Ponerle carátula a ciertos logros deportivos es, a veces, un vicio periodístico, una necesidad mediática. Rotular un éxito, teniendo en cuenta la magnitud de lo conseguido, se convierte, otra veces, en obligación.

Corleto camino a un histórico try

Con el triunfo en el Stade de France, todavía caliente, ya hay coincidencia (o unanimidad) en que resultó el más grande de la historia de Los Pumas.

Hay varias causas que sustentan la categorización:

1) Fue en un MUNDIAL, en la fecha inaugural, con las expectativas francesas y universales al máximo
2) Se le ganó al organizador, país de peso en el concierto internacional, el cual nunca había perdido en la fase inicial.
3) Se superó al tercero del ranking IRB, candidatazo por localía y por rugby.
4) Se dio un gran paso (todavía falta un largo tramo) hacia el grupo de los ocho, instancia alcanzada solamente en 1999.

Además, yendo a una escala más general, este debut será, como mínimo, top cinco en la lista de sucesos unitarios del deporte argentino. Nos referimos a una nómina imaginaria, que no contiene Campeonatos Mundiales, Olimpicos o Grand Slams, y que está reducida a hechos impactantes sin la consecuencia directa de un trofeo, como, por ejemplo, las victorias del seleccionado de básquetbol sobre Dream Teams o los golpes recientes de Guillermo Cañas sobre Roger Federer (especialmente el primero, porque le rompió un invicto que ponía en peligro el récord de Guillermo Vilas).

Los Pumas brindaron una doble muestra de madurez. En la cancha, mostrando la autoridad de un protagonista del nivel superior, colocándose a la altura de la exigencia, manejando mejor los momentos de un encuentro muy equilibrado y achicándole al favorito los márgenes de movimiento. Y luego, una vez escrito el capítulo glorioso, tomando lo ocurrido con tanta felicidad como cautela, enviando un mensaje claro: "se dio un buen paso, pero no nos conformamos con una gran victoria, vinimos en búsqueda de un gran torneo." Es la mejor postura, la de un plantel con aspiraciones, conocedor que el libro gordo del deporte rebalsa de batacazos que luego no tuvieron continuidad en los resultados posteriores dentro del mismo certamen.

Es cierto, aun no se cumplió el objetivo esencial de la clasificación, y hasta podríamos aceptar que, en las matemáticas de la zona, la situación no varió demasiado en el sentido que el acceso a cuartos, quizá, como lo señalaban los cálculos previos, se decida recién en la última fecha contra Irlanda. Si bien la gran ganancia, por ahora, estará en lo anímico, este comienzo inolvidable hará diferente la espera. Y, según lo que ocurra entre franceses e irlandeses el 21 de setiembre, la Argentina puede quedar clasificada el día de la primavera, o enterarse que solamente obteniendo un punto bonus contra el equipo del trébol, se meterá en la siguiente rueda.

Lo habíamos planteado en el contacto anterior. El sorteo impedía garantizar que el mejor equipo de la historia Puma tendría la mejor ubicación de todos los tiempos. Ahora ya sabemos que, en el peor de los casos, se llevará en el equipaje el mejor triunfo de la historia. Y ese rótulo, por lo exhibido en la apertura y por lo que resta de la competencia, corre peligro de cambiar de partido...
BUENOS AIRES -- Está claro que Los Pumas siempre lograron su mayor reconocimiento por el corazón, la garra y la mística. Ese coraje que para otros, más nutridos física y técnicamente, significó un valor agregado, para la Argentina se convirtió en bandera principal.

Hernández, entre los mejores.. ¿del mundo? (AP)

Muy cerca de iniciarse el más largo de los Mundiales y, quizás, el más previsible (desde la participación de Sudáfrica siempre cuatro de las cinco grandes potencias conformaron el cuadro de semifinales), el equipo de Marcelo Loffreda cuenta con integrantes que, por antecedentes y presente, permiten no depender, como en otras oportunidades, únicamente de arranques temperamentales. Evitan utilizar el término hazaña ante cualquier impacto. Hacen que quedar cerca (como tantas veces) ya no sea tan bueno.

