LOS ÁNGELES -- Necaxa 0-1 Chivas. Ricardo Cadena no es un genio, pero, lo más importante es que no se siente un genio. Por eso, con cuatro victorias al hilo ha ridiculizado a sus antecesores.

1.- A Michel Leaño, el genio de la verborrea.

2.- Al Ex Rey Midas, el genio de las excentricidades tácticas.

3.- A Luis Fernando Tena, el genio de las trincheras.

Getty ImagesNadie puede cargarse el mérito de lo que hace el técnico Cadena con Chivas.

Prácticamente con los mismos jugadores que los tres mencionados predecesores, Ricardo Cadena simplificó el futbol del Guadalajara: presión, anticipación, orden, intensidad, solidaridad… y sentido común, ese que diría Jardiel Poncella, es el menos común de los sentidos.

Un principio básico: el futbolista –especialmente el mexicano--, debe jugar donde quiere, donde sabe, donde puede y donde debe. El futbol no es de algoritmos y de logaritmos, o de palabras huecas, dulces e inútiles. La esencia del futbol pertenece exclusivamente a la médula pasional del jugador.

El gol de la victoria de Chivas, refleja otro aspecto fundamental del cambio. Hoy, no se conforma, no recula, no renuncia, no claudica, no se descuida, no se desconcentra en los minutos finales del partido. Miguel Ponce, de relevo por el Chicote Calderón, sentencia al ’89 el veredicto con un cabezazo.

Recuérdese que con Víctor Manuel Vucetich y con Leaño, había susurros desde dentro del equipo, respecto a que los jugadores no entendían las indicaciones, algunas simplonas y otras extravagantes, por parte de sus técnicos. Ellos querían un balón y les lanzaban un Cubo de Rubik.

Ahí quedará la duda: ¿o son futbolistas cortos de entendederas o de plano los vicios avejentados del Ex Rey Midas y los jeroglíficos verbales de Leaño terminaban por confundir al jugador? Ciertamente, sólo estando dentro puede darse un diagnóstico correcto.

Por lo pronto, el Guadalajara no sólo le pone freno a la euforia necaxista y le desviela el 'Lamborjimmy' a Lozano, quien llegaba a este partido con tres victorias al hilo (San Luis, Tigres y Puebla), sino que ahora espera que no ocurran carambolas improbables en el resto de la Jornada 17 y asegurar así la localía en el Repechaje. Hasta puede anhelar que Tigres golee al Atlas y esperar otros absurdos en esta fecha.

El trámite fue parejo, aunque, ciertamente, la figura de Chivas fue el arquero. Miguel Jiménez tuvo un par de lances descomunales desviando disparos que buscaban alojarse en las comisuras de su portería.

Ricardo Cadena mantiene la línea de cinco, con jugadores de fuelle, devoción y rabia en la recuperación de la pelota. Ya no se trata de calidad, sino de cantidad, pero con compromiso. Insisto, el interino y su sentido de la simplicidad, que no la ordinariez, rebasa con mucho a los galones de Tena y Vucetich, y terminó inmune a la doctrina de la retórica de kermés de Leaño.

Necesario reiterar el impacto de un factor externo en este nuevo Chivas. Ya se dijo que así como fue detestable y reprobable la forma en que los fanáticos rojiblancos fueron a irrumpir en el hotel en la Ciudad de México, el percance, sin duda, ayudó a que los jugadores entendieran la dimensión de sus pecados y de sus responsabilidades.

Sin duda, esa turba, iracunda, desesperada, crispada y herida de burlas de otras aficiones terminó siendo el mejor respaldo de Cadena y su gestión. Asustados, contritos, nerviosos, los jugadores entendieron que las alas del interino eran el único refugio.

Ya se ha dicho que nadie puede hacer caravana con sombrero ajeno. Nadie puede cargarse el mérito de lo que hace Cadena. Nadie, ni Ricardo Peláez, ni mucho menos Amaury Vergara.

Demostrado está que mientras se le ungía como interino, la directiva buscaba desesperadamente a un entrenador 'de a de veras', que pudiera anunciar como el técnico definitivo. Buscaba un tipo con marquesinas, con página en Wikipedia y que embetunara el puesto con un tonito sudamericano. Afortunadamente para Chivas, la incompetencia de sus antropopitecos administradores no encontró a nadie.

Ciertamente, la victoria no fue fácil, aunque, sin duda, más accidentada que accidental, en un partido en el que el VAR obligaba a rectificaciones, desde anulando goles a desistimientos en tarjetas rojas. El triunfo pudo ser para cualquiera. La persistencia, el remate de Ponce y las acrobacias de Jiménez marcaron la diferencia.

Necaxa sufre por un descuido en la marca. Un instante de desconcentración y Ponce trepa la cuarta victoria al marcador. Pero, los Rayos, con un cuadro armado con desechos tóxicos de otros equipos, esperanzado a que Rodrigo Aguirre marque la diferencia, confirman que serán una migraña en el Repechaje.

Aunque sería una crueldad evocar aquello de “cría cuervos y te sacarán los ojos”, pero mientras Marcelo Michel Leaño le cerró las puertas de Chivas a ex figuras del Guadalajara, ha resultado que aquel a quien decidió adoptar como su hijo putativo, el mismísimo Cadena, ha terminado por ser quien llegó a limpiar el estercolero que aquél dejó en El Rebaño.

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Andrés Lillini: "Nada está perdido con nosotros"
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LOS ÁNGELES -- Había dos desahuciados que emergieron del milagro, la noche fría y lluviosa del miércoles en el Estadio Olímpico Universitario. Uno: Juan Ignacio Dinenno, por una lesión. Otro: Seattle Sounders FC. 2-2, el suspenso tiene una gala el próximo miércoles.

En diez minutos (‘38 y ‘48), Dinenno había finiquitado y embalsamado a Seattle: 2-0. La noche primaveral de Pumas, sin embargo, terminaría en un aciago invierno en el otoño del juego: Nicolás Lodeiro, al minuto 100, hizo su segundo de la noche.

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Imago 7

La Concachampions se había engalanado de azul y oro. Seattle parecía condenado. Pumas certificaba con el 2-0 aquello de “Por mi Raza hablará el espíritu”. Pero, si de lemas se trata, el de Seattle, el del estado de Washington, tiene lo suyo: “Alki”, palabra de la nación Chinook, que significa “te veré de nuevo” o “esperanza futura”.

Entre el 5 de abril y el 4 de mayo, Pumas estará disputando nueve juegos. Prácticamente un partido cada tres días. De esos, sólo ha ganado dos: a Cruz Azul en la Semifinal de la Champions y al nuevo patiño del Ex Rey Midas: Monterrey.

Como sea, semejante ajetreo, para una plantilla reducida, estreñida y constreñida, por más que la raza puma quiera arengar al espíritu, o que el espíritu puma quiera arengar a la raza, el traqueteo es excesivo. La voluntad a veces rebasa al músculo y a los pulmones. Pero hay un límite. Pumas se estampó con el suyo, la noche de este miércoles.

Los universitarios de Andrés Lillini tienen dos juegos determinantes. O enaltecen una proeza, o, coloquialmente, se quedan como el perro de las dos tortas.

Este fin de semana, los Pumas enfrentan a Pachuca, amo y señor del torneo, para buscar un sitio en el ignominioso purgatorio del Repechaje. El próximo miércoles con lluvia y frío, nuevamente, visitan a Seattle, y su estruendosa trinchera, con esa vorágine de 72 mil gargantas y cancha artificial. ¿”Por mi Raza...”?

Y mientras la Liga MX ha abandonado, abandona y abandonará a los equipos mexicanos a su suerte, la MLS mima a Seattle. Este fin de semana descansa, se recupera, se concentra púnicamente y únicamente en darle a la liga, a la historia, y a la rivalidad entre los balompiés de México y Estados Unidos, una coquetona medalla de la Concacaf, que, ciertamente, no sirve para más allá de ir como chambelán, como pajecito, al Mundial de Clubes.

Entiéndase, y trataré de describírselo. Para la MLS vencer a un equipo mexicano en una Final de Concachampions, es, absolutamente, la mayor victoria de su historia. Hablo de ligas, de torneos. Nada tiene que ver con el territorio de selecciones nacionales. Ahí, baste recordarlo, en 2021, Estados Unidos puso de rodillas tres veces al Tri-tanic de Gerardo Martino.

