bateó de roleta por primera y Adams procedió a tocar primera en un intento para hacer un doble-play y terminar la entrada, a todo esto con la carrera de la ventaja para San Francisco viniendo de tercera. Esa fue una pésima decisión, ya que el corredor viene con el contacto y, aún si logra la doble matanza, si la carrera cruza el plato antes del tercer out, el cual tenía que venir tocando al corredor, la carrera cuenta.

La jugada correcta hubiera sido tirar al home, pero en vez, Adams, y por ende los Cardenales, se quedaron sin el out y en desventaja, 5-4.

Y como los Gigantes son conocidos por tomar todo lo que le den, Buster Posey siguió el rally con un sencillo al jardín izquierdo para empujar a Blanco y cambiar la perspectiva del juego y de la serie.

Esa secuencia de eventos ahora pone a los Cardenales en la posición de tener que remontar de una desventaja de 1-3, algo que la franquicia, en su colorida y larga historia, jamás ha logrado.

El partido de mañana será una repetición del duelo del Juego 1 entre Adam Wainwright y Madison Bumgarner.

Wainwright, quien fue el caballo de trabajo de los Cardenales durante la temporada regular, está en medio de una difícil postemporada en la cual ha permitido ocho carreras limpias en nueve entradas de trabajo.

Bumgarner, por su parte, ha sido el as que se esperaba en la postemporada con un ERA de 0.76 en 23 entradas, incluyendo siete entradas en blanco contra los Cardenales en el partido inaugural en esta serie.

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Ned Yost y los Reales de Kansas City cambiaron muy poco en 15 horas. Jason Vargas inició en vez de Jeremy Guthrie, pero todo lo demás se quedó igual, hasta el resultado... una victoria por una carrera sobre los Orioles de Baltimore para su octava victoria consecutiva de la postemporada y el boleto a la Serie Mundial, que abrirá el próximo martes en Kauffman Stadium, 29 años y dos días después del comienzo del último Clásico de Otoño en el cual los Reales participaron.

De aquí al martes se escucharán muchas conversaciones y comparaciones a esos Reales del 1985. Unos Reales que contaban con una rotación compuesta por Bret Saberhagen, Bud Black, Mark Gubicza y Danny Jackson y el relevo impresionante de Dan Quisenberry. Y unos bosques patrullados por Willie Wilson, Lonnie Smith y Darryl Motley y un cuadro liderado por George Brett y Frank White.

Pensándolo bien, las comparaciones ameritan. Los Reales de 1985 jugaban un tipo de béisbol similar a los Reales de 2014. Un poco de ofensiva, mucha defensa y mucho pitcheo, especialmente en relevo.

En general, los Reales no han cambiado mucho en 29 años.

De hecho, los Reales de 1985 terminaron la temporada bateando colectivamente para .252, cinco puntos por debajo del promedio de la liga y pegaron 154 cuadrangulares -- la mayoría de ellos de los bates de Brett y Steve Balboni.

Desde la lomita, los Reales de 1985 terminaron sextos en ERA, quintos en bases por bolas permitidas, sextos en victorias y cuartos en cuadrangulares permitidos.

Aunque estos Reales batearon colectivamente un poco mejor (.263), los números de poder -- 95 HRs, 604 RBIs - se asemejaron a la producción de los Reales de 1985.

La diferencia en estos Reales, sin embargo, es su juventud y el hecho de que Yost los tiene jugando como una unidad. Las selecciones de Kansas City en el sorteo -- Eric Hosmer, Alex Gordon, Mike Moustakas - y sus agentes libres como Salvador Perez se han galvanizado como una familia en la cual los veteranos James Shields, Guthrie y Jason Frasor son los únicos jugadores activos por encima de los 32 años.

Eso contrasta con los Reales del 1985 cuando jugadores como Smith, Brett, Balboni, Black, Saberhagen ya eran veteranos de mil batallas con varios viajes a la postemporada y a la Serie Mundial.

Pero la receta sigue siendo la misma. Un poco de ofensiva, mucha defensa y un pitcheo extraordinario. Las comparaciones en los próximos seguirán, se multiplicarán y algunos dirán que existe una conspiración cósmica que terminará con los St. Louis Cardinals en la Serie Mundial para una repetición del Missouri Series.