Los Pumas, más allá de la dificultad de establecer comparaciones coherentes con el pasado, jugarán la sexta Copa con el mejor plantel de la historia. Por cantidad de test matches acumulados (850 en total y 482 en la formacion inicial), por las victorias conseguidas en los últimos cuatro años, por los curriculums engrosados en Europa, por el aprendizaje del cuerpo técnico en el Mundial anterior (situación que el fútbol no ha gozado desde 1990).

Este pack de argumentos no ofrece discusión. Por ejemplo, hubo siete argentinos en la final del torneo francés. Uno de ellos fue capitán del campeon, otro la figura desequilibrante, y un tercero pieza vital del perdedor...

Además, en otras etapas era imposible pensar que un primera línea (Pedro Ledesma) que hubiera participado de semejante partido cumbre en el Stade de France, no estuviera en la lista. Y esto no oculta una crítica al proceso de selección, sino que marca las variantes de que dispuso el entrenador.

Paradójicamente, tener el mejor equipo de la historia mundialista no garantiza la mejor producción de la historia. Ni siquiera nos permite instalarnos en esta sala previa con la confianza de contar con muchas posibilidades de pasar a la segunda fase. Por el sorteo y por aristas de la preparación rumbo a Francia.

De por sí, enfrentar a los organizadores (siempre miembros de peso de la IRB) nunca es una buena noticia. Más allá de lo que se pueda comprobar, nadie imagina al local y segundo en el ránking universal, cuyo entrenador es el futuro Ministro de Deportes (asumirá apenas termine el torneo), sufriendo por la clasificación o quedando de cara al Haka en cuartos de final.

La Argentina es un gran protagonista para un partido inaugural, pero en su rol de invitado: es un equipo con pergaminos, de primer nivel, que puede generar un encuentro atractivo como imagen inicial, pero GANABLE. De hecho, así ocurrió en las dos ediciones anteriores...

Tambien es cierto que ante un resultado negativo en el arranque no corresponderá señalar sólo sombras y conspiraciones. El camino incluyó un afinamiento físico inédito, el cual también generó una buena cantidad de contratiempos.

En cuanto a expectativa mediática, triunfos precedentes, métodos innovadores (salvando las diferentes épocas) y rugbiers tocados, esta previa tiene similitudes con la de 1987. Claro que esta vez no habrá ningun Fiji sorpresivo. Caer frente a Francia o Irlanda está dentro de cualquier mazo.

Habrá que ver si esto significa liberación, motivación, resignación o conformismo. Las respuestas comenzarán a aparecer el viernes. Las dará el mejor equipo de la historia argentina en Mundiales. ¿Será también la mejor actuación de la historia?

Los que creían que Roger Federer, al igual que Borg, Rosewall y Nastase, había levantado un trofeo de Grand Slam sin ceder sets, están equivocados.

Luke Bourgeois, australiano, casi 30 años, con alguna semejanza a Patrick Rafter en lo físico y ninguna en lo tenístico, frecuente visitador de Futures, aislado participante en Challengers, actual 369° del ranking, le ganó en este Abierto de Australia...

Faltaban un par de días para comenzar la primera cita Major. El sol, vertical e impiadoso, caía sobre el vacío Rod Laver Arena. Tony Roche, con su gorrito amarillo y raqueta en mano, de espaldas a la cabecera donde se ubican las autoridades oficiales, no paraba de sonreir.

Nosotros, debajo de la arcada por la cual entran y salen los protagonistas cuando hay acción oficial, no dejabamos de asombrarnos. Y no tanto por estudiar de cerca al Gran Roger sino por lo que hacía su adversario en el tie break estipulado.

Federer posa con su trofeo en Melbourne

Luke, que nació en Sidney y vive en Inglaterra, lo jugaba... ¡¡con la mano!! No es sencillo, mediante palabras, darle la correcta dimensión a lo que hacía el amigo y peloteador del suizo.

Con gran manejo de la mano derecha y excelente técnica de lanzamiento (vinculada con una infancia de cricketero), luchaba, punto a punto, contra la raqueta más poderosa del planeta. Sí, a partir de perfecta movilidad y anticipo, atajaba los saques y las derechas de su encumbrado oponente. Si no la capturaba al primer intento, perdia el punto.