Pero, así como Sounders no estaba muerto en el desenlace ante Pumas, tampoco los universitarios viajarán a Seattle con el acta de defunción en la bolsa, sino con la solvencia histórica de las grandes remontadas, aunque, cierto, esas se escriben principalmente ante su domesticado Cruz Azul.

Así, mientras la Liga MX hace sus calendarios bajo la tutela farisea de las televisoras, y la MLS respeta los proyectos deportivos, Pumas, deberá decidir si se envalentona para buscar el Repechaje ante el intratable Pachuca, o sólo se concentra en recuperar a sus agobiados guerreros, para la vuelta ante Seattle.

Claro, si se sirve un banquete con ambas sopas, Andrés Lillini recibirá el Honoris Causa de la UNAM, pero si fracasa en ambas cruzadas, le quedará el estigma histórico de ser el primer equipo mexicano que permite que la MLS se le trepe a las barbas a la Liga MX. Sería un ‘Horroris Causa’.

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LOS ÁNGELES — Marcelo Flores hila fantasías de día. Gerardo Martino las deshila de noche. El atacante del Ársenal espera el llamado a Qatar. El Tata, le advierte, sin hablar con él, que no puede poner condiciones.

Queda claro, en la estática, en la interferencia sonora, en el ruido que genera esta torcida comunicación a tres bandas, que es el modelo perfecto de la imperfección para comunicarse. Una distorsión absoluta del mensaje. Una confusión de chismorreo. Parloteo de vecindad.

Marcelo Flores quiere estar en Catar 2022. Lo deja claro, si no es con México podría ser con Canadá. Es obvio que ha elegido al Tri. Está convocado para enfrentar este miércoles por la noche a Guatemala, uno de esos juegos moleros, apéndices indeseables de la forma en que SUM tiene esclavizado, con muy buena marmaja, al Tri.

“Canadá también quiere (convocarlo), pero si México me llama al Mundial, sí, ahí es donde quiero estar", ha explicado el jugador nacido en Ontario, Canadá.

La interpretación que da Martino a la aseveración de Flores, es totalmente sesgada. El jugador no ha dado un ultimátum, ha respondido una pregunta.

De verdad, ¿el Tata se ofusca con el escenario? ¿Será posible que un tipo en la ruta a los 60 años, se irrite, se incomode, se exaspere por una respuesta específica a una pregunta ambigua, hecha a un muchacho de 18 años?

Ojo, el mismo Marcelo Flores revela que el tema de su presencia en el Tri, NO lo ha platicado con Gerardo Martino. Es decir, el técnico argentino ni siquiera ha tratado de conocer al futbolista y sus inquietudes, sus sueños, sus pretensiones. No tiene que prometerle nada, pero

tiene la obligación, sin duda, de conocer al ser humano detrás del atleta profesional. Después de todo, insisto, tiene 18 años.

Por el contrario, Martino ha sido implacable como si hablara de un deportista maduro y con recorrido. “Nosotros no tenemos que ofrecerle nada a los futbolistas. Son los futbolistas los que le tienen que ofrecer a la selección y dentro de lo que le tienen que ofrecer es el aspecto futbolístico y las ganas de pertenecer. Si no tienen ganas de pertenecer (…) no tiene sentido. Nosotros no estamos acá para ofrecerle cosas a los futbolistas. Son los futbolistas los que le tienen que ofrecer cosas a un país poniéndose la camiseta y representándolo, sobre todo con la camiseta”.

Obviamente, es un magnífico ejemplo del teléfono descompuesto. Marcelo explica su postura a pregunta específica. Martino responde a una pregunta que ya es una interpretación de la respuesta original de Marcelo, pero no es la respuesta original. Marshall McLuhan lo explica bajo una teoría profunda en “El Medio es el Mensaje”

Entiéndase que el delantero del Arsenal, no es Pelé ni es Maradona, para cambiar el destino de la selección mexicana. Es un futbolista con virtudes, actitudes y aptitudes que lo hacen apetecible dentro de un grupo competitivo.

Es decir, en un país donde las grandes referencias son Hugo Sánchez y Rafa Márquez, por su recorrido internacional, cualquier futbolista por encima de la media, no puede ser menospreciado.

En la conferencia de prensa de este martes, cuando Gerardo Martino pudo simplemente comprometerse a hablar con el impetuoso canadiense hijo de mexicanos, para evitar esa barrera ruidosa, esa distorsión del mensaje, pareció más propenso a darle un portazo en la nariz, que a la diplomacia y simpleza de un telefonazo.

Insisto: Marcelo Flores no va a hacer campeón del mundo a México, pero cuando escasean los buenos jugadores, se debe tratar de reclutarlos.

Con lo que ha mostrado entre los 17 y 18 años, en selecciones nacionales, enfrentando a jugadores Sub 20, es evidente que tiene más futuro, que el presente lastimero de otros seleccionados, como Uriel Antuna, Héctor Herrera (próximo a jubilarse en la MLS), Henry Martín, Rogelio Funes Mori, José Juan Macías, y agregue una decena más.

Es evidente que si el Ársenal de la Liga Premier lo ha convocado, sin debutarlo en la Premier League, algo atesorará el jugador para quererle poner a prueba en la mejor Liga del mundo.

Ahí, es cuando los supuestos directivos de selecciones nacionales, y el mismo Yon de Luisa, deberían sentarse a cuestionar a Martino. Vaya, si ya le han manoseado las alineaciones, las convocatorias y las logísticas, ¿por qué no hacerlo por una buena causa? ¿Por qué ante Guatemala, Martino no llamó a la base americanista que sí tenía disponible? Claro, se lo sugirieron. ¿Ahora resulta que sí quiere observar a jugadores de Pachuca que tanto tiempo desdeñó y menosprecio, y han mostrado un excelente nivel en la Liga Mx? Entonces, si quiere observar nuevos talentos, ¿qué hacen en la convocatoria Sebastián Córdova, Roberto Alvarado y Jesús Angulo, a los que ya ha citado?

Ojo: no se trata de que a partir de ahora, la selección mexicana la conformen Marcelo Flores y diez más. Ni remotamente. Se trata, sin embargo, de llevar a un jugador joven y talentoso a encarar los asombros, las maravillas, los momentos bravos y felices, de una Copa del Mundo. Madurez, le dicen.

Recuérdese, además, que en México siempre hay una o dos plazas de desperdicio, para llevar jugadores a la Copa del Mundo.

1.- ¿O ya se olvidó cómo Alberto García Aspe y Luis Hernández fueron a la Copa del Mundo 2002, y quedaron fuera Tato Noriega y Claudio Suárez?

2.- O a Ricardo LaVolpe llevando a su yerno a cuidar los nietos, cuando esa experiencia la merecían Carlos Vela o Giovani dos Santos, en una vivencia que tal vez habría dado mayores beneficios a su carrera. Ya lo de Cuauhtémoc Blanco, fue un capricho hormonal del argentino.

3.- Javier Aguirre, como ocho años antes, se entercó con el Bofo Bautista, y bajó de la caravana a un entonces prometedor Jonathan dos Santos.

4.- Juan Carlos Osorio aceptó que le agregaran a la lista a Marco Fabián de la Mora, Giovani dos Santos y Oribe Peralta, a sabiendas de que ninguno de ellos, salvo emergencia, sería utilizable.

Entonces, si al final la selección mexicana sólo sirve para satisfacer caprichos de patrocinadores, promotores, directivos, clubes y familiares, de cara a la Copa del Mundo, porqué al menos, por una vez, no aprovechar, a futuro, esos cupos. Recuérdese que para el Mundial de Qatar se dispondrá de 26 espacios para jugadores, por delegación.

Pero, parece que Martino prefiere jugar al teléfono descompuesto, esperar una visceral opinión de su caballerango Jorge Theiler, antes que, al menos, por rescatar a un jugador ilusionado, dialogar con Marcelo Flores y conocer qué hay detrás del futbolista, en las entrañas estrictamente, del ser humano.

Si es por el costo de la llamada, que tema le mengüe su salario multimillonario, bien puede conseguir tarjetas prepagadas de cortesía con el patrocinador de la selección mexicana. O total, que llame por cobrar.

