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El increíble camino de Gran Bretaña hasta la final de la Copa Davis

Gran Bretaña versión Copa Davis 2010: resultados adversos y tribunas vacías Getty Images

LONDRES -- En cuestión de días, Gran Bretaña disputará su primera final de Copa Davis desde 1978. Una ecuación que hoy puede resultar natural, desde la sola presencia de Andy Murray, N°2 del mundo, y el aporte de su hermano Jamie, reciente protagonista en las Finales ATP de dobles. Pero que en verdad responde a un proceso más que particular, y que necesitó del estrellato ocasional de un heterogéneo elenco de "héroes anónimos"...

La historia comienza en 2010, en paralelo con la primera serie de Leon Smith al mando del barco. El solo nombramiento del nuevo capitán era un guiño hacia Murray. Atrás quedaba la etapa de John Lloyd, quien en repetidas ocasiones había criticado públicamente al escocés por no ser parte del equipo. Adentro, entonces, quien fuera entrenador de Andy en sus épocas de juveniles.

Aunque el contexto superaba los nombres: porque en el debut de Smith, Gran Bretaña debía jugar una instancia impensada ante Turquía para no caer al Grupo III de la Davis, la cuarta y última división del certamen en la zona europea, que hoy por ejemplo integran San Marino, Liechtenstein o Macedonia. Y, por la cercanía de fechas con Wimbledon, Andy todavía privilegiaba el circuito.

Otra vez sin el as de espadas, Smith recurrió entonces a Jamie Baker (253°) y James Ward (301°). Baker sumó su primera victoria por los puntos en el torneo, y Ward sorprendió a Marsel Ilhan, por entonces 103° del mundo. Global de 5-0 en la serie, la primera con victoria en tres años. Soga desatada del cuello y una declaración de principios con firma única: "Aquí no hay nada para festejar. Solo un espacio desde donde reconstruir...".

Andy volvió en 2011, después de haber disputado solo dos series en los cuatro años previos. Y con sus cinco victorias en cinco partidos, Gran Bretaña subió rápidamente al Grupo I. Pero el recorrido del escocés era simple protocolo para ser parte de los Juegos de Londres 2012. Curiosamente, un punto de quiebre en su vida profesional...

"Yo trato de decidir en función de lo que es mejor para el equipo y para mi carrera", explicaba Murray por aquellos años. ¿Cómo podría ser positivo para sus compañeros no tenerlo en cancha? "Es importante que los jóvenes se acostumbren a ganar", insistía. El segundo tramo del argumento era lineal: "En el fútbol es común escuchar a un entrenador quejarse por cómo vuelven los jugadores después de participar con la selección. Yo hubo más de un partido en la Davis que lo jugué lastimado. Hay que saber poner las cosas en perspectiva".

Tras aquel reverdecer de Murray en la Davis, corrieron ciertamente otros dos años sin que fuera parte del equipo. Sin su aporte, pasó de largo la chance de jugar playoffs en 2012, tras caer justamente con Bélgica. Un año después, parecía repetirse la historia contra Rusia, al arrancar 0-2 en casa. Pero entonces llegó el día que lo cambió todo...

Con la serie en pie tras el triunfo británico en el dobles (presencia incluida de Jonathan Marray, campeón de Wimbledon 2012), Ward (por entonces 214°) frenó en cinco mangas a Dmitry Tursunov (67°) y le dejó el capítulo final a Dan Evans (325°), una suerte de antihéroe inglés que reconocía "no entrenar demasiado porque hay otras cosas que disfrutar en la vida", pero que dio la talla en el momento indicado y desarmó en sets corridos a Evgeny Donskoy (83°) en el quinto punto. Hazaña concretada, repechaje asegurado y teléfono para Murray...

Andy efectivamente recogió el guante en los playoffs ante Croacia, volvió a ganar sus tres puntos en la serie y decididamente cambió el chip: "No veía el sentido de que estuviéramos en el Grupo Mundial, porque no estábamos listos para ello. Quería que los jóvenes dieran un paso adelante, tomaran experiencia. Hoy tenemos equipo para hacer un buen papel". Sus palabras cerraban un círculo. Y otra etapa comenzaba en el tenis británico.

Desde aquel triunfo en Umag, Murray disputó ininterrumpidamente seis eliminatorias de Copa Davis, con 15 victorias en 16 partidos. Las series que le permitieron tener descanso fueron gracias a nuevas sorpresas de Ward (éxitos sobre John Isner y Sam Querrey), un jugador que apenas pisó dos semanas el Top 100 ATP en su carrera, pero que parece hecho a medida de este torneo.

El liderazgo del escocés no se reducía a lo que pasaba en cancha. Murray arengaba públicamente a Evans por su irregularidad en el circuito, se asumía como mentor de Kyle Edmund, promesa sub 20 de la ATP, y hasta oficiaba de juez en la polémica interna por el caso de Aljaz Bedene. Pero algo tenía claro: "Los equipos de un solo jugador no ganan la Copa Davis".

"Lo que ha hecho Andy es sencillamente increíble, por toda la presión que sufrió en los últimos años. Pero nosotros ganamos como equipo o perdemos como equipo", le decía el propio Edmund días atrás a ESPNtenis.com. Hoy el nacido en Sudáfrica parte como favorito para ser su escolta en singles, por delante de Ward y Evans, y hacer nada menos que su debut en la Davis. En una historia con tantos héroes inesperados, el libreto parece ser inmejorable...

Murray, por lo pronto, ya viene entrenando hace varias semanas en polvo de ladrillo, aun cuando en el medio tuviera que competir en las Finales ATP. Exigencia de físico a la orden del día, para quien ahora no parecen correr más los paralelismos con el fútbol. Hoy la perspectiva es otra.