Imaginen, dentro de un clima muy distendido, con bromas permanentes entre ambos, como fue el festejo del australiano. Terminó dando una vuelta olímpica y celebrando una victoria (8 a 6), que luego, durante dos semanas, nadie consiguió, ni los misiles de Djokovic, los martillazos de Robredo, las puñaladas de Roddick o las bombas de González. Sin saberlo a esa altura, presenciamos la única caída de Rogelio en Melbourne Park.

Mientras el circuito, cruel en exigencia física y psicológica, provoca altas y bajas en los humanos que lo integran, Federer, extrarrestre, no sufre nada de eso.

Su dominio, cada vez más ostensible, comienza por lo mental. Ha logrado que las instancias favorables de sus adversarios sean armas de doble filo, auténticos boomerangs.

Un break o set point en contra se convierten en su comida favorita. Se alimenta de ellos, se impulsa y los aprovecha para agigantar la imagen de invencibilidad.

En el cotejo definitorio, cuando escapó del 4-5 y 40-15 con saque de González, la sensación generalizada, e inequívoca era que se había terminado el parcial y, para muchos... ¡el partido!

Hay números que evitan palabras: fue el primero en ganar tres Grand Slam por lo menos tres veces cada uno. El próximo mes quebrará el récord de mayor durabilidad en la cima del ranking, el cual, hasta el 26 de febrero, le pertenecera a Jimmy Connors. Pobre Andy Roddick, no perdona ni a su prestigioso entrenador...

Fernando González hizo un gran torneo y una buena final, considerando que enfrentó al hombre destinado a ser el más grande de todos los tiempos. Se mostró suelto, libre (con el capaz y apasionado Horacio de la Pena quizá estaba más pendiente de los patrones de juego establecidos sin leer tanto lo que pasaba en la cancha), haciendo ahora lo que le reclama la situación y no lo que le pedía su ansiedad por terminar el punto. Ya es top cinco y la próxima misión será consolidarse en esa elite.

Ya se cumplió su primera cita de Grand Slam. Y el tenis masculino, de seguir así, antes de lo esperado, dejará de ser dividido por la denominación de era abierta.

En Melborune se afirmó la candidatura para que la separación de epocas sea "antes y después de Roger".

Serena Williams tiene algo comparable con Federer: el espíritu de campeona. Lejos de la continuidad y la voracidad de gloria del rey masculino, habiendo jugado sólo cuatro torneos en la temporada anterior, tambien impone supremacia mental.

Aunque haya dicho que muchos la tratan de gorda sólo porque "no tengo cola y pechos lisos", está claro que dio ventajas en sus desplazamientos. No obstante, se fue afinando en lo tenístico y físico con el correr de la competencia y logró que el cuadro femenino no tuviera final.

Serena gana y festeja más allá de las críticas

Maria Sharapova tuvo su porcentaje más bajo de primeros saques en Majors y lo pagó caro, con una paliza en una 1 hora y 3 minutos.

Toda la fortaleza y la integridad que le sobró a la numero 81° del mundo para producir un enorme comeback, le faltó al PADRE Y ENTRENADOR de la rusa. Yuri, que da el perfil de malvado para una pelicula de Austin Powers (no le alcanza para una de James Bond), vio el encuentro cumbre entre perplejo y enojado porque Maria era avasallada.

Apenas concluido el partido, dejó el palco, fue hasta la puerta del restaurant de jugadores y se quedó caminando nerviosamente por allí, abriendo y cerrando la tapita de su celular, espiando un televisor que mostraba cómo preparaban el court principal para la ceremonia de premiación.

Jugueteaba con una botella de agua mineral hasta que arrojó parte de su contenido al piso y terminó la patética escena eligiendo la puerta incorrecta para salir al exterior... en consecuencia, chocó su cara con el vidrio antes de abrir la adecuada para ingresar al jardín... Al mismo tiempo su HIJA Y PUPILA, quien había perdido simplemente un partido de tenis que, por supuesto, quería ganar, empezaba su discurso...

Estamos transitando un Grand Slam masculino que no tuvo semifinales. No hubo partidos. No existió competencia. En un escenario acostumbrado a recibir recitales de altísimo nivel, el Abierto de Australia ofreció dos conciertos.

