Me he valido de la gentileza y de la profesionalidad de la colega del arte de la comunicación Shannon Drayer para poder entrevistar a mi invitado de esta semana, una de las figuras más importantes en el mundo del béisbol, el doctor Lewis Yocum.

Sandy Koufax no pudo beneficiarse de la operación llamada Tommy John (Getty Images)

El doctor Lewis Yocum es, en el universo que forma este deporte, a quien los equipos y superestrellas de Grandes Ligas le han confiado, en los momentos más difíciles, los brazos más importantes del béisbol.

S.D.: Dr. Yocum, usted ha ayudado a tanta gente en el mundo de los deportes y ha elevado la medicina deportiva a un nivel impresionante. ¿Si hubiera alguien en el mundo del deporte que a usted le hubiera gustado tener la posibilidad de ayudar y darle otra oportunidad para que pudiera volver a jugar, quién sería?

L.Y.: Es una pregunta un poco difícil de responder ya que hubo tantas estrellas que sus carreras terminaron prematuramente por causa de lesiones. Entre tantas personalidades la primera que me llega a la mente es Sandy Koufax, a quien tuve la oportunidad de conocer una vez a través de un colega en mi oficina. Él tenía unas habilidades increíbles y verlo retirarse tan prematuramente fue una gran pena. Su codo fue lo que en realidad le dio grandes problemas, algo que pasó justamente antes de la era de la cirugía de Tommy John, y él al igual que muchos otros fueron forzados a retirarse por algo que en estos días es operado de manera rutinaria con gran facilidad.

S.D.: Usted ha realizado tantas operaciones a tantos buenos lanzadores y atletas de otras disciplinas. ¿Hubo alguna vez una cirugía a la cual usted se haya dicho a sí mismo que es un milagro que esa persona esté de vuelta en el deporte, pues médicamente sus posibilidades de volver eran completamente remotas?

L. Y.: Siempre que uno ejecuta una operación por sencilla que sea, invariablemente queda una pequeña duda, los jugadores de béisbol por ejemplo, se esfuerzan tanto y se empujan a un nivel extremo por llegar y poder mantenerse en Grandes Ligas, que después que se lesionan hay en ellos una gran presión de regresar a su máxima capacidad de rendimiento y competición. Siempre queda la duda. ¿Qué pasará? ¿Volverá igual? Como médico uno siempre se pregunta cómo saldrá, ya que cada organismo es diferente, cada atleta es diferente aunque la operación sea sencilla.

S.D.: ¿Usted siempre les comenta a los atletas sobre la dificultad de la cirugía y lo que conllevaría la rehabilitación?

L.Y.: Claro que sí. Esa es quizás la parte más importante de todo el programa, el poder explicar al paciente todo por lo que tendría que pasar; muy difícilmente yo opero a alguien sin haberle estudiado antes y haberle explicado las complicaciones del tratamiento de rehabilitación. La cirugía de Tommy John es el mejor ejemplo que se puede dar, ya que si el paciente no está dispuesto a sacrificarse por todo un año para hacer la rehabilitación, de nada le sirve que se haga la cirugía. Muchas veces hemos convencido a muchos de que no se la hagan, pues ya están en el final de sus carreras y dedicarle todo un año a recuperarse sería demasiado para ellos. Otras veces, para mí lo más difícil es decirle a algún jugador que su carrera ya terminó, muchos vienen a mí en busca de la mano mágica que los devuelva a la gloria, pero la realidad es otra. Cuando un jugador pasa de los 35 años de edad, por ejemplo, es muy difícil para ellos regresar luego de una cirugía como esa, pues para cuando terminan el año de rehabilitación y se pueden poner en forma de juego ya estarán cerca de los 40 años. Algunos de estos casos casi siempre han tenido dos o tres operaciones más en su carrera deportiva y el tener que enfrentarse de nuevo a una situación semejante, los lleva, en su mayoría, a renunciar. Pero si el paciente decide hacerse la cirugía y entiende el sacrifico que se necesita, aunque sólo tenga un 5% de probabilidad, uno como médico tiene el deber de operarlo.

S.D.: ¿Usted cree que los lanzadores de complexión física pequeña y buena bola rápida tienden a lastimarse más fácilmente?

L.Y.: Me gustaría poder investigarlo y darme cuenta si es cierto o no. Muchas veces uno mira las estructuras físicas de lanzadores como Mark Lowe y las compara con alguien como Bartolo Colón y nos damos cuenta que no hay una consistencia que indique lo que ellos pueden hacer o cómo pueden lograr tener esa capacidad de rendimiento. Esto se ve muchas veces en el golf cuando una persona como Tiger Woods o Freddy Couples pueden pegarle a la pelota tanto o más lejos que los jugadores de mayor corpulencia. Yo creo en realidad que es más un regalo de Dios que cualquier otra cosa, son personas talentosas que hacen todo lo que pueden con los que Dios les dio.

S.D.: ¿Usted cree que la demanda de los equipos para tener lanzadores con bolas rápidas mucho más potentes causa que muchos de nuestros jóvenes se lesionen al tratar de lanzar más fuerte de lo que en realidad pueden?

L.Y.: Yo creo que cuando un lanzador llega a las mayores ya ha podido entender que no necesita sobretirar la pelota. Este es un nivel de béisbol sumamente fuerte y los lanzadores siempre tienden a desarrollar otro lanzamiento más que la bola rápida para poder permanecer aquí. Hay una cosa que cada buen lanzador de Grandes Ligas debe entender y es que para poder ser efectivo debe perfeccionar su mecánica de lanzar y no sobretirar la pelota.

S.D.: ¿Quiénes son los más probables en lastimarse? ¿Son los lanzadores de fuerza o los de control que lanzan muchas curvas?

L.Y.: Yo creo que ambos; el esfuerzo que hacen estos jugadores para lanzar la pelota por una zona tan estrecha es una demanda física extremadamente fuerte. Hemos visto casos como el de Frank Tanana, quien pasó de ser un pitcher de fuerza a uno de control. Un buen lanzador siempre se adaptará a lanzar con lo que tenga para poder subsistir.

S.D.: La ciencia ficción siempre ha albergado un espacio en las mentes de los amantes de este deporte. ¿Cree usted que con los adelantos médicos llegará el día en el que un jugador llegue a tener un brazo biónico?

L.Y.: Por más difícil que parezca yo creo que nunca los brazos biónicos serán aceptados en el béisbol. Varias veces han llegado personas a mi oficina pidiendo que les pongan el brazo biónico del Dr. Frank Jobe, quien fue el creador de la operación de Tommy John, pues buscan una segunda oportunidad en el béisbol. Yo he podido, a través de esta operación, devolverles la oportunidad de volver a jugar; no es un brazo biónico pero les devuelve la salud física que necesitan para regresar al campo. He tenido muchas veces que explicarles a los scouts y a los asistentes médicos de los equipos que cuando a un lanzador se le hace una operación de Tommy John eso no quiere decir que obtendrán una bola rápida mas potente luego de la rehabilitación, es tan sólo que volverán a tener su salud física 100% y eso los llevará a poder seguir su desarrollo como lanzadores.

Quiero expresar mi agradecimiento a la reportera Shannon Drayer por hacer posible que mis preguntas llegaran hasta el doctor Yocum y haber conocido algunos de los criterios médicos de ese gran doctor, quien nos ha devuelto a muchos de nosotros la oportunidad de volver a este deporte que todos amamos y que pocos entendemos su complejidad y mística.

KANSAS CITY -- Cuenta una vieja leyenda que después de haber creado el mundo, Dios mandó un ángel a la tierra a investigar como andaba su creación; luego de tres días el ángel volvió y el señor le preguntó "¿Cómo viste todo?" sonriendo el ángel le respondió que todo estaba perfecto, que la gente estaba contenta y que todos trabajaban en armonía. "Eso no esta bien" respondió el Señor con gran preocupación, "debo hacer algo" le dijo está vez mirándolo.

Al paso de varios días, El Todopoderoso mandó de nuevo al ángel a la tierra diciéndole "ve y observa y dime como está. El ángel estuvo tres días y cuando volvió Dios le preguntó "¿Y ahora cómo está?" El mensajero celestial llorando bajó sus alas y escondiendo el rostro le respondió que todo estaba mal, que reinaba la maldad y la destrucción, que los hombres se lastimaban entre si, que todo estaba descuidado y que nadie se apiadaba de nadie. "Aún está mal" le respondió el Señor bajando también su rostro.

Varios días más tarde el Creador le pidió de nuevo al mismo ángel que bajara a la tierra por tercera vez y que observara nuevamente, al cabo de tres días regresó el enviado y se presentó ante el señor y Dios le preguntó "¿Y ahora como está?" El emisario divino se puso las manos sobre la cabeza y respondió "¡ahora está vuelto todo una locura, en una esquina unos ríen, mas en la otra, otros lloran. Varios se aman y se protegen, otros se odian y se lastiman, unos quieren trabajar y los otros no quieren hacer nada.

En ese momento cuenta la historia que los ojos del señor se llenaron de luz y en su rostro se reflejó una hermosa sonrisa "¡Ahora si esta bien!" El ángel sorprendido por la respuesta, mirando al Altísimo le preguntó -- ¿Por qué dices eso mi señor, si todo está en discordancia? Cuenta la historia que Dios lo miró con dulzura y contestó "porque un mundo para ser mundo de todo debe tener".

Para sorpresa de muchos de ustedes, el mundo del béisbol esconde una amalgama de personalidades y de historias que se entretejen entre los hilos de la hermandad, hilos que sólo la necesidad de un consejo y la amabilidad de un alma noble puede hacerlos más fuertes al momento de revelar nuestros pasados a un corazón rebelde que se pierde en su propia opinión.

-"Pana no hagas eso" le dijo un compañero a otro al escucharlo decir que lo dejaría todo y volvería a su país. "sé que estás decepcionado porque el manager no te pone a jugar, pero no dejes que eso te desaliente."

"Tú lo dices porque eres prospecto y es fácil para ti decirlo" "Si es cierto que ahora soy prospecto, pero yo estuve a punto de perderlo todo por tener mala actitud"

El otro jugador se quedó sorprendido tras aquella respuesta y perplejo esperó por el final del comentario.

