Tomamos asiento en el banco del dugout y sacando mi grabadora comencé mi cuestionario a mi invitado de esta semana, el gran ex lanzador de los Orioles de Baltimore y miembro del Salón de la Fama, el Señor James Alvin Palmer (Jim Palmer).
Apretando el botón para iniciar la grabación, lo miré directamente y emití mi primera incógnita.
M.B.: Señor Palmer, usted ha formado parte de este juego por tanto tiempo, como lanzador y como comentarista. ¿Cree usted que el arte de lanzar se está perdiendo por la demanda de los equipos buscando lanzadores de poder?
J.P.: Yo en realidad creo que no; colectivamente sí, pero aún hay varios lanzadores en este juego que sí saben cómo lanzar. No es como en los tiempos de antes que la mayoría tenía que saber lanzar, pues no tenían la recta rápida que tienen los jóvenes de ahora.
Para mí el juego está volviendo a ser un juego de pitcheo y creo que una de las razones es el nuevo método de exámenes de drogas que, aunque no es un método perfecto, ha ayudado mucho a que la cantidad de cuadrangulares disminuya, a que la cantidad de intentos de robo de bases sea más alta y a que muchos tengan lanzadores que tienen que usar más la cabeza que la fuerza para poder ser efectivos.
Mucha gente tiene que entender que la base del gran secreto no está en lanzar juegos completos, sino en saber cuántas veces tienes que sacar fuera a un bateador en una noche. Por ejemplo, si sólo lo tienes que sacar fuera una vez por noche puedes tirar la pelota y no lanzar, pero cuando tienes que sacarle de out tres o cuatro veces en una noche, tienes que lanzar porque los bateadores harán los ajustes necesarios contra tus lanzamientos.
Los jóvenes casi siempre tienden a sobretirar la pelota, dejan de utilizar sus envíos rompientes, no utilizan ambas partes del plato y muchas veces te das cuenta que después que los bateadores los han enfrentado dos veces ya le comienzan a pegar. En nuestra generación los lanzadores nunca te enseñaban todo lo que tenían en la primera vuelta de la alineación, pues cuando llegaban a estar en una situación apretada podían sorprender al bateador con algo que él no había visto en toda la noche. En esta época, donde hay tantos relevistas, muchos no lanzan lo suficiente para aprender a conocerse y desarrollar la astucia como pitcher que los lleve a saber cómo salir de aprietos.
Glavine
M.B.: Una vez Tom Glavine me contestó "que en estos tiempos muchos buenos serpentineros son ignorados en las menores porque no tienes una bola rápida que impresione a los scouts".
J. P.: Yo creo que uno de los grandes responsables de todo eso son los radares de velocidad. A mi parecer deberían apagarse y sólo mirar el trabajo realizado. Los radares le han alargado a muchos lanzadores sus carreras en el béisbol por el simple hecho de que poseen una buena recta rápida, pero nunca aprendieron a lanzar.
Yo jugué con grandes pitchers como Dave McNally, quien ganó veinte juegos cuatro veces y quien no era un lanzador con una gran recta rápida, al igual que Mike Cuellar, quienes aunque no tiraban alrededor de las 95 millas, sabían cómo mover la bola y lanzar dentro y fuera del plato.
Si el radar de velocidad fuera el único parámetro que dictara la calidad de los lanzadores, jugadores como Tom Glavine, Greg Maddux y Bobby Cuellar nunca hubieran llegado donde lo hicieron. Para mí una de las cosas que hicieron a esos hombres grandes lanzadores es el hecho que fueron maestros en lanzar en la zona baja y afuera.
Otra cosa que hizo a muchos de nosotros grandes en el arte de lanzar fue el factor de que sabíamos lanzar de acuerdo a los estadios y al ambiente. Y lo que quiero decir con esto es que, por ejemplo, en estadios como éste (Safeco Field), donde la pelota corre poco para la banda contraria, nosotros temprano en el juego establecíamos nuestra recta rápida, bajita y afuera, y forzábamos a los bateadores a batear hacia donde fuera más difícil de que la bola corriera. Si te fijas bien en estos tiempos el mover el infield contra los bateadores jaladores como Ortiz, Griffey, Branyan es cada día mas común, porque los bateadores al igual que los lanzadores no usan las ventajas que le dan los estadios.
En estos momentos todo el mundo enfatiza en la facultad de cambiar la velocidad de los lanzamientos y muchos se olvidan que la columna vertebral del pitcheo es mantener la bola alrededor de las rodillas. Una vez, cuando era joven, en una de nuestras reuniones de lanzadores, nuestro entrenador resaltaba sobre el mantener la bola bajita y uno de nuestros jugadores jóvenes le dijo que estaba cansado de escuchar siempre lo mismo, que lancen bajito, que mantengan la bola a la rodilla y nuestro entrenador le dijo: "ponlo de esta manera hijo, si Dios quisiera que los bateadores le pegaran bien a la bola bajita, les hubiera puesto los brazos en la cintura".