Uno de exquisita música clásica. Otro de puro heavy metal. Vayamos por orden cronológico de acceso a la final...

***

En una cabecera del Rod Laver Arena, donde, en la parte superior, se sitúa el palco de autoridades, hay un espacio subterráneo destinado a la televisión, ubicado un metro por debajo de la línea de la superficie.

Presenciar tenis desde allí, aun separado de los actores por un blindex, es un auténtico privilegio. Y verlo a Roger Federer mucho más. Dicha posición permite, especialmente cuando el jugador está de espaldas, observar con mayor claridad la movilidad, el anticipo, la lectura del juego.

Roger Federer: la perfección llevada al tenis

El suizo casi siempre sale antes o, en el peor de los casos, en el mismísimo momento que el rival impacta. A veces, hasta da la sensación de que expande un campo magnético que atrae la pelota.

Todo fácil. Una derecha punzante, aun en ángulos desfavorables. Un revés con slice de manual. Passings cruzados y paralelos extrafinos. Saques hirientes y variados. Voleas de marca registrada.

Y, además, ojo de halcón. Acertando en desafíos que parecían no tener fundamento.

Roddick, a partir del 4-3, se enfermó de impotencia ante semejante repertorio. Federer no lo dejó ni fallar. El estadounidense cometió 18 errores no forzados. Una cifra que no es dramática ni, habitualmente, causante de una derrota amplia.

Lo que allá por el 2004, cuando se enfrentaron en la final de Wimbledon, asomaba como el gran clásico moderno, dejó de generar incertidumbre en cuanto al ganador. El número uno del mundo obtuvo 13 de los 14 partidos que disputaron...

En Shangai, un desconsolado A-Rod, luego de desaprovechar tres match points en el segundo tie break, había declarado que "si no le gane hoy, no sé cuándo podré hacerlo". A su presunción no le faltaba razón. En Melbourne estuvo a kilómetros de inquietar al gran Rogelio.

El mismo lugar de observación, al día siguiente, nos permitió tomar otra dimensión del punto más fuerte de Fernando González. No es novedad que la derecha le corre más que a nadie en el circuito (Federer es el único que puede provocar tanto daño con ese golpe).

González está más sólido con cada partido

Sin embargo, desde dicha perspectiva se hace muy notorio lo complicado que es controlarla para sus rivales. Según Larry Stefanki, quien entrenó a John Mc Enroe, Yevgeny Kafelnikov y Marcelo Ríos cuando cada uno de ellos tocó su pico de rendimiento, "habría que remontarse hasta Ivan Lendl para encontrar un drive tan devastador en el circuito".

La estadística del chileno en la semifinal fue escalofriante: 42 winners y sólo 3 errores no forzados, cometidos todos en el segundo parcial.

El saque se mantuvo como un aliado fiel del Bombardero de la Reina. Por segundo encuentro consecutivo no sufrió quiebres y, ni siquiera, le dio a Haas una posibilidad de break.

El aleman soportó, durante varios pasajes, la fórmula que en su país se cansaron de elogiarle a la multicampeona Steffi Graf: un revés con slice capaz de resistir hasta que la terminante derecha tuviera la oportunidad de entrar en acción.

El aspecto mental resulta otro de los factores que lo ha colocado en su primera final de Grand Slam. No sólo por la mejor lectura de lo que ocurre, sino por la serenidad que mostró en cada desplazamiento.

" Es cierto, lo comentábamos con Larry en el vestuario... No tuve nervios, más allá de los lógicos para la situación. Lo tomé con bastante calma" decía el tercer sudamericano en alcanzar el cotejo decisivo de este torneo en la era abierta y que puede ser el primer hispanoparlante en levantar el trofeo desde Guillermo Vilas en 1979.

***

El Abierto de Australia tiene la mejor final, según el juego expresado por los protagonistas durante estas dos semanas. Ya quedó presentado el menú musical del domingo. O habrá delicada música clásica con intérprete suizo. O habrá heavy metal, con un gran percusionista chileno intentando provocar un ruido que recorra el mundo.