Y por otro lado, recuérdese la larga lista de vetados de Gerardo Martino en este proceso mundialista. Tiene más inquilinos en esa lista negra, que decentes actuaciones del Tri en el Octagonal. Una respuesta que él considere inadecuada, basta para tachar el nombre en rojo.

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LOS ÁNGELES — Los Interinos. Así, con mayúsculas. Para asombro general, han pasado de ser una pieza hechiza de refacción, un parche mal puesto, un curita para una hemorragia de histeria, un barco de papel en medio de un tsunami, han pasado de ser eso, a inesperados mesías. Los Interinos, así, con mayúsculas.

Bomberos. Rescatistas. Héroes accidentales. Salvavidas en los naufragios de los Titanics de Coapa y Verde Valle. Fernando Ortiz y Ricardo Cadena, emergieron de las sombras. El primero suma seis victorias al hilo, y el segundo tres.

Recibieron, en un acto de desesperación, más que de fe, a dos equipos embalsamados de fracaso, burlas y resignación. Hoy, ambos, América y Chivas, si esas carambolas extrañas del futbol los bendicen, aspiran incluso a la zona VIP de la Liguilla de manera directa. “Los muertos que vos matasteis, gozan de cabal salud”, podrían citar ambos a Zorrilla y su Don Juan.

Recibieron despojos. Ambos, Ortiz y Cadena. Se trataba de sobrevivir, de salir de la zona lúgubre y bochornosa del fondo de la tabla. Nadie les pidió milagros, acaso, solamente, ayudar a los equipos a bien morir, con dignidad. Que nadie escupiera sobre sus tumbas.

Sin embargo, los dos clubes más populares de México, dejaron el rosario, los cirios y los responsos, por armas afiladas para la batalla. Tragaban aire como pez con asma, y hoy inflan los pulmones para la arenga de una proeza.

Nadie, absolutamente nadie, puede adjudicarse la paternidad de lo inesperado. Ni Santiago Baños ni Ricardo Peláez pueden salir a una tribuna y decir que todo estaba fríamente calculado. O que “no contaban con mi astucia”.

Ellos, ambos, Peláez y Baños, menos que nadie, porque mientras ungían y urgían a Los Interinos (así, con mayúsculas) con resignación, marcaban números de teléfonos con más histeria y desesperación que una operadora de telemarketing, en busca de un sustituto, pero uno de a de veras, uno con cartel, agujerado o no, pero con cartel.

Nadie puede sentirse padrino de Los Interinos. Porque les entregaron la cruz, la cachucha y el silbato, con fecha de caducidad inmediata. Nadie, pues, que se presente como padre de estas ‘creaturas’ y de estas criaturas. Nadie, nunca nadie.

Ciertamente, fueron desafíos diferentes. Sin embargo, igual de colosales. Eran equipos más cerca de los Santos Óleos que de las hazañas. Los himnos festivos de ambos equipos habían sido silenciados por la marcha fúnebre de Chopin.

1.- América había tenido dos torneos dominantes en 2021. Se erguía aún en Coapa, la sombra del Indiecito. Santiago Solari era el gran reto para el Tano Ortiz. Había mucho que revertir: un estilo ratonero, una afición que había sido ahuyentada, y que el mítico #ÓdiameMás, había pasado de ser lisonjero, a limosnero.

2.- Con Ricardo Cadena, era diferente. Heredaba el caos. El Flautista de Hamelín había engatusado a la Nación Chiva, y a las dos supuestas cabezas pensantes: Peláez y Amaury Vergara. Un discurso plagiado de los anales de la verborrea futbolera, eran el catecismo de un sacristán apócrifo como Marcelo Michel Leaño. ¿El gran reto de Cadena? Acabar con la confusión, e imponer mesura.

Los Interinos, Ortiz y Cadena, sólo tienen un pasado en común: fueron jugadores de medio pelo, defensores burdos, futbolistas de pie e ideas limitadas. Por supuesto que no se puede considerar un agravante o descalificarlos por ello. No serán ni los primeros ni los últimos que maltrataron la pelota, pero dignificaron el pizarrón. Hay más picapiedras levantando trofeos como entrenadores, que divos de la pelota.

¿Cuál es el secreto de Los Interinos, de estos interinos? Parecería, desde fuera, una labor titánica. Un acto de magia con doctorado en el Colegio Hogwarts, y Harry Potter de tutor. O tal vez, algo tan simple, como poner orden, en medio del caos. Porque el jugador, nunca deja de ser jugador, aun cuando ascienda al patíbulo de los directores técnicos. Mientras más jugador se es, mejor entrenador se puede ser.

Fernando Ortiz tuvo la fortuna de recuperar a jugadores que con Solari rengueaban, moral y futbolísticamente. Rompió la segmentación y segregación impuesta por El Indiecito. La barcaza de Coapa no necesitaba de almirantes, sino de todos los marineros. Solari agobiaba cabecitas atormentadas, y El Tano les ha impuesto responsabilidades.

Lo primero fue ajustar el embudo. Con Ortiz, el equipo recuperó la marca, el orden, la presión todo terreno, y sus defensas dejaron de aparecer como payasos de comedia ajena y tragedia propia. Fraccionó de manera eficiente las zonas de recorrido. El futbolista se agota menos y genera más. Y los convenció de que juegan para el equipo más ganador de México.

Ricardo Cadena debió meterse a la ratonera. Encontró a roedores desconfiados, temerosos, desesperados. Necesitaban un guía, y no palabras huecas, tan huecas como las galletitas chinas, de donde Leaño sacaba sus mensajes. El Interino escapó con sus futbolistas del mundo alucinógeno de Marcelo Michel en el País de las Maravillas. La Oruga Azul y su narguile, quedaban atrás.

Cadena recibió ayuda externa, oportuna, indeseable e indeseada, pero detonante. La aparición de la porra de Chivas, irrumpiendo deleznablemente en el hotel de concentración en la Ciudad de México, terminó llevando el mensaje urgente que necesitaba. Retomó la línea de cinco, bajo el lema tan mexicano de “no somos machos, pero somos muchos”, al que debes apelar cuando no tienes grandes defensas, eliges, muchos defensas.

Y regresó a los jugadores a donde debían, querían y podían jugar. Christian Calderón volvió a ser el Chicote. Jesús Angulo volvió a ser el Canelo. Roberto Alvarado dejó de ser un piojoso refuerzo. Fernando Beltrán ratificó su calidad, provocándole cólicos al Ex Rey Midas, quien lo segregó. Y Alexis Vega, bien vale, por fin, un brindis de vodka adulterado con tamarindo.

Ciertamente, la tarea de Los Interinos, no ha concluido. América y Ortiz aún pueden ornamentar su resurrección ante Cruz Azul, venido a menos, gracias a que desde la llegada de Jaime Ordiales, el equipo duerme con el enemigo.

Por su parte, Cadena, tiene enfrente a un contemporáneo: Jaime Lozano, quien con tres victorias al hilo (San Luis, Tigres y Puebla), podría, en el caso de demenciales combinaciones de resultados, atreverse también hasta a ese cuarto puesto, aún en manos de un testaferro.

Por lo pronto, Los Interinos (así, con mayúsculas), se convierten en una nueva especie en el futbol mexicano. Pero, como todos los entrenadores, su vida será tan prolongada o efímera, como los resultados mismos, y como los miedos de sus directivos, a perder su propia chamba.

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¡Hazte cargo, Chivas!

FECHA
16/04
2022
por Rafael Ramos Villagrana

LOS ÁNGELES -- Este viernes, tras la batahola que se desató en la periferia y a las puertas del hotel donde se hospeda el Guadalajara en la Ciudad de México, el área de medios del equipo decidió expiar a sus Chivas, buscando chivos expiatorios. Decidió culpar a los medios.

En términos de semántica y de una lógica muy rústica, Chivas decidió violentar la presunta violencia de los medios, con más violencia. Sí, de presunta víctima, a consumado verdugo. “Ayudaron a crear un entorno hostil con sus encabezados amarillistas y provocadores”, testimonia su cuenta de Twitter. Cierto, la pedrada rebotó en la puerta de mi casa, porque traía la dirección puntualmente escrita.

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ESPNAficionados de las Chivas causaron destrozos en el hotel de concentración del equipo en la Ciudad de México.

Lamentable la falta de cacumen por parte de quien ordenó, escribió y aprobó el tweet mencionado. Escupió para arriba. Haciendo clic aquí, pueden ir a la manzana de la discordia.