Maddux
M.B.: Greg Maddux me dijo en una ocasión que él se convirtió en un lanzador ponchador cuando aprendió a poner la pelota donde él pensaba que los bateadores no podían alcanzarla, en vez de tratar de pasar a los bateadores con lanzamientos de fuerza.
J.P.: Yo ponché más de 2.000 peloteros en mi carrera, quizás hubiera podido ponchar más, pero para mí era más importante sacar al toletero fuera con pocos lanzamientos y tener la oportunidad de mantenerme lanzando al ser económico con mis tiros, que lanzando tan sólo seis o siete entradas con doce ponches y con 135 envíos.
La gente habla mucho de la cualidad de ponchar y la diferencia entre la cantidad de ponches y bases por bolas propinadas y se olvidan que los buenos lanzadores muchas veces no son buenos ponchadores, porque son lanzadores de contacto. No te ponchan diez jugadores por juego pero consiguen que le bateen de rodado más de quince veces por partido. Eso son los buenos lanzadores, los que obligan a los bateadores a poner la bola en juego temprano en el conteo. Son serpentineros duraderos, pues lanzan más entradas aunque no ponchen a muchos.
M.B.: Se me dijo una vez que cuando se trataba de lanzar en situaciones apretadas, nadie lo hizo mejor que usted, ya que nadie le pegó nunca un cuadrangular con las bases llenas.
J.P.: Para mí el secreto está en saber qué clase de pitcher eres y aprender a ser lo mejor que puedas con lo que tienes. El lanzador como todo líder de un pueblo o todo maestro debe estudiarse a sí mismo y buscar la manera de cada día ser mejor para él y los que detrás de él cuentan con su esfuerzo.
Muchos entrenadores de pitcheo tienen que entender que el arte de lanzar se basa en el tacto de la pelota, cómo sale de la mano, cómo se puede buscar la manera de repetir y repetir con efectividad un lanzamiento bien hecho y enseñar a los jóvenes a ser sus propios entrenadores para que sepan cómo reparar sus problemas cuando están en la lomita y no tenga uno que salir corriendo a recordarles las cosas básicas. Como, por ejemplo, no trates de sobretirar, mantente encima de la pelota, recuerda usar más tus lanzamientos rompientes &
M.B.: ¿Usted cree que la tecnología ha afectado mucho a los lanzadores en las mayores? Muchos jugadores comentan que el avance de la misma y el uso del video les ayuda a poder saber de antemano las tendencias de un lanzador mucho antes de que puedan enfrentarlos.
J.P.: Muchos bateadores han hecho una gran carrera estudiando los videos y saber con anticipación lo que muchos lanzadores hacen cuando tiene una tendencia. Han podido darse cuenta de quiénes son los que no pueden, por ejemplo, lanzar la curva por la zona de strike o quiénes son los que tienen por hábito lanzar la curva cuando están debajo en el conteo.
Para mí la tecnología del video ha hecho a muchos bateadores mejores ya que no tienen que enfrentarse a un lanzador y tener una noche de 2-0 para darse cuenta de la forma en que alguien puede lanzar.
En ese momento un joven pitcher de nuestro equipo se acercó y estrechando la mano al astro del montículo se sentó a escuchar las cátedras dictadas por el maestro. Yo sonreí levemente y recordé el épico poema Martín Fierro, escrito por José Hernández, y que Alberto Cortez con su interpretación hizo popular.
"Lo que pinta este pincel
ni el tiempo lo ha de borrar;
ninguno se ha de animar
a corregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
sino quien sabe pintar"
M.B.: ¿Qué es lo más importante para ti en este juego en este momento de tu carrera?
K.G.J.: Yo creo que lo más importante de todo es sentirte en familia. Mis compañeros son mi segunda familia y así siempre lo he visto. Uno tiene su familia inmediata, que son los que te unen por sangre, y tienes tus compañeros que son los que pasan la mayor parte del tiempo contigo.
La familia de un compañero también es tu familia, pues si algo afecta a uno de nosotros y eso influye en su rendimiento, eso nos incumbe a todos como equipo. Esa fue la forma en que yo crecí en este juego y por eso, si alguno de mis compañeros tiene un problema ya sea dentro o fuera del terreno, el resto de sus colegas tenemos el compromiso de ayudarle lo mejor que podamos.
M.B.: ¿Nunca hubo un día en que estuvieras en el jardín central y te quedaras mirando todo ese millar de gente en las graderías, personas que invirtieron su dinero para verte jugar, y te hayas dicho a ti mismo: "béisbol, haciendo esto es cómo me gano la vida"?
En ese instante, un pequeño silencio y un gemido fueron su primera reacción, levantó su cabeza, su mirada se incrustó fija en el techo y contestó.
K.G.J.: Yo en realidad no me preocupo cuando la gente se sienta en el estadio y me ve. Yo me preocupo más por lo que pasa en el terreno de juego y en nuestra banca cuando estamos jugando.