El circuito femenino no podía aspirar a dos semifinales mejores que las que ofrecerá este primer Major: por contenido deportivo, marketing, atractivo estético, presente, pasado y carisma de las participantes.

Una jugadora que está reeditando, desde el puesto 81°, sus libros de campeona: Serena Williams, a quien los aires del Yarra River le sientan muy bien, ya que ganó aquí 21 de sus últimos 22 cotejos. Su espíritu ganador está inalterable, excede, valga la frase, cualquier exceso de peso que pueda tener.

Una adolescente de 17 años, que nació en Alemania, creció en Praga y es un producto de la Academia de Nick Bolletieri (entrenada por su padrastro, Alex Kodat) como Nicole Vaidisova, que ya estuvo a un par de puntos del top 4 en Roland Garros. La checa, desde sus 183 centímetros, no le teme a nadie.

Vaidisova es la revelación del Grand Slam

"Claro que respeto a Serena, cuando yo tenía 11 o 12 años era alucinante verla entrenar en la Florida... ahora la situación es otra...".

Una joven experimentada de 19 años, imagen de la WTA, perseguida, a cada paso, por una estela de glamour y requerida modelo publicitaria, como María Sharapova.

La rusa, a quien, físicamente, le vinieron estupendas sus vacaciones en Costa Rica, tuvo que correr, otra vez, más de dos horas para avanzar y eliminar a Chakvetadze, luego de cometer 41 errores no forzados y sobrevivir a un 3-5 en el primer parcial. Hasta ahora, sin un tenis afinado, ha sido rescatada por un detalle que distingue a las mejores: imponerse aún sin jugar bien.

Una veterana (de 23 años!!!!!!!!!) quien, en su décima temporada como profesional, sigue en ascenso, ex novia de la estrella local Lleyton Hewitt y actual del basquetbolista estadounidense Brian Lynch, como Kim Clijsters.

La hija de Leo, el MVP del fútbol belga en 1988, pese a sus 62 errores no forzados y a parecer envuelta por las propias dudas y la teleraña de Hingis, salió adelante. Y como lo que no te mata te fortalece, se puede decir que agrandó su figura de máxima aspirante al título. Claro que este jueves estará ante Sharapova, que se llevó el par de enfrentamientos que tuvieron en el 2006, ambos sobre cancha dura.

El ambiente más transitado por los jugadores en este Abierto de Australia, desde donde salen hacia los distintos courts (una ceremonia muy especial en los días iniciales debido a la congestión de protagonistas de primer turno de competencia), donde se encuentra el mostrador para solicitar hora de entrenamiento, donde se detienen para observar en los plasmas -aunque sea brevemente- la suerte de los colegas, casi no tenía habitantes.

Robinson Mendez, chileno, número 16° en el ranking del circuito de tenis sobre silla de ruedas, esperaba a Fernando Gonzalez, quien debía darle una entrada para los cuartos de final en el Rod Laver Arena.

Está en una semi de Grand Slam por primera vez

El de la Reina caminaba hacia el vestuario con un par de auriculares y mirando sin ver a su alrededor, abstraído del entorno. Hasta que probamos con un toquecito en la espalda no había reparado en la presencia de seres humanos en el perímetro: "Disculpen, no los vi, vengo casi dormido".

Su estado previo a la cita que lo podía colocar, por primera vez en su carrera, en semifinales de un Grand Slam, era de relajación total.

Y dicha serenidad se transladó al estadio principal del Melbourne Park. Un saque hiriente y, nuevamente, la correcta identificación de cuándo usar la derecha como arma mortal, no le dieron alternativas a Nadal.

La lesión en el gluteo izquierdo que confesó luego el español ("no quiero desmerecer a Fernando ni mucho menos, pero no tuve chispa, no fui buena medida de su evolución que, sin duda, la ha tenido") no le quita méritos al nivel del ganador.

Rafa, aún dolorido, se quedó en la cancha buscando que se le abriera alguna puerta. González le cerró todas. No dudó y liquidó el duelo con autoridad.

Hasta el Nadal al ciento por ciento podría haber perdido ante semejante oposición. El chileno mantiene las sensaciones que empezó a experimentar cuando destruyó a Hewitt: "jugando así no tengo techo en el torneo". Jugando así seguramente el domingo se encuentre con el techo del ATP tour: el gran Roger Federer.