Primero, ubiquemos el entorno: es futbol. Pensar que una voz, una expresión, un encabezado, un tweet, es capaz de engendrar y desencadenar violencia, es, sin duda, conceder demasiado poder a quien emite el juicio, la opinión o el análisis, pero, lo más grave, es el menosprecio de Chivas a su propia afición.

Es decir, el Guadalajara asume que la cabecita de sus aficionados es tan frágil, tan bobalicona, tan sensible, tan manipulable, tan maleable, tan débil de criterio y de análisis, que por una puntualización, irrefutable además, ese seguidor rojiblanco, como habría dicho Ángel Fernández, “agarre sus fierros como queriendo pelear”.

Me parece más violento reducir a piltrafas descerebradas a sus aficionados, creyendo que reaccionarán como zombis hambrientos, ante, insisto, una voz, una expresión, un encabezado, un tweet, un juicio, una opinión. Chivas y su área de comunicación no le conceden a su aficionado la capacidad de analizar y discernir, sino que lo catalogan como títere de cualquier comentario. ¡Una vergüenza!

El tweet que adjunta Chivas en su publicación, y que aparentemente le hiere, le lacera, vaya, le sodomiza, hace énfasis en esta aseveración: “Cobran millones por festejar barridas, tirarse arañazos, sabotear técnicos y burlarse de su afición”.

El término “burlarse de su afición”, es incitador, según la institución, y me imagino que debe contar con la misma anuencia de Amaury Vergara, a menos que su autoridad, también en el área de comunicación, haya sido ya ninguneada y sobajada.

Cabe la pregunta, salpicando, claro, a dos sectores de Chivas. ¿Quién se burla más de su afición, el futbolista que ni remotamente hace su mejor esfuerzo para devengar su salario y corresponderle a su público, o el CM (community manager) tratando a sus seguidores de tontitos e incapaces de poder procesar lo que ven, lo que leen y lo que escuchan? ¿Verdad que lo segundo?

“Burlarse de su afición”, parece ser el motivo de la urticaria rojiblanca en un club que parece tener una alergia recurrente a la verdad. Este equipo, y muchos de este grupo de jugadores, han preparado el cadalso para entrenadores como José Saturnino Cardozo, Tomás Boy (QEPD), Luis Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich y Marcelo Michel Leaño. Y sí, Ricardo Cadena, tú eres el próximo.

El futbolista de Chivas debería saber la repercusión de sus actuaciones. Y si no lo sabe, el club debería darle cursos sobre el tema. Saber que viste una camiseta, como la describió alguna vez, perfectamente, el Tigre Sepúlveda: “Es de seda, pero para algunos, pesa como plomo”. No es solo un equipo: era, hasta hace poco, el más importante en México y Estados Unidos.

¿Cómo se burla de su afición el jugador? Cuando ni siquiera le importa quién llega a la tribuna. O muy simple: cuando prefiere los palenques; el abuso de los brindis con vodka; los videojuegos, los salones de masaje, las fugas a medianoche, y cuando no sabe ni los rivales directos en la cancha, ni los partidos inmediatos a disputar. Cuando dedica más tiempo a acomodarse el copete, que a ver videos de su adversario en turno.

La expresión de Daniel Brailovsky, El Ruso, es incuestionable: “Para el jugador en Sudamérica el futbol es un proyecto de vida, pero el jugador mexicano lo toma como hobby, como pasatiempo”. Irrefutable.

Entonces, sí, el futbolista de Chivas se burla de su afición cuando tira a la basura el trabajo de cada jornada; cuando desoye a su entrenador; cuando menosprecia al aficionado, cuando sabe que su cheque está asegurado, y recurre al amparo de la odiosa frase: “Tenemos que seguir trabajando”, repetida semana a semana. Entonces, ¿qué han hecho desde 2017 a la fecha, semana a semana? Vegetar.

Ojo: es totalmente reprobable el comportamiento de los aficionados el viernes por la noche. Se transformaron en una turba enceguecida. Rinocerontes en cristalería. Pero, tener el descaro de decir que fue una sublevación originada en los medios no sólo implica poca inteligencia, sino un acobardado acto de escapismo a la realidad. El origen de esos actos es el equipo, su directiva y sus miserables resultados.

Al aficionado le molesta que su equipo sea el hazmerreír desde hace cinco años. Eso sí le indigna, aunque se equivoca en manifestarlo con actos de barbarie. Y también le enervan al seguidor de Chivas las contrataciones, fallidas y sospechosas. Y que Chivas naufrague en el fracaso y la mediocridad.

¿Qué puede festejar la afición del Guadalajara? ¿La llegada de un anquilosado americanista como Oribe Peralta? ¿Los tres goles del Chicote Calderón al América? ¿Las barridas? ¿Que el Pollo Briseño rete a los golpes a César Huerta en este monasterio de “la fuerza del afecto”? ¿Que “aquí ya no se hablará de descensos o de excusas, sino de títulos”, y que la sala de trofeos es un cementerio desde ese juramento?

Sin duda es más violencia simbólica o “subliminal”, y que exalta e irrita más a la afición, prometerle, semestre a semestre, torneo a torneo, que ahora sí, que se cuide el resto de la fauna de la Liga MX, porque Chivas va por todo... y al final se queda sin nada. Es engañar a sus seguidores, embaucarlos. Prometer, así, es mentir. Prometer, así, es sembrar la semilla para reclamos violentos, aunque reprobables sin duda, como el de este viernes por la noche.

El jugador de Chivas tiene una magnífica, bendita y generosa, aunque tal vez inmerecida oportunidad, este sábado al enfrentar a Cruz Azul. Muy probable es que, ocurran milagros, como lo relata Mateo (11:5) en el Evangelio: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados”. Contritos, arrepentidos, desesperados, pueden vencer a La Máquina.

Y entonces el universo rojiblanco cambiaría de colores. ¿Habrá una voz, una expresión, un encabezado, un tweet, un juicio, una opinión, que rebase lo que el futbolista haga en la cancha? Absolutamente, no. Entonces, la violencia no la origina ningún medio. Estrictamente, la engendra, la propaga y la propala el mismo equipo. Desde quien prometió echar a todos los incompetentes hace tres años (Amaury Vergara), hasta quien exhibió a sus propios compañeros, como lo hizo el Chapito Sánchez: “Dejémonos de mam...”.

Quiero cerrar este texto con un saludo al jefe de comunicación de Chivas, Édgar Martínez, quien asumo, está detrás de las reacciones del club en redes sociales. De antemano, siempre lo he considerado un tipo talentoso y profesional. A través de mensajes directos se lo he hecho saber.

Hace unos años, Édgar me invitó a platicar, aprovechando que él y yo estábamos en la Ciudad de México, con motivo de un partido de la Selección Mexicana. Charlamos, comimos. Me hizo una oferta muy tentadora para unirme a lo que aún era Univisión, aunque él ya gestaba el proyecto de TUDN. Me ofreció un programa del cual hacerme cargo, y un salario muy, muy generoso.

Me relató una anécdota muy simpática, que me permito revelar. “Estaba con mi papá viendo Raza Deportiva (ESPNDeportes), y le pregunté qué opinaba. Él me dijo que le gustaba, excepto ‘ese tipo arrogante, gritón, que puede saber mucho, pero me parece irrespetuoso”. El padre de Édgar hablaba de este aspirante a bloguero.

Édgar le respondió a su padre: “Pues ése es el tipo que necesitamos (en Univisión), ése es el personaje que necesitamos en televisión”. Ambos reímos y quedamos de contactarnos nuevamente. Al final, decidí seguir con ESPN, y sé que hice lo correcto. Unos, muchos, centavitos más, no compensaban el privilegio y el respeto a mi actual trabajo.

Relato esto, porque me llama la atención que ese tipo, que ese personaje, que tanto seducía a Édgar Martínez en aquel entonces, hoy termine siendo estigmatizado, desde su punto de vista como “provocador”. Omito el término amarillista, porque hay una generalizada incultura y desconocimiento sobre el término, su origen y su significado.

Édgar, sigo siendo el mismo de siempre. Un personaje que encaja con cierto consumo que reclama cierto sector de televidentes, y que te parecía apetecible para tu programación en ese entonces, pero que al final, disfruta de la bendición suprema de este oficio, el de escribir.

