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Historias mínimas

Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

SILENCIO, POR FAVOR
"Los franceses se la pasaron hablando antes de tiempo. También se escribió demasiado sobre Roger y yo, sobre su espalda. Cada uno hace lo que quiere, pero nosotros hablamos en la cancha. Y la explicación está en el resultado". La sentencia lleva la firma del flamante campeón de Roland Garros, Stan Wawrinka, pero el contexto engaña: la frase tuvo lugar en la última final de Copa Davis, donde Suiza gritó campeón de visitante en Lille.

Lo cierto es que, antes de los aplausos ya con el trofeo en sus manos, Wawrinka fue todo menos bien recibido en París. Más cuando en su camino hasta el título aparecieron dos franceses del otro lado de la red: Gilles Simon, precisamente uno de los que había calentado la definición de la Davis, y Jo-Wilfried Tsonga.

"Todos recuerdan lo que dije, pero no lo que pasó antes con los jugadores franceses. No creo ser el malo de la película. Vengo aquí a jugar mis partidos, eso es todo", desestimó Wawrinka, sobre los recurrentes silbidos en la Philippe Chatrier.

Pero el suizo no fue el único abucheado en el torneo. Según da cuenta la agencia AP, la propia Lucie Safarova, finalista en singles y campeona en dobles, debió sobrellevar un mal momento. ¿La razón? En su discurso en cancha, tras la derrota con Serena Williams, incluyó en sus agradecimientos a los sponsors del certamen, incluido un banco. Nada que no se haya visto en ceremonias semejantes. Pero suficiente para despertar el desagrado de un sector del público.

El propio Gilbert Ysern, director del torneo, se mostró visiblemente molesto con la situación: "Los jugadores no merecen vivir este tipo de situaciones en una cancha. Es inaceptable y muy vergonzoso. Necesitamos llevar ese mensaje a nuestra gente, que siempre fue motivo de orgullo para la organización, pero este año se nos fue de las manos".

CAPITÁN DESORDEN
Cuando Bogdan Obradovic abre la boca, en algún lugar del mundo caen bombas. Tras el Abierto de Australia, el capitán serbio de Copa Davis disparó contra aquellos que habían puesto en duda la comentada "crisis de 20 minutos" de Novak Djokovic en la final ante Andy Murray, haciendo eje de sus críticas al sueco Mats Wilander, hoy comentarista en Eurosport: "Debería dejar de hablar tanto. No es la primera vez que es rudo con Novak. Además, si compitiera en esta época él sería un jugador tipo Dolgopolov, sin chances de ganar un Grand Slam", lanzaba por entonces.

En París, el propio Wilander aprovechó para calmar los ánimos, sorprendido por la mala imagen que se tenía de él en Serbia: "No sé de dónde sacan que me cae mal Djokovic. En su momento cuestioné que perdía mucha concentración durante los partidos, nada más. Un comentario que también habían hecho Borg, Connors, McEnroe... Hoy ha progresado muchísimo, en todos los aspectos".

Pero cerrado el capítulo Roland Garros, Obradovic redireccionó sus dardos hacia dentro del equipo Djokovic: "No me gustó ver a Becker sin reacción durante el partido, casi como desinteresado, sin ofrecer ningún tipo de apoyo. Conociéndolo a Novak, sé que necesita esa interacción, incluso como desafío", le dijo al periódico Novosti.

"Novak tiene demasiada gente alrededor. Bromeando, hace poco le dije que solo le faltaba sumar un maestro de saxofón. Creo que tanto asesoramiento satura. Va a tener que cortar algunos lazos", cerró el serbio.

"ESTAR EN PAZ CON MI HIJA"
Timea Bacsinszky comenzó la temporada en el puesto 48. El último jueves estuvo muy cerca de alcanzar la final de Roland Garros y esta semana ya aparece Top 15. En el balance de su recorrido en París, la suiza recordó con incredulidad el paso al costado que diera en 2013, cuando contempló dejar el tenis y se puso a trabajar en un hotel de Lausana, y se repitió en elogios para Dimitri Zavialoff, su coach desde entonces. Crudo contraste con el primero de sus entrenadores: Igor Bacsinszky, su padre.