Seguramente, los San Francisco Giants tendrán mucho que decir sobre ese tema. En vez de "Back to the Future", ellos quieren alquilar "The Missouri Breaks".

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Los Reales de Kansas City tomaron una ventaja de 3-0 sobre los Orioles de Baltimore en la Serie de Campeonato de la Liga Americana con su octava victoria consecutiva de la postemporada y en gran medida gracias a la labor del cuerpo de relevistas, especialmente Kelvin Herrera, Wade Davis y Greg Holland, quienes repitieron la receta que los llevaron a los playoffs: un poco de ofensiva, buena defensiva y mucho buen pitcheo en relevo.

El martes el abridor Jeremy Guthrie llevó el barco hasta la sexta entrada y Jason Frasor, quien comenzó la temporada con los Vigilantes de Texas y llegó a los Reales en julio, tomó la batuta en la sexta con una entrada perfecta para luego entregarle la bandeja al trío que guió a los Reales toda la temporada, que respondió exactamente como el dirigente Ned Yost esperaba.

Y es que ese trío en conjunto tuvo uno de los mejores años en récord para un cuerpo de relevistas y ahora, ante el escenario más grande que esta franquicia ha vista en casi tres décadas, no escatimó es esfuerzo para brillar.

Durante la temporada regular Herrera, con efectividad de 1.41 en 70 entradas, Davis quien registró 109 ponches en 72 entradas y un ERA de 1.00, y Holland, con sus 46 salvados y efectividad de 1.44 en 65 salidas, fueron el ancla de un bullpen que colectivamente tuvo marca de 28-18 con efectividad de 3.30.

Entrando a la postemporada, Yost dijo que la suerte de su equipo estaría en como responderían los brazos de su cuerpo monticular. Y aunque en el partido de comodín, una extravaganza ofensiva contra los Atléticos de Oakland que acabó en la 12ma entrada gracias a un doble impulsador de Salvador Pérez, ese cuerpo monticular limitó a los Angelinos de Los Ángeles, con sus potentes bates, a solo seis carreras sobre 27 entradas para barrer esa serie.

En esta serie ante los Orioles, el trío de Herrera, Davis y Holland han permitido una carrera sobre 11 entradas con 10 ponches sobre solo dos bases por bolas.

Ahora los Reales le entregan la pelota a Jason Vargas cuya última salida el 2 de octubre siguió el guión que Yost ha escrito para su equipo. Vargas lanzó seis entradas, limitando a los Angelinos a dos carreras para entregar el juego al trío de Herrera-Wade-Holland para eventualmente apuntarse una victoria por 3-2.

Sin duda, ese es el plan, pero hay que ver si Buck Showalter, como siempre ha hecho, tiene algo planificado para no convertirse en la última víctima de la Cenicienta de los playoffs del 2014. Es muy posible que Showalter esté buscando los videos de la serie del 2004, cuando los Medias Rojas de Boston salieron del hueco de 0-3 para derrotar a los Yankees de Nueva York.

A estas alturas, cualquier fuente de inspiración es bienvenida.

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Los Gigantes de San Francisco tomaron una ventaja de 2-1 en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional de la misma manera que ganaron la Serie Divisional ante los Nacionales de Washington --capitalizando sobre un error-- y solo después de haber derrochado lo que debió ser una ventaja definitiva temprano en el partido.

Un tiro errado a primera base por el lanzador Randy Choate fue lo suficiente como para traer al plato a Brandon Crawford para darle a los Gigantes la victoria por 5-4 en entradas extras sobre Cardenales de San Luis. Más o menos ese fue el escenario del cuarto partido de la Serie Divisional antelos Nacionales, cuando un lanzamiento salvaje de Aaron Barrett con las bases llenas trajo la carrera de la victoria en la persona de Joe Panik.

Pero esta vez, los Gigantes fueron los beneficiarios para salvarlos de su propio hueco. El hecho es que San Francisco desperdició dobles impulsadores de Hunter Pence y Travis Ishikawa que le dio una ventaja de 4-0 en la primera entrada, y eso es una situación que el dirigente Bruce Bochy va a tener que analizar profundamente en las próximas 24 horas.