"Yo era un malandro muy malo cuando era jovencito, formaba parte de una pandilla y siempre estaba metido en líos. Cuando empecé a jugar béisbol mi vida cambió mucho, me firmaron por una muy buena cantidad de dinero y empecé a tener muchos amigos, yo me creía el rey del mundo. Una vez me suspendieron por pelearme con un entrenador y me mandaron a casa; yo aun tenía amigos de mi pandilla que andaban conmigo cuando iba de vuelta a mi país." En ese momento el jugador se levantó la camiseta y enseñando una inmensa cicatriz que tenía en el pecho dijo. "esa cicatriz es de una operación que me hicieron de emergencia, luego de una sobredosis por cocaína. Yo no estoy muerto porque Dios es grande" el jugador hizo una leve pausa y terminó diciéndole "no tires al abismo tu carrera como casi lo hice yo aquella vez, este deporte nos ha dado a muchos la oportunidad de ser alguien en la vida de una forma sana y legal, sin tener que ir a la escuela, no desistas de tus sueños por la maldad o ignorancia de algunos y lo más importante, nunca les des una razón para que puedan deshacerse de ti.

"Tu eres una persona extraña", le decía un novato en una ocasión a uno de los veteranos de su equipo, al verlo llegar con su brazo enyesado al cuarto de los masajistas para recibir tratamientos de terapia. "¿Por qué dices eso?" Le preguntó el veterano sonriendo; "porque aunque te lastimaste tu brazo de lanzar y es posible que no vuelvas a tirar una pelota jamás en tu vida, siempre estás sonriendo".

El jugador veterano se acercó a él y le dijo "¿sabes que? Cuando yo tenía diecisiete años firmé para jugar béisbol profesional, era un niño, nunca había dejado mi hogar por más de una semana y eso era sólo cuando iba a visitar a mis primos al otro lado de nuestro país. Cuando tuve que quedarme por todo un mes en el complejo del equipo lloraba todas las noches, quería irme a casa".

"¿¡Tú estás jugando!?" Le preguntó el joven.

"No, es la pura verdad, yo era hijo de una familia de clase media y mis padres ganaban buen salario. Iba a la escuela en la mañana y en la noche iba a un instituto a tomar clases de inglés. Yo venía de una familia muy respetuosa, mis padres eran muy rígidos y nos tenían toque de queda a las diez de la noche a mis hermanos y a mi" En ese momento sentándose a su lado, continúo "Cuando vine por primera vez a los Estados Unidos la cosa fue peor para mí, muchos de los entrenadores me tenían mala voluntad porque decían que yo era un hijo de papi y mami y que para mi todo en la vida me era fácil. Pasé mucha discriminación, sólo porque no era como el resto de nuestros jugadores latinos.

"¿Te discriminaban por ser diferente y no ser hijo de padres pobres?"

El veterano le puso la mano en el hombro y terminó "con el tiempo te darás cuenta que el racismo no es sólo contra el color de piel, hay gente que te despreciará por el simple hecho de que seas más fuerte o más inteligente que ellos.

Yo le debo mucho al béisbol, pues me enseñó a ser un hombre, a pesar de las vicisitudes que he tenido que pasar, he aprendido mucho de la vida, quizás por eso hoy no me asusta lo incierto ni le temo a lo desconocido".

Una vez en la serie del caribe del 2005 en Mazatlán, Sinaloa, en México, un compañero abriendo los brazos y mirando hacía el cielo le escuché gritar "¡Gracias Dios mío!" yo le pregunté el porque estaba tan agradecido si llevábamos dos días sin jugar por las lluvias y él me contestó que acababa de firmar su primer contrato millonario, "que bueno, te felicito" le dije estrechándole la mano "tú no me entiendes Miggy, yo tengo que darle gracias a Dios por estar hoy, donde estoy, siempre creí que para esta fecha yo iba a estar muerto o en prisión".

¿Por qué dices eso? Le pregunté de inmediato.

"Cuando nací mi mamá me regaló, nunca conocí a mi padre. La señora que me tomó era una anciana y la pobre viejita me crió como pudo, cuando tenía doce años pertenecía a una pandilla de ladrones nocturnos que robábamos electrodomésticos de las tiendas. Un día la señora que me crió quedó ciega y eso fue lo que cambió mi vida, la miré y me pregunté a mi mismo ¿Quién cuidará de ella si me pasa algo? ¿Si me arrestan? Fue entonces cuando decidí hacer algo con mi vida; comencé a jugar béisbol y a trabajar en lo que encontrara en la calle para ganar dinero." En ese instante yo no supe que hacer, el parecía pensar mientras yo lo miraba en silencio, luego con sus ojos humedecidos y con un rictus que parecía una sonrisa rota, agregó "ahora por lo menos aunque ella nunca lo llegue a ver por su ceguera, con este dinero que ahora recibiré podré darle todo lo que siempre quise. Jamás podré pagarle lo que ella hizo por mi, pero por lo menos le haré ver que su esfuerzo no fue en vano".

En nuestras vidas, en el ir y venir como jugadores, profesionales, hermanos, amigos, escuchamos anécdotas, vivimos experiencias de todo tipo, encontramos seres humanos únicos de quienes aprendemos a ser mejores y otros no tanto de los que también aprendemos lo que no debemos hacer. En este relato hay historias sin nombres, pero el propósito de ellas no es saber quien las vivió, sino como las vivió y el ejemplo que nos han dejado.

Facundo Cabral dijo una vez "que este mundo a pesar de tanto homicida y tanto suicida seguía siendo un paraíso" Luego de veinte años en el béisbol profesional y escuchar y ver tantas historias que han podido solidificar mi fe tanto en lo divino como en los seres humanos hoy me doy el derecho a decir "por tu mundo, por tu maravilloso mundo y tu bella gente ¡gracias mi amado señor!

SEATTLE  "¡Me encanta ver como la gente lo mira cuando él está calentando!", dijo el comisario del condado, acercándose a mi con una gran sonrisa en sus labios, al ver como la multitud se aglomeraba alrededor de las verjas de nuestro bullpen, para observar a nuestro pitcher nudillista hacer sus lanzamientos. "Todos lo escudriñan como si él fuera un ser de otro planeta".

R.A. Dickey y su bola de nudillo llaman la atención en Seattle (Getty Images)
"¡Wow! ¡Mira como se mueve la pelota!" le gritaba un padre a su hijo, mientras apuntaba con su dedo índice a través de la valla.

"Bueno, usted debe de entender comisario que él es alguien que no se ve todos los días, de quien muchas personas han escuchado hablar, pero nunca han tenido la oportunidad de ver. En las Mayores sólo son él y Tim Wakefield", le respondí sumándome al grupo de curiosos.

M.B. ¿Te molesta cuando la gente te mira de esa manera? Fue mi primera pregunta a mi invitado, el señor Robert Alan Dickey (R. A. Dickey).

R.A. "Claro que si, me hacen sentir como si yo fuera la mujer barbuda, una atracción de circo o algo así", me contestó con su fuerte acento sureño.

M.B. Lo que sucede es que muchos fanáticos jamás han tenido la oportunidad de ver un lanzador de nudillos y mirar de cerca tus lanzamientos es para ellos un privilegio. Pero según me cuentan, tú sólo tienes tres años siendo nudillista. ¿Por qué cambiaste?

R.A. "Fue una de esas decisiones que uno toma en la vida por obligación, pero no me mal interpretes, yo no me arrepiento, Dios quizo que así fuera".

-"No te entiendo", le dije con gran asombro.

-Tomando una pelota comenzó a hacer lanzamientos de nudillos contra la pared, mientras la atrapaba de regreso, sin quitarle la vista de encima ni un momento a la bola, como si viera en ella el fantasma de su cruz y me respondió.

R.A. -"En 1996, luego de mi participación en los Juegos Olímpicos, fui seleccionado en el primer round por los Vigilantes de Texas en el Draft, ellos me dijeron que me darían 875,000 dólares si firmaba con ellos y que sólo tenía que pasar el examen fisico, yo les contesté que estaba bien y fui a Los Ángeles a examinarme con el doctor Lewis Yocum. Luego de los exámenes, el doctor me dijo que había algo extraño en mi brazo de lanzar, que era necesario que tomara un examen de M.R.I.

-En ese instante, tomando la pelota, volteó a ver hacía el terreno de juego y agregó "El examen de imagen de resonancia magnética mostró que yo no tenía el ligamento colateral".

"¿Qué quieres decir con que no lo tenías?"

R.A."Exactamente eso, nadie se explica cómo pudo pasar, según el doctor, yo, o nací sin el o quizás cuando era muy pequeño se me rompió y mi cuerpo aprendió a superar la falta. Según el especialista yo no debería tener fuerza en mi brazo para poder levantar un peine y menos peinarme. Después de eso los Vigilantes me dijeron que no había trato, que si yo quería ellos me ofrecían 75,000 dólares, si quería firmar con ellos.

-"¡No juegues!"

R.A. "Yo firmé con ellos y después de nueve años en las Ligas Menores pude llegar a Las Grandes Ligas". De pronto, por un segundo guardó silencio, mis oidos permanecían alerta y mi corazón en suspenso en espera de sus palabras. Fue entonces cuando bajando el rostro miró de nuevo la pelota y la lanzó otra vez contra la pared en una perfecta sincronización de nudillo, mientras mis ojos seguían la trayectoria de la bola en el aire y podía aún ver a través de la distancia el icono de las Ligas Mayores pintado sobre ella.

"Ese mismo año, mientras lanzaba contra los Angelinos, sufrí una lesión en la parte alta de la espalda que me incapacitó por dos semanas; cuando salí de la lista de lesionados, había perdido mi bola rápida; por más que trataba nunca podía pasar de 88 u 89 millas por hora; fue entonces cuando los Vigilantes me dijeron que si yo algún día volvía a jugar en las Mayores con ellos, tendría que ser como nudillista, fue así como fui empujado a aprender a ser lo que hoy soy".

Ambos guardamos silencio y volteamos nuestros rostros hacía el campo de juego, el denso bullicio de nuestros fanáticos parecía ser sólo un murmullo en el viento "¿crees que naciste para ser nudillista?", le pregunté tratando de llenar y entender los espacios vacios de su destino.

R.A. "Hoy estoy más que seguro que sí, todo esto ha sido para mi una gran lección. Es como cuando en la vida uno le dice a Dios que quiere llegar a ser esto o tener aquello y Dios nos da un empujón hacía el otro lado del camino como diciéndonos "hijo mío toma esto que eso es lo que te conviene" y uno vuelve y trata de empujar la mano de Dios y es ahí cuando él vuelve y te arroja drásticamente hacía el camino de tu destino".

