SEATTLE -- Con una delicada corbata color salmón de pequeños puntos dorados y un largo gabán color oscuro se acercó a mí, llenando por completo la reputación de elegancia que le precedía. Me estrechó la mano y con una ferviente sonrisa me preguntó -- ¿Cuándo empezamos?

Tomamos asiento en el banco del dugout y sacando mi grabadora comencé mi cuestionario a mi invitado de esta semana, el gran ex lanzador de los Orioles de Baltimore y miembro del Salón de la Fama, el Señor James Alvin Palmer (Jim Palmer).

Nick Markakis y Jim Palmer
APJim Palmer conversa con el jardinero Nick Markakis

Apretando el botón para iniciar la grabación, lo miré directamente y emití mi primera incógnita.

M.B.: Señor Palmer, usted ha formado parte de este juego por tanto tiempo, como lanzador y como comentarista. ¿Cree usted que el arte de lanzar se está perdiendo por la demanda de los equipos buscando lanzadores de poder?

J.P.: Yo en realidad creo que no; colectivamente sí, pero aún hay varios lanzadores en este juego que sí saben cómo lanzar. No es como en los tiempos de antes que la mayoría tenía que saber lanzar, pues no tenían la recta rápida que tienen los jóvenes de ahora.

Para mí el juego está volviendo a ser un juego de pitcheo y creo que una de las razones es el nuevo método de exámenes de drogas que, aunque no es un método perfecto, ha ayudado mucho a que la cantidad de cuadrangulares disminuya, a que la cantidad de intentos de robo de bases sea más alta y a que muchos tengan lanzadores que tienen que usar más la cabeza que la fuerza para poder ser efectivos.

Mucha gente tiene que entender que la base del gran secreto no está en lanzar juegos completos, sino en saber cuántas veces tienes que sacar fuera a un bateador en una noche. Por ejemplo, si sólo lo tienes que sacar fuera una vez por noche puedes tirar la pelota y no lanzar, pero cuando tienes que sacarle de out tres o cuatro veces en una noche, tienes que lanzar porque los bateadores harán los ajustes necesarios contra tus lanzamientos.

Los jóvenes casi siempre tienden a sobretirar la pelota, dejan de utilizar sus envíos rompientes, no utilizan ambas partes del plato y muchas veces te das cuenta que después que los bateadores los han enfrentado dos veces ya le comienzan a pegar. En nuestra generación los lanzadores nunca te enseñaban todo lo que tenían en la primera vuelta de la alineación, pues cuando llegaban a estar en una situación apretada podían sorprender al bateador con algo que él no había visto en toda la noche. En esta época, donde hay tantos relevistas, muchos no lanzan lo suficiente para aprender a conocerse y desarrollar la astucia como pitcher que los lleve a saber cómo salir de aprietos.

Glavine

Glavine

M.B.: Una vez Tom Glavine me contestó "que en estos tiempos muchos buenos serpentineros son ignorados en las menores porque no tienes una bola rápida que impresione a los scouts".

J. P.: Yo creo que uno de los grandes responsables de todo eso son los radares de velocidad. A mi parecer deberían apagarse y sólo mirar el trabajo realizado. Los radares le han alargado a muchos lanzadores sus carreras en el béisbol por el simple hecho de que poseen una buena recta rápida, pero nunca aprendieron a lanzar.

Yo jugué con grandes pitchers como Dave McNally, quien ganó veinte juegos cuatro veces y quien no era un lanzador con una gran recta rápida, al igual que Mike Cuellar, quienes aunque no tiraban alrededor de las 95 millas, sabían cómo mover la bola y lanzar dentro y fuera del plato.

Si el radar de velocidad fuera el único parámetro que dictara la calidad de los lanzadores, jugadores como Tom Glavine, Greg Maddux y Bobby Cuellar nunca hubieran llegado donde lo hicieron. Para mí una de las cosas que hicieron a esos hombres grandes lanzadores es el hecho que fueron maestros en lanzar en la zona baja y afuera.

Otra cosa que hizo a muchos de nosotros grandes en el arte de lanzar fue el factor de que sabíamos lanzar de acuerdo a los estadios y al ambiente. Y lo que quiero decir con esto es que, por ejemplo, en estadios como éste (Safeco Field), donde la pelota corre poco para la banda contraria, nosotros temprano en el juego establecíamos nuestra recta rápida, bajita y afuera, y forzábamos a los bateadores a batear hacia donde fuera más difícil de que la bola corriera. Si te fijas bien en estos tiempos el mover el infield contra los bateadores jaladores como Ortiz, Griffey, Branyan es cada día mas común, porque los bateadores al igual que los lanzadores no usan las ventajas que le dan los estadios.

En estos momentos todo el mundo enfatiza en la facultad de cambiar la velocidad de los lanzamientos y muchos se olvidan que la columna vertebral del pitcheo es mantener la bola alrededor de las rodillas. Una vez, cuando era joven, en una de nuestras reuniones de lanzadores, nuestro entrenador resaltaba sobre el mantener la bola bajita y uno de nuestros jugadores jóvenes le dijo que estaba cansado de escuchar siempre lo mismo, que lancen bajito, que mantengan la bola a la rodilla y nuestro entrenador le dijo: "ponlo de esta manera hijo, si Dios quisiera que los bateadores le pegaran bien a la bola bajita, les hubiera puesto los brazos en la cintura".

Maddux

Maddux

M.B.: Greg Maddux me dijo en una ocasión que él se convirtió en un lanzador ponchador cuando aprendió a poner la pelota donde él pensaba que los bateadores no podían alcanzarla, en vez de tratar de pasar a los bateadores con lanzamientos de fuerza.

J.P.: Yo ponché más de 2.000 peloteros en mi carrera, quizás hubiera podido ponchar más, pero para mí era más importante sacar al toletero fuera con pocos lanzamientos y tener la oportunidad de mantenerme lanzando al ser económico con mis tiros, que lanzando tan sólo seis o siete entradas con doce ponches y con 135 envíos.

La gente habla mucho de la cualidad de ponchar y la diferencia entre la cantidad de ponches y bases por bolas propinadas y se olvidan que los buenos lanzadores muchas veces no son buenos ponchadores, porque son lanzadores de contacto. No te ponchan diez jugadores por juego pero consiguen que le bateen de rodado más de quince veces por partido. Eso son los buenos lanzadores, los que obligan a los bateadores a poner la bola en juego temprano en el conteo. Son serpentineros duraderos, pues lanzan más entradas aunque no ponchen a muchos.

M.B.: Se me dijo una vez que cuando se trataba de lanzar en situaciones apretadas, nadie lo hizo mejor que usted, ya que nadie le pegó nunca un cuadrangular con las bases llenas.

J.P.: Para mí el secreto está en saber qué clase de pitcher eres y aprender a ser lo mejor que puedas con lo que tienes. El lanzador como todo líder de un pueblo o todo maestro debe estudiarse a sí mismo y buscar la manera de cada día ser mejor para él y los que detrás de él cuentan con su esfuerzo.

Muchos entrenadores de pitcheo tienen que entender que el arte de lanzar se basa en el tacto de la pelota, cómo sale de la mano, cómo se puede buscar la manera de repetir y repetir con efectividad un lanzamiento bien hecho y enseñar a los jóvenes a ser sus propios entrenadores para que sepan cómo reparar sus problemas cuando están en la lomita y no tenga uno que salir corriendo a recordarles las cosas básicas. Como, por ejemplo, no trates de sobretirar, mantente encima de la pelota, recuerda usar más tus lanzamientos rompientes &

M.B.: ¿Usted cree que la tecnología ha afectado mucho a los lanzadores en las mayores? Muchos jugadores comentan que el avance de la misma y el uso del video les ayuda a poder saber de antemano las tendencias de un lanzador mucho antes de que puedan enfrentarlos.

J.P.: Muchos bateadores han hecho una gran carrera estudiando los videos y saber con anticipación lo que muchos lanzadores hacen cuando tiene una tendencia. Han podido darse cuenta de quiénes son los que no pueden, por ejemplo, lanzar la curva por la zona de strike o quiénes son los que tienen por hábito lanzar la curva cuando están debajo en el conteo.

Para mí la tecnología del video ha hecho a muchos bateadores mejores ya que no tienen que enfrentarse a un lanzador y tener una noche de 2-0 para darse cuenta de la forma en que alguien puede lanzar.

En ese momento un joven pitcher de nuestro equipo se acercó y estrechando la mano al astro del montículo se sentó a escuchar las cátedras dictadas por el maestro. Yo sonreí levemente y recordé el épico poema Martín Fierro, escrito por José Hernández, y que Alberto Cortez con su interpretación hizo popular.

"Lo que pinta este pincel
ni el tiempo lo ha de borrar;
ninguno se ha de animar
a corregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
sino quien sabe pintar"

LOS ANGELES -- "Dicen que la risa es el mejor remedio para el alma" y en este deporte, a pesar de sus privilegios, muchas veces nos trae un mundo de complicaciones y preocupaciones, por eso para nosotros, los jugadores latinos, el contarnos historias divertidas, ya sea sobre nosotros mismos u otro compañero, es un ritual cotidiano que amengua las responsabilidades de este trabajo y nos hace recordar que la fama y la fortuna nunca serán un escudo que esconderán por siempre nuestra inocencia o nuestra ignorancia en muchas cosas de la vida.

He aquí varios de los papelazos que me han contado este año de algunas de las súper estrellas que ustedes conocen y que al igual que nosotros también admiran.