Las luces del Abierto de Australia han enfocado, como de costumbre, a los protagonistas lógicos, a los buenos y conocidos del ránking y de siempre. La sala principal de conferencias (la más chica de los cuatro Majors) siempre es un buen termómetro de las expectativas que generan los protagonistas. La forma de medirlas es fácil: cantidad de periodistas y duración de la reunión.

Federer, el más requerido por los periodistas

Allí Roger Federer se cansó de responder luego de la auténtica sinfonía que brindó ante Novak Djokovic, enviándole un clarísimo mensaje a la nueva generación, la cual deberá esperar el abordaje a la elite hasta que el suizo termine de romper todos los records que se propuso. Por lo pronto, el gran Rogelio está mucho mejor que el año pasado a esta altura del torneo.

Allí Rafael Nadal, antes de la batalla con Andy Murray y sin saber todavía lo que el escocés lo haría correr, se mostró aliviado y optimista luego de disputar su mejor partido de la temporada contra el suizo Wawrinka.

Allí Maria Sharapova paseó su glamour y felicidad por su acceso a cuartos de final, en un recorrido que está yendo de menor de mayor, de un sofocante debut al tenis más fresco que desarrolló contra Zvonareva.

Allí Serena Williams, con su inseparable cartera de la marca deportiva que la viste (cuando sale de la cancha parece una señora, algo excedida en peso, rumbo a la peluquería) se rió de los que piensan que está gorda y no puede volver al máximo nivel. La ecuación hasta aquí no ofrece dificultades: más kilos pero igual espíritu de campeona.

Allí hablo Kim Clijsters con la misma firmeza que exhibió en el juego. Nadie se le resistió. Lo más complicado que atravesó, en una ruta sin pérdida de sets, fue el segundo parcial frente a la dulce Hantuchova (7-5). La belga asoma como la principal candidata y Vaidisova como la amenaza.

Nalbandian y un anuncio que traerá interrogantes

Allí David Nalbandian, sin animarse a un NO definitivo, explicó las causas del complicado panorama para participar del cotejo de Copa Davis en Austria. Pero ya el capitán Mancini regresó a la Argentina con la idea que el equipo lo formarán Acasuso, Cañas, Del Potro y Sebastian Prieto.

Allí estuvo Fernando González, quien quizá no centralizó tanta atención como su tenis mereció. Contra James Blake no bordeó la perfección como en el encuentro de tercera rueda, sin embargo, en una jornada ventosa, el chileno aplicó ráfagas excelentes. En el primer set para salir de un 4-5 y 0-40. En el segundo para revertir un 1-4. Y en el tercero para no darle esperanzas al estadounidense que había levantado dos match points y se había colocado 6-5.

El servicio (18 aces) y la derecha (21 winners) lo rescataron en pasajes adversos. Más maduro e identificando mejor los momentos para convertir a su drive en un arma mortal, el Bombardero de la Reina no quiere parar y aspira a llegar, en principio, a su primera semifinal de Grand Slam.

La sala principal de conferencias es el termómetro. El último que hable allí, y después apague la luz, será el poseedor de la gloria.

La lluvia le había impedido practicar de cara a su próxima actuación. Quizá obligado por la multitud de colegas que había en el restaurant que utiliza la mayoría de los protagonistas, esperando que el Abierto de Australia, transformado por un día en Wimbledon, recuperara su identidad climática, decidió alimentarse en el lugar donde habitualmente lo hace la prensa.

Federer, uno más a la hora de comer

Y ahí estaba. Solo, con el gran raquetero a sus espaldas, como si fuera un junior, aguardando, detrás de nosotros, su turno para solicitar un sandwich de pavita. "Con un poco de tomate, y mayonesa, y, si tiene, champignones, por favor..."

Lo pidió en inglés, lo pudo haber hecho en alemán o francés, quizá en italiano, como cuando cambia el chip del lenguaje en interminables reuniones periodísticas. Parecía uno más, terrenal. Una imagen imposible de vincular, dentro de un planeta de pecados capitales deportivos, con un número uno, con un joven destinado a despedazar récords, a reeditar los libros de estadísticas y a colocar apéndices en los de técnica.