De repente mi compañero tocó mi pierna, como tratando de llamar especialmente mi atención y me dijo "yo nunca en la vida hubiera pensado que sería lo que soy hoy, cuando yo jugaba béisbol en el colegio tenía buena bola rápida y siempre pensé que sería un lanzador de fuerza, pero como tú me dijiste una vez "Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes".

Mi primera temporada como nudillista fue desastrosa, en la primera apertura en las Mayores me pegaron seis cuadrangulares en tres entradas y un tercio, luego en Ligas Menores aprendí a vivir con lo que tengo y tuve muy buenas temporadas. Solamente tengo tres años como nudillista y se que me falta mucho por aprender, pero mientras recorro este camino en el cual me ha empujado la vida, trato de tomar de ella lo mejor que puedo".

"En mi país nunca se ha visto un lanzador de nudillos, muchos trataron, pero no pudieron. Es algo muy dificíl de lograr" me comentó Ichiro Suzuki.

"¡Loco eso es increible! la bola viene como si te estuviera sacando la lengua, se mueve como una mariposa en el aire", le escuché decir a un compañero al ser ponchado por un lanzador nudillista.

Algunas personas juzgamos lo que vemos, sin conocer realmente lo que hay más allá de una cara, una imagen, una apariencia. Desconocemos que detrás de cada ser humano hay una historia, sueños, tristezas, dolores, lucha y que cada vez que salimos a enfrentar los retos, también estamos enfrentándonos a nosotros mismos.

Dicen que el béisbol es el deporte del ave fénix, tal vez por esa razón han premiado muchos jugadores con el galardón del "Regreso del Año" ya que luego de caídos se levantaron como nunca y ahora al escuchar la historia de R.A. Dickey, me gustaría citarles una parte del soneto "Piu Avanti" del fenecido poeta argentino Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte).

"¡Ten el tesón del clavo enmohecido que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo, no la cobarde estupidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como Dios que nunca llora; o como Lucifer, que nunca reza; o como el robledal, cuya grandeza necesita del agua y no la implora... ¡Que muerda y vocifere vengadora, ya rodando en el polvo, tu cabeza!"
SEATTLE -- La semana pasada mientras hablaba con un compañero que me contó una anécdota sobre un jugador, el cual era un amigo que teníamos en común, terminada la historia mi compañero bajó la cabeza y con voz entristecida terminó diciéndome "¡Que cosas tiene la vida! en el juego él parece ser invencible, pero ante la vida, no es más que un ser humano, como otro cualquiera".

Esta es quizás una parte de la vida de nuestras estrellas que ustedes desconocen y nunca llegan a ver, aquella que sin importar los logros y la fama, muchas veces nos deja indefensos ante la vida y la muerte o aunque algunas veces parezca difícil de creer, el dinero no tiene valor y la fama se convierte en una cruz.

-"¡¿Caballo y que pasó? Esa bola estaba por el mismo medio del plato y tú no le hiciste swing! Le preguntó un compañero a una de nuestras súper estrellas en una ocasión al verlo poncharse con las bases llenas.
"Si lo sé", le respondió él mientras se quitaba el casco y dejaba caer el bate en el suelo abatido "¿Qué es lo que te pasa? Tú eres demasiado bueno para que estés jugando como lo has hecho últimamente" le cuestionó su compañero poniéndole la mano en hombro. El estelar jugador bajando la cabeza le respondió "mi hijo tiene diez días en el hospital y cada día está peor. Según el doctor la cosa no parece ser nada buena."
"¡Lo siento mucho ¿Por qué no nos habías dicho nada?!
"Nadie lo sabe, no le he dicho nada al manager tampoco para que no se enteren en la prensa y hagan noticia con ello. Yo sé que no estoy bateando bien, pero es que no me puedo concentrar sabiendo que mi hijo está tan enfermo; todo el mundo piensa que es que estoy teniendo una mala racha, pero como puedo jugar bien sabiendo que mi hijo está tan mal."

Ambos miraron hacía el terreno de juego mientras guardaban silencio por un instante

"¿Y qué es lo que vas a hacer?, porque tú no puedes seguir jugando de esa manera?, ya la prensa está hablando muy mal de ti.
"No lo sé, yo solo quiero irme al hospital"

Batista: No todo es lo que parece(Getty Images)
-Una vez al encontrarnos con un compañero que había pasado por un mal momento y estaba teniendo la peor temporada de su carrera como lanzador, todos los abrazamos y le preguntamos como seguía. "No saben lo difícil que fue todo eso para mi", comenzó diciéndonos, "mi esposa y yo hemos tratado de tener hijos desde hace mucho tiempo y no habíamos podido y ahora que por primera vez tenemos la oportunidad, el embarazo se interrumpe a los seis meses." En ese momento sentí que se le quebraba la voz y trató de limpiar su garganta tratando de toser. "Íbamos a tener gemelos", nos dijo con una mirada triste y una voz de orgullo, "el doctor me dijo que las posibilidades de que sobrevivieran era de una en seiscientos, eso me tumbó la moral desde el primer día. Yo los miraba a través del cristal de la incubadora y se me salían las lágrimas." En ese punto su expresión cambió por completo, sus ojos parecieron sumergirse en lo más profundo de su rostro; nada en la tierra me hubiera preparado para las palabras que escucharía a continuación: "Cuando los niños murieron mi esposa lloraba desconsoladamente todas las noches y abrazada a mí solo me preguntaba ¡¿por que?! Yo me sentía inútil, el verla sufrir me destrozaba el alma. Hubiera dado todo y hasta más de lo que tengo por haber salvado a mis bebés.

"Señores es verdad que lo que muchas veces parece no es lo que es", me confesó uno de nuestros entrenadores tiempo atrás. "¿Por qué dice eso?", le pregunté. El miró a ambos lados como si se asegurara de que nadie escucharía lo que me decía. "Cierta vez en mi antiguo equipo el manager me llamó a la oficinita y me dijo que teníamos un serio problema con uno de nuestros peloteros latinoamericanos, quien era la súper estrella del equipo, yo me sorprendí ya que el jugador al que él se refería estaba teniendo la mejor campaña de su carrera y nuestro equipo, gracias a él, tenía la oportunidad de llegar a las semifinales. Yo le pregunté cual era el problema con él. El me dijo que los trabajadores del clubhouse le habían comentado que el jugador había amanecido varias veces en el estadio y que en más de una ocasión, luego de irse a casa, había vuelto horas después al estadio borracho y se había quedado dormido en uno de los sofás de los camerinos. Como yo era uno de los entrenadores latinos del equipo, el manager me pidió que hablara con él. Yo me acerqué al jugador y traté de aconsejarlo de que dejara de andar en la calle y que le pusiera asunto a su carrera, que el tenía la oportunidad de ir al salón de la fama y que no dañara su carrera de esa manera."

En ese momento nuestro entrenador mostró una quebrada sonrisa y me preguntó "¿tú sabes que era lo que estaba pasando?" yo le negué con la cabeza y esperé en silencio por su respuesta. "Cuando terminé de aconsejarlo el comenzó a llorar y me confesó que no era lo que estábamos pensando; que él era hijo único y cuando llegó a las Grandes Ligas se trajo a sus padres a vivir con él, pero ellos vivían matándose y él no soportaba el dolor cuando los escuchaba pelear y por eso se iba a dormir al estadio, porque era el único lugar donde estaba tranquilo. Él se había dado cuenta que cuando le iba bien en el juego su padre casi no peleaba y su mamá estaba contenta, y esa era la razón por la cual jugaba tan duro todos los días, sólo por no verlos pelear".

Como pueden ver todo no es fama y fortuna debajo de la gran carpa de Las Mayores; y como me dijo un compañero el otro día, citando la canción del mártir de la salsa Héctor Lavoe, compuesta por el maestro Panameño Rubén Blades, El cantante: "...y nadie pregunta si vivo o si lloro, si tengo una pena que hiere muy hondo, vinieron a divertirse y pagaron en la puerta, no hay tiempo para tristezas, vamos cantante comienza&"

Según me cuentan, el hijo del primer jugador terminó teniendo un extraño caso de asma que luego de un arduo tratamiento se le pudo controlar; él acabó teniendo la peor campaña de su carrera hasta el momento. El segundo aún sigue con su esposa y está teniendo una excelente temporada, pero hasta el momento no han podido conseguir su sueño de concebir su primer hijo. El último terminó tercero en votos para el jugador más valioso de ese año, pero su equipo no llegó a la postemporada. Lo bueno es que sus padres se enteraron de lo que estaba pasando con su hijo y decidieron ir a un consejero familiar para tratar de mejorar la situación.

Hay historias en nuestro mundo que nos hacen recapacitar y pensar que a pesar de los laureles y el éxito, como el tíitulo de la famosa novela, es cierto que los ricos también lloran.
SEATTLE -- En el mundo del béisbol profesional hay ciertas llamadas telefónicas que cambian nuestras vidas, llamadas que dejan huellas profundas en nuestro pasado, tanto de dolor como de alegría y que ni toda una vida puede borrar.

Miguel Batista con Bert Blyleven (Cortesía Ben Van Houte)
Una es cuando te llama el manager para decirte que te han subido a Ligas Mayores, otra para decirte que te despidieron o están las que te avisan que te cambiaron o que te mandarán a Ligas Menores; también las que te dicen que tu familia te ha estado buscando, que algo pasó en tu casa y que te comuniques de inmediato.

Pero hay una llamada que muy pocos llegan a recibir, una, que amengua pero le da valor a todas las lágrimas de sudor, dolor, rabias y alegrías que pueden fermentar nuestras carreras como beisbolistas. El día que te llaman para decirte que tu nombre será grabado en las paredes de la historia, que generaciones tras generaciones, mientras exista en el mundo este deporte, la gente caminará por los pasillos de un castillo de memorias, donde lo mejor de los mejores son venerados a través de eras y épocas. Donde las mágicas voces de los comentaristas son almacenadas en el tiempo y hacen eco entre los muros, donde tu rostro y tu nombre formarán parte de todo aquello, el día que te exaltan al Salón de La Fama.

Hoy mi invitado es el Señor Rik Aalbert Blyleven, más conocido como Bert Blyleven, quien ha estado esperando esa llamada por los últimos once años, cada año al llegar la primavera, su corazón se encoje y su voz se quiebra al tratar de describir con palabras como sería para él ese momento.

Debo admitir que su tierna mirada y su tímida sonrisa no fue lo que esperé recibir de alguien al que muchos recuerdan y denominan como uno de los más fieros gladiadores del montículo a la hora de lanzar.