• "La primera palabra que aprenderemos hoy es la palabra esperar" comenzó diciéndoles la profesora a un grupo de jugadores novatos de primer año durante la clase de inglés. La maestra tomando la tiza escribió en el pizarrón la palabra "Wait" "repitan conmigo" dijo la profesora apuntando hacía el tablero, "wwweeeeitttt" el grupo de jóvenes jugadores repitió tras la profesora una y otra vez. De pronto la catedrática notó como uno de los jugadores sentado en la fila de atrás se reía al mirar la pizarra y le preguntó el porqué su risa, el joven jugador levantándose de su asiento le respondió "pero profe, nosotros estamos hablando inglés desde hace mucho en nuestro país y no lo sabíamos."

"¿Por qué?" le preguntó ella sorprendida.

¡"Profe, en nuestro país si uno tiene mucho tiempo si ver una persona, cuando la vuelve a ver de nuevo lo primero que uno le dice es "¡wwweeeeyy muchacho y ¿donde tú estabas?!"

• Al acercarse el final de la temporada el director de las Ligas Menores le pidió en una ocasión a todos los jugadores que por favor escribieran en unas páginas las direcciones de sus hogares en el invierno, en caso que quisieran contactarlos el equipo supiera donde encontrarlos. Los muchachos tomaron las páginas y uno por uno hicieron lo que les habían pedido. El director tomó las páginas y comenzó a revisar para asegurarse que todo estuviera bien, de pronto alzando el rostro llamó a uno de ellos y le preguntó "oye ¿Qué es esto?

"¿El que jefe?" le dijo el muchacho sorprendido.

"Tu dirección dice calle Rafaela Noriega numero depende ¿Cómo es eso de que depende?

"¡OH! Déjeme explicarle jefe, yo vivo en una calle que está un una bajada y la calle es de dos vías, o sea que se sube y se baja. Si usted va bajando la calle yo vivo en la casa 01, pero si va subiendo es la número 10.

• En otra oportunidad una de las grandes estrellas de Latinoamérica cuando jugaba en Las Mayores en los años cuarenta, fue arrestado y llevado a la corte por tratar de cruzar la calle con la luz verde. El juez le preguntó que como se declaraba ante la acusación y el beisbolista contestó que inocente; el juez le pidió que explicara sus razones por la cual él pensaba que era inocente y esto fue lo que contestó:

"Mire señor juez, yo salí del hotel buscando un restaurante para comer algo porque tenía hambre, entré a un bar y me dijeron que ahí no me podían servir porque era un restaurante solamente para personas blancas y yo soy moreno. Seguí caminando y entre a otros dos lugares más y me dijeron lo mismo, luego de caminar más de cuatro cuadras llegué a esa intercepción, la cual estaba llena de gente, todos eran blancos. Cuando la luz cambió, todos ellos cruzaron la calle y yo me dije a mi mismo ¡bueno si la roja es para ellos, la verde tiene que ser para los morenos!"

Según cuenta la historia, fue tan divertida la explicación para el juez que absolvió al jugador de toda culpa.

El comediante Australiano Barry Humphries dijo una vez caracterizando su famoso personaje de Edna Average "Nunca tengas miedo de reírte de todo lo que te pasa, pues puede ser que te estás perdiendo el mejor chiste de tu vida".

Esta es la segunda y última parte de mi charla y entrevista con Ken Griffey Jr. Aprovecho para agradecer todos sus comentarios, los cuales les aseguro leo y también los elogios que le hicieron al artículo anterior. Espero disfruten todo su contenido, tanto como lo hice yo.

M.B.: ¿Qué es lo más importante para ti en este juego en este momento de tu carrera?

K.G.J.: Yo creo que lo más importante de todo es sentirte en familia. Mis compañeros son mi segunda familia y así siempre lo he visto. Uno tiene su familia inmediata, que son los que te unen por sangre, y tienes tus compañeros que son los que pasan la mayor parte del tiempo contigo.

Ken Griffey Jr.
Cortesía Geoff Baker/Seattle TimesGriffey dijo que considera a sus compañeros como familia

La familia de un compañero también es tu familia, pues si algo afecta a uno de nosotros y eso influye en su rendimiento, eso nos incumbe a todos como equipo. Esa fue la forma en que yo crecí en este juego y por eso, si alguno de mis compañeros tiene un problema ya sea dentro o fuera del terreno, el resto de sus colegas tenemos el compromiso de ayudarle lo mejor que podamos.

M.B.: ¿Nunca hubo un día en que estuvieras en el jardín central y te quedaras mirando todo ese millar de gente en las graderías, personas que invirtieron su dinero para verte jugar, y te hayas dicho a ti mismo: "béisbol, haciendo esto es cómo me gano la vida"?

En ese instante, un pequeño silencio y un gemido fueron su primera reacción, levantó su cabeza, su mirada se incrustó fija en el techo y contestó.

K.G.J.: Yo en realidad no me preocupo cuando la gente se sienta en el estadio y me ve. Yo me preocupo más por lo que pasa en el terreno de juego y en nuestra banca cuando estamos jugando.

Creo que lo importante es salir al terreno y dar lo mejor de ti cada día. Todo el mundo no lo va a entender, pero muchos lo agradecerán. Varios fanáticos te aplaudirán y otros te abuchearan, casi siempre depende si juegas en la casa o de visitante. Pero cuando uno juega y hace las cosas bien el público lo reconoce, no importa si tú les caes bien o no. Los fans pueden decir atrocidades de uno sin ninguna razón, simplemente por el hecho de que no les caes bien, pero cuando hablen de tu carrera tendrán que admitir y decir, yo estuve ahí cuando hizo eso, o estuve allá cuando logró aquello. Uno no puede preocuparse demasiado por lo que pueda decir la gente. Hay incontables cosas que se han escrito sobre muchas personas que no son ciertas y los lectores se las han tomado como verdades porque las leyeron en los periódicos.

A mí me preocupa más lo que mis compañeros puedan decir de mí, ya que ellos son los que pasan más tiempo conmigo, son los que en realidad me conocen.

Aproveché la intensidad del momento para embargarlo con una pregunta que considere oportuna.

M.B.: Como lo has expresado, se dice que nunca se puede creer en todo lo que se lee. Béisbolistas como yo, que hemos jugado en contra tuya por mucho tiempo y que ahora tenemos la oportunidad de hacerlo juntos, hemos leído tantas cosas sobre tu persona por varias temporadas. ¿Cómo te gustaría que te recordáramos?

Sus ojos volvieron a parpadear rápidamente y luego de una décima de segundo volvió a sonreír.

K.G.J.: Como alguien que siempre estaba dispuesto a darlo todo, como un buen compañero y gran amigo. Sé que muchos me recordaran por mi talento, pero el ser amigo es una de las virtudes más grandes del ser humano.

Alguien que le gustaba pasarla bien, divertirse en el juego y que de una u otra manera siempre trató de ayudar a todos a ser mejores.

M.B.: Tú al igual que yo hemos visto este deporte evolucionar de una manera increíble en los últimos 15 años. Vivimos en las eras del bateo y el pitcheo de poder. ¿Crees tú que con esta gran producción de atletas hay alguien hoy que pueda ser tan bueno como Ken Griffey Jr.?

K.G.J.: En realidad yo no me preocupo por eso. Pero honestamente te puedo decir que muy pronto habrá jugadores más fuertes, más rápidos y con mejor defensa también. ¿Qué si serán jugadores de cinco herramientas? Eso sí no lo sé, pero algo sí te puedo asegurar y es que será emocionante de ver.

La gente que vio a Mickey Mantle pensó que nunca verían un jugar igual. Luego llegó Willie Mays y se dijo lo mismo y sé que igual pasará conmigo. Cuando llegue el momento en que el béisbol pase la barrera del racismo de comparación donde un jugador negro tenga que ser comparado con Willie Mays o Barry Bonds; un blanco con DiMaggio, Babe Ruth, Mantle; los latinos con Roberto Clemente etc. etc. Todo llegará a ser mejor. Cuando sólo se pueda decir, "es un excelente jugador". Yo mismo no me considero en la categoría de esas leyendas. Esos jugadores pusieron números en este juego que en estos tiempos sólo el conejo Bugs Bunny puede hacerlo.

M.B.: ¿Tú piensas que si no hubiera sido por la gran cantidad de lesiones que tuviste durante toda tu carrera hubieras podido alcanzar y pasar varios de esos números? Como, por ejemplo, el récord de cuadrangulares.

K.G.J.: Eso nunca hubiera pasado. La mayoría de mis lesiones fueron jugando a la defensiva. Yo me tomo con mucho orgullo la forma cómo juego a la defensa y nunca hubiera dejado de jugar fuerte en el terreno por miedo a lesionarme para poder seguir produciendo ofensivamente.

M.B.: Tú creciste en este juego. Tu padre fue jugador de Grandes Ligas. Has jugado en las mayores por más de 20 años. Eres una súper estrella y algún día llegarás al Salón de la Fama. Definitivamente tienes una visión de este deporte muy diferente a la que muchas otras personas puedan tener. ¿Si tuvieras que decir cuál es la parte más hermosa del béisbol, cuál sería?

K.G.J.: Cuando ves al niño salir dentro del hombre. Cuando los observas jugar como niños de Pequeñas Ligas que cuando miran a las graderías sólo ven a sus padre. Donde no importan los contratos multimillonarios, ni los acuerdos con las compañías que hacen los guantes o los zapatos. Cuando juegan por el sólo amor al juego. Cuando se olvida que se está allá afuera jugando por dinero, sólo por amor, es ahí donde ves a los hombres compartir en hermandad.

M.B.: Sabes que el día llegará en que en este estadio se ponga un estatua en tu honor. Tú has sido un gran jugador tanto ofensivo como defensivo. ¿De qué manera crees que debería estar tu monumento?

K.G.J.: Estoy más que seguro que será bateando como el logo del "hombre del swing" que tienen todas las cosas que uso. Es muy difícil ver una estatua de un bateador que no sea a la ofensiva. Además es lo que más la gente reconoce de mí.