Creo que lo importante es salir al terreno y dar lo mejor de ti cada día. Todo el mundo no lo va a entender, pero muchos lo agradecerán. Varios fanáticos te aplaudirán y otros te abuchearan, casi siempre depende si juegas en la casa o de visitante. Pero cuando uno juega y hace las cosas bien el público lo reconoce, no importa si tú les caes bien o no. Los fans pueden decir atrocidades de uno sin ninguna razón, simplemente por el hecho de que no les caes bien, pero cuando hablen de tu carrera tendrán que admitir y decir, yo estuve ahí cuando hizo eso, o estuve allá cuando logró aquello. Uno no puede preocuparse demasiado por lo que pueda decir la gente. Hay incontables cosas que se han escrito sobre muchas personas que no son ciertas y los lectores se las han tomado como verdades porque las leyeron en los periódicos.
A mí me preocupa más lo que mis compañeros puedan decir de mí, ya que ellos son los que pasan más tiempo conmigo, son los que en realidad me conocen.
Aproveché la intensidad del momento para embargarlo con una pregunta que considere oportuna.
M.B.: Como lo has expresado, se dice que nunca se puede creer en todo lo que se lee. Béisbolistas como yo, que hemos jugado en contra tuya por mucho tiempo y que ahora tenemos la oportunidad de hacerlo juntos, hemos leído tantas cosas sobre tu persona por varias temporadas. ¿Cómo te gustaría que te recordáramos?
Sus ojos volvieron a parpadear rápidamente y luego de una décima de segundo volvió a sonreír.
K.G.J.: Como alguien que siempre estaba dispuesto a darlo todo, como un buen compañero y gran amigo. Sé que muchos me recordaran por mi talento, pero el ser amigo es una de las virtudes más grandes del ser humano.
Alguien que le gustaba pasarla bien, divertirse en el juego y que de una u otra manera siempre trató de ayudar a todos a ser mejores.
M.B.: Tú al igual que yo hemos visto este deporte evolucionar de una manera increíble en los últimos 15 años. Vivimos en las eras del bateo y el pitcheo de poder. ¿Crees tú que con esta gran producción de atletas hay alguien hoy que pueda ser tan bueno como Ken Griffey Jr.?
K.G.J.: En realidad yo no me preocupo por eso. Pero honestamente te puedo decir que muy pronto habrá jugadores más fuertes, más rápidos y con mejor defensa también. ¿Qué si serán jugadores de cinco herramientas? Eso sí no lo sé, pero algo sí te puedo asegurar y es que será emocionante de ver.
La gente que vio a Mickey Mantle pensó que nunca verían un jugar igual. Luego llegó Willie Mays y se dijo lo mismo y sé que igual pasará conmigo. Cuando llegue el momento en que el béisbol pase la barrera del racismo de comparación donde un jugador negro tenga que ser comparado con Willie Mays o Barry Bonds; un blanco con DiMaggio, Babe Ruth, Mantle; los latinos con Roberto Clemente etc. etc. Todo llegará a ser mejor. Cuando sólo se pueda decir, "es un excelente jugador". Yo mismo no me considero en la categoría de esas leyendas. Esos jugadores pusieron números en este juego que en estos tiempos sólo el conejo Bugs Bunny puede hacerlo.
M.B.: ¿Tú piensas que si no hubiera sido por la gran cantidad de lesiones que tuviste durante toda tu carrera hubieras podido alcanzar y pasar varios de esos números? Como, por ejemplo, el récord de cuadrangulares.
K.G.J.: Eso nunca hubiera pasado. La mayoría de mis lesiones fueron jugando a la defensiva. Yo me tomo con mucho orgullo la forma cómo juego a la defensa y nunca hubiera dejado de jugar fuerte en el terreno por miedo a lesionarme para poder seguir produciendo ofensivamente.
M.B.: Tú creciste en este juego. Tu padre fue jugador de Grandes Ligas. Has jugado en las mayores por más de 20 años. Eres una súper estrella y algún día llegarás al Salón de la Fama. Definitivamente tienes una visión de este deporte muy diferente a la que muchas otras personas puedan tener. ¿Si tuvieras que decir cuál es la parte más hermosa del béisbol, cuál sería?
K.G.J.: Cuando ves al niño salir dentro del hombre. Cuando los observas jugar como niños de Pequeñas Ligas que cuando miran a las graderías sólo ven a sus padre. Donde no importan los contratos multimillonarios, ni los acuerdos con las compañías que hacen los guantes o los zapatos. Cuando juegan por el sólo amor al juego. Cuando se olvida que se está allá afuera jugando por dinero, sólo por amor, es ahí donde ves a los hombres compartir en hermandad.
M.B.: Sabes que el día llegará en que en este estadio se ponga un estatua en tu honor. Tú has sido un gran jugador tanto ofensivo como defensivo. ¿De qué manera crees que debería estar tu monumento?
K.G.J.: Estoy más que seguro que será bateando como el logo del "hombre del swing" que tienen todas las cosas que uso. Es muy difícil ver una estatua de un bateador que no sea a la ofensiva. Además es lo que más la gente reconoce de mí.