Después de estrecharme la mano y tomar asiento en nuestro dugout lo abordé con mi primera incógnita.

M.B. Señor Blyleven según mis investigaciones usted ganó 287 partidos, lo que lo coloca en la posición 25 de los lanzadores más ganadores de todos los tiempos; lanzó 4,970 entradas, número 13 de todos los tiempos. 685 juegos como abridor (octavo en la lista). 3,701 ponches propinados (quinto en la historia). 60 blanqueadas (noveno en la historia) y ganó 15 partidos con marcador de 1-0 (tercero en todos los tiempos) Esos números son impresionantes ¿Por qué no está usted en el Salón de La Fama?"

En su semblante se postró una quebrada sonrisa y bajando la mirada pareció buscar la forma mas educada de decir su verdad "Es algo que no depende mí, sino de los reporteros, mi frustración se ha fermentado con el paso de los años".

De pronto --levantando la mirada ciñó sus facciones en forma burlona y agregó-- con todos los reporteros que me encuentro siempre me dicen que me dieron su voto y que no entienden el por qué aún no me han exaltado; lo extraño es que nunca me he encontrado con uno que no haya votado por mi para poder preguntarle ¿por qué?

Tengo once años en el comité y todavía me quedan cuatro más para que puedan elegirme; se que a algunos les toma más tiempo que a otros, pero yo tengo fe que en los dos próximos años, tendré la fortuna de que me elijan. Yo no jugué en un equipo grande, jugué para Minnesota, Cleveland, Pittsburgh, Texas. Si yo hubiese ganado mis doscientos ochenta y siete juegos con New York o Los Ángeles, quizás ya me hubieran elegido. Hay muchos otros lanzadores que sólo ganaron alrededor de los doscientos cuarenta partidos y como jugaron con los Yankees o Dodgers, ya están dentro.

M.B.Yo siempre he pensado que los jugadores deberíamos tener derecho a votar, nosotros jugamos contra ellos, nadie mejor que nosotros para saber que tan buenos son ciertos jugadores.

B.B. Mira, la realidad Miggy, muchas de las personas que narran los juegos en la televisión no tienen derecho a votar, personas como Dave Niehaus, alguien que ha visto y comentado el juego por los últimos treinta años y quien ahora es un miembro del Salón de La Fama, no tiene derecho al voto. Seis años atrás yo protesté porque no se me había introducido, pero yo tenía mis razones y eran fuertes, ese año mí padre murió del mal de Parkinson, yo deseaba que antes de morir mi papá me viera allí.

Mis padres vinieron de Holanda a Los Estados Unidos con setenta y dos dólares en los bolsillos y cinco niños, buscando una nueva vida, quería que él viera que tan lejos había llegado su esfuerzo por sacarnos adelante. Yo tenía muy mala relación con los reporteros, ya que muchas veces tuve salidas malas y luego que lanzaba una blanqueada querían actuar como si fueran mis mejores amigos ¿un día te acaban por los periódicos y al otro quieren ser tu amigo? Eso es ser hipócrita y no iba conmigo.

Yo siempre me sentí muy orgulloso por mi consistencia como pitcher y siempre quise ser el lanzador con quien se pudiera contar y que se escogiera cuando se necesitaba una buena victoria.

M.B. Cuando miro sus números y veo la dificultad que le ha dado entrar al Salón de La Fama me pregunto ¿Qué pasará con jugadores como Jamie Moyer o Dennis Martínez? quien hasta hoy es el lanzador latinoamericano con más victorias de por vida en las mayores (245) ¿si usted con 287 no ha llegado, que pueden esperar ellos?

B.B.¿Sabes que Miggy? Ya estoy cansado de tratar de razonar con los periodistas, de pedirles que comparen mis números con muchos de los lanzadores que ya están exaltados y me respondan el motivo ¿por qué no merezco yo estar allí también?

Yo me siento muy orgulloso de formar parte del club de los tres mil ponches propinados; hasta hoy, sólo somos cinco lanzadores en ese club y cuando yo me retiré era el tercero de todos los tiempos en strikeouts, pero escuchar a jugadores como Randy Johnson y Roger Clemens decir que no entienden la razón por la cual no se me ha reconocido, me da mucha satisfacción.

M.B. Gregg Maddux me dijo una vez que es injusto pedirle a un lanzador que gane trecientos juegos para que pueda ser introducido al Salón de La Fama, en especial en estos días cuando los abridores sólo hacen 35 aperturas al año. Que si un jugador dominaba la era en la que jugó, eso debería ser suficiente. Como es el caso de Pedro Martínez quien tiene hasta ahora alrededor de las 215 victorias y de quien nadie puede negar que ha dominado en los años en que ha jugado.

Quise terminar nuestra entrevista con una pregunta que siempre había navegado en mi mente cuando se trata del Salón de La Fama y sus exaltados miembros, así que aprovechando la oportunidad apreté mis puños y le dije ¿Cuándo era niño y comenzó a jugar béisbol, quería usted llegar a Cooperstown?

B.B. "No!, nunca lo pensé. Yo jugaba béisbol porque me encantaba el juego, me gustaba juntarme con los muchachos y competir. Fue a mi retiro cuando comencé a analizar mi carrera como lanzador, entonces me di cuenta que tenía los números para estar allí."

M.B.¿Se ha llegado a imaginar cómo será ese día cuando tenga la oportunidad de ver su sueño hecho realidad?

B.B.¡Claro que si! ya hasta le he pedido a mi mejor amigo que cuando suceda me ayude a escribir mi discurso. Es un día que te imaginas todo, desde que te levantas hasta que te acuestas.

M.B. Sé que le ha costado mucho trabajo y muchas frustraciones, pero cuando esto ocurra ¿qué le gustaría que dijera la placa junto a su nombre?

Por primera vez durante toda la entrevista lo vi sonreír de satisfacción, las pupilas de sus ojos parecían engrandarse, mientras yo sentía que su mirada traspasaba el horizonte.

B.B. "Que era un gran competidor, que me encantaba jugar este juego. Alguien que siempre se divertía con sus compañeros, que le ponía goma de mascar en las gorras, que le incendiaba los zapatos. Alguien que amó este juego con el corazón de un niño y lo jugó con el alma de un gladiador.

M.B.¿Si tuviera que describir cual es la parte más impresionante en el béisbol como lanzador cual sería?

B.B. A mi me agradaba como se sentía la bola en mis manos, creo que no hay nada mas emocionante para un lanzador que sentir la pelota en su mano antes de hacer el primer lanzamiento del partido, mirar a todos lados, ver al contrario y cómo los fanáticos te observan detenidamente mientras todo parece estar en cámara lenta; respiras profundo y puedes sentir en el aire un denso olor a batalla.

"El que espera desespera" dicen y según el dictador "La historia nos redimirá" pero para muchos de nosotros que vivimos en este deporte, la historia es el fantasma que no nos dejará morir en el futuro, por eso entiendo el porque Pete Rose dijo una vez que "pasaría a través del infierno envuelto en un traje incendiado de gasolina por poder tener la oportunidad de jugar béisbol otra vez".
TEXAS -- Desde que tenemos uso de razón, la gran mayoría de nosotros hemos escuchado el refrán que dice "De tal palo, tal astilla", ¿pero qué de cierto hay en ello?

El béisbol puede que sea uno de los pocos escenarios donde la excepción a este dicho sea más que una casualidad.

Mi invitado es alguien por quien siento un gran aprecio como profesional; pues desde que lo conozco siempre he pensado que es una de las más promitentes voces de esta nueva era: el señor Víctor Rojas.

Buscando un cómodo lugar donde pudiéramos escapar del enorme calor y del bullicio que colmaba los túneles del estadio, tomamos asiento en una pequeña mesa fuera de los camerinos. Allí lo miré fijamente y plasmé mi primera pregunta:

Víctor Rojas (Foto cortesía de los Vigilantes de Texas)
-Víctor, tú eres hijo de un ex jugador de béisbol y la gente tiende a pensar que los hijos de los jugadores tienen que seguir las huellas de sus padres ¿Tú que piensas al respecto?
-Yo creo que poder seguir el mismo sendero de nuestro padre es algo maravilloso, ya que si uno decide hacerlo, eso quiere decir que la imagen de ese padre ocupa un lugar muy especial en nuestras vidas y que nos gustaría imitarlo -me respondió con una tímida sonrisa-. En el caso mío no es así, yo siempre quise jugar béisbol como mi padre, nosotros éramos cuatro hermanos y tres llegamos a jugar en las Menores, pero tú sabes como es este juego, que si no tienes las habilidades necesarias para pasar a un nivel más alto, tienes que volver a la universidad o buscarte otro trabajo y eso fue lo que hice.

-Tú tienes un trabajo muy interesante y a mi parecer más difícil en muchos sentidos que ser un jugador de béisbol, ya que necesitas ser creativo, espontáneo, concebir un estilo propio, en pocas palabras ser único en tu género...
-Ese es quizás el desafío más grande de esta profesión, ya que si tratas de imitar a alguien la gente se dará cuenta y empezará a decir que te escuchas como Dave Niehaus en Seattle o como fue Harry Caray en Chicago (Q.E.P.D) por ejemplo y ahí está la belleza de este oficio, tienes que crearte a ti mismo.
A mí me costó mucho tiempo encontrarme, tener ese punto indiscutible que me hiciera diferente. Antes de trabajar en la radio yo trabajé comentando football y hockey, pero sabía que me hacía falta un pequeño ingrediente, el que le diera la chispa de magia a mi voz para lograr llegarle a la gente como yo quería.
Un día mi padre se me acercó y me dijo que yo tenía buen conocimiento sobre béisbol y que poseía la voz para describirlo, que tratara el béisbol; lo pensé y en el año 2001 me decidí a hacerlo y fui contratado por los Newark Bears donde me dieron mi primera oportunidad. Después de dos años tuve la fortuna de ir a Los Diamantes de Arizona y ahora aquí con Los Rancheros de Texas.
Es un sentimiento muy especial el poder hacer este trabajo a este nivel, ya que sólo estamos dos en este negocio, comentando en Grandes Ligas y que somos hijos de ex jugadores, el hijo de Don Sutton y yo.