M.B.: Tú fuiste escogido primero en el primer round del sorteo del béisbol en todo el país en 1987. Te convertiste en súper estrella a la edad de 21 años. Has ganado muchos reconocimientos como jugador ofensivo y defensivo. ¿Hay algo en el juego de la pelota que te hubiese gustado hacer individualmente, no como equipo, y no lo lograste?

K.G.J.: Ganar un título de bateo.

M.B.: ¿Eso te hubiera gustado?

K.G.J.: ¡Waoo, claro que sí! Quizás cuando era más joven pude haberlo hecho, pero luego que te conviertes en un bateador con más experiencia, te das cuenta cuál es tu zona de strike y ya no buscas pegar imparables sino extra bases. Lo más cerca que tuve fue mi tercer año cuando quedé en tercer lugar detrás de Julio Franco y Wade Boggs.

M.B.: Sabes que llegará el día en que tendrás que retirarte. ¿Si tuvieras la oportunidad de describir el día perfecto para hacerlo, cómo sería?

En ese instante le vi cambiar la expresión de su rostro. Era la primera vez que veía en él un aspecto de sobriedad y seriedad.

K.G.J.: Yo no quiero el típico adiós de los fanáticos y estar batiendo la mano desde el terreno diciéndoles adiós a todos. Yo no llegué al juego de esa manera …

M.B.: ¿No te gustaría pegar un cuadrangular en tu último turno al bate en la novena entrada y todo eso?

K.G.J.: Esa sería espectacular. Pero en cuanto al retiro, no quiero que sea una gran cosa, porque hay muchos niños y jugadores jóvenes que están mirando este juego y no quiero dar el mal ejemplo de que eso es necesario, que es parte de la carrera de uno como jugador. Hay mucha gente que necesita eso, el "mírenme a mí", el "alábenme". Pero yo no. Sólo quiero hacer una llamada y poder decirle a todos, "El Kid no regresará más".

M.B.: Pete Rose dijo una vez que "él se atrevería a cruzar el infierno encendido con gasolina por tener la oportunidad de volver a jugar béisbol". ¿Si Dios te diera la oportunidad de nacer de nuevo volverías a jugar pelota?

K.G.J.: ¡Claro que sí!

M.B.: ¿Por qué?

K.G.J.: Béisbol es todo lo que conocí, y me divertí como jamás imaginé.

¡Usted es el mejor, el mejor que ojos algunos hayan visto!

Fueron las palabras de Johnny Sylvester años después (aquel niño que Ruth visitó en el hospital y a quien le dio su palabra de pegar dos cuadrangulares en un juego, si él le prometía sanarse) mientras lo veía desaparecer bajo la oscuridad del túnel que llevaba a los camerinos, en una escena de la película "El Bambino" (The Babe en su título original), en la cual el actor John Goodman hacía el papel de Babe Ruth.

Getty ImagesKen Griffey cambia de coche si le va mal con el bate

Inspirado en esta película, tomé mi grabadora, papel y lápiz en mano, me lancé a la aventura de entrevistar a quien, quizás para muchos de nosotros, sea el mejor jugador que nuestros ojos hayan visto. "El natural", según la opinión de los expertos y grandes jugadores de Grandes Ligas, el señor George Kenneth "Ken" Griffey Jr.

Con la extraordinaria y amistosa sonrisa que siempre lo ha caracterizado ante los demás, entramos acompañados al cuarto de entrevistas de camarógrafos y un par de reporteros que curiosos querían saber lo que estaba pasando. Las luces se encendieron, las cámaras comenzaron a grabar y los micrófonos se abrieron para escuchar las respuestas del más grande y famoso Marinero de todos los tiempos.

M.B.: Ken, nosotros siempre hemos escuchado la famosa expresión "nació para jugar béisbol", las personas que te han visto jugar durante toda tu carrera dicen que si alguien en el mundo le pega ese dicho es a ti. ¿Tú crees que eso es cierto y que naciste para jugar béisbol?

K.G.J.: No, yo no pienso igual. Cuando miro el historial de mi familia puedo ver que desde varias generaciones muchos de los hombres que la componemos hemos sido buenos atletas, muchos jugamos fútbol americano. Mi padre era mejor jugador de fútbol que de béisbol al igual que mi hermano y varios de mis tíos; hasta cierta edad también lo fui.

Yo no era el mejor jugador de mi equipo de pelota, siempre había alguien que era mejor bateador, alguien que tenía más fuerza. Defensivamente sí era el mejor pero en la ofensiva nunca. En fútbol llegué a jugar varias posiciones, desde recibidor abierto hasta guardador de línea, podía hacerlo casi todo; como puedes ver nosotros siempre fuimos mejores en fútbol que en béisbol. Mi primo rompió todo los récords de la escuela en correr el balón, mi padre es el dueño de todos los récords de la gran 33 del lado oeste de Pensilvania, marcas que nunca serán rotas porque esa escuela ya cerró y siempre que tengo la oportunidad se lo lanzo en cara. Como vez nuestra familia siempre fue buena en fútbol, la única razón por la cual mi padre eligió jugar béisbol fue porque yo había nacido y tuvo que decidir entre perseguir su sueño de jugar fútbol o jugar béisbol y ganar dinero para mantener a su familia.

El teléfono de uno de los camarógrafos timbró, interrumpiendo la entrevista y todos lo miramos con cara de enojo por un segundo antes de que estalláramos de risa, voltee de nuevo hacía mi invitado y usando sus palabras lo puse contra la espada y la pared.

M.B.: Muchas personas creen que los hijos de ex jugadores tienen ventaja sobre el resto de los demás, pero el que tu padre haya jugado béisbol no garantiza, ni justifica tu enorme calidad de talento para jugar pelota. ¿Tú crees que es una herencia genética o que naciste con la bendición de un talento en especial?

K.G.J.: Yo creo que es genética. Sé que en la vida hay misterios; por ejemplo Stanley Musial nació en la misma ciudad que yo nací, el mismo día también, 21 de noviembre. Eso no es fácil de encontrar, dos jugadores como nosotros, nacidos en la misma ciudad, el mismo día, pero en diferentes eras. Musial jugó con mi abuelo y siempre dijo que mi abuelo era el mejor atleta con el que había jugado en toda su vida. Luego llegó mi padre y después yo, como puedes ver traigo una herencia deportiva en mi sangre. Genéticamente muchas generaciones heredan lo mejor de ambos padres y se convierten en mejores atletas.

Cuando mi hermano jugaba fútbol había una sola persona en todo el país más rápida que él y era Rocket Ismail, o sea que él sacó toda la rapidez de la familia, yo la fuerza y el buen ojo para batear.

M.B.: Alguien una vez le preguntó a Barry Bonds si él pensaba que él era bueno porque su padre lo había sido y él contestó que "donde estaban los padres de Babe Ruth, Mickey Mantle, Hank Aaron?". Sus padres nunca jugaron.

K.G.J.: Bueno, quizás no jugaron béisbol pero trabajaban en oficios que les ayudaron a desarrollar fuerza, buena vista, partes y cosas que sus hijos heredaron y que los llevaron a ser quienes fueron en el béisbol.

M.B.: ¿Entonces tú estás convencido de que en realidad es todo genética?

K.G.J.: Claro que sí. Cuando uno mira cuál era en tiempos atrás el promedio de estatura de un hombre no era más que 5 pies 7 pulgadas, ahora es 5'9". La humanidad está cambiando, ahora hay jugadores más rápidos y más fuertes que antes; por ejemplo, mi hijo mayor mide 6'2" y pesa 170 libras con tan sólo 15 años de edad. A su edad yo sólo pesaba 130 y lo mismo pasaba con mi padre. Cuando uno examina a sus hijos se puede sacar muchas veces un mapa genético de todas sus partes de dónde vienen; por ejemplo mi hijo tiene mi trasero y el estómago de su madre, mis hombros y brazos pero las caderas de mi padre, y así sucesivamente.

Ken Griffey Jr.

Bateador designado
Marineros de Seattle

Perfil

Estadísticas de carrera
J HR RBI R OBP PROM
2.551 615 1.782 1.624 .373 .287

M.B.: Volviendo al tema del béisbol, esta es una pregunta muy importante porque quizás tú seas la única persona en la historia de este deporte que no tenga la opción de decir cómo quiere que la gente lo recuerde. Y la razón es simple: muchas personas dicen que tú cambiaste la imagen del juego con tu estilo, que eres el icono del jugador del futuro, que fuiste el primero que comenzó usando la gorra hacía atrás, que eras el niñito "bacano" con su estilo propio, siempre riéndose y que jugaba junto con su padre.

Una suave sonrisa iluminó su rostro y sus ojos parpadearon varias veces.

K.G.J.: Me gustaría pensar que sí tengo una opción. Todo el mundo cuando es pequeño quiere usar las cosas de sus padres, como una niña cuando se pone los tacones de su madre aunque le queden grandes, o un niño que usa las prendas de vestir de su papá y camina por la casa arrastrando los ruedos de los pantalones. Yo quería usar las cosas de mi padre. Mi papá cuando jugaba béisbol tenía un afro, yo sólo tenía siete años en ese entonces y quería siempre usar su gorra, salir al terreno, lanzar y atrapar la pelota, pero cada vez que me la ponía siempre se deslizaba y me tapaba la cara, porque era muy grande para mí, de la única forma que podía usarla era volteándola hacía atrás. Así fue como todo empezó.

M.B.: Los historiadores de este juego argumentan que ese es tu estilo y que tú comenzaste con el jugador sonriente, el niño feliz de estar en las mayores.

K.G.J.: Si vas a jugar este deporte tienes que divertirte. ¿Para qué te vas a dedicar a algo que no te gusta?

Uno invierte mucho tiempo de su vida jugando béisbol, cuando es niño en el patio de la casa, sin las preocupaciones del deporte profesional, sólo por el amor a este juego. Entonces, si amas este deporte, disfrútalo. No hay razón que por el hecho que te paguen por hacerlo eso cambie.