"No tuve una infancia feliz. Él jamás se preocupó por mí fuera de una cancha de tenis. Nunca me golpeó, más allá de alguna cachetada o tirada de pelo. Pero la violencia era fundamentalmente psicológica", le relataba semanas atrás la jugadora al diario L'Equipe, interrumpiéndose incluso al mencionar la palabra "padre" y reemplazándola por "progenitor": "Sé que suena duro, pero así es como veo la situación".

"Me robó la niñez, la adolescencia. Temía llamar a líneas de ayuda por si él veía el número en la factura. Mi único deseo era escapar. Pero solo podía rebelarme dentro de la cancha. Él me decía que jugara cruzado, yo pegaba paralelo", contaba Bacsinszky. "Me puso en una jaula, en una prisión. Hoy no lo veo ni tengo interés en hacerlo. Así será de aquí en más. Tampoco quiero que mi historia genere lástima, sino que sirva para que otros en mi situación abran sus ojos. La WTA prefiere contar las buenas historias...".

"Tenía una ambición insalubre por el éxito, la fama. Que la gente dijera que era el mejor entrenador. Si para eso había que gritarme, lo hacía. ¿El dinero? Digamos que probablemente le hubiera gustado terminar sus días en un palacio. Cuando conseguí mi primer sponsor, renunció a su trabajo para ser exclusivamente mi coach. Fue el peor momento de mi vida. Me compró un par de jeans como para darle una zanahoria al burro y ya se aseguró un lindo sueldo por el trabajo de su hija", sentenciaba.

Con el éxito de Timea en París, Igor reapareció en los medios suizos y le pidió públicamente a su hija una tregua. Aunque con un estilo bastante particular: "Viví sus partidos lleno de nervios. Sé que le puede ganar a cualquiera, porque es como yo. La amo y quiero estar en paz con ella. Cuando leo las cosas que dicen de mí en las noticias me duele muchísimo. Sin mí, ella no habría llegado a este lugar".

PARADIGMAS, ¿QUÉ PARADIGMAS?
Las buenas actuaciones del tenis español en París no se limitaron a Nadal, Ferrer y Muguruza: títulos en junior tanto en single femenino como en doble masculino dejan ver la luz al final del túnel.

Sin embargo, Paula Badosa, la flamante campeona, no se considera especialista en la superficie de Roland Garros. Por el contrario: "Soy algo diferente a las jugadoras españolas. Me gusta más el juego agresivo, los puntos rápidos; cuanto más rápidos, mejor", contaba en París, en declaraciones a El País, asumiendo un juego verdaderamente moderno y su favoritismo por las canchas duras.

Nacida en Nueva York porque sus padres eran modelos publicitarios, empezó a jugar a los siete años, ya en Catalunya y hoy con un espejo claro: Maria Sharapova. "Me siento identificada con ella, sobre todo por su juego. Me gusta su estilo y su actitud en la pista". Este año había sido noticia ya entre las mayores, donde alcanzó la tercera ronda en el WTA Premier Mandatory de Miami. Pero mantiene los pies sobre la tierra: "Físicamente debo mejorar y puedo jugar contra todas, pero aún me falta más experiencia".

Los estereotipos nacionalidad-especialista también se fueron al tacho entre los varones. Taylor Fritz y Tommy Paul protagonizaron la primera final estadounidense en la historia del torneo. Además, Paul, luego campeón, venció a su compatriota Michael Mmoh en semifinales, mientras que otro estadounidense, Reilly Opelka, fue vencido por Mmoh en cuartos de final después de vencer al brasileño Orlando Luz, máximo favorito.