-Víctor, alguien me contó una vez que ustedes al igual que cualquier otro deportista, tienen que practicar día tras día, que tienen que refinarse y refinarse hasta llegar a la perfección.
-Eso es muy cierto, muchos de nosotros practicamos diariamente; cuando creo que hice algo mal en una de las entradas, desde que llego a casa escucho la grabación y busco la manera de poder hacerlo mejor. Nosotros los comentaristas somos nuestros peores críticos, muchas veces pensamos que algo de lo que dijimos estuvo pésimo y luego de revisar la grabación nos damos cuenta de que no era tan malo como habíamos pensado.
Algo que es importante en este trabajo es que para llegar a ser bueno en esta profesión debes escuchar a los expertos y aprender de ellos, tienes que escuchar a los viejos maestros para ver cómo esa generación imprime sus huellas en estos días. Los escuchas y te comparas con ellos para ver qué te falta. Yo sólo tengo 40 años de edad y cinco años en este oficio y es tanto lo que se puede aprender...

-En estos tiempos con el argumento de que debes estar políticamente correcto en los comentarios no dejan lugar a la creatividad de los comentaristas para que decoren el juego con la belleza que se hacía en el pasado, cuando los narradores tenían sobrenombres para los jugadores, cuando un estilo ortodoxo arrastraba las masas de oyentes porque era diferente. ¿A qué crees que se deba todo esto?
-Los comentaristas de ahora estamos creciendo en un mercado totalmente distinto, los métodos de información son tan adelantados en esta época, la forma en que vendes el juego es tan diferente, no dispones de mucho tiempo para relacionar lo que estás viendo con el pasado ya que tienes que cumplir con los requisitos de los inversionistas.
La gente cada día quiere la información mucho más rápida y con los adelantos de Internet la información está a un sólo toque de los dedos. Pero el hecho de que aún la radio exista en este deporte deja lugar para pintar el panorama a través de la audición, en la televisión puedes dejar que las imágenes hablen por sí mismas y te salvas de describir muchas cosas. En la radio tienes que pintar en la mente del oyente la realidad del partido, debes describir la hermosura de un batazo bien conectado, la agilidad de una buena jugada.
La controversia de estar políticamente correcto en los comentarios ha venido por los incidentes que han sucedido en la televisión, donde los medios tienen que actuar de una forma hipersensible sobre lo que se enseña y se dice en ellos, para no afectar al público.

-Algo que hace tu trabajo especial es que muchos de ustedes marcan los tiempos, se convierten en las voces de nuestras eras, los iconos radiales que nos hacen vivir las emociones del juego a través de sus voces y que a muchos de nosotros en nuestra juventud nos hacen adictos a la magia de este deporte.
-Por eso es que creo que es importante que los comentaristas tengan la posibilidad de poder decir lo que sienten. En este oficio hay personajes que pueden elevar este juego hasta su más alto escalafón, al tener la libertad de poder decir lo que piensan como Marty Brennaman en Cincinnati quien es el mejor de los ejemplos, bien o mal o quizás indiferente para muchas personas, él es la voz que identifica a los Rojos de una manera sincera y profunda.
En el pasado había un puente que unía a los comentaristas y los periodistas con los jugadores, la prensa viajaba con el equipo y eso nos daba la libertad de poder crear esos apodos magníficos que marcaban la identidad de los jugadores ¡El Pingüino, El pez Gato, El Bambino, El Expreso! Nombres que llenaban los espacios vacíos. En estos días entre turno y turno al bate hay un comercial que anunciar, muchas veces detrás de cada swing del bateador hay un espacio vendido que hay que cumplir: "este cambio de lanzador es patrocinado por... O, no batee de foul...". Antes no había tanta responsabilidad de llenar los patrocinios y había más tiempo para conectar las historias. Hoy, hay más de una persona narrando el partido, está el analista y comentarista y el tiempo es dividido.
Este es el único deporte que en muchos aspectos fue hecho para la radio, el reloj no importa, puedes tomarte tu tiempo para describir algo muchas veces, algo que no puedes hacer en Football o en Hockey.

Esperé el momento oportuno y estudiando sus palabras lo puse contra la espada y la pared:

-Dicen que el sueño de cada comentarista es tener la frase correcta para cuando se encuentra con la historia ¿hay algún momento que te hubiera gustado tener la oportunidad de presenciar y comentar? ¿Algún instante donde haya sido tu frase, tu dicho, que haya estampado una gran hazaña? ¿Como el cuadrangular número 60 de Babe Ruth o el séptimo juego sin hit de Nolan Ryan?

Sus ojos parecían encogerse detrás de sus espejuelos mientras sonreía, bajó la mirada y por un momento pensé verlo sumergirse en un mar de recuerdos:

-Si tuviera que elegir un momento del pasado creo que sería el juego de estrellas del 73 cuando mi padre salió de emergente en Atlanta y pegó un cuadrangular. ¡Era mi padre y su batazo puso a la Liga Americana arriba en la anotación en la octava entrada!
No creo que uno nunca pueda planear cuáles serían las palabras correctas cuando algo de esa magnitud sucede. Yo tuve la oportunidad de narrar el cuadrangular 600 de Sammy Sosa, el cual fue contra Los Cachorros y Jason Marquis quien usa el número 21, el mismo número de Sammy y el que hizo tan famoso en Chicago. Fue un momento importante para los latinoamericanos. El público me pregunta si yo había practicado lo que dije en ese momento, y les respondo que no, que yo dejo que la ocasión dicte las emociones y las palabras. Yo no vivo pensando que quiero ser el que marque la historia o llegar al salón de la fama como comentarista. Amo el juego y me pagan por verlo y describírselo a la gente; mi trabajo es ser los ojos de los que no pueden presenciar el momento y eso es una bendición para mí.

-¿Crees que tu padre al escucharte por la radio o cuando alguien le comenta que te oyó siente el mismo orgullo que si fueras jugador?

-Yo pienso que sí, nuestro padre nunca nos dijo a ninguno de sus hijos "¡Yo quiero que jueguen béisbol!". Nosotros lo hicimos porque era el mundo en donde crecimos. Por 17 años de carrera de nuestro padre fuimos al estadio y mirábamos las prácticas y luego el juego, esa era nuestra vida.
El nunca nos forzó a ser como él. Ahora él es comentarista de Los Marlins de La Florida y espero que de un modo u otro yo pueda ser su héroe como él lo ha sido para mí toda mi vida.

Que la sangre pesa más que el agua eso dicen y que el orgullo paterno tiene alas poderosas que nos elevan a los cielos de la veneración, pero ¿dónde está la balanza para medir el orgullo del amor? Creo que el ejemplo más directo lo vivimos en mi país la pasada temporada cuando uno de nuestros más grandes comentaristas al ver a su hijo pegar el batazo ganador en la parte baja de la novena gritó por los micrófonos: "¡Liiiiinnnndo ahí va un batazo grande, grande!" y las lágrimas no lo dejaron terminar su famosa frase, con la que todos estamos familiarizados y tuvo que ser auxiliado por sus colegas.

SEATTLE -- El pasado domingo, luego de las prácticas en el estadio Kauffman de la ciudad de Kansas, cuando salía del terreno de juego escuché una voz que gritaba mi nombre una y otra vez, alcé la mirada y mi corazón se llenó de regocijo al notar que era un viejo amigo y ex-compañero de equipo con quien había jugado muchos años atrás.

David Ortiz señala al cielo tras dar jonrón (AP)
Este querido amigo era una persona muy especial para mí, alguien que había compartido conmigo muchas veces aquellas facturas que nos presenta la vida, a los que de una manera u otra cuestionamos los caminos del Señor.

¡Hermano James! Fueron mis primeras palabras de emoción, mientras saltaba la verja y le daba un fuerte apretón de manos y un choque de hombros que terminó siendo un abrazo entre hermanos. Después de las preguntas de rigor y los ritos de cortesía investigando como estaban nuestras familias, nos volvió a atrapar entre sus garras el demonio del saber y la búsqueda de la sabiduría ¿Como siguen los caminos del señor en el béisbol? Fue lo único que tuvo que decir para que mi mente desatara como una estampida un sin número de recuerdos de tantas noches, en donde después de cada juego nos sentábamos uno frente al otro a discutir un tema en especial, casi siempre era lo que no lográbamos entender entre Dios, el béisbol y los hombres.

Le respondí que muchas cosas aún no habían cambiado, que habían muchos creyentes pero pocos seguidores del señor; que todavía podía notarse la creencia de nuestros hombres cada vez que subían al montículo, como muchos de ellos sacando sus lujosas cadenas besaban las figuras de sus dioses y como muchos otros cuando iban de camino al plato a batear, al igual que a Jesús en la parábola de la prostituta se les veía escribir en la tierra con sus bates algún enigma o hacer la señal de la cruz como rito de sus cábalas religiosas.

"Si los he visto muchas veces persignarse cuando lanzan bien o cuando le pegan de hit o de cuadrangular a la bola, pero nunca los veo hacerlo cuando se ponchan o les va mal" me respondió. ¿Por que crees que hacen todo esto? me preguntó con aquel tono de voz tan conocido para mí, fermentado por una mente abierta y un corazón dispuesto a la verdad.

Muchos lo hacen mayormente por temor, pues como dice el poema de Max Ehrmann "trata de estar en paz con Dios cualquiera que sea tu idea de él"

"¿Asisten muchos jugadores al servicio bíblico los domingos?" me preguntó

Muy pocos, le respondí mientras me recostaba en la valla. Sabes muy bien lo que dice el adagio "a él que le sonríe la fortuna, no se acuerda del dolor".

Le conté una anécdota sobre un jugador que yo conocía y que estaba teniendo una mala temporada; un día al salir del estudio bíblico el entrenador de picheo se le acercó y le pregunto "¿en que te ayudó el estudio bíblico para ser un mejor lanzador en el día de hoy?" el jugador notó como todos sus compañeros se habían quedado mirándolo al escuchar las palabras del entrenador y respondió "yo no voy al estudio bíblico para aprender a lanzar, ni para ganar veinte juegos o un Cy Young algún día, voy para aprender a ser un mejor hombre y mejor ser humano; para que yo pueda ser mejor lanzador creo que le están pagando a usted y no al pastor"

"¡Es una gran pena, no se porque los incrédulos piensan que los cristianos somos estúpidos y los que practican la brujería nos llaman brujos a nosotros! Me dijo bajando la mirada.

Porque el ladrón juzga por su condición, le respondí mientras sonreía y le firmaba una pelota a un niño que se había sumado a la multitud de fanáticos, que se iban acercando. Eso siempre pasara, lo que no debemos dejar es que sus criticas nos lleven a dudar que Dios aún controla el universo y todo cuanto existe llegará un día a ser juzgado bajo su justicia divina.