Así es Roger Federer. Se mueve en los alrededores como adentro de la cancha. Con naturalidad, con esa comodidad excesiva que lo ha hecho casi invencible durante la última temporada. Feliz con su rol de ejemplo.

Y dentro de este Grand Slam mixto, que obliga a jugar con aire acondicionado o agobiante calor, con altísima humedad o sin ella, con cielo abierto o techo cerrado, David Nalbandian entregó otro acto de supervivencia.

Hay cientos de títulos de películas que pueden graficar su producción. Desde Gladiador, por su enorme espíritu de combate, a La Terminal, porque, desde la primera rueda, parece ubicado en el Aeropuerto de Melbourne, con tarjeta de embarque en mano, y, sin embargo, los que se van, inexorablemente, son los rivales. Otra vez el film tuvo combinación de acción, suspenso y drama.

A Nalbandian le costó, pero encontró el camino

Otra vez atravesó una situación crítica. Otra vez ganó. A diferencia del serbio Tipsarevic, el duende Sebastien Grosjean aparentaba entereza. Había ganado los dos primeros sets mediante un sólido servicio, buenos contraataques de derecha cada vez que le daban ángulo, subidas oportunas a la red y un revés variado, de mantenimiento, hasta encontrar la puerta por donde lastimar. La eliminación era inminente: 4-5 y 0-40, debido a que los lances del francés despintaban las líneas.

No obstante el argentino brindó, a partir de allí, un game perfecto, conservó su saque y marcó la tendencia anímica del encuentro. Sin su revés galáctico funcionando a pleno (aplicó mas winners con la derecha), soportando la molestia de una tendinitis rotuliana que no cesa ("Sinceramente no estoy bien, pero es lo que hay"), subiendo a la red con mayor frecuencia que la habitual ("era lo que pedía el partido") y generando cinco o seis toques para adjudicarse la jugada del dia en SportsCenter, Nalbandian se metió, por quinta edición consecutiva, en octavos de final del Abierto australiano.

Su futuro es incierto a causa del inconveniente físico. No existe incertidumbre, de ninguna manera, en la lucha que ofrecerá. Ya superó cinco match points, ya estuvo frente los leones en un par de oportunidades, y salió ileso...

Luego de la prueba de supervivencia (incluyó calambres en la sala de prensa mientras le realizábamos una nota) que atravesó contra el serbio Tipsarevic, David Nalbandian ofreció una muestra de autoridad frente a Nicolás Lapentti, para seguir avanzando en el Abierto de Australia.

Nalbandian: de casi afuera a casi en octavos

Esta vez la película no tuvo mezcla de géneros: sólo ritmo de comedia, con final feliz. La búsqueda de claves para la tercera victoria consecutiva sobre el ecuatoriano arranca con un servicio que soportó sólo un par de breaks y ningún rompimiento. Continúa con devoluciones ajustadas en el séptimo game de los dos primeros sets y síntonia fina en la utilización de drop-shots y cambios de velocidad. Y termina, por supuesto, con la exhibición habitual de jerarquía para sacar adelante este tipo de encuentros.

De estar muy cerca de modificar su hoja de ruta y volverse antes a la Argentina, pasó, en un par de días, a pensar cómo vencer al duende Sebastien Grosjean para ubicarse en octavos. De no perturbarlo la tendinitis rotuliana, y con minutos gratis después de caminar por la cornisa en la primera rueda, Nalbandian puede ser, por cuadro y virtudes propias, todavía más peligroso que cuando inició esta aventura.

"La lesión me molesta pero la pude llevar bien. Lo que más quiero es que los partidos no se extiendan y por suerte contra Nico lo pude lograr", declaró el argentino, que disputó once sets en el historial con Lapentti y en nueve terminaron 6-4.

Fernando González impuso una característica que, a veces, distingue a los top: ganó sin jugar bien. Disconforme con su revés con slice y sorprendido por el nivel de saque y devolución de Juan Martín del Potro, el Bombardero de la Reina, acostumbrado a noquear, transpiró mucho hasta ganarlo por abandono.