M.B.: Tú fuiste escogido primero en el primer round del sorteo del béisbol en todo el país en 1987. Te convertiste en súper estrella a la edad de 21 años. Has ganado muchos reconocimientos como jugador ofensivo y defensivo. ¿Hay algo en el juego de la pelota que te hubiese gustado hacer individualmente, no como equipo, y no lo lograste?
K.G.J.: Ganar un título de bateo.
M.B.: ¿Eso te hubiera gustado?
K.G.J.: ¡Waoo, claro que sí! Quizás cuando era más joven pude haberlo hecho, pero luego que te conviertes en un bateador con más experiencia, te das cuenta cuál es tu zona de strike y ya no buscas pegar imparables sino extra bases. Lo más cerca que tuve fue mi tercer año cuando quedé en tercer lugar detrás de Julio Franco y Wade Boggs.
M.B.: Sabes que llegará el día en que tendrás que retirarte. ¿Si tuvieras la oportunidad de describir el día perfecto para hacerlo, cómo sería?
En ese instante le vi cambiar la expresión de su rostro. Era la primera vez que veía en él un aspecto de sobriedad y seriedad.
K.G.J.: Yo no quiero el típico adiós de los fanáticos y estar batiendo la mano desde el terreno diciéndoles adiós a todos. Yo no llegué al juego de esa manera
M.B.: ¿No te gustaría pegar un cuadrangular en tu último turno al bate en la novena entrada y todo eso?
K.G.J.: Esa sería espectacular. Pero en cuanto al retiro, no quiero que sea una gran cosa, porque hay muchos niños y jugadores jóvenes que están mirando este juego y no quiero dar el mal ejemplo de que eso es necesario, que es parte de la carrera de uno como jugador. Hay mucha gente que necesita eso, el "mírenme a mí", el "alábenme". Pero yo no. Sólo quiero hacer una llamada y poder decirle a todos, "El Kid no regresará más".
M.B.: Pete Rose dijo una vez que "él se atrevería a cruzar el infierno encendido con gasolina por tener la oportunidad de volver a jugar béisbol". ¿Si Dios te diera la oportunidad de nacer de nuevo volverías a jugar pelota?
K.G.J.: ¡Claro que sí!
M.B.: ¿Por qué?
K.G.J.: Béisbol es todo lo que conocí, y me divertí como jamás imaginé.
Fueron las palabras de Johnny Sylvester años después (aquel niño que Ruth visitó en el hospital y a quien le dio su palabra de pegar dos cuadrangulares en un juego, si él le prometía sanarse) mientras lo veía desaparecer bajo la oscuridad del túnel que llevaba a los camerinos, en una escena de la película "El Bambino" (The Babe en su título original), en la cual el actor John Goodman hacía el papel de Babe Ruth.
Inspirado en esta película, tomé mi grabadora, papel y lápiz en mano, me lancé a la aventura de entrevistar a quien, quizás para muchos de nosotros, sea el mejor jugador que nuestros ojos hayan visto. "El natural", según la opinión de los expertos y grandes jugadores de Grandes Ligas, el señor George Kenneth "Ken" Griffey Jr.
Con la extraordinaria y amistosa sonrisa que siempre lo ha caracterizado ante los demás, entramos acompañados al cuarto de entrevistas de camarógrafos y un par de reporteros que curiosos querían saber lo que estaba pasando. Las luces se encendieron, las cámaras comenzaron a grabar y los micrófonos se abrieron para escuchar las respuestas del más grande y famoso Marinero de todos los tiempos.
M.B.: Ken, nosotros siempre hemos escuchado la famosa expresión "nació para jugar béisbol", las personas que te han visto jugar durante toda tu carrera dicen que si alguien en el mundo le pega ese dicho es a ti. ¿Tú crees que eso es cierto y que naciste para jugar béisbol?
K.G.J.: No, yo no pienso igual. Cuando miro el historial de mi familia puedo ver que desde varias generaciones muchos de los hombres que la componemos hemos sido buenos atletas, muchos jugamos fútbol americano. Mi padre era mejor jugador de fútbol que de béisbol al igual que mi hermano y varios de mis tíos; hasta cierta edad también lo fui.
Yo no era el mejor jugador de mi equipo de pelota, siempre había alguien que era mejor bateador, alguien que tenía más fuerza. Defensivamente sí era el mejor pero en la ofensiva nunca. En fútbol llegué a jugar varias posiciones, desde recibidor abierto hasta guardador de línea, podía hacerlo casi todo; como puedes ver nosotros siempre fuimos mejores en fútbol que en béisbol. Mi primo rompió todo los récords de la escuela en correr el balón, mi padre es el dueño de todos los récords de la gran 33 del lado oeste de Pensilvania, marcas que nunca serán rotas porque esa escuela ya cerró y siempre que tengo la oportunidad se lo lanzo en cara. Como vez nuestra familia siempre fue buena en fútbol, la única razón por la cual mi padre eligió jugar béisbol fue porque yo había nacido y tuvo que decidir entre perseguir su sueño de jugar fútbol o jugar béisbol y ganar dinero para mantener a su familia.