Entre risas y meditaciones analizamos nuestros comportamientos y nuestras faltas, yo le conté como incluso muchos de nuestros jugadores latinos usaban resguardos y pócimas supuestamente mágicas, las cuales se frotaban en el brazo o en alguna parte del cuerpo antes de salir a jugar. El me comentó sobre los jugadores anglosajones que predican el evangelio y cuando se ponchan o lanzan mal los ves entrar al dugout y darle de batazos a todo cuanto encuentran a su paso y pegarle patadas a los contenedores de agua.

En medio de la conversación, recuerdo que le hablé sobre una película y una escena especifica y mirándolo a los ojos le conté sobre ella. Un hermano de la religión se acercó a otro y le preguntó "¿hermano como podemos dejar que este hombre sea el líder de nuestra religión si tiene tantas faltas? ¿Cómo podemos tener fe en un líder así? El otro devoto le preguntó ¿usted ha leído bien su Biblia hermano?" él afirmándole con la cabeza le respondió que si "Moisés de rabia mató a un soldado egipcio" le dijo el devoto tomando de nuevo la palabra "David mando a matar a uno de sus soldados por el amor de una mujer, Salomón era un mujeriego, Pedro tenia problemas de temperamento, Noe fue un borracho, pero aún así Dios le dio el arca para salvar su descendencia. Aunque sea difícil de creer, esos fueron varios de los grandes hombres de Dios" terminó diciéndole el hermano de su religión.

Luego de más de una hora de charla llegamos a la mejor de las conclusiones, que en el camino de la santidad, Jesús nunca prometió que no habría demonios que vencer y que el deber de cada cristiano era cargar con su propia cruz.

Al verlo partir sentí una gran nostalgia en el alma, ya que no sabía cuando nuestros caminos se cruzarían de nuevo y cuando lo volvería a ver.

De camino a casa medité sobre nuestra conversación y debo reconocer que de alguna manera la religión es lo que más se parece a la libertad y parodiando una canción de Alberto Cortez, digo que total si somos religiosos debemos hacerlo por derecho propio, mas nuestra filosofía de la santidad debería ser "vivir la nuestra sin juzgar a otros y sobre los otros no pasar jamás".
KANSAS CITY -- ¿Cuál es la peor pesadilla para nosotros los seres humanos? ¿Perderlo todo en la vida y encontrarnos con las manos vacías? ¿O simplemente alcanzar nuestro más preciado sueño para darnos cuenta de que todo ha sido en vano?

Mark Lowe tuvo una lesión fuerte (Getty)
Mi invitado de esta semana, el señor Mark Christopher Lowe al igual que el profeta Moisés, llegó a la tierra prometida y al verla descubrió que era el final de su camino.

Mientras sonreía tímidamente tomó asiento en uno de los sofás de nuestros camerinos, en tanto que desviaba la mirada, yo podía percibir fácilmente como su mente, llena de expectativas, esperaba con ansias mis preguntas. Le puse la mano en el hombro y le dije:

-Cuéntame cómo fue todo.
-Yo tenía ya varios días sintiendo un fuerte dolor en mi brazo de lanzar y cada día éste parecía crecer más-. Fueron sus primeras palabras mientras bajaba el rostro reviviendo como destellos los detalles de aquel momento.

-Al comenzar a calentar era cuando más sentía dolor, luego que estaba caliente el sufrimiento desaparecía. Un día, mientras jugábamos contra los Angelinos llegó hasta el punto que se me inflamó el brazo, después que me sacaron del partido, porque no podía terminar mis lanzamientos, fui a ducharme y fue ahí que no pude levantar la mano por encima de mi cabeza.

Lo vi levantar la mirada y un extraño sentimiento dominaba su semblante, traté de disimular la impresión que había causado en mí y le dije:

-Apenas tenías tres semanas en Las Mayores y te lesionaste. ¿Qué sucedió entonces?
-Cuando me enviaron al doctor, él me dijo que lo que me pasaba no era algo pequeño, que el tejido cartilaginoso del hueso radio, el cual se encuentra en la parte exterior del antebrazo se había desprendido por completo, que la razón por la cual yo sentía tanto dolor era que al no tener cartílago, se estaba rozando hueso con hueso. El doctor se me acercó y mirándome a los ojos me puso la mano en el hombro y me dijo 'muchacho, es una lástima, pero trata de estar lo más que puedas en la lista de lesionados para que puedas sacar un poco de dinero, porque las posibilidades de que puedas lanzar otra vez, son alrededor de un 30 por ciento y la verdad, puede ser que no vuelvas a tirar una pelota nunca mas'.

Mark hizo una pequeña pausa y juntando las manos volteó a verme: "Fue un día muy triste para mí, pensé en todo lo que el doctor me había dicho, pero no quise aceptar esa verdad, ¡yo quería seguir jugando béisbol! No me importaba si ya no volvía a lanzar alrededor de las 100 mph, yo quería seguir viviendo mi sueño de jugar pelota".

La operación de Mark fue algo muy delicado, me comentó nuestro jefe de asistentes médicos, Rick Griffin, "es casi un milagro que aún pueda lanzar. Nunca pensamos que el problema fuera tan grave, ya que aunque él se quejaba del dolor, nunca perdió la velocidad en su bola rápida.

"El doctor hizo pequeñas perforaciones en el hueso para que saliera sangre y sustancia interna, luego esa sustancia se dejó solidificar sobre el área formando una pequeña membrana, días después volvieron a perforar y repitieron el procedimiento hasta que aquella sustancia fue tomando espesor y formó una especie de cartílago suplente".

"Mark era en ese tiempo uno de los más grandes prospectos de Los Marineros", me comentó alguna vez la reportera oficial del equipo, Shannon Drayer. "Era algo impresionante de ver, 23 años de edad con una bola rápida que muchas veces llegaba a las 102 mph y un slider entre las 93 y las 94 millas".

-Mark, tú tenías 23 años de edad cuando ésto te sucedió, acababas de llegar a las Grandes Ligas y te enfrentas a esta situación. ¿No sentiste rabia por todo aquello? Dios te concedió tu sueño y al siguiente mes te lo quitó por completo, ¿Te enojaste con Dios?
-¡No, en ningún momento culpé a Dios o me enojé con él! ¿Por qué había de hacerlo?, me respondió rápidamente mientras se ceñían sus facciones.

-El me concedió mi sueño, el llegar a las Mayores. El cumplió con su parte ¡él me trajo hasta aquí! Yo lo que nunca pensé que sería por tan poco tiempo. Eso no fue culpa de Dios, el béisbol es así, podemos perderlo todo en un lanzamiento, en un swing del bate, en un sólo día, en un instante. Eso es la vida.

-¿Cómo fue la rehabilitación? Tú decidiste no hacerle caso a lo que te habían dicho y trataste de vencer las expectativas.
-La rehabilitación fue dolorosa, pero desde el primer día me dije a mi mismo que volvería a lanzar aunque me matara el dolor o tuviera que tomar inyecciones de cortisona cada tres días. Estaba decidido a intentarlo todo para volver a lanzar hasta que ellos me dijeran que ya era imposible. Este año en los campos de entrenamientos todos estaban sorprendidos de lo bien que estaba lanzando, pero tenían el temor, que como el año pasado, no pudiera tirar día tras día y volviera a lastimarme. Me decidí a ir a las Ligas Menores y demostrarle a este equipo que yo estaba listo para volver a lanzar; un día más en Las Grandes Ligas, eso era todo lo que yo pedía.

-Esta vez respiré profundamente y me decidí a golpearlo con lo que consideré mi más fuerte pregunta: ¿Si tuvieras la oportunidad de cambiar algo de todo lo que pasó, lo harías?
-¡No, ni la más mínima cosa; pediría que todo sucediera de la misma forma! Quizás muchas personas no aceptarían lo que estoy diciendo, pero cuando pase el tiempo estoy seguro que me daré cuenta de que ésto, quizás sea lo mejor que me haya pasado en toda mi vida, cambió mis perspectivas, no tan sólo sobre el béisbol, sino de la vida y todo cuanto me rodea.

-Muchas personas toman las caídas en el camino de la vida como un fracaso, yo no, ese mal momento en mi existencia me sirvió de mucho, ahora valoro mi carrera como muy pocas personas lo harían. No hay un día que pase que no le dé gracias a Dios por estar aquí, ya que médicamente era casi imposible que volviera a lanzar. Ahora me siento una persona más fuerte, más preparado para mi destino y mucho más agradecido por la oportunidad que aún tengo".

Al verlo levantarse del sofá tuve que aceptar que mi opinión sobre este jovencito había cambiado, su coraje, su idealismo ante las situaciones vividas, abrieron una grieta en mi pensar. En este deporte, hoy eres un ídolo, un héroe, un gran prospecto y en un minuto todo se puede venir abajo, se pueden destruir las esperanzas y los sueños, es aquí cuando recuerdo una frase de Abraham Lincoln, quien dijo: "Un hombre no está vencido cuando se cae, sino cuando se rinde"; mas ésta vez puedo comprobar, lo que una vez aprendí de los indígenas de los Estados Unidos "No hay nada más grande y más fuerte en la vida que el espíritu del hombre".

SEATTLE -- Quizás por las celebraciones de este mes, vino a mi memoria una escena en un juego entre padres e hijos. ¿Papá, por qué no te ponen a jugar? Le preguntó su hijo de diez años a un compañero mío hace un tiempo atrás. Mi compañero notando que yo había escuchado las palabras de su hijo, lo sentó en sus piernas y bajando la mirada le respondió:

-Porque el nuevo jugador que tenemos es un súper prospecto y él tiene que jugar todos los días para que se desarrolle.
-¿Qué es un súper prospecto? Le preguntó el niño con la mayor inocencia.
-Eso es un jugador que tiene un increíble potencial y que todo el mundo cree que llegará a ser una súper estrella algún día.
-¡Pero si tú estabas jugando bien. ¿Por qué no mandan a otro a la banca? ¿Por qué a ti? ¡Eso no es justo!

Mi compañero miró a su hijo con una sonrisa amarga, parpadeó varias veces y luego de darle un beso en los cabellos, sus ojos se le humedecieron.

-Sí, lo sé, pero esa es la realidad de la vida, muchas veces los que no nacimos para ser estrellas tenemos que hacernos a un lado para dejar pasar el futuro.

Yo cerré los ojos y sentí que se me quebraba el corazón, aquella escena de padre e hijo dejó una huella muy grande en mí. Aún recuerdo que mi compañero abrazaba a su hijo con la mirada perdida en el horizonte, mientras que un doloroso silencio cubría la atmósfera.