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LOS ÁNGELES -- Víctor Manuel Vucetich se sirvió un bufet como recomienda el chef de las venganzas, Maquiavelo: “un platillo que se sirve frío, se condimenta en el Infierno, y sabe dulce”. El 3-1 que le impuso Monterrey, colapsó a las ya deterioradas Chivas.

Este jueves, Marcelo Michel Leaño es segregado del Rebaño, un Rebaño hoy menos Sagrado y más Sangrado que nunca.

Era imposible ya ocultar con la plagiada verborrea y “la fuerza del afecto”, el desastre de este “Soldado del Amor”, versión carnal del éxito de Mijares. Especialmente esa línea donde dice, “héroe de mentira, gigante de papel”.

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Imago 7La afición en el Akron comenzó a pedir la salida de Leaño.

Le pidieron su renuncia a este cupido futbolero sus dos jefes. Pero Leaño se amaró al poste de los sacrificios. Sabe que fuera de Verde Valle ya no hay más ferias para charlatanerías.

1.- Le exigió su renuncia Amaury Vergara, quien es el dueño, pero con personalidad de lacayo.

2.- Lo mismo hizo Ricardo Peláez, el director deportivo, pero que aún parece dirigir, más bien, al América, el acérrimo de Chivas (¿habrá recibido ya el memo de felicitación desde El Nido de Coapa? Lo merece).

Y es que ambos le han hecho tanto o más daño al Guadalajara que el mismísimo Leaño.

Sí, le pidieron su renuncia a Marcelo, y él se negó. Defendió Leaño, hasta el último momento, sus fantasías, sus alucinaciones, sus demenciales promesas. Leaño sigue creyendo que, como lo dijo, “un día ganaré todo en México, y luego ganaré todo en España, y luego ganaré todo en Inglaterra y luego regresaré a México, para dirigir a la Selección Mexicana y hacerla campeona del mundo”. En la vida, queda claro, hay tres tipos de locos: los genios, los que encierran... y Leaño.

Lo más grave en el Guadalajara es el tsunami de mentiras. Y mentir con semejante vehemencia los ha convertido a Leaño, Peláez y Vergara, en esclavos de sus propias alucinaciones. Dicho está: el escape a través del autoengaño está un pasito antes de la fosa común.

Por eso, un favorcito, Marcelo Michel Leaño: no cierres la puerta, déjala entreabierta, por los que vienen detrás, porque faltan dos que deben, ellos sí, cerrarla por fuera, con doble llave, para bien del Guadalajara.

Porque Peláez ya fue advertido este jueves por Vergara, y Amaury ya fue advertido –nuevamente– este jueves, por su tío Pepe, y sus hermanas Kenya y Yelena. La familia heredera del imperio no quiere que el fracaso reiterado, consistente de Chivas, arrastre a la empresa.

A final de cuentas, Amaury eligió su propia soga para su cadalso. Recuérdese el comunicado de hace tres años, el 23 de abril de 2019. En su cuenta de Twitter, soltó un trino, que hoy se le apergolla en el pescuezo.

“A la afición: lo que nos pasa es inaceptable. Estoy haciendo lo necesario para transformar y revolucionar la Institución y no habrá tolerancia a la incompetencia. Pronto conocerán los cambios. Defenderé la tradición y nadie estará por encima de los valores de @Chivas”, escribió entonces.

Hoy, Amaury ratifica que debe ser el primero en su propia lista, porque quien dirige a una tropa de incompetentes, necesariamente es el más incompetente de todos. Cierto, prometió a su padre no vender a Chivas, sino convertirlo en un equipo exitoso, de época.

Recuérdese además que Angélica Fuentes está peleando ante tribunales, los derechos que amparan a las dos hijas que tuvo en matrimonio con Jorge Vergara: Valentina y María Ignacia, ambas menores de edad, pero que tendrían a su madre como albacea. Y recuérdese que la ley y la justicia viven en mundos diferentes.

Por cierto, Leaño pretende permanecer dentro de la institución. Negoció la promesa de Amaury Vergara de que, en caso de dejar el puesto de entrenador, tendría la plaza abierta permanentemente como director de Fuerzas Básico. Prefiere regresar ahí, que un finiquito.

¿Qué tan saludable sería eso, para el Guadalajara y para el técnico que llegue al relevo? Claro, no hablo de Ricardo Cadena, quien sólo pasaba por ahí, y le entregaron la vejada cachucha, y el silbato, aún babeando la saliva del San Valentín futbolero.

Tras el fracaso del triunvirato ñoño (Vergara, Peláez y Leaño), ahora es tiempo de voltear hacia los otros responsables, los que salen a la cancha. Tipos frágiles, pusilánimes, asustadizos, temerosos, acobardados, bobalicones, e incapaces de rebelarse a la desgracia, sino que, cómoda y comodinamente, se dejan arrastrar por el fracaso. Porque, los jugadores, cuando el barco se hunde, siempre tendrán el salvavidas descarado de sus sueldos millonarios.

Sí, todos, fariseos, advenedizos, cínicos, conformistas, pusilánimes. Más amantes del vino, los palenques, los salones de masajes, los videojuegos, se convierten, sin duda, en los principales traidores de Chivas.

Entiéndase, correr o fingir que corren en la cancha es el desvergonzado método para engañar bobos, y vaya que han engañado a la tercia que supuestamente los supervisaba. Las cucarachas en quemazón también son maratonistas del pánico.

Entre festejar aparatosas y poco elegantes barridas o zarandear públicamente a compañeros, y la autocrítica de Chapito Sánchez, en aquello de “es tiempo que todos, todos, nos dejemos de mam...”, me quedo con esta última. Si un suplente es capaz de restregarles en los bronceados y maquillados rostros a los titulares, ése vale más que el resto.

Llega Ricardo Cadena. Fue un jugador mediocre. Eso, obviamente, no lo condena como entrenador. Pero, cuando se meta a ese vestidor de meretrices futboleras, y éstas empiecen a ningunearlo, porque su salario miserable no se compara con lo que ellos se gastan en una francachela de rutina, empezarán los problemas. Si irrespetaron al ex Rey Midas Vucetich, qué puede esperarse con un peón emergente, elegido por la desesperación de Peláez.

Por lo pronto que ni Marcelo ni nadie cierre la puerta de atrás, esa, la de la ignominia y el deshonor. No aún faltan dos...

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LOS ÁNGELES -- Parecen tiempos de bonanza para Gerardo Martino. Recupera la sonrisa. Recupera la vista en su ojo derecho. Recupera la calma. Y recupera un proyecto que se le escurría de entre las manos. Qatar 2022 ya no colinda con la utopía.

Pero, ¿recuperará la Selección Mexicana el nivel de futbol que alguna vez, por momentos, al menos, mostró? O, por el contrario, ¿es ésta la versión más fidedigna del Tri, ésta que asomó lastimosa y lastimeramente en el Octagonal de la Concacaf y en los cuatro bochornos ante Estados Unidos?

Al menos hay confianza, algo que, por los antecedentes inmediatos, no basta y no garantiza absolutamente nada. Confianza externada por el mismo Martino y su “presi”, como llamó a Yon de Luisa en la conferencia de prensa de este martes, al anunciarse los juegos de preparación de cara al Mundial: Guatemala, Nigeria, Uruguay, Ecuador y Paraguay. Sí, dos mundialistas y tres exiliados al limbo.

Ciertamente, Martino ha gozado y gozará de muchas bendiciones en su periplo premundialista. Ningún técnico del Tri disfrutó anteriormente de tres giras por Europa, posiblemente diez juegos de preparación en el mismísimo año mundialista, y hasta se dio el lujo de recetarse casi un “año sabático”, cuando en el año apocalíptico de la pandemia, 2020, se apoltronó en su natal Argentina, negándose a viajar a México.

A la lista de cinco amistosos, se agregan al menos dos de la Liga de las Naciones, ante Jamaica y Surinam, y en septiembre, después del juego ante Paraguay, se pretende invitar al ganador de la Repesca entre Perú y Australia.

Por otro lado, más allá de que Martino aseguró que no habrá partido de despedida mundialista en el Estadio Azteca, podría celebrarse sin europeos algún encuentro en Estados Unidos, además de que trabajan alguna encerrona ya en tierras qataríes, con lo que podría disponer de una decena de juegos de preparación en pleno año mundialista.