El teléfono de uno de los camarógrafos timbró, interrumpiendo la entrevista y todos lo miramos con cara de enojo por un segundo antes de que estalláramos de risa, voltee de nuevo hacía mi invitado y usando sus palabras lo puse contra la espada y la pared.
M.B.: Muchas personas creen que los hijos de ex jugadores tienen ventaja sobre el resto de los demás, pero el que tu padre haya jugado béisbol no garantiza, ni justifica tu enorme calidad de talento para jugar pelota. ¿Tú crees que es una herencia genética o que naciste con la bendición de un talento en especial?
K.G.J.: Yo creo que es genética. Sé que en la vida hay misterios; por ejemplo Stanley Musial nació en la misma ciudad que yo nací, el mismo día también, 21 de noviembre. Eso no es fácil de encontrar, dos jugadores como nosotros, nacidos en la misma ciudad, el mismo día, pero en diferentes eras. Musial jugó con mi abuelo y siempre dijo que mi abuelo era el mejor atleta con el que había jugado en toda su vida. Luego llegó mi padre y después yo, como puedes ver traigo una herencia deportiva en mi sangre. Genéticamente muchas generaciones heredan lo mejor de ambos padres y se convierten en mejores atletas.
Cuando mi hermano jugaba fútbol había una sola persona en todo el país más rápida que él y era Rocket Ismail, o sea que él sacó toda la rapidez de la familia, yo la fuerza y el buen ojo para batear.
M.B.: Alguien una vez le preguntó a Barry Bonds si él pensaba que él era bueno porque su padre lo había sido y él contestó que "donde estaban los padres de Babe Ruth, Mickey Mantle, Hank Aaron?". Sus padres nunca jugaron.
K.G.J.: Bueno, quizás no jugaron béisbol pero trabajaban en oficios que les ayudaron a desarrollar fuerza, buena vista, partes y cosas que sus hijos heredaron y que los llevaron a ser quienes fueron en el béisbol.
M.B.: ¿Entonces tú estás convencido de que en realidad es todo genética?
K.G.J.: Claro que sí. Cuando uno mira cuál era en tiempos atrás el promedio de estatura de un hombre no era más que 5 pies 7 pulgadas, ahora es 5'9". La humanidad está cambiando, ahora hay jugadores más rápidos y más fuertes que antes; por ejemplo, mi hijo mayor mide 6'2" y pesa 170 libras con tan sólo 15 años de edad. A su edad yo sólo pesaba 130 y lo mismo pasaba con mi padre. Cuando uno examina a sus hijos se puede sacar muchas veces un mapa genético de todas sus partes de dónde vienen; por ejemplo mi hijo tiene mi trasero y el estómago de su madre, mis hombros y brazos pero las caderas de mi padre, y así sucesivamente.
J | HR | RBI | R | OBP | PROM |
2.551 | 615 | 1.782 | 1.624 | .373 | .287 |
M.B.: Volviendo al tema del béisbol, esta es una pregunta muy importante porque quizás tú seas la única persona en la historia de este deporte que no tenga la opción de decir cómo quiere que la gente lo recuerde. Y la razón es simple: muchas personas dicen que tú cambiaste la imagen del juego con tu estilo, que eres el icono del jugador del futuro, que fuiste el primero que comenzó usando la gorra hacía atrás, que eras el niñito "bacano" con su estilo propio, siempre riéndose y que jugaba junto con su padre.
Una suave sonrisa iluminó su rostro y sus ojos parpadearon varias veces.
K.G.J.: Me gustaría pensar que sí tengo una opción. Todo el mundo cuando es pequeño quiere usar las cosas de sus padres, como una niña cuando se pone los tacones de su madre aunque le queden grandes, o un niño que usa las prendas de vestir de su papá y camina por la casa arrastrando los ruedos de los pantalones. Yo quería usar las cosas de mi padre. Mi papá cuando jugaba béisbol tenía un afro, yo sólo tenía siete años en ese entonces y quería siempre usar su gorra, salir al terreno, lanzar y atrapar la pelota, pero cada vez que me la ponía siempre se deslizaba y me tapaba la cara, porque era muy grande para mí, de la única forma que podía usarla era volteándola hacía atrás. Así fue como todo empezó.
M.B.: Los historiadores de este juego argumentan que ese es tu estilo y que tú comenzaste con el jugador sonriente, el niño feliz de estar en las mayores.
K.G.J.: Si vas a jugar este deporte tienes que divertirte. ¿Para qué te vas a dedicar a algo que no te gusta?
Uno invierte mucho tiempo de su vida jugando béisbol, cuando es niño en el patio de la casa, sin las preocupaciones del deporte profesional, sólo por el amor a este juego. Entonces, si amas este deporte, disfrútalo. No hay razón que por el hecho que te paguen por hacerlo eso cambie.
La gente siempre dice que los jugadores cuando llega la hora tienen que tener lo que todos llaman la cara de jugar. Cualquiera puede ir allá afuera y tener la cara de ogro, pero el gran secreto está en poder divertirse mientras te ganas la vida.