Varias semanas después mi compañero salió a batear de emergente por nuestro lanzador en la séptima entrada, luego de un conteo de dos y dos vimos como él recortaba su bate; todos pensábamos que buscaba la forma de chocar la pelota y únicamente ponerla en juego, pero sólo Dios sabía qué tan lejos de la realidad estábamos. El lanzador trató de sorprenderlo con una recta adentro lo que terminó siendo uno de los cuadrangulares más largos que hayamos visto por el jardín izquierdo.

Al día siguiente en el periódico local de la ciudad donde jugábamos, en la sección de deportes se hallaba la fotografía de mi compañero con su brazo levantado hacia el cielo al pasar por la primera base. Y abajo un comentario de nuestro manager que decía: "El no es el más grande, sólo el mejor".

Cuando nuestro compañero llegó al clubhouse notó como muchos de nosotros (quienes sabíamos que había sido injusto lo que nuestro equipo estaba haciendo con él) lo miramos con sentida admiración; él se acercó a mí, susurrándome me preguntó qué pasaba, yo tomé el periódico y le dije: "Mira lo que nuestro manager dice de ti". Después de leer el encabezado alzó sus ojos y entendiendo por qué todos nosotros sentíamos un gran respeto por él, comenzó a llorar.

La pasada semana, mientras jugábamos contra Los Bravos de Atlanta, me encontré con un amigo que teníamos en común y le pregunté qué había sido de mi antiguo compañero y me contó que trabajaba en una agencia de vehículos como vendedor de autos en una pequeña ciudad de Georgia, que su hijo había estudiado derecho y que trabajaba en un lujoso bufete de abogados.

-¿Qué raro?, le dije. -Yo siempre pensé que él sería jugador de béisbol al igual que su padre.
-El sólo jugó béisbol en la escuela y en la universidad, era sumamente bueno.
-Fue drafteado varias veces pero nunca quiso jugar como profesional. De hecho, alguien me dijo alguna vez que le guardaba resentimiento al béisbol por lo mucho que sufrió su padre. ¿Pero sabes qué? En su oficina tiene enmarcado aquel recorte de periódico en donde su padre pegó aquel gran batazo.

Luego de escuchar las palabras de nuestro amigo sentí un extraño sentimiento de nostalgia al ver la forma en que había terminado aquella dolorosa historia, y me pregunté, hace varios días, mientras celebrábamos el día de los padres cuántas veces en nuestras vidas nuestros padres han hecho algo que ha trazado nuestro destino o cambiado nuestros deseos de vivir.

Quizás ellos nunca se den cuenta de qué manera o ímpetu pueden marcarnos con sus decisiones o coraje al luchar ante la vida, pero como pueden ver, no todo es hermoso en el mundo del béisbol, porque aunque muchos se protejan detrás del escudo de la fama y la fortuna la vida no discrimina.

Aquí les dejo la letra de una canción que una vez, cuando era chico, le escuché cantar a mi padre, con la cual dejó un recuerdo en mi vida:
"Mi padre era un hombre noble
de una fortaleza recia
no lo vi nunca en la iglesia
mas su doctrina fue mi herencia"

Para introducirlos y mostrarles la importancia de el tema de hoy, he traducido parte de una expresión en inglés muy común: "para bailar tango se necesitan dos, que no lo puede hacer uno sólo".

Así mismo pasa a la hora de lanzar la pelota, y por eso hoy les traigo la otra cara de la moneda, aquella pieza importante que todo lanzador necesita tener para poder ejecutar su trabajo con eficacia y consistencia. Aquél en quien muchos de nosotros confiamos a ojos cerrados a la hora de ejecutar nuestros lanzamientos.

Burke ha sido receptor suplente en MLB por poco más de seis temporadas (AP)
Aprovechando la belleza de un soleado día domingo en la ciudad de Toronto, Canadá, salí en busca de quien estaba seguro podía darme respuestas concretas y educarme un poco más sobre lo que en realidad se necesita para ser un receptor en Grandes Ligas.

Mi invitado de esta semana es para mi, sin lugar a dudas, el mejor receptor suplente que he podido ver en mis veinte años de béisbol profesional, el señor James Eugene Burke, mejor conocido como "`Jamie Burke".

Tomamos asiento dentro del túnel que conducía a nuestros camerinos, al sacar mi grabadora, vi cambiar la expresión de su rostro y sonreír levemente, quizás por ser la primera vez que nos reuníamos para hablar sobre el arte de recibir los lanzamientos y no sobre los bateadores que nos tocaba enfrentar antes de un juego, así que sin mas preámbulos me di a la tarea de empezar mi interrogatorio.

Miguel Batista: Burky, los entrenadores dicen que hay muchos estilos de cómo recibir, que esto no funciona, que esto sí. Tú has sido receptor por tanto tiempo ¿Cuál crees tú que es la mejor forma de recibir la pelota?.

Jamie Burke: Creo que la mejor forma es con la que te puedas sentir cómodo. Eventualmente habrá que hacer varios ajustes ya que siempre hay que tener en cuenta como presentar la zona de strike y estar listo para bloquear o tirar a las bases cuando sea necesario. Muchas personas no entienden que toma alrededor de cuatro a cinco años para uno poder acostumbrarse y encontrar el estilo que más le favorezca; por eso muchos entrenadores deben ser pacientes con los jugadores jóvenes y darles tiempo para que se ajusten. Un buen entrenador es aquel que trabaja con lo que tienes y te ayuda a mejorar haciendo los ajustes necesarios.

MB: ¿Cómo deben colocarse los pies a la hora de recibir la pelota? Muchos receptores abren las puntas de los pies hacia fuera y otros apuntan con sus pies hacia el centro del terreno.

JB: Si no tenemos corredores en las bases, lo mejor es abrir los pies hacía los extremos para poder agacharnos completamente, sentándonos en nuestros talones y concentrarnos en recibir bien los lanzamientos. Cuando hay corredores en las almohadillas, debemos cerrar los pies un poco más, levantar el trasero y así estar en posición para tirar a las bases con rapidez.

MB: Charles O'Brien, quien muchos consideran, uno de los mejores catchers de los años noventa por su elegante estilo al recibir los lanzamientos, decía que los receptores debían sacar hacía fuera el codo y traer la mascota hacía atrás, que dejaran que la pelota llegara hasta ellos y que no salieran a buscarla.

JB: En eso estoy totalmente de acuerdo, con el paso del tiempo he aprendido que al mantener la mascota detrás, sobre todo entre las rodillas, dejas que el lanzamiento llegue hasta ti y es mucho más visible para los árbitros la zona de strike. Puedes darle mucho mas tiempo a los lanzamientos rompientes que tu lanzador no terminó bien y se quedan un poco altos y de esa manera tienes la facilidad de traerlos hacía tu cuerpo y presentarlos de una mejor forma.

Muchos receptores reciben con el brazo extendido y eso hace que los árbitros siempre pongan en duda si el lanzamiento fue bueno o no. Otra ventaja de tener la mascota siempre detrás es cuando esos lanzamientos que son cuestionables, como las curvas que rompen violentamente y casi no llegan al plato o las rectas de dedos abiertos que se caen de repente. Eso te da la facilidad de poder salir a buscarlos y presentarlos justo detrás del plato sin cubrirle la visión a los árbitros.

MB: Una de las cosas que he escuchado decir a todos los instructores y buenos receptores que he conocido, ha sido siempre que lo más importante es la prevención de lesiones. El gran Johnny Bench inventó el recibir con la mano de lanzar detrás de la espalda, cuando no hay corredores en base, para prevenir que le fueran a pegar un foul, pero muchos receptores alegan que eso les trae problemas de balance, tú que piensas?

JB: Cuando comencé yo "cachaba" de esa forma, pero al llegar a Seattle, Roger Hansen me convenció que era mas factible introducir mi dedo pulgar dentro del talón del zapato, ya que si tengo todo el peso de mi cuerpo sobre los talones al traer el brazo hacía delante me ayuda a tener mejor balance y a la vez proteger mi mano de lanzar. Al mantener mi dedo pulgar dentro del talón se que no se me va a rodar sin darme cuenta y no la tendré expuesta a que me pueda pegar la bola ya que la tengo cubierta detrás de la rodillera y siendo honesto es la forma mas cómoda que he podido encontrar.

MB: ¿Cómo se debe hacer cuando hay corredores en las bases?

JB: La mano se debe tener siempre cerca del cuerpo para poder encontrar pronto la mascota y lograr sacar la pelota con rapidez; muchos jóvenes cometen el error de cerrar el puño y eso es sumamente peligroso, ya que si la pelota te pega, es mucho más fácil que te rompas uno de los dedos porque tienes la mano dura; siempre se debe tener la mano abierta y suave, en caso que te pegue la bola no encuentre resistencia al momento de impacto, dolerá, pero no te lastimará.

Los pies se deben tener en dirección al montículo lo mejor posible, ya que eso facilita hacer el trasplante del peso del cuerpo de una pierna a la otra y poder moverlas con agilidad. Muchos receptores tienen buenos brazos pero tardan mucho tiempo en lanzar la pelota y por esa razón nunca llegan a tener un buen porcentaje de sacar los corredores, y en ese caso siempre hay que recordar que la rapidez es mejor que la velocidad.

MB: Gregg Zaun (Catcher de los Azulejos de Toronto) me dijo que desde muy chico siempre quiso ser receptor, al igual que su tío, quien lo fue con los Orioles de Baltimore. ¿Cuál crees que es la mejor forma de enseñarle a los niños que desde pequeños les gusta esa posición y no tienen la fortuna de que alguien les enseñe de una forma profesional como a Gregg?.

JB: Creo que lo más importante es como te dije al principio, la seguridad, enseñarlos a recibir la pelota de una forma que no se vayan a lastimar, ayudarlos a encontrar un estilo que les sea cómodo y explicarles como colocar los pies a la hora de recibir o de lanzar hacía las bases.

MB: ¿Algún ejercicio en especial que deben hacer para acostumbrarse a esa posición de estar agachados todo el tiempo?

JB: Estirar mucho la cintura y las piernas, ya que esos son los músculos que más usarán, mientras más estiren las piernas más fácil será agacharse y resistir estar en esa posición tanto tiempo.

MB: Mientras más alto es el nivel de béisbol más difícil es ser receptor y saber llevar los lanzadores. ¿Cómo puedes, como receptor, tener en cuenta tantos distintos lanzadores y conocer el estilo y sus formas de lanzar para poderlos ayudar a ejecutar su plan de juego?