Atrás quedaron los momentos en los que jugar Roland Garros no era obligatorio para los Top 100 y muchos de los nacidos en el norte de América usaban estas fechas para descansar. “Si los fanáticos son más pacientes, en cinco años la historia será completamente diferente”, aventuraba Opelka a The New York Times. “Tenemos muchos chicos y los dos mejores de nuestra camada (Frances Tiafoe y Stefan Kozlov) no estuvieron en este torneo". "Todos dicen que el tenis de Estados Unidos es malo en clay”, avisó el campeón. “Tengo que estar en desacuerdo. Ahora mismo lo estamos haciendo muy bien”. El tiempo dirá.

CAPÍTULO DOS
Melbourne 2014, París 2015. Stan Wawrinka navega en la misma ambigüedad de fascinación y desconcierto. Lejos de las luces en la previa, dueño de todos los flashes el último domingo. "Nunca había soñado con ganar o jugar la final de un Grand Slam. Para mí los que hacían algo así eran mutantes", había declarado entresemana. De Australia a Roland Garros, los escenarios se repiten. Y las palabras de cierre también...

Un tópico obligado es Federer. Por comparación, por nexo o por simple curiosidad. "Ah, bien, ya la primera pregunta es sobre Roger", había bromeado el viernes. Con el título bajo el brazo, cambia la postura: "La verdad es que él siempre está pendiente de mis resultados y se pone contento cuando me va bien. Genuinamente contento". Palabras casi calcadas a las vertidas 16 meses atrás, en Australia, mientras el ex-N°1 del mundo compartía su intimidad como hincha, alentando a Stan.

Otro foco de atención replicado trajo a escena la relación con Magnus Norman, quien guía a Wawrinka desde 2013: "Después de nuestra primera práctica, analizamos mi calendario para ver en qué torneos me acompañaría. Él resaltó las Finales ATP. '¿Cómo? ¿Voy a clasificarme?', reaccioné". Stan lo hizo. Por primera vez.

"Algunos entrenadores tratan de darte confianza, de empujarte todo el tiempo. Te mentalizan con que esto es una lucha de boxeo y que tienes que pegarle fuerte a tu rival. Magnus simplemente me aconseja en pequeños detalles que hacen una gran diferencia", contrastó el jugador este lunes.

Y la parábola vuelve al discurso de Melbourne, a las sombras y al perfil bajo: "Magnus es una persona tranquila, como yo. Por eso congeniamos tanto".

CRECER EN LA ADVERSIDAD
El destacado 2015 de Jack Sock tuvo correlato en París. Campeón en Houston en el inicio de la gira de clay y con muy buen paso previo por Indian Wells y Miami, el estadounidense se convirtió en el más joven de su país en alcanzar segunda semana de Roland Garros desde Pete Sampras en 1993. Todo, en un año más que sensible en lo personal...

El arranque de 2015 lo vio a él mismo recuperándose de una operación en la pelvis, pero pronto las cosas se complicarían en otra dirección. En enero, su hermano Eric debió ser internado de urgencia y "estuvo a 24 horas de morir", en palabras de Jack. "Le detectaron el Síndrome de Lemierre, una enfermedad que se da un caso en un millón", explicaba el jugador.

Convirtiendo esa angustia en estímulo, Jack reapareció en el circuito pocas semanas después, con un mensaje claro: "4UERIC" (para ti, Eric) escrito a mano en una de sus zapatillas. "Fue muy valiente con todo lo que pasó y quiero que se sienta orgulloso. Si juego aquí es por él, por su inspiración", se sinceraba.

En París, reaparecieron las inscripciones en las zapatillas y volvió el "4U" en marcador negro. Pero con otro destinatario: "GPA" (grandpa, abuelo). "Está luchando contra el Alzheimer, pero últimamente ha perdido mucho peso. Después del partido [de tercera ronda] llamé a mi tía y a mi abuela, que permanecen todo el tiempo junto a él, y le pusieron el teléfono al oído para que pudiera escucharme. Pero lamentablemente no puede responderme. Es parte de la vida. Solo espero tenerlo un tiempo más conmigo".