Los Gigantes llegaron a la postemporada en gran medida gracias a su cuerpo de relevistas, quienes postearon un ERA de 3.01 en la temporada regular y, hasta el momento tienen una efectividad de 1.65 en los playoffs. El martes, Bochy no confió, quizás porque el dolor del cuadrangular que Bryce Harper pegó contra Hunter Strickland persigue, y en su bullpen para comenzar la séptima entrada, que fue cuando se puede debatir era el momento para sacar del juego al abridor Tim Hudson.

Hudson comenzó la entrada habiendo hecho 87 lanzamientos y aunque todavía estaba rozando las 91 millas por hora y parecía que tenía control de cambio, en los playoffs hay que mirar el panorama un poco diferente.

Y claro, A.J. Pierzynski y Randal Grichuk en papel no representan una gran amenaza, pero reitero, son los playoffs y, con la forma que los Gigantes están construidos, y el hecho de que el bullpen, desde Yusmeiro Petit hasta Santiago Casilla, han tenido éxito, no hay razón para tener a un abridor abriendo una séptima entrada en un partido en el cual la ventaja es de una carrera.

La lógica dice que uno tiene que defender esa ventaja a toda costa y pensar en el juego de mañana después que se termine el juego de hoy. En ese sentido, Bochy erró, pero a veces las circunstancias llevan a que con los errores se gana.

Solo pregúntele esta noche a Bochy y a los Gigantes.

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WongAP Photo/David J. Phillip
El jonrón de Kolten Wong en la parte baja de la novena le dio a los Cardenales de San Luis una necesitada victoria por 5-4 sobre los Gigantes de San Francisco para nivelar la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, pero fue una victoria dolorosa para los Cardenales, quienes se tuvieron que salir de su estilo de juego para ganar, y a la vez perdieron los servicios del receptor Yadier Molina posiblemente por el resto de la temporada.

Irónico es el hecho de que los Gigantes empataron el partido en la parte alta de la novena entrada mediante un lanzamiento salvaje -- algo que podríamos apostar no hubiera ocurrido si Molina, en vez de Tony Cruz, quien tenía esa mirada de asustado desde que entró en acción en la séptima entrada por el lesionado receptor boricua -- era el que estaba detrás del plato.

Oficialmente se supo que Molina, quien ha ganado el Guante de Oro en las últimas seis temporadas, sufrió un estirón de un músculo en su lado derecho y no se sabe cuándo, o si, regresará a la acción de esta postemporada. Hasta cierto punto, ya los Cardenales sufrieron su impacto.

Ya en la novena y con una ventaja de 4-3 gracias a un monstruoso cuadrangular de Matt Adams, Con Trevor Rosenthal y su recta de 100 mph en la lomita, Andrew Susac comenzó el rally con un hit como emergente, el primero de San Francisco en la postemporada, y tras ser reemplazado por Matt Duffy como corredor emergente, Juan Pérez siguió con otro sencillo.

Luego de que Gregor Blanco fuera eliminado, Joe Panik trabajó una base por bolas ante Rosenthal, pero cuyo último lanzamiento fue un slider de 60 pies que rebotó contra el peto de Cruz y fuera de su alcance, permitiendo a Duffy anotar desde segunda base para empatar el partido.

Y ese es el nuevo hueco que ahora tienen los Cardenales, quienes necesitaron cuatro cuadrangulares para derrotar a San Francisco y ahora viajan a la Costa Oeste a buscar el partido que perdieron e intentar encontrar las respuestas a lo que ahora es una de las grandes interrogantes en la serie --la velocidad en las bases.

No es que los Gigantes le llegan cerca a los Reales de Kansas City, pero si tienen algo de velocidad en Hunter Pence, Blanco y Brandon Crawford, pero con Molina detrás del plato, esa posibilidad no estaba sobre la mesa.

Por otro lado, Molina es el alma de la ofensiva de los Cardenales y uno de sus pilares de la postemporada. Desde el 2006, Molina había estado detrás del plato por todas las entradas, con la excepción de cinco, que los Cardenales han jugado en la postemporada.

Molina es el que mantiene el control de los lanzadores, algo que será crucial en la vuelta a San Francisco en donde San Luis tiene en la rotación a John Lackey y Shelby Miller para los Juegos 4 y 5, dos lanzadores que dependían de Molina para mantener el balance y la localización de sus lanzamientos.

