BARCELONA -- Se acabó el recreo. Es una frase hecha, una cantinela que acude al plano para argumentar que ya no es momento de reir y sí de sufrir. Y así está ahora el Barcelona en la Liga. Sin margen alguno. Cinco partidos. A eso se reduce todo.
El 5 de marzo, jornada 28, el Barça sumaba 72 puntos, por 64 del Atlético y 60 del Real Madrid. Al cabo de 44 días, cinco jornadas después, el campeón ha sido atrapado por los de Simeone y tienen a los de Zidane apenas un punto por detrás.
De hacer cálculos de la fecha en que podía conquistarse el título se ha pasado alrededor del Camp Nou al terror de si puede perderse en Riazor este miércoles. O ante el Sporting, el Espanyol, el Betis o el Granada.
Y, mientras, en el Calderón y el Bernabéu se mantienen los mismos cálculos, conscientes como son todos del escenario al que se ha abocado el campeonato más inexplicable de los últimos años.
Desde 2004 no sufría un líder o aspirante un derrumbe como éste del Barcelona, por lo que la situación, por excepcional, no invita a encontrar respuestas inmediatas o a hacer apuestas sin que se entiendan arriesgadas.
"El equipo que gane los cinco partidos ganará la Liga y para eso deberá gestionar la presión que ya hay en todos ellos", se explicó en una tertulia, donde se puso énfasis, también, en el calendario europeo que se cruza en los dos equipos madrileños.
Entre la jornada 35 y la 36 visitará el Real Madrid Manchester y recibirá al Bayern al Atlético; una semana después, entre las jornadas 36 y 37, se disputarán los partidos de vuelta del máximo torneo continental y, en cierta manera, se argumenta que dichos encuentros pueden tener cierta incidencia en la Liga.
Una cuestión más mental que física o futbolística se plantea como la clave para cerrar una temporada que para algunos puede cerrar un ciclo en el Barcelona. Un ciclo excepcionalmente corto dependiendo de cómo lo solucione Luis Enrique.
Porque el futuro se juega, a cara o cruz, en cinco únicos partidos.