Sin duda, con tanta actividad por delante, Gerardo Martino dispondrá de tiempo efectivo en cancha para tratar de hacer una serie de ajustes a una Selección Mexicana que sufre de tantas anomalías, que ha permitido abaratar el concepto de que “no juega a nada”.

El listado de deficiencias del Tri lo tiene muy claro Gerardo Martino por lo expuesto en la conferencia de prensa citada. Reconoció que el equipo no responde a las expectativas propias, pero, superado el trámite obligatorio de clasificar, cree que podrá sembrar en la calma, tras las tormentas incesantes en pleno agobio del Octagonal de la Concacaf.

1.- Una defensa frágil en todos sentidos. Con desventaja en el juego aéreo, en el mano a mano, y en la coordinación en coberturas y relevos, especialmente, con sus hombres en la media cancha. Lejos de organizarse, disfrutan el caos.

2.- Una baja asombrosa de juego de los futbolistas mexicanos que militan en Europa. Los nombres han saltado a la vista: Héctor Herrera, Chucky Lozano, Raúl Jiménez, Edson Álvarez, Tecatito Corona. De estos, por cierto, Herrera se refugia en la MLS, con el Houston Dynamo, así que de los pastizales de la Champions se remitirá al fragor de la Concachampions.

3.- Una constante queja de Martino ha sido la falta de intensidad o la pérdida de intensidad, especialmente, ante los rivales más poderoso del área, como Estados Unidos y Canadá. Entre su aparente incapacidad para poder determinar si es desidia, negligencia, temor, enfado o rebeldía, El Tata deberá abocarse a despertar la asosegada testosterona de sus jugadores.

4.- Y una urgente capacidad de autocrítica. Resolver qué espera aún de jugadores como Héctor Moreno, Néstor Araujo, Jesús Gallardo. Andrés Guardado, Rodolfo Pizarro y Funes Mori, quienes, evidentemente, terminaron por convertirse en lastres del Tri en momentos clave del Octagonal. Dispone de material de recambio, pero parece obsesionado con jugadores en decadencia.

5.- Entonces, ahora, llegará además el momento de establecer el cambio generacional. Johan Vásquez, Gerardo Arteaga, Julián Araujo, Luis Chávez, Kevin Álvarez, Christian Giménez, Alan Mozo, Israel Reyes, Arturo 'Palermo' Ortiz, Víctor Guzmán y varios más. Ha sido reticente Martino a atreverse a iniciar el proceso de transición. Ante Guatemala, el 27 de abril, pretende citar a algunos de estos, e incluso a Marcelo Flores, si el Arsenal lo permite.

6.- Idea de juego. Partiendo de la comodidad del 4-3-3, pero con una extraña y extrema rigidez, la evolución y desarrollo de futbol del equipo mexicano parece enfangarse desde la salida y llega a espesarse conforme intenta arrimarse al área contraria. Más allá de la carencia de explosión, creatividad y liderazgo individual, queda la sensación de si se realiza el trabajo necesario, previo al partido, o si el jugador no entiende las indicaciones. En la cancha, durante 2021 y 2022, México ha sido una Torre de Babel, en la que todos hablan un idioma distinto y pobre de futbol.

7.- Por lo pronto, queda claro, que su lista de marginados está más propensa a engordar que a aligerarse. Del tema de Chicharito y su negativa a convocarlo, fue, tal vez, más severo y contundente que nunca. Lo dijo con la certeza de quien ya está en Qatar y ha recuperado el control del proyecto.

Javier Hernández no está porque el entrenador en turno no lo ha elegido en estos últimos dos años y casi tres, pero dicho esto, quiero decir que no hay nada que yo tenga que compartir con los medios. Toda cuestión que sucede dentro del ámbito de la Selección Nacional se resuelve dentro de la Selección Nacional”, puntualizó Martino.

Así pues, El Tata tendrá semanas y partidos suficientes, además de la tranquilidad necesaria para dedicarse de lleno a la resurrección de un equipo que se le murió en las canchas de Concacaf entre 2021 y 2022. Ya recuperó la sonrisa, la vista, la chamba, el proyecto, entonces, ahora, deberá recuperar las bases de un supuesto equipo competitivo que prometió que sería capaz de asomarse al paraíso prohibido del Quinto Partido.

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LOS ÁNGELES -- Javier Hernández ha marcado de nuevo. De a dos, ante Portland. Y la Guerra Civil de las legiones itinerantes de amor y de odio se recrudece. Chicharito sembró vientos negros en la prosperidad, hoy cosecha tormentas negras en su intento de redención. La resurrección, al tercer día, es sólo un anecdotario de las Sagradas Escrituras.

Marca, nuevamente, a su estilo: el acecho, la sorpresa, la repentización, el amague. Y, claro, esa letalidad que había perdido, durante 2019 y 2020, entre la adiposidad obscena de unos kilos de más, la negligencia atlética, y el herrumbre espiritual y ético del que entrena menos de lo que cobra.

Ya no es el Chaplin del Gol. Javier Hernández ya no empuja el balón con la accidentalidad de la mollera, el cogote, la nalga, o con el músculo estapedio del oído derecho. Hoy lo hace como un goleador educado. Por años, fue un anotador silvestre, rústico, con algunos chiripazos de 30 metros, de esos que el futbol concede hasta a los más burdos de sus más pujantes y limitados feligreses, como una ocasional bonificación a su transpiración. Medallas con el brillo efímero de 90 minutos.

Bob Levey/Getty ImagesEl mexicano recibió su primera distinción de la temporada 2022 de la MLS.

Chicharito maquilaba goles a punterazos o con el esternón. Lo suyo no era la elegancia. Él cobraba en el marcador con la gracia de un polichinela, y había un doble motivo para festejar: la anotación por sí misma, y la actuación de ese Pierrot en contubernio con el marcador. Porque hacían tanta gracia sus goles de saltimbanqui que él era feliz, sin preocuparse por ser, algún día, futbolista.

Un día, todo se colapsó. Microsismos y macrosismos trepidatorios, lo dejaron solo, entre sus ruinas. Su esposa huyó con sus hijos; su tótem espiritual, su abuelo Tomás Balcázar, se quedó sólo en el relicario eterno de sus afectos. El LA Galaxy estaba decepcionado. La MLS preparaba un altar y al final mandó pedir una mortaja. Javier Hernández, sin querer aceptarlo, era sólo escombros, un jugador anquilosado. Ruina entre las ruinas.

En noviembre de 2020, finalmente pudo verse ante el espejo. Dorian Grey había huido de ahí. En términos de Sabina, su “caballo volvió solo a casa, ¿qué fue de John Wayne?”. Y empezó la reconstrucción. Fue doloroso, penoso. Había que pagar la factura de años de negligencia profesional. Lo confesaría a Los Angeles Times: “Toqué fondo. Viví cosas que normalmente se viven en cinco, 10 años. No es una excusa. Es la realidad. Y la realidad es que no asumí la responsabilidad. No pude manejar todo eso”.

Se rodeó de especialistas. Mientras el resto de la MLS descansaba, él empezaba a limpiar el cascote, las ruinas de su carrera. Nutriólogo, kinesiólogo, preparador físico, reumatólogos, traumatólogo, reflexólogo, y todas las vertientes relacionados con el afán de convertir esa maquinaria oxidada en un atleta dedicado al futbol. Entendió que había besado la cima con el Manchester United y estaba revolcándose en la sima con el Galaxy.

Como si buscara desesperadamente un confesionario público, empezó a relatar su calvario en historias de Instagram. Sí, irónico, pero, finalmente, aprendió sobre su aparato locomotriz y psicomotor. Aprendió a pegarle al balón, desde el punto de apoyo, hasta la flexión del pie de golpeo. Insisto: fue un jugador que creció a lo silvestre. Si hacía goles, para qué educarlo, pensaron en Chivas. Empezó, literalmente, a saber cómo usar músculos que ni sabía que existían.

Pero, ya había atiborrado el camposanto con todos sus errores. Habían sido demasiados. Demasiados y condenatorios. Su hogar, lleno de bulla infantil, dejó de serlo, para convertirse en una casona silente, apagada, sombría. La Selección Mexicana le había cerrado sus puertas. El Galaxy lo miraba con recelo. Sus escándalos rebasaban sus buenas intenciones. Su apodo, legado paterno, dejó de ser asociado con el gol, para enfangarse en el aquelarre del chismorreo.