Cuando llegué a Las Grandes Ligas con 19 años, no tenía mucho de qué preocuparme, todo era divertido para mí, por eso siempre estaba sonriendo. Alguien tropezaba y se caía y yo soltaba la risa, ahora que tengo 39 sé que hay cosas de las cuales uno se debe reír y otras de las que no, pero hay algunas de las que siempre me voy a reír.
M.B.: Tú eres uno de los seis jugadores en la historia del béisbol que han pegado 600 cuadrangulares o más. ¿La experiencia, el sentimiento cuando conectas un cuadrangular varía con cada peldaño? ¿Se siente lo mismo cuando pegas el 500 ó el 600 como cuando conectas el primero?
K.G.J.: Te diré la verdad, uno nunca olvida el primero. Siempre recuerdas ese lanzamiento y cómo te sentías cuando ibas corriendo las bases como un tonto mientras tratabas de disimular tu entusiasmo. Cuando vas subiendo los escalafones de la fama tienes un sentimiento conmovedor al alcanzarlo, pero yo siempre trato de controlar mis emociones. No he querido nunca avergonzar a nadie; nunca he querido ser uno de esos que pega brincos o hace un ritual en el plato cada vez que conecta un cuadrangular.
Mi padre siempre me dijo, "Sé siempre tú, reacciona como si ya hubieras hecho eso antes". Y todo comenzó cuando tenía como 14 años, en un partido pegué un largo cuadrangular y tan pronto le pegué a la bola comencé a batir mi puño como el comediante Steve Garvey. Cuando llegué al plato mi padre desde las graderías me estaba haciendo señas para que me acercara y me dijo, "Nunca hagas eso otra vez, el cometió un error, tú sabes que cometió un error. Por eso no tienes que avergonzarlo".
M.B.: Conectar cuadrangulares es algo a lo cual tú debes estar muy acostumbrado ya que lo has hecho más de 600 veces, pero si tuvieras que describirlo con palabras, para aquellos que nunca lo han hecho ¿qué se siente pegarle a la pelota en la masa del bate y ver cómo miles de personas se ponen de pie al mismo tiempo y con sus rostros llenos de emoción miran el recorrido de la bola, esperando ver dónde caerá esta vez?
K.G.J.: No creo que tenga palabras para explicarlo. Cuando uno conecta un buen batazo no siente el contacto del bate con la bola, por esa razón sabes que le pegaste bien. Es como ustedes los lanzadores, cuando hacen un lanzamiento y desde que sale de tu mano sabes que el bateador no tiene chance de pegarle, porque salió de una forma perfecta. Nosotros sentimos lo mismo, vemos la trayectoria de la pelota y como al salir del bate lleva buena rotación ya sabes que se va ir.
Yo nunca he sido el tipo de jugador que pega muchos cuadrangulares de 500 y tantos pies donde ves a la gente gritar "¡Waoo!". En Cincinnati la gente me llamaba el Don Juan de las primeras filas porque la mayoría de mis cuadrangulares caían entre las primeras tres o cuatro hileras de los asientos.
M.B.: Tú has sido increíblemente bueno tanto a la defensiva como a la ofensiva. Una vez te escuché decir en una entrevista que para ti la defensiva era más importante. ¿Por qué?
K.G.J.: En este juego para poder permanecer tienes que tener buena defensiva. Si te fijas bien, no son muchos los jugadores que sólo fueron buenos ofensivamente y que han podido mantenerse por mucho tiempo, todo el mundo necesita buena defensa. Cuando era joven fue algo que aprendí muy bien. Cada noche necesitaremos 27 outs para ganar. Tú puedes fallar en un turno y tu compañero puede venir tras de ti y pegar el batazo, pero a la defensa, si cometes el error todo el equipo lo sufre, al lanzador lo pones en aprietos, el cuadro ahora debe jugar para doble matanza, la responsabilidad es mucho más grande.
M.B.: Sé que has oído el dicho que dice "no creas todo lo que leas". Muchos de nosotros hemos leído muchos cosas de ti a través de tu carrera, pero para los que no te conocemos, ¿quién eres en realidad?
K.G.J.: Soy el tipo que siempre está dispuesto a ganar. Soy muy supersticioso cuando se trata del juego. En varias ocasiones he cambiado el coche que manejo, pues si lo compré y en esa semana no pegué de hit, lo devuelvo al dealer y saco otro. Si un compañero me pide uno de mis bates se lo doy, pero no lo uso más. No me gusta que nadie ponga su mano en mi guante; cuando mi hijo tenía cuatro años una vez tomó mi guante, yo me quedé mirándolo decepcionado y mi esposa me puso la mano en el hombro y me dijo, "Es tu hijo, recuérdalo". ¡Sí, pero está usando mi guante!
Y aunque amores yo tenga en la vida
que me llenen de felicidad
como el tuyo jamás madre mía,
como el tuyo no habré de encontrar.