"Me faltan cosas en este tipo de partidos. Tengo que seguir trabajando el físico. Las tres veces que lo enfrenté estuve cerca, pero nunca pude" dijo el argentino, que ya asoma como presente y es, sin duda, el mejor futuro del tenis de su país.

Del Potro perdió pero jugó un gran partido

De hecho, antes de dejar Melbourne Park, alrededor de las 22 horas, cuando ya el restaurant de la sala de jugadores tenía muy pocos testigos, se reunió con Luli Mancini ante la chance concreta de una convocatoria para el equipo de Copa Davis.

Juan Ignacio Chela, el primero en acceder segun la cronología de la jornada, completa el trío latinoamericano en la tercera rueda. Entre su firmeza y el calor derritieron la roca de hielo que a veces significa el finlandés Jarko Nieminen. El Flaco le hizo daño con la derecha (15 winners) y el revés paralelo y tuvo mayor solidez para meterse en la siguiente instancia.

Ahora se medirá con el escocés Andy Murray, el último vencedor en el circuito de Roger Federer, que es entrenado por Brad Gilbert (ex coach de Agassi y de Roddick) y que viene de hacer un trabajo físico en California con Michael Johnson, récordman mundial en 200 y 400 metros y poseedor de cinco medallas de oro olímpicas.

El argentino, que se siente cómodo con la superficie y está pleno de confianza, más allá de una torcedura de tobillo, le ganó con facilidad en el debut de la edición pasada. Claro que la situación ha variado y el que ahora larga como favorito es el británico, quien, en una nota que le realizamos para SportsCenter, repartió los porcentajes y posibilidades en un "50 y 50".

Hay pronosticos que fallan, por suerte.

Al igual que en la segunda jornada, cuando debió aplicarse la ilógica regla del calor extremo (se puede seguir jugando con más de 35º grados pero no empezar un partido), para este miércoles se esperaba una altísima temperatura (37º C), según lo anunciaba la cartelera que se encuentra a la salida del vestuario principal, debajo de las tribunas del Rod Laver Arena.

Nalbandian había sufrido el calor el martes

Sin embargo, sólo por un ratito el sol se atrevió a pasear por Melbourne Park y, en consecuencia, la programación nunca corrió peligro de suspensión.

Hay pronósticos que nunca fallan, por desgracia.

Así debe pensar casi todo el circuito, el que no integra esa sala VIP, superexclusiva, que sólo habita Roger Federer. El suizo, quien a partir del 4 -5 y saque de Phau en el primer set del debut, terminó definitivamente con sus vacaciones (incluyeron 15 días en las Islas Maldivas y la decision de no participar en Doha) ya parece enfocado en la defensa del título.

El peso de su camiseta y de su tenis hacen que no le haga falta entregar el ciento por ciento para poder atravesar todas las etapas necesarias y así obtener su décimo Grand Slam.

Aunque este año, a diferencia del anterior, el sorteo le colocó en el camino, para un posible partido de octavos de final, a Novak Djokovic, preclasificado número 14, pero, hoy por hoy, el rival más temible que puede encontrar.

Djokovic, un rival de temer para Federer

El serbio, fanático del fútbol, hincha del Estrella Roja, admirador de Maradona, limpió a Nico Massú y a Feliciano Lopez en el par de ruedas iniciales. Al Vampiro lo hizo sentirse mal dentro de la cancha y al español no le dejó ninguna puerta abierta.

Este joven de 19 años, asentado físicamente, parece haber conseguido más aire (a partir de una operación de tabique nasal) y más potencia. Realmente desbordante. Si no lo traiciona la magnitud del evento y la imagen del adversario, Rogelio tendrá que exhibir su mejor versión si pretende avanzar a la instancia cumbre. Pero ese diagnóstico será tema para los próximos días.

Hay pronósticos que no se cumplen, lamentablemente.

El tenis latinoamericano no tuvo un buen comienzo en esta primera cita major. Ya sin representantes femeninas, este jueves habrá un par de cruces sudamericanos (Nalbandian - Lapentti y González - Del Potro) que seguirán limitando la cantidad de los que mantengan actividad en singles. En el mejor de los casos habrá cuatro jugando el sábado en la tercera rueda...

AL INICIO