La gente siempre dice que los jugadores cuando llega la hora tienen que tener lo que todos llaman la cara de jugar. Cualquiera puede ir allá afuera y tener la cara de ogro, pero el gran secreto está en poder divertirse mientras te ganas la vida.

Cuando llegué a Las Grandes Ligas con 19 años, no tenía mucho de qué preocuparme, todo era divertido para mí, por eso siempre estaba sonriendo. Alguien tropezaba y se caía y yo soltaba la risa, ahora que tengo 39 sé que hay cosas de las cuales uno se debe reír y otras de las que no, pero hay algunas de las que siempre me voy a reír.

M.B.: Tú eres uno de los seis jugadores en la historia del béisbol que han pegado 600 cuadrangulares o más. ¿La experiencia, el sentimiento cuando conectas un cuadrangular varía con cada peldaño? ¿Se siente lo mismo cuando pegas el 500 ó el 600 como cuando conectas el primero?

K.G.J.: Te diré la verdad, uno nunca olvida el primero. Siempre recuerdas ese lanzamiento y cómo te sentías cuando ibas corriendo las bases como un tonto mientras tratabas de disimular tu entusiasmo. Cuando vas subiendo los escalafones de la fama tienes un sentimiento conmovedor al alcanzarlo, pero yo siempre trato de controlar mis emociones. No he querido nunca avergonzar a nadie; nunca he querido ser uno de esos que pega brincos o hace un ritual en el plato cada vez que conecta un cuadrangular.

Mi padre siempre me dijo, "Sé siempre tú, reacciona como si ya hubieras hecho eso antes". Y todo comenzó cuando tenía como 14 años, en un partido pegué un largo cuadrangular y tan pronto le pegué a la bola comencé a batir mi puño como el comediante Steve Garvey. Cuando llegué al plato mi padre desde las graderías me estaba haciendo señas para que me acercara y me dijo, "Nunca hagas eso otra vez, el cometió un error, tú sabes que cometió un error. Por eso no tienes que avergonzarlo".

M.B.: Conectar cuadrangulares es algo a lo cual tú debes estar muy acostumbrado ya que lo has hecho más de 600 veces, pero si tuvieras que describirlo con palabras, para aquellos que nunca lo han hecho ¿qué se siente pegarle a la pelota en la masa del bate y ver cómo miles de personas se ponen de pie al mismo tiempo y con sus rostros llenos de emoción miran el recorrido de la bola, esperando ver dónde caerá esta vez?

K.G.J.: No creo que tenga palabras para explicarlo. Cuando uno conecta un buen batazo no siente el contacto del bate con la bola, por esa razón sabes que le pegaste bien. Es como ustedes los lanzadores, cuando hacen un lanzamiento y desde que sale de tu mano sabes que el bateador no tiene chance de pegarle, porque salió de una forma perfecta. Nosotros sentimos lo mismo, vemos la trayectoria de la pelota y como al salir del bate lleva buena rotación ya sabes que se va ir.

Yo nunca he sido el tipo de jugador que pega muchos cuadrangulares de 500 y tantos pies donde ves a la gente gritar "¡Waoo!". En Cincinnati la gente me llamaba el Don Juan de las primeras filas porque la mayoría de mis cuadrangulares caían entre las primeras tres o cuatro hileras de los asientos.

M.B.: Tú has sido increíblemente bueno tanto a la defensiva como a la ofensiva. Una vez te escuché decir en una entrevista que para ti la defensiva era más importante. ¿Por qué?

K.G.J.: En este juego para poder permanecer tienes que tener buena defensiva. Si te fijas bien, no son muchos los jugadores que sólo fueron buenos ofensivamente y que han podido mantenerse por mucho tiempo, todo el mundo necesita buena defensa. Cuando era joven fue algo que aprendí muy bien. Cada noche necesitaremos 27 outs para ganar. Tú puedes fallar en un turno y tu compañero puede venir tras de ti y pegar el batazo, pero a la defensa, si cometes el error todo el equipo lo sufre, al lanzador lo pones en aprietos, el cuadro ahora debe jugar para doble matanza, la responsabilidad es mucho más grande.

M.B.: Sé que has oído el dicho que dice "no creas todo lo que leas". Muchos de nosotros hemos leído muchos cosas de ti a través de tu carrera, pero para los que no te conocemos, ¿quién eres en realidad?

K.G.J.: Soy el tipo que siempre está dispuesto a ganar. Soy muy supersticioso cuando se trata del juego. En varias ocasiones he cambiado el coche que manejo, pues si lo compré y en esa semana no pegué de hit, lo devuelvo al dealer y saco otro. Si un compañero me pide uno de mis bates se lo doy, pero no lo uso más. No me gusta que nadie ponga su mano en mi guante; cuando mi hijo tenía cuatro años una vez tomó mi guante, yo me quedé mirándolo decepcionado y mi esposa me puso la mano en el hombro y me dijo, "Es tu hijo, recuérdalo". ¡Sí, pero está usando mi guante!

MINNEAPOLIS -- Uno de los días feriados más especiales en casi todo el mundo ha sido siempre El día de las madres; En el béisbol de Grandes ligas y para nosotros los jugadores de Las Mayores es mucho más que un día especial, es la fecha en que todos recordamos y muchos concedemos méritos a quien en todos los sentidos de la palabra le debemos nuestro éxito.

Muchos jugadores expresan su eterna gratitud usando bates y muñequeras de color rosado, llevando en sus uniformes la insignia del cáncer de mama o pintando sus cabellos de color rosado como lo ha hecho ya en varias ocasiones el jardinero Nick Swisher cuando jugaba con los Atléticos y los Medias Blancas.

Puede ser que para muchas personas sea una impactante sorpresa el saber que entre tantos jugadores en el béisbol de las Ligas Mayores exista una frase ante la cual muchos de nosotros somos muy sensibles y orgullosos de decir "somos hijos de mami".

He aquí varias historias de algunas de las estrellas que muchos de ustedes admiran.

"Si no fuera por mi madre yo nunca hubiera podido jugar béisbol", me dijo una vez un compañero, "mi papá trabajaba todo el día y mi madre era quien me llevaba al estadio a mis juegos de pequeñas ligas, semana tras semana. Mi pobre mamá se sentaba ahí por horas hasta que nosotros terminábamos".

El jugador esbozó una triste sonrisa y continuó diciendo. "Cuando me iba mal, la pobrecita siempre sabía como consolarme, muchas veces se ponía a lanzar conmigo en el patio de la casa, porque mi entrenador le dijo que la razón por la cual no me ponía a jugar más, era porque yo era muy malo en los jardines. Ella me lanzaba la bola lo más alto que podía para que yo aprendiera a atraparla".

"¿Qué crees, le gustarán?" Un jugador le preguntó a su compañero en otra ocasión enseñándole una combinación de aretes y un reloj de diamantes que había comprado para su madre.

"Ya te dije que están preciosos, no te preocupes a todas las mujeres les gustan los diamantes".

"Es que quiero algo muy especial, ella se lo merece", respondió el jugador cerrando el pequeño cofre y guardándolo delicadamente dentro de su camerino.

"Todas las madres se merecen lo mejor", le respondió su amigo sonriendo.

"¡No, mi madre es un caso muy especial!" Le respondió su compañero dándose la vuelta. "Tú no sabes lo que ella tuvo que pasar para criarme; mi padre era un ingeniero y mamá una simple muchacha de barrio con la que él salía. Él la abandonó desde que supo que estaba embarazada. Mi viejita me crió lavando ropa ajena, pues el cobarde de mi padre me negó. Cuando tuve uso de razón le pregunté a mi madre donde estaba mi papá y ella me contó lo que había pasado; ese día fue el más triste de mi vida".

Su compañero sintió como a su amigo se le quebraba la voz y avergonzado por lo que había dicho, se acercó y lo abrazó.

"Cuando era niño mi madre siempre me recalcaba que tenía que ir a la escuela, que tenía que ser alguien en la vida y con el paso del tiempo pude darme cuenta cual era su gran afán para que yo estudiara".

En ese instante los ojos del jugador se humedecieron al llenarse de llanto, "Ella siempre se culpó de que mi padre nos hubiera abandonado, pensaba que si ella no hubiera sido una simple lavandera quizás mi padre no se hubiera marchado. Yo me llené de rabia y fue cuando ya no quise estudiar más. Comencé a jugar béisbol porque no quería ser como mi padre, cualquier otra cosa menos eso. Mucha gente me criticó cuando dejé la escuela para jugar pelota pues era muy buen estudiante, pero yo preferí ser ¡el hijo bruto de una lavandera, analfabeto con dinero como nos llaman a los peloteros, que ser como mi padre!" En ese momento el jugador limpió las lágrimas que rodaban por su rostro y dijo "esos aretes y ese reloj es su regalo de graduación, mi madre hace un par de años volvió a la escuela y se va a graduar dentro de poco".

"Quiero que sepas algo", comenzó diciéndole la madre a su hijo en el cuarto de su hotel "pase lo que pase mañana, quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti".

"¿Por qué me estás diciendo eso mamá", le preguntó el jugador sorprendido al ver como su madre casi llorando le tomaba la mano y lo miraba a los ojos.

"Sé que el compromiso que tienes mañana es algo sumamente grande, pero tú haz llegado más lejos de lo que nunca nadie había pensado".

El joven jugador mirando a su madre le dijo que no se preocupara que todo saldría bien, luego que la madre partió, el jugador llamó a una de sus tías para preguntarle que le pasaba a su madre que estaba de esa manera, la tía le contestó que en todos los periódicos del país decían que él no pasaría de la primera entrada ante el equipo que le tocaba lanzar al día siguiente.