Tu cariño es mi bien madrecita
en mi vida tu haz sido y serás
el refugio de todas mi penas
y la cuna de amor y verdad Mamá
Mamá, gracias por ser quien soy
gracias por todas las cosas que no soy
perdóname por las palabras
que no te he dicho y
por los tiempos que ya olvidé.
Mamá, perdona las veces
que te hice llorar
perdóname por no hacer lo correcto.
Mamá espero que te esto te haga sonreír
espero que estés feliz con mi vida
en paz con cada decisión que yo tomé.
Eran otros hombres más hombres los nuestros.
No se conocían cocó ni morfina,
los muchachos de antes no usaban gomina
¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquellos!
¡Veinticinco abriles que no volverán!
Veinticinco abriles, volver a tenerlos,
si cuando me acuerdo me pongo a llorar
No te mueras como el canto de las aves en invierno;
se como el viento eterno, para que cuentes nuestra historia
y no te lleves las memorias de lo que una vez ya fuimos"
El poeta de Quisqueya.
Soy polvo de este polvo, que fue mi abuelo.
Si esta tierra no es mía no es nadie,
Es mía por destino, también por sangre."
Con estas palabras describe su amor por la patria el maestro Alberto Cortéz en la canción "Texto esta es mi tierra y canción de amor para mi patria".
"Es algo que en verdad es una pena para nosotros; uno tomó la decisión de dejar su patria por la oportunidad de un mejor futuro, pero cargamos con la tristeza de no poder volver a nuestra tierra, de no volver a ver a nuestros amigos y de jugar de nuevo en los estadios donde uno se hizo pelotero. Lo más doloroso para mi, creo, es el factor que uno no puede jugar de nuevo para la gente que le aplaudía cuando eras un jovencito y ahora que eres mejor jugador no puedes volver a buscar sus aplausos y su cariño". Todo el mundo sabe que nosotros los jugadores latinos jugamos con la patria encima de nuestros hombros, pero ustedes tienen una patria que los sigue muchas veces clandestinamente.
"Para mi, aparte de que me duele que nuestros fanáticos no nos pueden seguir con la libertad con la que siguen a los dominicanos, venezolanos o mexicanos; me da mucho orgullo saber que nuestra gente se arriesga a vernos y escucharnos a escondidas, ya que eso es prácticamente ilegal en Cuba. Eso es algo que me hace salir al terreno cada día con más amor y entusiasmo, porque además de que juego por mi y para mi familia, se que tengo gente que arriesga su vida por saber como me va, como me está yendo aquí día a día, en Las mayores". Tú que eres un producto del béisbol cubano podrías decirnos, ¿cuál es la diferencia entre el béisbol de tu país y el de Estados Unidos?
"Bueno, el béisbol de Cuba es de excelente calidad, pero yo creo que el béisbol americano tiene más consistencia. Por ejemplo en Cuba no hay los scout que hay aquí, donde te ven y te informan si un jugador está o no está bateando bien, en Cuba no hay las cámaras que hay aquí, allá tú no sabes lo que un lanzador hace hasta que no estás en el plato enfrentándolo, acá la tecnología y la consistencia del negocio le dan un gran avance por encima de todos nuestros países latinos, algo que actúa en tu favor y también en tu contra, ya que el contrario también sabe lo que estás haciendo tú. El Béisbol de Cuba como el de todos nuestros países latinos tiene una chispa, más sabor que el americano y eso todo el mundo lo sabe, es por nuestra gente, nuestro público. ¿Tú crees que nuestro béisbol es más familiar que la pelota americana?
"En nuestros países la pelota es mas divertida, aquí es mas un negocio que otra cosa. En Cuba quien no juega pelota no es cubano, desde que naces, lo primero que hacen es darte un bate y una pelota o la tapa plástica de una botella y un palo de escoba para que juegues en la calle y aprendas a batear. La pelota es algo de lo que quieres formar parte; ¡la pelota en mi Cuba es pasión! ¿Qué es lo que más te gusta de la pelota de Cuba?
En ese momento el brillo de sus ojos comenzó a crecer rápidamente, su mirada parecía perderse en los recuerdos de su isla y una sonrisa iluminó su rostro "El público; toda esa gente gritando y las bandas tocando música en las graderías. Allá el béisbol es estricto pero no como aquí, allá se goza junto con la gente y quizás es eso lo que más me gusta. Cuando uno gana en los playoffs la gente al otro día va a trabajar con más ánimo, todo lo que se habla en la ciudad, es sólo sobre béisbol. Eso lo llegue yo a vivir en mi pueblo de Santa Clara una vez que pasamos a las finales, la gente se iba vestida para el juego y de ahí salían para las discotecas". ¿Por qué crees que es tan buena la calidad de los jugadores cubanos?