Y durante las próximas 24 horas, el dirigente Mike Matheny tendrá que que tomar una dolorosa decisión en cuanto a la desactivación o no de Molina. Si en efecto los Cardenales piden reemplazar a Molina en el roster activo, el receptor no podrá ser activado para la Serie Mundial.

Pero por otro lado, el no desactivarlo para reemplazarlo podría resultar en un problema de profundidad en la banca, y en una serie de siete juegos, en dónde los partidos parece que van a ser cerrado, eso es un lujo que San Luis no se puede dar.

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La última vez que Madison Bumgarner tomó la lomita en el primer partido de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional fue el 14 de octubre de 2012 y los St. Louis Cardinals le cayeron a batazos al son de seis carreras en tres y dos tercios de entradas, incluyendo cuadrangulares de Matt Holiday y Carlos Beltran, este último siendo el puntillazo que finalmente lo sacó del partido.

Y aunque los San Francisco Giants terminaron ganando esa serie para eventualmente llevarse el título de la Serie Mundial, el sábado, Bumgarner no iba a permitir una repetición de esa humillación.

Esos días se acabaron.

Por 112 lanzamientos, Bumgarner limitó a los Cardenales a cuatro hits, todos sencillos, sobre siete y dos tercios de entradas para darle a los Gigantes una victoria por 3-0 en la carretera en el partido inicial de una serie que, a todo dar, promete ser un duelo de lanzadores -- más que la batalla de voluntades ofensivas que su contraparte de Liga Americana hasta el momento ha demostrado.

Aquella noche en el 2012 fue una noche extraña para Bumgarner.

En aquel entonces, tenía 23 años y aunque en el 2010 ya había probado cierto nivel de éxito en la postemporada, todavía no había caído en cuenta de su rol. Su salida tan paupérrima esa noche causó que el dirigente Bruce Bochy lo sacara de la rotación a favor de Barry Zito por el resto de la serie.

Eso no iba a volver a ocurrir y eso es algo que Bumgarner ha dejado claro porque desde entonces no ha sido el mismo lanzador.

En el 2014, Bumgarner ahora es el as de la rotación, el norte del equipo y el ancla de un cuerpo monticular que se ha crecido en la postemporada.

El Bumgarner del 2014, no es el Bumgarner de esa última salida en la NLCS.

De hecho, desde esa salida contra los Cardenales en el 2012, Bumgarner se ha convertido en uno de los mejores lanzadores, y probablemente debería estar en la conversación, junto a Clayton Kershaw, sobre quién es el mejor lanzador zurdo de la Liga Nacional.

En el mismo 2012, Bumgarner dejó claro que esa salida ante los Cardenales era el fin de su mediocridad.

En la Serie Mundial del 2012 tiró siete entradas en blanco contra los Detroit Tigers. Fue al Juego de Estrellas en el 2013 y 2014 y terminó esta temporada con un ERA de 2.98 y blanqueó a los Pittsburgh Pirates en el partido de comodín. No, lo del 2012 no iba a volver a ocurrir. Esto tras amasar un marca de 18-10 y ser particularmente efectivo en agosto y septiembre, cuando los Gigantes más lo necesitaban en su carrera ante los Dodgers, terminando el año con marca de 6-2 y efectividad de 2.40 en 10 salidas.

Y claro está, estos Cardenales son muy distintos a los Cardenales del 2012. De ese grupo solo quedan Yadier Molina, Jon Jay y Holliday, pero el concepto de enfrentar a los Cardenales, el equipo de mayor éxito en los playoffs de esta generación, es lo suficiente para intimidar a cualquiera. Pero no a Bumgarner, quien aumentó su racha a 23.2 entradas lanzadas sin permitir una anotación en esta postemporada.

No. Lo del 2012 no iba a volver a ocurrir y ahora los Gigantes están en el asiento del conductor miranda a lo que será un interesante Juego 2, un enfrentamiento entre los abridores Jake Peavy y Lance Lynn, el cual tiene todo la promesa de ser otro duelo de lanzadores con todos los elementos de inducir la comida de uñas para toda una audiencia.

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Los Orioles de Baltimore entraron al Juego 2 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana con la estrategia perfecta, pero los Reales de Kansas City tenían una mejor respuesta. Y así transcurrió el partido, como una pelea de boxeo, hasta la parte alta de la novena entrada cuando finalmente Alcides Escobar y Lorenzo Cain dieron los jabs necesarios para ganar la pelea por decisión unánime al llevarse el partido por marcador de 6-4 y tomar una ventaja de 2-0 en la serie.