La soledad es un purgatorio del que sólo se escapa al Cielo o al Infierno. Y Javier Hernández vive aún esa condena. Recluido en Las Siete Gradas del Purgatorio de Dante (soberbia, envidia, pereza, gula, etcétera), intentó en 2021 escapar a través del único salvoconducto que le ofrece el futbol: la cancha y el gol. No fue fácil. De hecho, en la desesperación por expiar sus pecados, las lesiones truncaron el camino. Recurrió a una de sus frases favoritas, para no rendirse: “Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros”. Pero ya no era cuestión de teología, sino de autenticidad.

Este 2022, Javier Hernández ha encontrado su mejor manifestación como futbolista. En 2021 terminaba los juegos con calambres y sofocado. Hoy, los termina fresco, pujante. Los goles que ha marcado este año y el anterior, le habría sido imposible anotarlos en 2019 y 2020, cuando su cuerpo ya no respondía a las proezas que pretendía ejecutar en la cancha. Hoy remata con más potencia y su forma física le permite elegir el remate correcto. Es, guardando las abismales distancias, como Tom Brady dando el movimiento entero a su brazo, o Rafael Nadal alargando la raqueta desde su cuerpo, para que el impacto ocurra con la fuerza y precisión necesarias.

Hoy es mejor futbolista. Ya no es sólo un cazador furtivo, ingenioso, pertinaz, ávido de balones en el área contraria. Desde 2021 descubrió otros terrenos. Es solidario en la marca, genera, alarga su rendimiento en la cancha. Recupera y organiza, colabora. En la reconstrucción ha mejorado su técnica, el golpeo, y mantiene la visión certera que le significaba adivinar opciones de juego, pero que ahora extendió a otras zonas del campo.

Cierto, juega en una Liga de menor exigencia en defensa. En la MLS se privilegian y se ponderan los grandes rematadores y se desestima a los grandes defensores. Los goles generan boletaje, los defensas lo ahuyentan. Aun así, a Chicharito han aprendido a complicarle la ruta al gol. No sólo con el dos a uno, sino abortando la línea de abastecimiento de balones al área.

Sin embargo, ante las urgencias de gol que tiene la Selección Mexicana, se encuentra en mejor momento que un Raúl Jiménez que arrastra las secuelas del brutal choque de cabezas con David Luiz. Y sí, es innegable que rebasa, con mucho, el momento de la sequía de Rogelio Funes Mori y de Henry Martín. Hoy, más allá de la desestimación hacia la MLS, Chicharito es mejor que los tres.

Pero su expediente está en el archivo oscuro del futbol mexicano. Sus pecados, insisto, rebasan sus buenas intenciones. Gerardo Martino le ofreció el ministerio del liderazgo en el Tri. Se comprometió, pero, lo traicionó. Una sola jornada de concupiscencia y libertinaje, acabó con todo. Aquel septiembre de 2019, en un brunch en Nueva York, CH14 comenzó el naufragio de la traición a su propia carrera.

Él lideró la excursión. Nunca se imaginó que ahí, en esas seis horas, dentro de un tugurio en Manhattan, comenzaría la peor de sus pesadillas. Conocieron a unas botineras. La mexicana Keyla Caputo y la argentina María del Mar Molar terminaron siendo damas de compañía del Tri con rumbo a San Antonio, Texas. Pero, en el traslado, Chicharito multiplicó el engaño, el chantaje, la traición.

Andrés Mateos, empleado de logística de la FMF, subió a las señoritas en cuestión al vuelo del Tri, dejando en tierras neoyorquinas a personas muy allegadas a Yon de Luisa. Keyla Caputo y María del Mar Molar fueron hospedadas en el mismo hotel de la selección en San Antonio. La FMF investigó. Javier pudo rescatar a Mateos, pero lo abandonó. El empleado le pidió que aclarara los hechos, pero fue desoído. Sería despedido.

Martino, De Luisa, jugadores, empleados, se sintieron traicionados. Javier Hernández había abusado de ese escasísimo poder condicionado que le habían otorgado. Hasta hoy, él se lava las manos, pero su nombre sigue ensuciado en la mente y las entrañas de todos los afectados.

Recuérdese que tras el zafarrancho organizado en el seno del Tri durante el Mundial de Rusia, en aquella rebelión de las “Divas Rubias”, advenedizas, tras el triunfo sobre Alemania, Chicharito había recibido un asterisco condenatorio, No debería regresar al Tri. Era la metáfora de la manzana podrida. Martino quiso arrancar con hojas en blanco. Creyó que podría apoyarse en Javier, al interceder por él.

¿Se ha redimido totalmente? En la cancha, sin duda. Pero, aún, hay derecho al escepticismo, el resquemor, la desconfianza. Cuando anota, festeja, pero, casi de inmediato, invoca a una celebración colectiva, especialmente felicitando al tipo que genera el pase para el gol. ¿Es genuino o es actuado? No se olvide que, cuando había medios presentes, Chicharito era el primero en acercarse a aficionados con capacidades especiales, en silla de ruedas, a tomarse la foto y firmar autógrafos. ¿No había medios que atestiguaran su generosidad? Ni volteaba a ver a los ansiosos seguidores.

¿Cómo saber si ha cambiado y hasta dónde ha cambiado? Él tiene su versión. "Estoy tratando de hacerlo de la mejor manera como me enseñó mi abuelo y mi padre para poder ser elegible, para hacerlo de la mejor manera”, dijo después del juego ante Portland Timbers.

Hay una sola posibilidad. En la Liga de las Naciones, el sorteo sospechoso de Concacaf, puso a México ante una Jamaica en reconstrucción y frente a Surinam. Parece el momento adecuado. Gerardo Martino, si continúa en el cargo, podría dar un poderoso golpe mediático y de autoridad. Citar a Javier Hernández. Encerrarlo con el cuerpo técnico, directivos y los líderes del grupo. Y charlar. Y confrontarlo. Y observarlo. Y ponerlo a prueba. Y hurgar en sus verdaderas intenciones. Y si hace goles en esos dos juegos, pero aún hay incertidumbre sobre lo genuino que pudieran ser sus comportamientos, entonces, ya nadie podrá recriminar al Tata que lo segregue de la Selección Mexicana.

Hoy, la Selección Mexicana necesita del futbolista, de la nueva versión del futbolista. Sin embargo, hoy, no puede darse el lujo de convocar a la vieja versión del ser humano.

Es simple: las nuevas virtudes de Chicharito serán bienvenidas, pero los viejos vicios de Javier Hernández deben mantenerse en el destierro.

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LOS ÁNGELES — México compró un circo para Qatar 2022. Pero, le crecieron los enanos y la mujer barbuda sufre de alopecia. Así el infortunio de su fortuna en el Sorteo de la Copa del Mundo este viernes.

Y en el circo mediático de las blancas niñas regordetas, que guardan en su vientre el fatalismo, México encontró el desamparo. Las pelotitas blancas, con intenciones negras. Tardó más el Tri en sufrir pagando abonitos de sufrimiento para llegar a Qatar, que el Mundial en mostrarle la puerta de salida. ¡Ah, Dios!, y adiós.

No sólo se trata de sus tres adversarios (Argentina, Polonia y Arabia Saudita), sino también de su momento futbolístico, que en año y medio ha empeorado. Su presunto trinche europeo, quedó claro, es menos peligroso que una cucharita para el té. Y la lista de vetados de Gerardo Martino cada vez engorda más. El rencor es un lastre que asesina primero al que lo carga.

¿Que Gerardo Martino tiene por delante hasta ocho meses de embarazosa y embarazada gestación, y al menos ocho partidos de preparación antes de la primera encerrona en el Grupo C ante la Polonia de Robert Lewandowski? Es muy cierto. Pero, si en año y medio el Tri-tanic se dedicó a zozobrar, quién garantiza que, de aquí al 22 de noviembre, lo lleve al puerto invisible del Quinto Partido.

¿Son tan temibles sus adversarios de grupo? Le aguarda La Bestia, uno de los favoritos, Argentina con la última gran oportunidad para Lionel Messi. Le acecha un depredador como Robert Lewandowski con Polonia (22 de noviembre). Y, al final, desde el Bombo 4, un equipo en resurrección absoluta como Arabia Saudita.