El colgó el teléfono y cerrando sus ojos se imaginó todo lo que su pobre madre había tenido que escuchar de la gente. Al día siguiente en la octava entrada el joven lanzador llevaba la anotación dos a cero a su favor, siendo esa, hasta el momento, la mejor actuación de un lanzador latinoamericano en una Serie Mundial.

Años después el jugador al ser entrevistado en un canal de televisión sobre cuál ha sido el momento más grande de su carrera respondió "El día en que salí del terreno de juego al final de la octava entrada de aquella Serie Mundial y ví a mi madre llorando de alegría en las graderías".

"Espera un momento" le dijo una humilde madre a su hijo en otra ocasión, mientras iba a la cocina y venía corriendo con una botella de champaña (la cual ella había comprado después de varios meses de ahorro) y destapándola la derramó sobre la cabeza de su hijo; el jugador empapado de pies a cabeza se quedó mirando a la madre perplejo, ella sonriéndole dijo "Mañana viajas a los Estados Unidos por primera vez y estoy segura que comenzará una vida llena de éxitos para ti ¡llegará el momento en que las mujeres y los fanáticos te llenaran de gloria y quiero que recuerdes que tu primer baño de champaña te lo di yo, la mujer que más te ha querido!"

Son muchas las historias de nuestros jugadores latinos en las Ligas Mayores que han sido inspirados por sus madres para alcanzar fama y fortuna, como es el caso de Marcos Scutaro quien le prometió a su mamá a la edad de catorce años, en su lecho de muerte, que llegaría a jugar en Las Grandes Ligas, ya que ella era la única persona que entendía su amor por el béisbol o la increíble historia de una de nuestras mejores glorias quien a finales de los años noventa se retiró en el apogeo de su carrera para cuidar a su señora madre que se moría de cáncer.

Hay muchas canciones que se pueden dedicar a la autora de nuestros días, honestamente no sabia cual escoger y encontré dos, con las cuales, creo yo, se expresa todo el sentimiento que podemos tener los seres humanos por la mujer que nos dio la vida. Hoy quiero, en honor a todas las madres del mundo, dedicarles las letras de un par de canciones. Una es la que interpreta el maestro Mexicano José José "Madrecita" y la otra es "Mamá" interpretada por IL Divo. En ellas se expresa el amor y admiración por el ser más importante en nuestras vidas y carreras.

Madrecita
Y aunque amores yo tenga en la vida
que me llenen de felicidad
como el tuyo jamás madre mía,
como el tuyo no habré de encontrar.
Tu cariño es mi bien madrecita
en mi vida tu haz sido y serás
el refugio de todas mi penas
y la cuna de amor y verdad

Mamá
Mamá, gracias por ser quien soy
gracias por todas las cosas que no soy
perdóname por las palabras
que no te he dicho y
por los tiempos que ya olvidé.
Mamá, perdona las veces
que te hice llorar
perdóname por no hacer lo correcto.
Mamá espero que te esto te haga sonreír
espero que estés feliz con mi vida
en paz con cada decisión que yo tomé.
ANAHEIM -- El sol brillaba con mágico esplendor en el cielo de California, el firmamento estaba completamente azul y nadie extrañaba las bellas nubes blancas que se habían esparcido al comenzar el día y mucho menos la polución que tanto ha caracterizado a este estado.

Mo Vaughn
Getty ImagesMo Vaughn, ex toletero de Grandes Ligas, causó gran impresión a David Aardsma cuando de pequeño visitó el Angel Stadium
Era un hermoso día para los californianos, los Angelinos jugaban en casa y era domingo de niños en el estadio, bajo un gran murmullo, casi ocho mil niños desfilaban a través del terreno, vestidos con sus pequeños uniformes, los cuales, muchos eran replicas exactas de los que usan los jugadores de Grandes Ligas.

A un costado del terreno, postrado sobre una de sus rodillas, cerca de la primera base, un jugador del equipo contrario le daba la mano a cientos de los niños que pasaban caminando con sus caras risueñas. "¡Wao, tú pareces estar más emocionado que los mismos niños!" le dije al verlo como sonreía enérgicamente saludando con entusiasmo a los pequeños feligreses"

"Tú no sabes lo que todo esto significa para mi" me respondió él poniéndose de pie y tomando su guante, para encaminarnos juntos hacía el jardín derecho.

"En este mismo estadio, un domingo en la mañana hace diecinueve años atrás, mi vida cambió por completo"

Mi compañero tomó una pelota y frotándola en sus manos me miró a los ojos y me dijo "yo, al igual que estos niños que ves marchando por el terreno, un día vine a este estadio; los Angelinos jugaban contra los Medias Rojas, el cual era mi equipo favorito. Mientras recorría el campo, los Medias Rojas estaban haciendo sus lanzamientos de calentamiento, a uno de los jugadores se le fue la pelota hacía atrás y vino corriendo a buscarla justo al lado mío. Mi madre me dijo que mi cara estaba llena de asombro, mientras que aquel gigante de seis pies tres pulgadas, de piel oscura y casi trescientas libras, me tendía la mano con una hermosa sonrisa y me decía "Hola jovencito ¿cómo estás?"

Yo estaba anonadado mirando este hombre gigantesco, le estreché la mano, él me regaló la pelota y corriendo volvió de vuelta a sus entrenamientos. Yo nunca olvidaré ese día" En ese momento mi compañero volteó de nuevo a ver los niños como sonriendo saludaban a sus padres que estaban en las gradas y terminó diciéndome "Yo estoy seguro que para ese jugador fue solamente un día más en su trabajo, nada especial para él, pero para mí ¡fue el día en que conocí a un jugador de Grandes Ligas!

Yo traía una camiseta número 21 de Los Medias Rojas, que era el número de Roger Clemens, él era mi jugador favorito, pero desde ese día en adelante el juego para mí fue diferente.

Desde que llegué a mi casa busqué información acerca de quién era ese gigantesco señor, quien aunque no era mi pelotero favorito, había marcado mi vida y fue cuando supe que era Mo Vaughn, la artillería pesada de la ofensiva de los Medias Rojas y yo sabía ya que lo recordaría por el resto de mi vida.

En ese momento mi compañero volvió a ver a los niños y con una sonrisa nostálgica terminó diciéndome "Yo quizás nunca llegue a ser una súper estrella en este deporte, pero llegará el día en que quizás uno de esos niños dirá "¡David Aardsma fue el primer pelotero de Grandes Ligas que yo conocí!" y ese quizás sea nuestro deber como jugadores, hacer de este deporte el camino que otros seguirán, pues alguien alguna vez les hizo especial algún momento".

Después de terminar nuestros ejercicios de calentamiento me quedé pensando en sus palabras y recordé como una mañana de un noviembre cualquiera en el estadio del ingenio Porvenir de la ciudad de San Pedro de Macorís yo conocí a Sammy Sosa. Tenía apenas quince años y practicaba con los Gigantes de San Francisco. Sammy había ido a mirar la práctica y fue sorprendente para mí verlo dar la mano a todos los niños que estábamos allí, uno por uno hasta que terminó la larga fila. Quizás como dice Aardsma para nosotros los jugadores de Las Mayores es solamente un día más en el cotidiano ir y venir de nuestro trabajo, pero para aquellos que viven tratando de alcanzar el difícil sueño de las Grandes Ligas, es mucho más que un alto en el camino.

En mis veintiún años de carrera como jugador profesional he tenido la oportunidad de jugar junto y en contra de grandes jugadores; he podido charlar con grandes estrellas de este deporte, como Sandy Koufax, Bob Gibson, Lou Brock y Buck O'Neil (QEPD). Aunque muchos de ellos han sido tan grandes en este negocio como lo ha sido nuestro Sammy Sosa, nunca podré olvidar aquella inesperada mañana cuando estreché la mano de aquel jugador a quien muchas veces había visto en la televisión.

En alguna ocasión escuché alguien que dijo "La mejor persona no es la que más admiramos, sino la que llega a nuestra vida en el instante preciso, pues es mejor conocer a la persona correcta en el momento oportuno que conocer la que admiramos y quedar desencantados"
¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquellos!
Eran otros hombres más hombres los nuestros.
No se conocían cocó ni morfina,
los muchachos de antes no usaban gomina
¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquellos!
¡Veinticinco abriles que no volverán!
Veinticinco abriles, volver a tenerlos,
si cuando me acuerdo me pongo a llorar
.

Con las letras de esta canción titulada "Tiempos Viejos", que interpretaba el inmortal Carlos Gardel les abriré una pequeña ventana a una parte de nuestro mundo del béisbol que se ha ido perdiendo para algunos de nosotros.

Novatos bromas tradición MLB
SuministradaA los novatos en MLB se les hace cargar mochilas como estas
Hay tantas cosas que suceden en un estadio de béisbol que pasan desapercibidas, sucesos que son parte de nuestro diario vivir y que para muchos de nosotros se han convertido en momentos importantes de nuestra vida como jugadores.

Hoy les hablaré de una parte perdida de nuestro mundo, mundo que muchos de nosotros los veteranos, que aún quedamos en este juego, nos preguntamos: ¿dónde se ha ido?.

"¿Qué demonios está pasando con la tradición en este juego?" preguntó una vez un manager a un par de sus jugadores veteranos en su oficina. "¿Ya ustedes no les enseñan a los novatos como se hacen las cosas aquí en las Mayores?"

"Nosotros dos aún lo hacemos cada año, pero ya la tradición se está muriendo. Esta nueva era de jugadores que tenemos, con todas las comodidades que tienen y el dinero que ganan ahora, no creen en lo mismo que nosotros." contestaron ambos.

Uno de ellos acercándose a su entrenador, al notar su cara de descontento, le puso la mano en el hombro y le dijo, "Jefe, este juego, al igual que el mundo en que vivimos, ya no es el mismo de años atrás"

-"¿Donde vamos?" Así le preguntó al subirse al taxi un novato de primer año a un jugador veterano, quien lo había citado en el lobby del hotel a las diez de la mañana.