JB: Para mi lo primero es comunicarme con ellos, sentarnos a hablar antes del juego y saber cual es su plan de ataque; en caso de que algo salga mal durante el partido, yo podré recordar cual es nuestra meta con cada bateador, dependiendo de la situación del momento en el campo. Muchas veces uno como receptor tiene que ayudar a sus lanzadores a reconocer que alguno de sus lanzamientos no está funcionando ese día y que debemos usar otro plan de ataque. Muchas veces también los lanzadores que son muy emocionales tratan de lanzar mas duro de lo que pueden y se salen del ritmo de su mecánica, y es nuestro deber salir a hablar con ellos a la lomita y tratar de calmarlos para que puedan volver a su ritmo.

Uno tiene que saber como se le mueven las cosas a cada uno de los pitchers que tenemos, porque todos no tienen el mismo movimiento en sus lanzamientos, a unos les mueve más que a otros y es importante a la hora de recibir la bola para no arruinar la zona de strike.

MB: Siempre se ha dicho que receptores como tú son sumamente esenciales en los equipos, ya que mientras más joven es el lanzador mayor experiencia debe tener el receptor. ¿Cuál es la mejor manera de llevar a un lanzador joven a entender y aprender como lanzar en Grandes Ligas?

JB: En el 2006 yo era el receptor de Edinson Volquez, cuando estábamos ambos en el equipo de Texas. Él tiene un excelente repertorio, pero era mi trabajo enseñarle como usar su recta, que no tratara de tirar la pelota a 97 y 98 MPH todo el tiempo, que lanzara alrededor de las 93 o 94 temprano en el conteo y que luego que tuviéramos al bateador en dos strikes, entonces, era cuando deberíamos ponerle el extra. Muchos buenos lanzadores saben como jugar con su bola rápida, Bartolo Colón, por ejemplo, en sus mejores años lanzaba entre las 92 y 94 millas y cuando te tenía contra la espada y la pared veías explotar una bola rápida de 99 MPH. Es simplemente ayudarles a entender como quitarle y ponerle velocidad a la bola. Esos muchachos tienen todo el talento, por eso llegaron aquí, pero es nuestra labor el trabajar con ellos en la parte mental y enseñarles que la única diferencia entre las Ligas Menores y las Mayores es que los estadios son más grandes, más gente, más prensa y que los jugadores son más inteligentes y no te perdonaran dos veces cuando cometas errores, así que debes aprender a ejecutar tus lanzamientos con más constancia y eficacia.

Para mí como lanzador ha sido una experiencia muy satisfactoria este diálogo tan abierto, profundo y sincero, sobre todo desde un punto de vista profesional y personal, lo cual me ha demostrado otra vez que todos los días aprendemos algo diferente y que debemos aprovecharlo para ser mejores en cada momento y en todo sentido.

Debido a lo complejo del tema y queriendo ilustrarlos lo mejor posible, esta entrevista la dividí y esta es la primera parte de una interesante charla con un gran profesional y excelente jugador. Espero que la disfruten como yo lo hice y los ilustre un poco en el arte de saber recibir la pelota.
SEATTLE -- Antes que nada quiero agradecerles sus comentarios acerca de mi último artículo, ha sido una grata sorpresa la gran aceptación que ha tenido entre todos ustedes, espero que los haya ilustrado tanto como a mí y les haya alimentado sus deseos y admiración por este gran deporte.

Maddux tiene ya pase directo al Salón de la Fama (AP)
Como lo prometido es deuda, aquí esta la segunda parte de mi encuentro con El Maestro, espero les guste tanto como la primera y les de un marco mas completo sobre el béisbol profesional y el mundo de las Grandes Ligas.

Miguel Batista:- Señor Maddux, muchos de nosotros creemos que en estos tiempos los lanzadores confían tanto en el reporte de los scout sobre los bateadores, que ya nadie lanza de acuerdo a sus habilidades ¿usted que considera?

Greg Maddux:- Yo pienso que cada lanzador debe hacer su propio reporte. Uno no puede hacer un plan de juego con algo que no tiene; muchos de esos reportes son hechos en serie donde los bateadores se enfrentan a lanzadores por ejemplo como Randy Johnson y Brandon Webb. El reporte nos dice que en esa serie ellos le lanzaron a X bateador sinkers en la esquina de afuera y que dicho jugador solo pegó de hit una vez en quince turnos. Sería ingenuo de nuestra parte hacer nuestro reporte basado en esos datos, ya que ninguno de nosotros mide seis pies diez pulgadas y tiene una recta de 100 mph, además lanza a la zurda o tiene una bola rápida que se cae doce pulgadas antes de llegar al plato como lo tiene Brandon Webb. La mejor forma de hacer un reporte es encontrar un lanzador con un repertorio de average, ya que si él pudo sacar ese bateador fuera consistentemente y nosotros tenemos mejor repertorio que él, le será mucho más difícil a ese bateador pegarle a nuestros lanzamientos.

MB:- Señor Maddux, Tom Seaver escribió en su libro "El Arte de Lanzar" que una de las cosas mas difíciles para los lanzadores era el saber la diferencia entre un mal picheo y un buen bateo ¿Usted comparte esa teoría?

GM:- Claro que si, esa es quizás una de las bases más importantes para poder aprender a lanzar, ya que muy pocos llegan a entender donde esta la diferencia entre una cosa y otra. Si uno lanza la pelota en la esquina de afuera, por ejemplo y termina en medio o en la otra parte del plato y los bateadores le pegaron fuerte de hit eso no quiere decir que te batearon bien sino que lanzaste mal. Quizás, si hubieras lanzado la bola donde querías los resultados hubieran sido diferentes. Es ahí donde radica uno de los mayores errores en nuestros lanzadores jóvenes, pues toman el resultado como producto final y llegan a pensar que su plan de juego estuvo mal y que no funcionó.

Cuando logramos lanzar la pelota donde queremos y los bateadores le pegan con autoridad es cuando debemos cambiar nuestro plan de juego, ya que como te dije antes nuestra meta es tratar de que los bateadores le peguen suave a la pelota para que la defensa pueda hacer su trabajo. Cuando logramos reconocer donde estuvo el problema, sólo tenemos que hacer los ajustes necesarios, si fue que lanzamos mal, tratar de lanzar la bola donde queremos para poder ejecutar nuestro plan de juego y si es que nuestro plan no funcionó, cambiarlo, y en vez de lanzar afuera, lanzar adentro y en vez de algo duro, lanzar algo suave.

MB:-¿Cómo cree usted que es la mejor forma de aprender a reconocer la diferencia entre ambas cosas?

GM:- Creo que lo primero es enseñarles a trabajar cuando lanzan en los lados, el bullpen no es para gastarse el brazo lanzando la bola tan fuerte como podamos, es para trabajar en colocar la pelota donde queremos y para perfeccionar nuestra mecánica. Cuando uno lanza en el bullpen debe lanzar entre el 70 y 80 por ciento de su velocidad máxima; nunca quieres que llegue tu turno de lanzar dos días después y tengas el brazo adolorido porque lanzaste todo lo que tenías en el bullpen. Recuerda que la mejor arma de un lanzador será siempre su control, ya que no importa lo que tengas sino lo puedes tirar por la zona de strike.

MB:- Nolan Ryan, al igual que usted, revolucionó el béisbol a finales de los años ochenta. El Sr. Ryan les demostró a todos que el levantamiento de pesas era bueno para el béisbol, en especial para los lanzadores ¿Usted cree en el levantamiento de pesas?

GM:- Yo creo que el levantar pesas es necesario, pero nunca se debe olvidar el objetivo principal, que uno alza pesas para poder estar listo para lanzar y no al revés. Muchos de los muchachos a veces están tan apretados de las pesas que no pueden lanzar bien. Lo importante es buscar a alguien que sepa lo que esta haciendo, que tenga conocimiento sobre el béisbol y sus requerimientos para que nos entrene de una forma conveniente y así mejorar nuestras condiciones físicas como lanzador, porque para poder lanzar bien hay que tener soltura y no fuerza.

MB:- Usted ha lanzado en las últimas dos décadas, ha tenido la oportunidad de picharle a los mejores bateadores que mis ojos hayan visto, pero ¿hay alguien en la historia a quien le hubiera gustado enfrentase y nunca pudo?

GM:- Yo crecí siendo fanático de los Rojos de Cincinnati, tuve la oportunidad de enfrentarme a Pete Rose cuando él ya estaba al final de su carrera, pero no fue lo mismo, me hubiera encantado enfrentar a la vieja Maquinaria Roja cuando tenía esos grandes jugadores como Johnny Bench.

MB:- ¿Si tuviera que definir el béisbol en una sola palabra cual sería?

GM:- ¡Perfección!

MB:- ¿Por qué?

GM:- Porque es tiempo, precisión y desafío.

MB:- Déme un ejemplo.

GM:- Anoche uno de los jugadores jóvenes de ustedes le tocaba batear y al llegar al plato apretaba su bate sonriente y confiado, nuestro pitcher le lanzó una recta a la cual él le pegó de foul hacía atrás, el próximo lanzamiento fue una curva por strike dos y el tercero fue una recta adentro de swing y abanicó. El mismo jugador que llegó sonriendo al plato y confiado ahora volvía al dugout con la cabeza baja. El mejor ejemplo quizás que podamos ver es cuando los bateadores le pegan a la pelota de rodada y ves al campo corto sacarlos fuera por un paso, luego un rodado en el fondo y lo ves sacarlo esta vez por medio paso; ¿te imaginas si las bases en vez de estar a noventa pies estuvieran a menos o a más? las doble matanzas que se perderían o las tantas que ocurrirían? El juego perdería su desafío, su belleza y no seria tan excitante.

¿Alguna vez leyendo un libro les ha pasado que cuando se dan cuenta que están llegando al final, les da nostalgia y comienzan a leer despacio, pues no quieren que se termine la historia? Esa ha sido mi experiencia con mi encuentro con El Maestro; yo trataba de anotar cada palabra mientras sus ojos reflejaban una suave sensación de satisfacción, me estrechó la mano y cortésmente se despidió.

Mientras caminaba de vuelta a mi locker sus palabras hacían eco en mi razón y mirando por encima de mi hombro lo vi desaparecer lentamente, al entrar en el túnel. Sonreí levemente y recordé algo que escuché alguna vez, "el mejor maestro no es el que más sabe, sino aquel que nos lleva a entender que la magnitud de los problemas está en la objetividad con la que los enfrentamos".
AL INICIO