Para Gerardo Martino habrá una sensación especial al enfrentar a Argentina (26 de noviembre) en la Copa del Mundo. El rompimiento dirigiendo a la albiceleste se dio con divorcios en varias plataformas: en el vestidor con Lionel Messi, en diferencia de ideas con los directivos, y directamente con los aficionados. Una nueva revancha colectiva, para el Tri y su entrenador.

La siguiente aduana, de sobrevivir a la fase de grupos, es menos generosa. Podría medirse al campeón del mundo vigente, Francia. O la otra posibilidad sería Dinamarca, éste, un equipo con una fortaleza emocional y física, con un Cid Campeador resucitado y disponible, como Christian Erikssen. La historia del entrenador, Kasper Hjulmand es otra referencia, y la forma en que amenazaron a Inglaterra en las semifinales de la Euro, hasta que un penalti al minuto 103, lleno de dudas, bendijo misteriosamente, con la indiferencia del VAR, a los súbditos de la Reina.

Que quede claro. No es este el Grupo de la Muerte, pero México exuda ese tufo de ser el muerto de su grupo. Reitero, no sólo por sus adversarios, sino por el nivel paupérrimo que arrastró en el Octagonal de Concacaf. ¿Igualó en puntos a Canadá y superó a Estados Unidos? Sin duda. Pero, lo que no muestra la generosidad facinerosa de la Tabla, es que en sus enfrentamientos directos el Tri fue menos que sus dos vecinos norteamericanos.

Además, Gerardo Martino ha entrado en una cuarentena. Una cirugía láser el jueves, la tercera en siete meses, le sanó el desprendimiento de la retina derecha. Los médicos le recomiendan que no viaje a Orlando, Florida, donde el 27 de marzo, debe enfrentar a Guatemala en amistoso, y mucho menos a Europa, con una más prolongada permanencia expuesto a la presurización del avión. Además, le han recomendado que abandone la Ciudad de México en su rehabilitación, debido a su altitud de 2,250 metros.

De momento, Yon de Luisa, debe empezar a dar muestras de su habilidad como negociador. Contempla al menos ocho partidos antes del Mundial. Ha exigido a SUM adversarios poderosos. Argentina está apalabrada para septiembre, pero, por reglamento, debería suspenderse este partido al ser adversarios directos en Qatar 2022, pero, siempre hay recovecos y fugas en las normatividades de FIFA.

Además, contemplan un campamento en Europa con los seleccionados en ese continente, y cierra la lista un pedido de al menos dos partidos en escenarios qataríes, que ya la avanzada mexicana al sorteo, debieron de cerrar. ¿Se puede confiar en Gerardo Torrado?

Por lo pronto, horas de juego y apoyo logístico tendrá Gerardo Martino, quien ha sido respaldado por Yon de Luisa, sí, y solo sí, quede claro, su salud lo permite. Y ese margen tan amplio sobre la salud del Tata, ojo, no depende sólo del médico ni del directivo, ni del entrenador, sino también de esos innegables y oscuros intereses que hay entre la FMF y sus patrocinadores.

Por lo pronto, la realidad es esa: México compró un circo para Qatar 2022, pero, le crecieron los enanos y la mujer barbuda sufre de alopecia.

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LOS ÁNGELES —  El Salvador arrojó la toalla, antes siquiera del primer campanazo, antes incluso de subir al ring. Y México se cebó sobre la víctima propiciatoria. No tuvo clemencia del adversario arrodillado competitivamente, ante un Estadio Azteca semivacío por abandono, por desprecio.

México clasifica a Qatar 2022 como segundo en el Octagonal. Pero, en sensaciones, en promesas, en ofrendas de futbol, muy lejos del líder Canadá, e incluso del tercero, Estados Unidos, que en cuatro ocasiones fue siempre superior al Tri en futbol. Los conformistas se ampararán en la parlanchinería de la aritmética, pero los realistas sopesarán la miseria futbolística.

El Tri, al final, ganó, gustó, pero, no goleó: 2-0 a los descafeinados y destetados cuscatlecos, dando un dedazo de atole espurio y reconciliador a esa eterna y abnegada Penélope Tricolor: su afición, lista ya para que luego de cuatro años de tejer fantasías, en sólo cuatro partidos desteja a jirones de frustración sus utopías ante el umbral del Quinto Partido.

Ampararse comodinamente en el marcador llevaría a disparates en lugar de elogios. Enfrente, México tuvo a un equipo que había claudicado al pasar migración en el aeropuerto. Lejos, muy lejos de aquella versión de El Salvador que en el segundo tiempo en la Copa Oro, puso al Tri a encender veladoras y a acelerar los cronómetros.

En semejante y anticipada rendición, quien mejor aprovechó la prebenda y las bondades fue Uriel Antuna. En el primer tiempo encara, desborda, genera y marca, además, el 1-0, en un rechace de un estoico y casi heroico arquero Mario González, quien realizó al menos cuatro atajadas circenses. El mismo Brujo, ante las complacencias de la visita, provocó el penalti que firmó Raúl Jiménez.

El Tri se acercó de manera insistente, aprovechando las avenidas organizadas por los mismos salvadoreños. Pero falló y falló. Erraron Raúl Jiménez, Charly Rodriguez, Alexis Vega, Uriel Antuna, Henry Martin, Edson Álvarez, y lo peor, que los pocos rezongos de El Salvador se dieron por equivocaciones en la salida… como ayer, como hoy y como siempre. Los cuscatlecos no hicieron un solo disparo a portería en todo el juego.

¿Fue ésta la mejor versión de México en el Octagonal Final de la Concacaf? Ciertamente, pero no se pueden soslayar las condiciones del partido. El Salvador aceptaba su sacrificio, pero sólo suplicaba para que fuera lo menos indecoroso y menos ultrajante posible.

Se puede entender la decisión del técnico Hugo Pérez. Inicia una nueva gestión pensando en 2026 y lo que menos convenía era encerrarse en la jaula de un tigre desdentado, pero desesperado por arrancar, por primera vez en esta eliminatoria, aplausos en la tribuna. Pérez evitó, pues, un trauma brutal a una generación en gestación, más allá de los veteranos que tocan a las puertas del asilo.

Aquellos bobalicones que pretendan dibujar, gestionar, inventar, recrear un modelo de juego de México ante El Salvador, sólo hará el ridículo, queriendo engatusar a su auditorio. De nuevo, el Tri jugó a lo que puede, porque saber, queda claro, sabe muy poco.

Quede claro, esta vez el Tri no enfrentó una marca asfixiante. Ni sufrió de la rudeza, ni de los choques atléticos, en los cuales fue superado por Estados Unidos y Canadá. No le mordieron los tobillos como sus otros rivales. El Salvador ni siquiera puso un candado al cancel de su trinchera. Se defendió bajo la frugalidad y pobreza del amontonamiento de jugadores.

Rudimentario, burdo, temeroso, El Salvador terminó implorando clemencia de la manera más digna, persiguiendo a los adversarios, barriendo balones divididos, y de vez en cuando, por inercia, más que por deseo y convicción, se encontró con la inesperada oportunidad y obligación de irse al ataque, sin intención de atacar. Ya se dijo: Guillermo Ochoa ni siquiera ensució los guanteletes.

Con esta victoria, con semejante dedazo de atole, tosco, rústico, amargo, la Penélope Tricolor ya se siente en la fiesta mundialista. Como la mitológica reina griega, esta Penélope tan autóctonamente mexicana, se dedica a tejer durante cuatro años, con la frágil madeja de los sueños mundialistas, a sabiendas, claro, que cuando llegue el certamen, las palpitaciones de cuatro años tendrán su catarsis suprema en sólo cuatro partidos, a lo sumo, como consolación.

Pero, esta misma Penélope, esta misma afición mexicana, adicta a la felicidad frágil del autoengaño, sabe que este Octagonal, lejos de avivarle esperanzas, le apagó sus expectativas. El nivel de México hasta el momento inspira más funerales que carnavales.

Ha sido una clasificación calamitosa, raspada, agobiante, llena de lamentos. Y, además, reiterativa, en la incapacidad de Gerardo Martino para encontrar una ruta de escape hacia la mejoría. El Tata no levanta puentes, construye socavones.

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