Como era de esperarse de un equipo que ha hecho toda una postemporada atacando primero, los Reales, quienes lideran a sus oponentes anotando 17-6 en las primeras tres entradas en sus partidos en los playoffs, atacaron rápido cuando en la misma primera entrada Eric Hosmer, quien en el primer partido fue silenciado, empujó las primeras dos carreras del juego.

Los Orioles contra-atacaron de manera metódica y en la tercera entrada por fin consiguieron la producción que necesitaban de Adam Jones, quien entró al partido bateando apenas .176 en los playoffs. Fue el cuadrangular de Jones que empató el marcador, 3-3, y mantuvo la esperanza viva en Oriole Park.

Pero al igual que los boxeadores contra-atacan, los Reales sacaron su propia combinación en la cuarta cortesía de Mike Moustakas, quien pegó su cuarto cuadrangular de los playoffs, tras pegar solo uno en sus últimos 163 turnos al bate de la temporada regular.

Y en la quinta entrada los Orioles volvieron a ripostar gracias al 1-2-3 de Alejandro de Aza, Jones y Nelson Cruz, quien impulsó otra carrera en una jugada de selección que anotó a de Aza, pero cuyo exitoso dependió exclusivamente del esfuerzo que Cruz demostró para llegar a la primera base y evitar la doble matanza.

Todo llegó a la novena luciendo a que nos iríamos a otro partido en entradas extras, pero, al igual que en el primer partido, las fisuras del bullpen de los Orioles hicieron acto de presencia.

Darren O'Day abrió la novena permitiendo lo que en ese momento parecía un hit inofensivo al cuadro a Omar Infante, quien convirtió un machucón en un hit con su velocidad.

Y fue en ese momento que el problema más grande que los Orioles enfrentan hizo acto de presencia. Buck Showalter optó por traer a Zach Britton, su taponero por excelencia durante la temporada regular, quien procedió a permitir hits impulsadores a Alcides Escobar y Cain para darle la ventaja definitiva a los Reales.

Britton ha vivido las 24 horas más nefastas de su carrera como profesional. Tras amasar una impresionante campaña con 37 juegos salvados y un ERA de 1.65, sus dos salidas en el ALCS han sido marcadas por los 12 lanzamientos consecutivos para bolas que hizo el viernes y las dos carreras limpias que permitió el sábado. Como muy bien dijo Enrique Rojas en su blog, Kansas City ganó la batalla del bullpen, pero en realidad esto es más un caso de Baltimore perdiendo más que Kansas City ganando.

Si algo tienen en común en estos momentos los Orioles y los Reales es que los abridores no han hecho el trabajo que se esperaba. En el Juego 1, tanto Chris Tillman como James Shields no trajeron su mejor arsenal y en el Juego 2, Bud Norris y Yordano Ventura no pudieron salir de la quinta entrada, poniendo todo el peso sobre los bullpens de ahora en adelante.

El viaje hacia Kansas City va a ser uno difícil para los Orioles, quienes ahora cargan con el peso de perder dos en casa. Al menos tienen la esperanza de adoptar la actitud de los Medias Rojas de Boston del 2004, quienes al sol del hoy son el único equipo en salir de un hueco de 0-3 para ganar una Serie de Campeonato de la Liga Americana, cuando ese año lo lograron ante los Yankees de Nueva York.

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La sonrisa más amplia en Oriole Park at Camden Yards el viernes en la noche tenía que ser la de Dayton Moore, el gerente general de los Reales de Kansas City, cuya visión en el 2006 cobró vida cuando Alex Gordon y Mike Moustakas conectaron sonoros cuadrangulares en la parte alta de la 10ma. entrada para darle a los Reales el triunfo sobre los Orioles de Baltimore, 8-6, en el primer partido de la Serie de Campeonato de la Liga Americana.