"Lo que pasa es que en Cuba el jugar béisbol es una profesión, es el sustento de vida para muchos de nosotros y aunque no es como el de aquí, es nuestro trabajo. Yo me atrevería a decir que el hambre de ser reconocido por tu gente, salir a la calle y que el público te estreche la mano y te comente lo bien que jugaste el día anterior, da al jugador cubano la responsabilidad de ser bueno. Uno comienza siendo héroe de barrio, luego de la comunidad y después de la provincia, hasta que todo el país sabe ya quien eres. Para mi, lo mas lindo son esos niños que se acercan, nos saludan y nos admiran con tanto fervor y dicen "Que monstro ere Rikimbili, vi el palo que pegaste ayer" En Cuba no pagan por jugar béisbol, el amor de nuestra gente es nuestra riqueza. La gente en Cuba le pone sobrenombres a los jugadores y se identifican con ellos, por ejemplo a mi me dicen Rikimbili, que en verdad es una especie de injerto de una bicicleta con un motor de gasolina que inventaron, pero en realidad el nombre me vino desde que era niño por una jugada que hice y la cual yo dije que me quedó Rikimbili y de ahí salió el apodo. Explícanos ¿qué sienten los jugadores cubanos cuando se juntan en esta patria extraña y hablan de su tierra?
"Lo primero que siempre sale en la conversación es la época cuando jugábamos en Cuba y como luego de los juegos nos poníamos a jugar dominó en los hoteles; en el terrenos éramos rivales, pero después del partido siempre éramos amigos". ¿Fuiste fanático de la pelota cubana?
"Muchacho, ¡seguro! Cuando yo era pequeño para los playoffs, en mi ciudad de Santa Clara, había que ir desde la mañana para asegurar tu asiento; nosotros llevábamos sabanas blancas y cubríamos los lugares donde nos queríamos sentar, cinco o seis, dependía que tan grande fuera tu familia y tenías que quedarte ahí atendiendo que no te los quitaran. El estadio abría a las diez de la mañana y el juego no era hasta la siete de la noche, teníamos que hacer turno de dos en dos, uno se iba a comer y luego volvía mientras que los otros se iban y se bañaban y así era hasta que empezaba el partido. Por eso es que para mí, el béisbol cubano es tan especial, yo que hacía todo eso para ver los juegos luego era la estrella que la gente venía a ver jugar, yo que me sentaba en esas gradas y gritaba por los jugadores ahora soy el que está en el terreno jugando para su gente. Uno juega con tanta jocosidad que la vida tiene otro valor, muchas veces cuando la orquesta tocaba y yo estaba en el terreno de juego me ponía a bailar entre lanzamiento y lanzamiento y los fanáticos me gritaban "¡Dale Rikimbili, menea las nalgas! Tu que viste tanto talento pasar por las ligas de Cuba ¿cómo crees que hubiera sido si se les hubiesen permitido a esos grandes peloteros, que nunca han podido salir de la isla, jugar en Las Grandes Ligas?
"Yo creo que Cuba hubiera sido una potencia en el béisbol como lo es Dominicana o Venezuela por ejemplo. En Cuba se va un pelotero hoy y aparece otro mañana; yo en casa tengo una programación especial para ver los juegos de la liga cubana y ya hay un grupo nuevo de jóvenes que no conozco, se ven que son muy buenos. Nosotros los cubanos de Miami seguimos los juegos de Cuba como si estuviéramos allá, ponlo de esta manera, Miami para nosotros no es más que una "Cuba con comida, porque allá se vive y se goza todo lo de Cuba".
Busqué el momento oportuno para cercarlo con mi última pregunta y escucharlo tratar de explicar con palabras su más grande deseo. ¿Si algún día en tu ciudad de Santa Clara se te reconociera bautizando un estadio en tu nombre y con el tiempo un niño mirando hacía el campo le preguntara a su padre quien fue Yuniesky Betancourt, qué te gustaría que el padre respondiera?
"Me gustaría que le dijera que yo era un joven de este pueblo que le gustaba jugar para su gente, que su mayor emoción era ver a ese público parado gritando y gozando el béisbol. Un jugador del pueblo, alguien que era de nosotros y que se nos fue un día a jugar en Las Mayores". En ese momento su mirada se menguó y la nostalgia pareció cubrir sus ojos "Mi más grande sueño en estos momentos es poder jugar el último juego de mi carrera en el Augusto César Sandino de mi pueblo, con y enfrente de toda mi gente". Bajé mi cabeza y traté de visualizar la imagen, sólo logré compartir la añoranza por la tierra, el pueblo y el dolor de la distancia.
Félix Hernández... el Príncipe (AP) |
Carlos Silva... el Búfalo (AP) |
y las palabras de aliento y el abrazo;
El compartir con todos ellos la factura
que nos presenta la vida, paso a paso. A mis amigos les adeudo la paciencia
de tolerarme las espinas más agudas;
los arrebatos de humor, la negligencia,
las vanidades, los temores y las dudas.
Dicen que el alma del hombre sobrepasa la verdad.
Hay que cerrar los ojos y creer en algo más,
pues desde el cielo o el infinito,
Dios concede su piedad.
Creer o no creer son cosas del ser humano,
Pero para aquellos que si creen,
Dios les tiende una mano".