"No te preocupes". Fue la única respuesta que recibió mientras veía como el veterano tomaba asiento y le daba la dirección al conductor.

Al llegar al lugar donde se dirigían, el veterano llamó a uno de los empleados y le dijo "Vístanlo de pies a cabeza". El empleado volvió al momento con varios trajes para que el joven se los probara. "No tienes que hacer esto por mí, yo tengo dinero para comprarme mis propios trajes", le replicó el novato.

"¡Cállese fresco, que esto no es cuestión de dinero!", le respondió el veterano pegándole un manotazo sobre el hombro. "Esta es una de las tradiciones más viejas que tenemos, siempre que hay un novato, uno de los veteranos de su propia raza le compra su primer traje, es algo de lo cual nos sentimos muy orgullosos, principalmente los latinos y los jugadores de color. Cuidamos de nuestra propia raza, al igual como los vestimos de mujer o de algo cómico en alguna gira, también les enseñamos buenas cosas".

"Nunca queremos que nadie hable mal de nuestra gente, por eso cuidamos de ustedes y les enseñamos como se deben vestir, como deben de pagar a los trabajadores que laboran en el clubhouse y muchas cosas más; es lo que nosotros llamamos "enseñarles como se amarran las cosas en las Mayores"", le siguió diciendo el veterano al novato.

El joven se quedó sorprendido mirando al veterano sin saber que decir.

"Esto que yo estoy haciendo contigo, lo hizo alguien conmigo hace quince años atrás y alguien más lo hizo con él, es parte de nuestro béisbol. Existe casi desde los tiempos de Babe Ruth, son de las cosas que la gente no sabe, pero que es parte de nuestro mundo. Así como yo lo estoy haciendo contigo lo debe estar haciendo otro jugador con otro novato en otro equipo", dijo el veterano.

El veterano se acercó a él y mirándolo a los ojos le dijo, "no dejes que se rompa contigo la cadena de nuestra tradición, recuerda que si nuestros novatos nos avergüenzan, es culpa de nosotros, pues no les enseñamos bien el camino. Porque para saber actuar como un hombre, primero hay que tener un ejemplo."

"Tengan, una es para las golosinas y la otra es para las semillas de girasol y los refrescos", le dijo en otra ocasión un jugador veterano a dos novatos pasándole a cada uno una mochila de color rosado con figuritas pintadas de Disney para que las llevaran al bullpen.

"¡Tú estás loco, yo no voy a salir afuera con esa mochila puesta!", dijo uno de ellos ciñendo el rostro.

"Claro que lo harás, desde hoy y hasta que se acabe la temporada", le respondió otro veterano que pasaba por su lado en ese momento.

"¡La gente se va a reír de nosotros!", contestó el otro novato.

"¿Y eso que importa?", replicó el veterano.

"¡Eso es estúpido!" dijo uno de ellos, mirando a otro veterano que se ponía sus ganchos para salir al terreno de juego.

"Esa es una vieja tradición en este deporte, siempre el que lleva la mochila con todos los dulces al bullpen es el más novato de todos, cuando son dos novatos con la misma cantidad de días se les da a ambos una mochila.

El veterano lanzador agarró su guante de lanzar y mirando a ambos antes de marcharse, terminó diciendo, "quizás como dicen, muchos fanáticos se reirán, pero los que conocen de este juego se alegraran de verlos, pues se darán cuenta que todavía hay algunas tradiciones en el béisbol que no han desaparecido, que los jugadores no hemos perdido nuestro sentido del humor y nuestro colorido con el tiempo. NO todo en Grandes Ligas es solamente fama y fortuna, perdidos y ganados; hay muchas cosas más que marcan este juego y que nos hacen recordar nuestra carrera con añoranza."

Cuenta la historia que al llegar a las graderías, del lado izquierdo donde se encontraba el bullpen, para sorpresa de ambos, los fanáticos recibieron a los dos nuevos integrantes del equipo bajo una lluvia de aplausos, ambos jugadores sorprendidos por el gesto de la multitud se tomaron de la mano e inclinándose hacía delante hicieron acto de reverencia.

Nunca olviden que el béisbol es más que nuestro sustento de vida, es nuestro modo de aprender a vivir, por eso muchos de nosotros hemos tomado la responsabilidad de pasar a otros, el mundo que se nos fue dado por aquellos hombres que a fuerza de sudor y lágrimas hicieron del béisbol el paraíso de todo niño de Latinoamérica.

"¡Tradición, oh tradición!, que eres de mi pueblo encanto,
No te mueras como el canto de las aves en invierno;
se como el viento eterno, para que cuentes nuestra historia
y no te lleves las memorias de lo que una vez ya fuimos"
El poeta de Quisqueya.
APLos jugadores sufren en el momento del retiro
PEORIA -- Alguna vez se han preguntado ¿Qué pasaría si el destino los golpeara de repente y sus vidas cambiaran de forma radical? ¿O si fueran forzados a dejar la profesión que tanto aman y a la que se han dedicado toda la vida? Quizás esa sea la pesadilla más grande para muchos seres humanos, pero para algunos de nosotros esa visión es más que un simple sueño que nos atemoriza.

"El sólo pensarlo me asusta, sería agonizante, es como morir a cuentagotas", me dijo un jugador hace un tiempo atrás, durante una práctica de bateo.

¿Por qué dices eso? Le pregunté al escuchar su comentario.

El joven jugador perdió su mirada en el horizonte y con voz nostálgica respondió: "Este es quizás uno de los trabajos más hermosos que puede tener un ser humano, pero a la vez uno de los más crueles; tu carrera y el bienestar de tu familia muchas veces cuelgan de los hilos de las redes del destino. Hoy estás aquí y mañana sólo Dios sabe".

Notando la seriedad de sus palabras y la serenidad de sus gestos me acerqué a él y le pregunté de qué estaba hablando.

"Hoy estuve leyendo el periódico y ví la historia de Juan Encarnación, ya lleva más de tres operaciones en el ojo donde le pegó la bola y aún no puede ver bien; un joven jugador que prometía tener un gran futuro, más ahora tiene que retirarse por culpa de un fatal accidente. La gente no se imagina lo difícil que pueden ser nuestras vidas".

El jugador se dio la vuelta y viéndome de frente exclamó "Sabías que hay más de noventa jugadores, que jugaron el año pasado, que este año nadie les dio trabajo?

Si lo sé; le respondí bajando el rostro.

"¿Qué te pasa mi amor?", le preguntó en una ocasión la esposa de un colega al encontrarlo en la sala de su casa pensando, mientras frotaba una pelota de béisbol entre sus manos.

"Acabo de hablar con mi agente, dice que nadie me quiere dar trabajo. Muchos aducen que no tienen cupo para mi y otros que estoy muy viejo ya. ¿Puedes creer eso? No he cumplido los cuarenta años de edad y para mi profesión soy un viejo, hoy que me siento más fuerte que nunca en la vida".

La esposa se le acercó y mirándolo a los ojos le preguntó "¿Extrañas el juego?"

"Es lo único que he hecho toda mi vida, no sé que haré de ahora en adelante".

La esposa notó como los ojos de su esposo se llenaban de lagrimas y sentándose a su lado le murmuró suavemente "Se que amas el juego de pelota y que el ha formado parte de una gran etapa de tu vida, pero debes entender que el juego ya no te ama a ti".

"¡Caballete tu eres un loco grande!", le dijo un novato a un jugador veterano en la liga de invierno, al verlo salir del terreno apuntando hacia las graderías y riéndose a carcajadas, mientras que los fanáticos contrarios le gritaban.

"¿Por qué?" Le preguntó el veterano ocupando un asiento al lado del novato y tomando una toalla comenzó a secarse el sudor.

"Tu ponchas a los bateadores y los "perreas", alguien hace una buena jugada cuando tú estás lanzando y te vuelves loco en la lomita, discutes con los fanáticos contrarios; te hacen una carrera y ríes".

El veterano jugador le puso la mano en la pierna al joven y con una tierna sonrisa le dijo: "Un gran jugador me enseñó una vez que los fanáticos y la fortuna del juego son palomas pasajeras que embellecen nuestros cielos, pero como toda ave, algún día volará en busca de otros rumbos. Disfruta de tu carrera, cada lanzamiento, cada swing que hagas, cada día que la vida te dé la oportunidad de ponerte el uniforme, porque el día que ya no lo lleves puesto, tu vida cambiará por completo.

Nosotros en este trabajo muchas veces no tenemos la fortuna que tienen otras personas de poder decir, haré mi última operación y me retiraré de la medicina, o luego de que termine este caso y apresemos a estos delincuentes, anunciaré mi retiro ante la jefatura; este negocio es así, es una fortuna momentánea, una cometa fugaz, de la cual muchos pueden vivir del recuerdo, como lo hacen los que van al Salón de la Fama.

Esos fanáticos que ves que me abuchean y me gritan, lo hacen porque saben que soy una estrella, ellos piensan que estoy loco, pero en realidad yo les brindo el entretenimiento por el que pagaron. Hoy soy yo, mañana puedes ser tu".

El veterano lanzador se secó de nuevo el sudor de su rostro y tomando su guante para salir de vuelta al montículo le dijo: "Recuerda siempre esto 'La fama es la prostituta que se vende al hombre del momento, sin importarle que no sea un buen hombre'".

Luego de 21 temporadas de béisbol profesional y tener la fortuna de haber conocido tanta gente que ha tocado mi vida, hacen eco en mi cabeza las hermosas palabras de la canción de "Sólo le pido a Dios", de León Gieco.

"Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente".
PHOENIX -- "Son parte de esta tierra todos mis huesos,
Soy polvo de este polvo, que fue mi abuelo.
Si esta tierra no es mía no es nadie,
Es mía por destino, también por sangre."

Con estas palabras describe su amor por la patria el maestro Alberto Cortéz en la canción "Texto esta es mi tierra y canción de amor para mi patria".

APYuniesky Betancourt, paracorto de Seattle
Mi invitado de esta semana es quizás por capricho del destino uno de los más indicados para encarnar las letras de esta canción; su vida no ha sido del todo llena de flores, pero lo que si tiene color, de acuerdo con sus palabras es el recuerdo de su amada tierra cubana. El señor Yuniesky Betancourt.

Con una tierna mirada y tímida sonrisa tomó asiento frente a mi camerino, trató disimuladamente de evitar el contacto directo de nuestros ojos y con su fuerte acento regional respondió a esta pregunta.

Yuni, tú tienes la fortuna de formar parte de uno de los países productores de los mejores jugadores de béisbol en el mundo, pero la contradicción es que aunque son de Grandes Ligas, son los únicos jugadores que enorgullecen a una tierra a la que no pueden volver.
"Es algo que en verdad es una pena para nosotros; uno tomó la decisión de dejar su patria por la oportunidad de un mejor futuro, pero cargamos con la tristeza de no poder volver a nuestra tierra, de no volver a ver a nuestros amigos y de jugar de nuevo en los estadios donde uno se hizo pelotero. Lo más doloroso para mi, creo, es el factor que uno no puede jugar de nuevo para la gente que le aplaudía cuando eras un jovencito y ahora que eres mejor jugador no puedes volver a buscar sus aplausos y su cariño".

Todo el mundo sabe que nosotros los jugadores latinos jugamos con la patria encima de nuestros hombros, pero ustedes tienen una patria que los sigue muchas veces clandestinamente.
"Para mi, aparte de que me duele que nuestros fanáticos no nos pueden seguir con la libertad con la que siguen a los dominicanos, venezolanos o mexicanos; me da mucho orgullo saber que nuestra gente se arriesga a vernos y escucharnos a escondidas, ya que eso es prácticamente ilegal en Cuba. Eso es algo que me hace salir al terreno cada día con más amor y entusiasmo, porque además de que juego por mi y para mi familia, se que tengo gente que arriesga su vida por saber como me va, como me está yendo aquí día a día, en Las mayores".

Tú que eres un producto del béisbol cubano podrías decirnos, ¿cuál es la diferencia entre el béisbol de tu país y el de Estados Unidos?
"Bueno, el béisbol de Cuba es de excelente calidad, pero yo creo que el béisbol americano tiene más consistencia. Por ejemplo en Cuba no hay los scout que hay aquí, donde te ven y te informan si un jugador está o no está bateando bien, en Cuba no hay las cámaras que hay aquí, allá tú no sabes lo que un lanzador hace hasta que no estás en el plato enfrentándolo, acá la tecnología y la consistencia del negocio le dan un gran avance por encima de todos nuestros países latinos, algo que actúa en tu favor y también en tu contra, ya que el contrario también sabe lo que estás haciendo tú. El Béisbol de Cuba como el de todos nuestros países latinos tiene una chispa, más sabor que el americano y eso todo el mundo lo sabe, es por nuestra gente, nuestro público.

¿Tú crees que nuestro béisbol es más familiar que la pelota americana?
"En nuestros países la pelota es mas divertida, aquí es mas un negocio que otra cosa. En Cuba quien no juega pelota no es cubano, desde que naces, lo primero que hacen es darte un bate y una pelota o la tapa plástica de una botella y un palo de escoba para que juegues en la calle y aprendas a batear. La pelota es algo de lo que quieres formar parte; ¡la pelota en mi Cuba es pasión!

¿Qué es lo que más te gusta de la pelota de Cuba?
En ese momento el brillo de sus ojos comenzó a crecer rápidamente, su mirada parecía perderse en los recuerdos de su isla y una sonrisa iluminó su rostro "El público; toda esa gente gritando y las bandas tocando música en las graderías. Allá el béisbol es estricto pero no como aquí, allá se goza junto con la gente y quizás es eso lo que más me gusta. Cuando uno gana en los playoffs la gente al otro día va a trabajar con más ánimo, todo lo que se habla en la ciudad, es sólo sobre béisbol. Eso lo llegue yo a vivir en mi pueblo de Santa Clara una vez que pasamos a las finales, la gente se iba vestida para el juego y de ahí salían para las discotecas".

¿Por qué crees que es tan buena la calidad de los jugadores cubanos?
"Lo que pasa es que en Cuba el jugar béisbol es una profesión, es el sustento de vida para muchos de nosotros y aunque no es como el de aquí, es nuestro trabajo. Yo me atrevería a decir que el hambre de ser reconocido por tu gente, salir a la calle y que el público te estreche la mano y te comente lo bien que jugaste el día anterior, da al jugador cubano la responsabilidad de ser bueno. Uno comienza siendo héroe de barrio, luego de la comunidad y después de la provincia, hasta que todo el país sabe ya quien eres. Para mi, lo mas lindo son esos niños que se acercan, nos saludan y nos admiran con tanto fervor y dicen "Que monstro ere Rikimbili, vi el palo que pegaste ayer" En Cuba no pagan por jugar béisbol, el amor de nuestra gente es nuestra riqueza. La gente en Cuba le pone sobrenombres a los jugadores y se identifican con ellos, por ejemplo a mi me dicen Rikimbili, que en verdad es una especie de injerto de una bicicleta con un motor de gasolina que inventaron, pero en realidad el nombre me vino desde que era niño por una jugada que hice y la cual yo dije que me quedó Rikimbili y de ahí salió el apodo.

Explícanos ¿qué sienten los jugadores cubanos cuando se juntan en esta patria extraña y hablan de su tierra?
"Lo primero que siempre sale en la conversación es la época cuando jugábamos en Cuba y como luego de los juegos nos poníamos a jugar dominó en los hoteles; en el terrenos éramos rivales, pero después del partido siempre éramos amigos".

¿Fuiste fanático de la pelota cubana?
"Muchacho, ¡seguro! Cuando yo era pequeño para los playoffs, en mi ciudad de Santa Clara, había que ir desde la mañana para asegurar tu asiento; nosotros llevábamos sabanas blancas y cubríamos los lugares donde nos queríamos sentar, cinco o seis, dependía que tan grande fuera tu familia y tenías que quedarte ahí atendiendo que no te los quitaran. El estadio abría a las diez de la mañana y el juego no era hasta la siete de la noche, teníamos que hacer turno de dos en dos, uno se iba a comer y luego volvía mientras que los otros se iban y se bañaban y así era hasta que empezaba el partido. Por eso es que para mí, el béisbol cubano es tan especial, yo que hacía todo eso para ver los juegos luego era la estrella que la gente venía a ver jugar, yo que me sentaba en esas gradas y gritaba por los jugadores ahora soy el que está en el terreno jugando para su gente. Uno juega con tanta jocosidad que la vida tiene otro valor, muchas veces cuando la orquesta tocaba y yo estaba en el terreno de juego me ponía a bailar entre lanzamiento y lanzamiento y los fanáticos me gritaban "¡Dale Rikimbili, menea las nalgas!

Tu que viste tanto talento pasar por las ligas de Cuba ¿cómo crees que hubiera sido si se les hubiesen permitido a esos grandes peloteros, que nunca han podido salir de la isla, jugar en Las Grandes Ligas?
"Yo creo que Cuba hubiera sido una potencia en el béisbol como lo es Dominicana o Venezuela por ejemplo. En Cuba se va un pelotero hoy y aparece otro mañana; yo en casa tengo una programación especial para ver los juegos de la liga cubana y ya hay un grupo nuevo de jóvenes que no conozco, se ven que son muy buenos. Nosotros los cubanos de Miami seguimos los juegos de Cuba como si estuviéramos allá, ponlo de esta manera, Miami para nosotros no es más que una "Cuba con comida, porque allá se vive y se goza todo lo de Cuba".
Busqué el momento oportuno para cercarlo con mi última pregunta y escucharlo tratar de explicar con palabras su más grande deseo.

¿Si algún día en tu ciudad de Santa Clara se te reconociera bautizando un estadio en tu nombre y con el tiempo un niño mirando hacía el campo le preguntara a su padre quien fue Yuniesky Betancourt, qué te gustaría que el padre respondiera?
"Me gustaría que le dijera que yo era un joven de este pueblo que le gustaba jugar para su gente, que su mayor emoción era ver a ese público parado gritando y gozando el béisbol. Un jugador del pueblo, alguien que era de nosotros y que se nos fue un día a jugar en Las Mayores". En ese momento su mirada se menguó y la nostalgia pareció cubrir sus ojos "Mi más grande sueño en estos momentos es poder jugar el último juego de mi carrera en el Augusto César Sandino de mi pueblo, con y enfrente de toda mi gente".

Bajé mi cabeza y traté de visualizar la imagen, sólo logré compartir la añoranza por la tierra, el pueblo y el dolor de la distancia.
PHOENIX -- Citando al gran poeta español Jorge Guillén, cuando se exilió en Colombia, alrededor del año 36; al ser recibido por un amigo, quien le diera albergue en su hogar, dijo "AMIGOS Y NADIE MÁS, LO DEMÁS ¡LA SELVA!"

Félix Hernández... el Príncipe (AP)

Las personas pensarían al leer el titular de este escrito que se trata de una película de Hollywood o una historia infantil de Walt Disney o Hanna Barbera, más sin embargo mi historia de esta semana trata sobre dos jóvenes que cultivan día tras día el más grande privilegio con el que puede contar un ser humano, la bendición de la amistad.

"Esos dos chamos están relocos!", nos comentó una vez nuestro compañero José López, mientras salía corriendo de los camerinos una tarde, luego que Félix Hernández y Carlos Silva le hubieran hecho la travesura de bañarlo con crema de afeitar.