Moore, quien agarró las riendas de las operaciones de los Reales en el 2006 -- un año después de que su predecesor, Allard Baird, escogiera a Gordon en la primera ronda del sorteo de novatos del 2005 -- decidió seguir la ruta de construir a través del draft y prosiguió a escoger a Luke Hochevar, Moustakas y Eric Hosmer con su primer turno en el 2006, 2007 y 2008, respectivamente, y en el 2010 añadió al boricua Christian Colón, todos miembros de los Reales que este año le dieron a Kansas City su primera cita en la postemporada en 29 años. Anterior a eso, Baird había escogido a Billy Butler en el 2004.

En el mismo 2006, Moore firmó a Salvador Pérez como agente libre y escogió a Jarrod Dyson en la 50ma ronda del draft y en el 2010 fue el artífice del cambio que envió a Zack Greinke a los Cerveceros de Milwaukee por Lorenzo Cain y Alcides Escobar.

En el 2012 fue Moore el que haló en el cambio que trajo a James Shields y Wade Davis a Kansas City, a cambio de Wil Myers, en un cambio con los Rays de Tampa Bay.

No hay duda de que esta versión de los Reales esa una versión pensada y construida por Moore y entregada a Ned Yost en el 2010 para moldearla en un equipo contendor.

El desarrollo del partido del viernes tuvo su nivel de extraño, especialmente si comenzamos a mirar que fue el poder y no la velocidad lo que le dio a los Reales el triunfo.

De hecho, la velocidad fue más o menos tachada por las lluvias y por una buena jugada defensiva de Jonathan Schoop para sacar a Jarrod Dyson en el único intento de robo de base de la noche.

Y si seguimos analizando que, a estas alturas de la postemporada, los Reales siguen invictos, ganando cuatro partidos en entradas extras y en todos ellos con un héroe distinto en realidad solo podemos llegar a la conclusión que los Reales podrían ser el "equipo del destino" en estos playoffs.

O quizás no.

Lo cierto es que hay que quitarse el sombrero ante la paciencia que los Reales han tenido con sus prospectos por la última década, lo que es un testimonio a como un equipo de mercado pequeño logra sobrevivir ante las monstruosas nóminas de los Tigres de Detroit en su División Central de la Liga Americana y de los Angelinos de Los Ángeles, Yankees de Nueva York y Medias Rojas de Boston en el resto de la liga.

Los Reales entraron al 2014 con una nómina de $90.4 millones, la 18va más grande de las mayores, en gran medida porque están cargando el salario de Shields que heredaron en el cambio con los Rays. Por ende, este es un equipo que fue desarrollado en casa y estos jugadores se conocen desde que llegaron al béisbol rentado.

La serie contra los Orioles apenas está comenzando y bajo ninguna circunstancia pueden los Reales pensar que tienen esto gano. Le robaron uno a Baltimore en casa, pero por lo menos por las próximas 15 horas, Moore puede mantener su sonrisa y seguir cosechando lo que se sembró durante su incumbencia.

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Los Gigantes de San Francisco van rumbo a su tercera Serie de Campeonato de la Liga Nacional en los últimos cinco años tras vencer a los Nacionales de Washington, 3-2 en un Juego 4 de la Serie Divisional que fue un estudio en ejecución para los Gigantes y uno de falta de ejecución para los Nacionales.

Ryan Vogelsong, quien lanzó 5 2/3 de entradas para llevarse la victoria, fue el primer ejemplo de buena ejecución, localizando su recta y slider a la perfección para en 81 lanzamientos, 49 de ellos para strike, mantener a los Nacionales fuera de circulación por las primeras cinco entradas.

En la ofensiva, los Gigantes ejecutaron a la perfección par de jugadas que, en este juego cerrado, hicieron la diferencia. En la segunda entrada, Vogelsong puso un toque perfecto para llenar las bases y que eventualmente llevó a las primeras carreras de San Francisco y las primeras fallas de ejecución de los Nacionales.

Las primeras dos pifias de Washington cayeron en las manos del abridor Gio González, cuyo error en el tiro en un toque de Juan Pérez permitió hombres en primera y segunda con un out. González, un bateador más tarde no pudo ejecutar su curva a Gregor Blanco para regalar una base por bolas con las bases llenas y abrir el marcador.

Joe Panik le siguió haciendo lo que a todo jugador le enseñan a hacer cuando hay corredor en tercera con menos de dos outs, batear al lado derecho del cuadro para empujar la carrera y darle a San Francisco una ventaja de 2-0.