Félix Hernández, el As del pitcheo de la rotación de los Marineros de Seattle, y Carlos Silva, el cotizado agente libre que fue reclutado por el equipo el invierno del pasado 2007, forman el famoso dúo conocido por sus compañeros como el "El Príncipe y el Búfalo".

Esta ortodoxa pareja son las bujías inspiradoras de toda la diversión dentro y fuera del terreno del equipo de los Marineros.

"Eso dos son como uña y mugre", agregó un a vez nuestro compañero norteamericano Corcoran "aunque los separes, al momento vuelven y se juntan de nuevo".

¿Alguna vez habías tenido un amigo así? Le pregunté en una ocasión a Félix.

"No, yo he tenido buenos amigos en el béisbol, pero nunca uno como Búfalo. El es tan creativo cuando se trata de divertirnos, siempre tiene una travesura nueva bajo la manga o algo gracioso que decir cuando estamos en alguna reunión del equipo y todos los jugadores parecen estar muy serios".

"Me encanta estar con Fifi", me dijo también Silva "El siempre está preparado para cualquier cosa que se nos ocurra en cualquier momento. No le da vergüenza nada con tal de lograr que los muchachos se diviertan y poder hacerlos sonreír.

Cuando estuve en Minnesota, Johan Santana era mi amigo, aquí tengo a Fifi quien es tan loco como yo y que a la vez es un gran compañero, quizás por eso nos llevamos tan bien".

Carlos Silva... el Búfalo (AP)

"Caballete esos dos están tostados de la cabeza", me confesó una vez Yuniesky Betancourt, "los puedes ver discutiendo en la mañana en el estadio, gritándose el uno al otro como si se fueran a matar y luego se quedan mirándose y estallan de la risa. El otro día me los encontré en una tienda y se estaban empujando como si fueran a pelear y dos minutos después iban caminando agarrados de la mano, mientras que una ancianita con sus ojos llenos de asombro se quedaba pasmada mirando a estos dos hombrotes agarrados de manos y caminando por las tiendas, como si fueran amantes; la gente volteaban a verlos estupefactos, mientras que ellos estallaban de la risa".

"Viste eso Búfalo?", le escuché a Félix preguntarle una vez a Carlos luego de agarrarle las pompis a un novato que le pasaba por delante "hay que hablar con el mánager, aquí los pitchers no están haciendo suficiente ejercicios, le agarré el trasero al novato y lo tiene bien blandito, hay que trabajar más duro si queremos ganar La Serie Mundial".

"En este negocio hay que tratar de divertirte lo más que se puedas, ya que hay mucha responsabilidad y malos ratos que pueden arruinar tu carrera", nos aconsejó una vez el tercera base venezolano Melvin Mora.

Alguien dijo en una ocasión que "las verdaderas riquezas de un hombre no se miden por sus posesiones, sino por la cantidad de amigos que en verdad tiene", en honor a los amigos aquí les dejo con dos estrofas de la hermosa canción de Alberto Cortez. "A mis Amigos".

A mis amigos les adeudo la ternura
y las palabras de aliento y el abrazo;
El compartir con todos ellos la factura
que nos presenta la vida, paso a paso.

A mis amigos les adeudo la paciencia
de tolerarme las espinas más agudas;
los arrebatos de humor, la negligencia,
las vanidades, los temores y las dudas.
PHOENIX -- Ya en varias ocasiones he sido emisario de como la fama y la fortuna, muchas veces son superfluas ante las realidades de la vida y de como nosotros los jugadores (aquellas súper estrellas que muchos admiran) al igual que cualquier otro ser humano, llegamos a estar a merced de los caprichos y crudas situaciones que nos puede presentar el destino en su divina comedia.

Para aquellos que piensan que el dinero lo es todo en la vida y que la fama y la fortuna llenan todos los espacios para producir los milagros que colman nuestras existencias, escuchen las anécdotas de estos dos jugadores, el cual, uno de ellos, tuvo que rogarle al cielo para que le diera su más grande bendición y el otro, por el deseo de sus hermanas muy pronto tendrá la oportunidad de llegar al Salón de la Fama.

"¿Oye porque no cambias la foto de tu cedula de identidad?" Le preguntó una amiga a un compañero una vez "en esa foto te ves horrible, tienes el pelo sumamente largo; pareces un loco".

"Si lo sé", le contestó el jugador con una leve sonrisa. "¿Sabes qué? Esa fotografía tiene un valor muy especial para mí, por eso no la cambio". Ella lo miró extrañada, él presintiendo su próxima pregunta se anticipó a responder "cuando me dejé crecer el cabello muchas personas pensaron que lo hacía por moda, pero no era cierto, nunca le dije a nadie la verdadera razón por la cual lo hice".

En ese momento el jugador parpadeó varias veces y bajando el rostro comenzó su relato "El año, antes de esa fotografía, mi esposa había perdido su cuarto embarazo de forma consecutiva, el último lo perdió de cuatro meses, fue algo muy duro para nosotros. Luego que volví a mi país mi abuelita me dijo que la próxima vez que mi esposa quedara embarazada, desde el mismo momento en que ella me lo dijera yo tenía que prometerle a Dios que no me cortaría ni una sola hebra de cabello, hasta que el bebe naciera y así lo hice. Durante siete meses no me corte el pelo, mucha gente se reía de mí, pues pensaban que estaba tratando de imponer una moda o que trataba de ser un rebelde más en el béisbol. Los fanáticos en la liga de invierno eran los peores, me voceaban groserías y se burlaban de mi".

La amiga del jugador reflejó una lastimada sonrisa y mirándolo como quien acaricia a distancia le preguntó "¿y que pasó entonces?"

"Una noche, mientras jugaba en la liga de invierno de mi país, recibí una llamada desde los Estados Unidos de la que entonces era mi suegra para decirme que mi hijo había nacido, yo tomé un avión al día siguiente y corrí a casa, el tener a mi hijo en mis brazos y saber que todo había salido bien en el embarazo era todo lo que me interesaba. Cuando llegué a casa y lo tomé en mis manos no lo podía creer, yo lo besaba y lo besaba sin parar".

El jugador sintió quebrarse su voz cuando dijo "¡tengo en casa una fotografía que me tomaron cuando cargué a mi hijo en mis brazos por primera vez y le di mi primer beso, cada vez que la veo y recuerdo todo lo que tuvimos que pasar para tenerlo, no puedo evitar que se me salgan las lágrimas".

La amiga del jugador se acercó y poniéndole la mano en el hombro derecho le preguntó "¿Cuántos años tiene tu hijo?"

"Ocho".

"¿Alguna vez le has contado lo que su papá hizo para que el pudiera nacer?"

"No", le respondió el jugador sonriendo tristemente.

"Pues deberías, yo viviría orgullosa de saber que mi padre hizo algo así por mi".

Terminada la conversación el jugador se fue a casa y tomando su teléfono llamó a su hijo, al escuchar su voz gritar "¡Daddy!" (Papi, en el idioma anglosajón) comenzó a llorar. Su hijo asustado al escuchar a su padre llorando le preguntó si él estaba bien, él secando sus lagrimas respondió "Si mi amor estoy bien ¿tu sabes cuánto te ama tu papi...?

Un día, cinco hermanas se acercaron a su madre y sentándose a su alrededor comenzaron acariciarla mientras le decían "Sabes que mamá, nosotras hemos estado pensando el porque no te decides y tratas de salir embarazada de nuevo".

La madre sorprendida saltó de su asiento y les reclamó "¡ustedes están locas! Yo soy una mujer vieja ya, además ya las tengo a ustedes cinco ¿para que mas hijos?"

"Es que aquí todas somos mujeres y no hay un varón, trata de salir embarazada de nuevo, puede ser que esta vez sea un niño", le respondieron sus hijas en coro.

"¡Ustedes están totalmente locas! Yo no me voy a poner a tener un hijo a esta edad!"

Las hijas corrieron donde su madre y lanzándose sobre ella mientras la acariciaban continuaron su alegato "Mira si tienes un hijo ahora será bien fácil para ti, pues nosotras lo cuidaríamos todo el tiempo y nos ocuparíamos de él, tú solo tendrías que engendrarlo".

"¡Ya les dije que no! Si ustedes quieren un hombre en la casa ¿porque no lo paren ustedes?"

"Es que no sería lo mismo, queremos un hermano, no hijos".

Cuenta la historia que luego de varios días de insistencia la madre aceptó y al cabo de varios meses salió embarazada y al año siguiente, para bendición de todos, el bebe fue un varoncito. Treinta y cinco años después el niño que no estaba supuesto a nacer era reconocido por la MLB como uno de los jugadores ofensivos más impresionantes en las últimas cinco décadas.

Un día me acerqué al carismático jugador y le pregunté si era cierto lo que había escuchado sobre su flamante historia, el jugador sonrió levemente y con los ojos colmados de luz respondió "Si, así es, mis hermanas son los ángeles que me trajeron a la tierra. Por eso no hay cosa en este mundo que ellas me pidan, que yo no haga por ellas".

Palabras siempre sobran para explicar lo que no creemos o entendemos de la vida de los seres humanos, muchos pensaran que fueron cosas del destino o quizás puras casualidades de que estos jugadores hayan conseguido el ver la luz del mundo. Más antes de hacer juicio escuchen las sabias palabras del poeta de Quisqueya de su libro "poemario".

"Cuando el poder y la fortuna pasan a la impunidad,
Dicen que el alma del hombre sobrepasa la verdad.
Hay que cerrar los ojos y creer en algo más,
pues desde el cielo o el infinito,
Dios concede su piedad.
Creer o no creer son cosas del ser humano,
Pero para aquellos que si creen,
Dios les tiende una mano".
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