En la quinta entrada, los Nacionales fallaron en ejecutar uno de los principios más fundamentales. Un corredor que llega a segunda base, sin outs, debería poder anotar. Ian Desmond abrió la entrada con un sencillo, el primero que Vogelsong permitió, y Bryce Harper le siguió con un doble impulsador para recortar la ventaja a 2-1.

Con Harper parado en segunda base, sin outs, Wilson Ramos fue eliminado mediante un bombito al cuadro, Asdrúbal Cabrera pegó una roleta al campo corto  que ni siquiera pudo avanzar a Harper  y tras una base por bolas a Nate Schierholtz, Denard Span acabó la entrada con otra roleta, esta vez a la primera base.

El error en ejecución más grande de los Nacionales vino en la séptima cuando Aaron Barrett embasó a Hunter Pence para llenar las bases y siguió con un lanzamiento salvaje para que Panik anotara y le diera la ventaja final.

Otra pifia de Barrett, otro lanzamiento salvaje en un intento de embasar intencionalmente a Pablo Sandoval, terminó en un out en el plato, pero la secuencia ilustró la frustración que deja el no poder ejecutar las jugadas más fundamentales en los momentos claves.

Aunque la victoria no fue una hermosa para San Francisco, sigue siendo una victoria efectiva ya que ahora son ocho series de postemporada consecutivas que los Gigantes ganan. De hecho, la última vez que los Gigantes perdieron una serie de postemporada fue en el 2003 cuando cayeron ante los entonces Florida Marlins en la Serie Divisional de la Liga Nacional.

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Podríamos comenzar a buscar en las estadísticas e investigar a la saciedad si en efecto enviar a Clayton Kershaw a lanzar con descanso corto para los Dodgers de Los Ángeles fue una sabia decisión. Podríamos comenzar a cuestionar si Don Mattingly debió haber enviado a Kershaw a lanzar en la séptima entrada después de 95 lanzamientos.

¿Para qué?

Con un swing de Matt Adams en la séptima entrada, los Cardenales de San Luis probaron que, por lo menos en los últimos cinco años , no hay nadie que se le acerque en la postemporada. La victoria del jueves marcó el cuarto año consecutivo que llegan a la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, lo más cercano que el béisbol tiene en estos momentos a una dinastía.

Lo interesante de esta versión de los Cardenales es que, si hubo algún año en el cual hubo dudas sobre su rendimiento a largo plazo, fue en el 2014. Michael Wacha, quien en el año pasado fue una pieza clave de la rotación, estuvo fuera gran parte del trayecto. Yadier Molina estuvo lesionado, Adam Wainwright tuvo que cargar a un staff de abridores que tuvo un año mediocre, para su estándar, y Mike Metheny tuvo que hacer villas y castillas diariamiente para mantenerse a flote ante el embate de los Cerveceros de Milwaukee y Piratas de Pittsburgh por gran parte de la temporada.

El martes ante los Dodgers, si usamos la imaginación, fue más o menos una temporada completa encapsulada en un solo partido.

Por las primeras seis entradas, los Kershaw los dominó, permitiendo solo un hit en seis entradas. En la séptima, Matt Holliday se embasó mediante un hit al cuadro y Jhonny Peralta pegó un sencillo, creando la oportunidad para Adams crecerse en el momento adecuado.

Durante la temporada regular, los Cardenales tuvieron sus problemas de abril hasta agosto y no fue hasta septiembre que el cuerpo monticular se ajustó el cinturón y posteó marca de 17-9 con un ERA de 2.66 para darle el empujón a San Luis hacia el banderín de la División Central de la Liga Nacional.

Y de eso se trata el béisbol. De aprovechar las oportunidades que se le enfrentan a los equipos, a los jugadores.

Adams entró al partido bateando para .222 con hombres en posición de anotar en la postemporada tras una temporada de promediar .212 en esa misma situación. El "match-up" de zurdo contra zurdo no le favorecía, pero Kershaw dejó su slider alto sobre el plato y Adams lo reconoció inmediantamente para de esa forma agarrar un momento y hacer historia.

En la vida hay circunstancias en las cuales no hay que buscarle la quinta pata al gato. Esta es una de ellas. En vez, vamos todos a quitarnos el sombrero ante unos Cardenales que se crecieron en el momento oportuno y batallarán por una oportunidad para llegar en su segunda Serie Mundial consecutiva.

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